ENTREVISTA A DON MARCO DE LA FUENTE SALCEDO

ENTREVISTA A DON MARCO DE LA FUENTE SALCEDO

  

 

 

Marcos de la Fuente Salcedo

Miraflores, 07 de Enero de 1993

 

 

Las opiniones que se deben dar, deben estar acompañadas de una tremenda humildad, porque como decía un aficionado viejo, siempre tiene algo que aprender y nunca hay nadie que sea dueño de la verdad, es una realidad. Mi afición de gallos, comienza casi con mi niñez. Yo soy de un pueblo chico, llamado San Pedro de Lloc y los Domingos hay pocas cosas que hacer y una de las atracciones para un pilluelo es colarse y ver peleas de gallos y empecé a aficionarme de esa forma, como casi todos empezamos a aficionarnos así. En San Pedro ha habido extraordinarios gallos de peleas y siguen habiéndolos. En Esa época, habían aficionados señeros que cuando hablaban todo el mundo paraba el oído y comentaban, lo ha dicho el señor fulano, o lo ha dicho el señor sutano y me acostumbré a creer que lo que decían eran leyes inmutables aquellos comentarios de los señores. Pero ya después, conforme uno se va metiendo en la cuestión de los gallos, se da cuenta que muchas de esas opiniones eran aberraciones completas. Creían que las epizootias como el New Castle que en esa época no había, pero que la viruela, la coriza, y todas esas enfermedades, se combatían metiendo un chivo en el corral, que como lo has dicho muy bien, resultaba ser el chivo expiatorio; creo que es un verdadero acierto calificarlo así y ello, es una gran mentira. Sin embargo en una época lo he creído. Sin embargo, hemos creído que ponerles como hemostático, una tela de araña al cortar la cresta, detenía la hemorragia y la detiene, pero como tú apuntaste, también le estás contagiando una cantidad de gérmenes tremendos en una herida sangrante abierta. Entonces, esas son ideas que uno se metió en la cabeza en una época, sobre la medicina de antaño, y poco a poco hubo que irlas sacando, pero con un poco de trabajo. En mi niñez, dentro de mi familia, algunos familiares a los que les caía simpático, me regalaron algunos animales, quizás de descarte, pero que yo cría que eran el gallo de la pasión; y los cuidaba y me hice de una colección de más o menos 10 pollos y diez pollas que entre ellos, los hacía topar. Por ejemplo, creía equivocadamente que toparlos todos los días era muy bueno para reforzarlos, cuando tú sabes que después de cada tope, han recibido una suculenta paliza y muchos de ellos se enfermaban y no arribaban. Vine a estudiar ingeniería e iba de cuando en cuando en las vacaciones a mi pueblo y te contaría como una especie de semblanza anecdótica, que cuando hice el último año de media en Cajamarca, me venía con siete gallos, unos que me habían regalado y otros que había comprado en el tren de Chilete a San Pedro y me encontré en Chilete con un tío mío un Señor Pérez Saavedra que era un buen sembrador y tenía una hacienda llamada Chuquimango y él hacía negocios con Trujillo, en granos más que nada con frijol y garbanzo  y había en Trujillo, un gran aficionado a gallos que se apellidaba Koide, que tenía unos gallos japoneses imbatibles que importaba del Japón; Shamos, pero un poco más chicos; quizás Tuzos, alguna otra raza o alguna mezcla, pero tenía gallos imbatibles. Alguna vez que no tuvo efectivo para cancelarle a mi tío, le dijo: llévese Ud. señor Pérez, algunos ejemplares y mi tío que era muy aficionado y tenía sus criollos, le aceptó dos parejas de razas japonesas, pero no del mismo galpón que había importado Koide y los llevó a la hacienda Chuquimango, que era una hacienda muy grande y bonita. Los metió en un corral y los empezó a reproducir; después empezó a cruzar las razas japonesas y empezaron a pelear muy bien. Fue un cruce bastante depurado y metiendo bastante espuela. Me encontré con él en la estación de Chilete y me vio los ocho gallos y le dice a su chofer: oye, lleva los ocho gallos y dile a la cocinera que los vaya preparando en estofado, poco a poco; yo me quedé lelo. Porqué tío haces esto, pues algunos de ellos, eran mis preferidos que no los había pelado nunca en cancha, pero me había pasado horas contemplándoles su andar y contemplándoles sus topes. No me dijo, te voy a dar una pareja, que va a ser historia dentro de la crianza de gallos; esto sucedía cuando yo terminaba el quinto año de media en Cajamarca. Me llevé la pareja, la puse en un corral muy elegante en mi casa de San Pedro; luego, el pollo estaba cantando, la gallinita empezaba a poner, y lo primero que hice fue lo siguiente; unir a la gallinita y al gallo, para lograr una prole. Pero como venía a estudiar ingeniería a Lima, le dije a mi Mamá, no muevas de este corral a esta gallina y a este gallo y que hagan las camadas que sean posible. Para esto, mi hermano menor que era también aficionado a gallos, teníamos un mayordomo y este mayordomo, era un loco por los gallos; cuando estuvo embarnecido el gallito que llevé, lo empezó a llevar a la cancha y lo hacía pelar de punta de lápiz, y se hizo ocho peleas; entonces mi hermano le dijo, ya no lo pelees, pues mi hermano va a venir. Cuando llegué, me contaron la hazaña del gallito, en esa época, que no se pesaba, que no se cotejaba. Llegué y efectivamente vi que el corral estaba lleno de pollos y pollas y en eso un día voy a bañarme a la playa y me encuentro con un primo, gran aficionado a los gallos señero, José Andrés Saavedra Olavarría. Y le pregunto por sus gallos y me dice, “me ha dado no se que enfermedad, que me ha diezmado todo; tengo tres o cuatro gallos, yo que he tenido alrededor de doscientos”. Era que lo había visitado por primera vez el New Castle y lo barrió. Le dije que en mi casa tengo unos gallos que me regaló el tío Pérez Saavedra, también tío de él; ¿Que tienes gallos? Me dijo?; vamos inmediatamente a verlos. Así que nos vestimos en la playa, tomamos la camioneta y nos dirigimos. José Andrés, era bastante mayor que yo. Con el brillo que le salió en los ojos, era un destello. Tocaba cada animal, lo sopesaba, lo veía y se llevó incluso el padrillo. Entonces, le dije, bueno esto no te lo vas a llevar así; cámbiale por ponedoras a mi Mamá para que tenga en su corral; y como me vine a estudiar ingeniería, solamente me dejó una parejita que hice que escogiera de las dos ramas que habían salido en puro y en puro asiático; siguieron reproduciéndose ahí. José Andrés Saavedra, se volvió el aficionado más connotado de la Provincia, prácticamente en base al refresco que le di yo; y fue donde el tío y le pidió y de ahí viene la gran fama de José Andrés, que tuvo unos gallos extraordinarios. Después me vine a estudiar acá, hubo un tiempo largo en el que me alejé de los gallos por estudios, pues vivía en una pensión en Lima, hasta que me recibí. Pero iba a la cancha y veía jugar gallos, porque la afición no se pierde, aunque no seas peleador en ese momento, siempre vas a la cancha. Y resulta que había un gallo aquí, que cada semana ganaba y ganaba matando rápidamente, que le pusimos con el profesor Oliva, el “Río Pallanga”, porque había un caballo que ganaba en el hipódromo, todos los Domingos; y el gallo era un
fenómeno y era de Chiclayo y Oliva era de Chiclayo que como paisano, iba en la caja. En eso, yo era admirador de un hombre que tenía los gallos maravillosamente bien puestos, elegantes, que era Don Eusebio Bravo gran criador Chiclayano. Un día lleva un gallo, que me llenó el ojo; francamente, era uno de los gallos más bellos que había visto en mi vida; y me dice el maestro Oliva: “me ayuda para hacer caja para el “Río Pallanga” y metérselo a Don Eusebio Bravo?”, como no, le dije y fuimos a meterle pleito con Don Eusebio Bravo; no, que ese gallo viene matando como cinco veces y este es un pollo nuevo, muy bonito, sí, pero no voy a poner a mi gallo con un gallo de esa experiencia; e insistíamos y me decía, no ingeniero, yo no voy a permitir hacer una barbaridad. Pero, estaba tomándose unas cervezas con unos amigos y más o menos a la hora, volvimos a la carga. Y nos dice, “bueno pues si tanto me persiguen, pero de van a llevar una sorpresa”. Nosotros nos frotamos las manos y la pelea se consiguió. Total, sueltan los gallos a la cancha, y resulta que el gallo de Eusebio Bravo, era un celaje de rapidez; un gallo completo. Y pensé que si volviera a empezar a criar gallos, ese sería para mí un padrillo. Era un gallo completo. Empataron la pelea y el “Río Pallanga”, le dio tres jalones, que le hizo dar una vuelta corriendo por el ruedo; esas corridas de alocado que le pegan, porque el “Río Pallanga” era un gallo extraordinario también. No ganó el gallo de Don Eusebio, porque ya se caía el “Río Pallanga” y este era tan exigente, que no lo dejaba, que plantara el pico y empataron. Me quedé con la cabeza, que si yo hiciera una camada de gallos acá en Lima, yo compraría este gallo. Pasaron unos días y le comento, oiga Ud. Don Eusebio, qué bien nos dijo Ud. que nos íbamos a llevar una sorpresa, qué buen pollo, pues le puso un pollo de once meses o doce meses. Me dijo, es un pollo nuevo ingeniero. Oiga le digo Don Eusebio, si a mí me gustaría volver a criar gallos, yo querría hacerme de ese gallo. No mi amigo, me dijo, ese gallo lo tengo haciendo camadas y es muy bueno como vimos, es muy guapo, metido, ligero, y muy bonito. Es por eso, que le digo que le podría comprar el gallo. En ese tiempo, pagar S/.1,800 que le pagué por el gallo, era pagar una fortuna. En esa época, era una fortuna. Entonces conversamos y me hice más amigo de Don Eusebio, y un día me dijo, Ingeniero, Ud. querría volver a criar gallos? Sí le dije, siempre y cuando encontrara un gallo como ese pollo. Bueno me dijo, si Ud. está dispuesto a pagar S/.1,800 soles por el gallo, yo se lo dejo. Se lo compro le dije Don Eusebio. Más o menos en 1960. Entonces, le compré el gallo. ¿Y gallinas?, me dice, tengo estas gallinas de Koide le dije; ajá, métaselas Ud. al gallo y yo le voy a regalar esta gallinita y me obsequia una gallinita, media ainglesada, de patas azules. Yo le puse gallinas que traje del Norte, gallinas de mi raza antigua, que eran gallinas de cruce, ajaponesadas y las metí al gallo y me salieron una preciosura de camadas. Al gallo, lo bautizamos con el nombre de “Tarzán” y de ahí han salido el “Tarzancito” que era su hijo, el “Tarzán II”, el “Tarzán III”, que eran verdaderos campeones que ganaban 6 o 7 peleas cuando los retiraba, sólo tenían ganadas. Ya en las peleas, me querían llevar picada y todo, y no querían echar gallo. Ahí se inicia mi segunda etapa de crianza. La tercera etapa, ha sido, cuando vi los gallos que jugaba el Sr. Guerzi. El Sr. Guerzi, debía tener unos 65 años, cuando yo tenía 30 años en esa época. Que jugaba gallos de una contextura física, completamente distinta a los gallos que se estaban  usando en esa época, pues se usaban gallos de mucha maña, esto es antes que yo comprara al “Tarzán”; y a veces se pasaban una hora peleando, hacían una pelea morosa, cansada; y él empezó a jugar ese tipo de gallos, que realmente, eran extraordinarios y revolucionarios en ese momento; y como uno es observador, me dije, a mí me gustaría tener gallos que tuvieran esta rapidez y acierto, pero como jugaban los gallitos estos con una diferencia de pesos enormes, porque en esa época no se pesaba, inconcebibles en esta época, diferencias de 10 o 12 onzas; daba peso y picada y realmente, daban una pena grande ver que gallitos tan buenos, perdieran ante circunstancias tan desfavorables, como el peso y la picada. Me hice, muy amigo de él, porque a uno, siempre le jala, la gente revolucionaria. Entonces, conversamos mucho y me dijo que traía gallos de Chile y que traía gallos de Colombia, y que tenía amigos que le mandaban y él criaba y tenía una raza establecida, que era fundamentalmente chilena y española, con casi la misma modalidad de pleito. El Sr. Gerzi murió y nos dio mucha pena. A su viuda, le compré yo, dos gallitos, que los jugué y que tuve que dar peso y picada y me los ganaron; pero no me desanimé y entonces, hubo una circunstancia para mí milagrosa y es que me encontré con el Dr. Sven Ericson, para mí uno de los hombres más eruditos en crianza, en razas de gallos, modalidades de pelea, pero él fundamentalmente en la línea de navaja. Pero los gallos generalmente son lo mismo, en cuestión genética y todo eso. Lo llevé a mi galpón, a mi huerta y vio topar algunos gallos y me dijo, lo que te conviene a ti es tener gallos de mucho más rapidez y mucho más ofensivos. Y le digo, cómo consigo gallos que tengan línea y que tengan esas características. Bueno, me dijo, yo te voy a poner a ti. Le digo, que yo he decidido cambiar, y le hablé los gallos de Gerzi. Entonces, el primer gallo que me dio, fue un gallo campeón de la Feria de Sevilla, que lo había importado acá cuando fue ministro, Jaime Miranda Sousa. El gallo, era tan airoso y tan elegante, tan bonito en pluma, era un ajiseco, con la golilla un poquito amarilla, medio dorada, aroma, y le puse “El Cid” y parecía que sentía el nombre que le había puesto cuando se desplazaba, era un señor. Y me consiguió y me regaló, una gallina hija de un gallo inglés que le había mandado el dictador presidente de Venezuela, Pérez Jiménez a Odría; una gallina inglesa crestona y estacona, blanca, completamente blanca, que yo le puse “La Rita” probablemente, conocí alguna chica con ese nombre. Y empecé a hacer camada; a la “Rita” y bueno, a esas alturas, ya tenía yo el “Tarzán” y por lo tanto, tenía elementos para poder cruzar y usé mi mejor criterio, para unir razas medias encontradas; para ese entonces, nos había regalado Sven Ericson, una pareja de gallos chilenos pintos, en que la misma pluma, tiene el blanco y el negro, pues hay otros gallos que tienen plumas negras enteras y blancas enteras. En este caso, las mismas plumas tenían blanco y negro tornasolado a morado, que es lo que me ves todavía algunos gallos con ese tono de pluma. Después cuando hice la mezcla entre los “Tarzanes” y los gallos que te estoy diciendo que me había dado Sven Ericson, los chilenos, fueron los que en la cancha les decían el gallineto verde; un gallo gallino, que su pluma era casi verde; gallo que hizo muchísimas peleas. Al campeón de Sevilla, lo crucé en primer lugar, con la gallinit
a blanca y me salieron unos gallitos muy chicos, que los tenía como sain line, una línea de costado. Después, hembras de la raza de los “Tarzanes”, con el gallo pinto, al cual le llamé “Júpiter”, porque dije, este va a ser una cabeza de mi cría, porque dos o tres veces, lo topé con gallos que le llevaban una cuarta de altura y los hacía salir volando de la cancha. Era un gallo chileno, que lo había importado un navajero de Barranca, Alejandro Romero Zuloaga. Y como son los navajeros, que le sacan dos camadas y luego el gallo les apesta. El gallo le cayó a Ericson y de Ericson vino a mí. Las camadas del gallo “Tarzán”, con las crías del “Júpiter”, y el “Júpiter” con las hembras del “Tarzán”, salieron extraordinarios. Son los mejores gallos que he tenido yo en mi vida. De ahí salió esa línea de gallos legendarios “Las Panteras” y del otro lado, salieron “Las Sombras”. Las panteras, eran hijas del Júpiter, con hijas del “Tarzán” con mi raza antigua, que ya tenía esa línea separada; yo le llamaba a esa, la línea antigua. Esos salieron extraordinarios; fueron legendarios verdaderamente; hasta ahora se acuerda la gente de ellos. Los “Sombras”, eran unos gallos negros, morados escapulario; gallos muy muy buenos, muy efectivos al cacho, muy rápidos y muy valientes; tenían las condiciones óptimas. Eso ha ido desapareciendo un poco y he ido haciendo una aglomeración de las razas estas, hasta sacar una determinada línea que la he llamado mi línea; pero tengo actualmente después de 35 años, Júpiter puro, tengo “Tarzán” con raza antiguas puras ya establecidas, porque eran gallos de una misma modalidad de pelea que es lo que le llamo yo la raza antigua, que tienen del “Tarzán” y de mi raza antigua que amalgamé. Los “Júpiter”, los tengo puros. En eso, me hago amigo, de Antonio José Galán, el matador de toros que iba a la cancha y una vez, jugué un gallo mío muy bueno, guapo, pero que había dado mucha picada y se acercó a mí y me dijo, “qué barbaridad has hecho”; bueno le dije matador, así son las cosas, y me dijo, “yo te voy a traer un gallo español”; ah le dije, a quién hay que matar; no me dijo, “a nadie, yo te lo voy a traer”. Efectivamente, vino un gallo que pasó peripecia y media, porque en el avión sele soltó como él dice de una talega en la que lo traía, le saltó de la talega y empezó a hacer un escándalo en el avión, que le hicieron a él también un escándalo, que cómo metía un animal en la cabina; y cuando bajó, quisieron decomisárselo y dice que se metió la talega debajo de la chamarra de vicuña que traía y que siempre usaba, y dice que se movía el gallo; qué cosa le pasa matador: “hombre, que de la última corrida que hice en Pamplona, me ha quedado un tic nervioso en el hombro, de una cogida que tengo”; lo cierto es que bajó del avión y pasó por la aduana. Un Sábado en la mañana recuerdo que me llama por teléfono a mi casa y me dice, oye he traído el gallo que te ofrecí de España. Imagínate, que ni me bañé, me vestí a medias y fui rápidamente al hotel donde lo tenía; me dijo que “aquí en el hotel, está haciendo un escándalo cantando y ya me ha venido a llamar la atención el camarero varias veces”; así es que subí inmediatamente, lo recogí, tomamos desayuno en Miraflores en el Ahití, y me llevé el gallo. Ese gallo, que es el lo llamé “El Galán”, es uno de los grandes y extraordinarios gallos que he tenido. Era un gallo de 4:10lbs, de pata larga, que no es muy común en gallos españoles y lo llevé a la huerta, y me dijo, “tópalo”; pero yo, al cargar el gallo, noté que estaba ronco y pensé que no debía jugar el próximo Domingo, a pesar que venía preparado, pero el cambio de clima, y el viaje que había hecho, le dije, que no debía jugarlo el Domingo; escúchalo; sí me dijo; “está ronco. Bueno es tuyo y haz lo que quieras”. Sin embargo, ahí había que matar el gusano y le puse un pollo bueno, para verlo y lo sacó tres veces fuera de la cancha, en revuelos; era un gallo que no picaba, sino, revolaba en revuelos largos y yo tenía algunos años de aficionado por lo que me di cuenta que estaba en presencia de un gallo maravilloso, así que tú sabes que tengo dos hijos veterinarios y les dije, hay que curarle la ronquera y lo agarraron al gallo, lo curaron, perfectamente y lo pusieron en un casillero que no tuviera ningún polvo ni nada y el gallo, sanó de la ronquera, le dimos alimentación especial, bastante nutritiva, en proteína y se puso hermoso, precioso el gallo; entonces, lo primero que dije es que si con mi mejor gallina no bota un gallo bueno, quiere decir que no es un buen padrillo. Entonces escogí mi mejor gallina y se la puse y salió una camada preciosa; esa camada, la llamamos “Los Chavalillos”; cuatro o cinco gallitos salieron, todos ellos ganadores, magníficos; la gallina que le puse, era muy buena. Entonces, a las hijas de la gallina, les volví a poner el “Galán”; entonces ya tenía tres cuartos de sangre. A las nietas más bonitas de ellas, les volví a poner el “Galán” y llegué a los 7/8 y los consideré puros por cruce y si le pones otra vez el gallo, sólo obtienes un porcentaje ridículo de puro por cruce. Bueno, de esos gallos tengo yo mi línea de los Galanes. Bueno, total, se me ocurrió mezclar “Galán” con “Júpiter”, que eran modalidades más o menos parecidas, chileno con español, y me botó gallos muy muy buenos. La “Cianura”, era una gallina de lo antiguo, entre el “Tarzán” con la raza antigua. La “Cianura” ya murió, pero he repetido a la segura; tengo hijas de la “Cianura” con su hijo, de modo que la línea la tengo todavía. Esa es una gallina maravillosa. Sven Ericson la llamaba the champion makers o “la hacedora de campeones”, porque le gustaba mucho la manera como peleaban. Lo llevé a la gallera muchas veces a Sven y se dio cuenta como era la calidad de los gallos. Les gustó mucho. Tengo prácticamente pura sangre de la misma gallina; porque el asunto es el siguiente: yo creo que la mejor manera de conseguir la sangre, es hacer ese imbreeding, como te estoy diciendo, del padre con la hija, con la nieta, y ahí aguantas porque llegas al 7/8 del cruce. A mí conociendo la relatividad en lo que son las leyes de Mendel y lo que son la técnica de la genética, lo relativo que es la genética, si bien es cierta la tendencia, en un pequeño número de especímenes que tú usas genética; pero que la genética es una ley matemática exacta, lo es en el infinito. Ahora, si hay buena suerte y empiezas a hacer genéticamente tus cruces, y hay algún gallo que da una herencia muy poderosa, no se si estas acercándote mucho a la verdad de la genética, cosa que no es cierto siempre, ni que se logra con frecuencia, lo cual es un poco de suerte. Ese es el penúltimo gal
lo que he tenido, de sangre extraña a mis primigenios. Sven Ericson me pone en contacto con el Dr. Espejo, de Islas Canarias, un médico muy buen aficionado y Sven me comentó que había venido deslumbrado, de los topes que habían hecho y de las peleas que habían hecho en Islas Canarias en Santa Cruz de Tenerife, las peleas que habían hecho los gallos canarios y me dijo, tú tienes que conseguirte un gallo canario, pues para eso tienes que mandarle a Espejo unos especímenes correspondientes. Así es que me puse en un contacto epistolar con Espejo, nos escribimos, cambiamos ideas y nos hicimos amigos por carta, una amistad epistolar como te digo y conseguí ponernos de acuerdo, de que él me mandaba una pareja y yo le mandaba una pareja. Por cierto, yo le mandé lo mejor que tenía. Le mandé de una raza inglesa que me había mandado… bueno esa es una raza que la tengo como un sine line, no la meto con frecuencia el inglés, sino, para hacer algunas pruebas. Le mandé unos gallos pura sangre inglés, maravilloso que me había dado Sven Ericson, y una gallina Júpiter. Entonces se los envié y él me envió una pareja. El gallo que me envió era un gallo tuerto y me dice, que no había tenido la suerte de verlo perder, porque parece que en islas canarias el que un gallo pierda y que pierda como un campeón, con raza, con ferocidad y no rindiéndose ni corriéndose, es una prueba contundente que están en una buena línea. Por eso me dijo: “este no he tenido la suerte de verlo perder; pero sí te aseguro que algunos de sus hermanos sí han perdido algunos de ellos en forma extraordinaria”; porque muchas veces según me decía él, una pérdida, te habla más que una ganancia rápida. Y me mandó el gallo, un gallo y una gallina; el gallo, un gallo tuerto, nerviosísimo, la gallina, una gallina loca; bueno, pero era cuestión de cuidarlos y son los gallos que actualmente los estoy incorporando a mis distintas líneas y efectivamente he logrado me parece a mí sacar mis últimos eventos han sido bastante satisfactorios para mí. Eso, es a grandes rasgos, cual es mi evolución en esto de la crianza a la afición de gallos. Mi primo José Andrés Saavedra a quien yo le había dado la camada de los pollos que me obsequió mi tío Pérez Saavedra, con los gallos de Koide; José Andrés, era un aficionado con gran sentido común en la crianza de gallos, inconcebible; aunque a veces tenía ideas como las de el chivo expiatorio, pero luego que la New Castle lo barrió, se comió al chivato y volvió a poner ningún animal extraño en el corral de gallinas; además, en la feria de Guadalupe, que era una fiesta señera en la cual venían galleros de todo el Perú, una fiesta grande, como seguramente no se ha vuelto a repetir. Armando Baca en Chiclayo, hizo unas concentraciones lindas; concentraciones que son para recordarlas con la mayor gratitud. Armando gran aficionado de gallos, con las bromas y locuras, pero a quien estimamos muy cordialmente; jugó en la Feria de Guadalupe, la gallera de Guadalupe, era de José Andrés Saavedra; entonces, jugó un gallo maravilloso; un muy buen gallo, que ganó y como en todas partes no falta gente amiga de lo ajeno, seguramente algún aficionado, muy aficionado, le robó el gallo con casilla y con caponera y todo y se lo llevó; a él, le dolió tremendamente, porque fue un gallo que peleó muy, muy bien; era un campeón; bueno. En la feria, nosotros íbamos y nos quedábamos allá, pues nosotros somos de la Provincia de Pacasmayo y nos quedamos más o menos diez días, visitando a los parientes, familias y todo, una vez nos invita a almorzar a Abelardo León de la Fuente, mi primo al que yo le llamo el Sauce Grande, porque él fue el que realmente, dijo, vamos a hacer un galpón y como su coliseo quedaba debajo de unos Sauces, un día bromeando, y cómo le vamos a poner el nombre, y como los sauces dan tanta sombre y son tan bonitos, le vamos a poner Los Sauces y ahí se quedó el nombre del galpón con el nombre de Los Sauces. Los Sauces, lo constituíamos e hicimos una especie de Club dentro de la familia. Abelardo que era el mayor, yo  que era el intermedio y Carlos, Chale León de la Fuente, ya fallecido, abogado y justamente en nuestro escudo habrás visto que hay tres saucesitos; yo soy el de el medio. Un día nos invita a almorzar, y vamos con Abelardo León y con Carlos y estábamos andando por una calle de Chepén, íbamos a ver que estaban vendiendo unos pellones Sanpedranos para montar a caballo que yo quería regalar uno a mi hijo Carlos y oí cantar un gallo que para mí pasó desapercibido, pero él se paró en seco: han oído ese gallo, no realmente no me he dado cuenta que había cantado un gallo; espérate que va a volver a cantar; esperamos un instante y otra vez el gallo, cacaracá; ese es mi gallo que me han robado; fue, tocó la puerta de la casa y salió una señora; y le dijo, señora, el gallo que Ud. tiene que está cantando adentro de la casa, es un gallo mío, que me lo han robado; a mí me lo ha dado fulano de tal, para que me lo cuide; es de un aficionado de un pueblo cerca a Piura; no sabía que se había robado el gallo; Señora, le dijo, pues José Andrés es muy conocido allá y no dudaron de él; ese es un gallo que me han robado a mí; enséñemelo Ud., pase Ud., así es que fue y ése es mi gallo; efectivamente que aún tenía costras de la pelea. Señora, le dice Ud. al señor cuando venga a reclamar mi gallo, que José Andrés Saavedra, le ha dicho a Ud. que ese es su gallo robado y se lo lleva, porque sino, va a venir la policía y no lo voy a denunciar, porque esa clase de pecados dentro de los aficionados a los gallos, son pecados veniales; y este señor descubierto y todo, fue a verlo y decirle Señor, disculpe Ud., pero este gallo….  entonces José Andrés, que era un hombre tan generoso, le dijo: el gallo, no te lo vas a llevar, porque pienso que vas a irlo a jugar, pero te voy a regalar dos hijos de él; y le regaló un pollo y una polla. Cómo puede un aficionado, tener el oído tan afiatado al canto del gallo, que pueda identificarlo ahí precisamente; porque pasar por una calle y oír un canto de gallo, y decir, este es mi gallo, un poco insólito. Yo estoy sino conforme, estoy tranquilo con lo que he logrado. Ahora, mis hijos como sabes tú, todos ellos son galleros porque yo los he hecho galleros, porque me parece que la afición de gallos bien llevada con compostura y con decencia, es una afición que ennoblece a cualquier pueblo; y que es más, me parece a mí que si hubiese un coliseo de gallos bien hecho, con reglas técnicas de ingeniería en cada pueblo del Perú, bueno pues, se evitarían muchos problemas sociales y sobre todo, haciendo un reglamento asequible, no haciendo un reglamento de gallos que a veces resulta con lagunas y con cosas que su interpretación es completamente difícil; que sí que el reglamento dice, que porqué, en fin, me parece una cosa mucho más simplista; los gallos son los que pelean; cuando el hombre interviene en el careo, en soltar el gallo y en todo esto, es donde vienen las dificultades y los líos en las galleras, porque ciertamente, es
la maña del hombre la que determina a veces el resultado de la pelea. En mi opinión que siempre es muy relativa y muy subjetiva, esa gran alcahuetería de cambiar cachos y que se rompan a cada rato y que se interrumpa la pelea y que muchas veces cambie el rumbo la pelea, podría evitarse si establecemos limitando la ofensividad, unos cachos de acero quirúrgico, que los tenga el juez y que no permita que le den más ofensividad con una lima y aquel que hace una falta de estas de darle mayor ofensividad al cacho con el que va a jugar, sea penado severamente; creo que tendremos que llegar a eso; además el precio de los cachos ahora, es elevado. Un par de buenas espuelas cuesta $10US y no garantizan que no se rompan, en un material que no tiene un control de calidad; y los otros sí podrían hacerse. Hay gente que cree que es una crueldad con cachos de acero. Estoy absolutamente convencido y creo no equivocarme, que es tanto o más cruel, hacerlo con los cachos que empleamos ahora, que son unas verdaderas lanzas y se podría limitar esa ofensividad a una espuela cónica o quizás a una cosa que se parezca más al Gaff, sin ser Gaff; pues el Gaff, es sumamente ofensivo me parece. Pero imagínate tu, que aquí hay unos que sacan los pitones sumamente afilados, porque sabe que a la cuarta patada, se rompe, pero que en el arranque con los revuelos, puede tener una ventaja decisiva sobre el otro. Entonces, todas esas son mañas que hemos inventado los aficionados. Y cuanto más ventajas le de el careador, menos ventajas va a tener el gallo bueno y eso, lo pienso en una forma completamente firme. Y Chile, tiene una modalidad que suelta los gallos y si el gallo se enreda, se caiga y se voltea, queda ahí en el ruedo. El hombre no interviene sino para soltar el gallo, a una distancia determinada, para recoger el gallo si ha ganado o si ha perdido. Yo creo que en ese aspecto los chilenos nos llevan una gran ventaja. Creo yo que con el tiempo, esto vaya mejorando y se llegue a estas situaciones que sobre todo, le dan una igualdad a los animales de pelea; que tú, no saques ventaja por una artimaña. Un muchacho que hace metal mecánica en mi taller, que es gallero también, un día me presento un cacho, que yo creí que efectivamente era cacho; es un cacho de acero, que le ha puesto porcelana encima; lo ha bañado en porcelana. Mira y hay que abrir mucho los ojos, para ver que el cacho no es de pescado. Si tuviese que elegir cinco cualidades por orden de prioridad, que deben poseer los gallos, para formar una línea, elegiría, valentía, que es la casta aumentada, seleccionada a la valentía, seleccionada a la pelea; porque hay gente que tiene gallos preciosos, pero que nunca los ha peleado; entonces tiene gallos que a lo mejor muchos son buenos, pero que tiene pena, miedo o algo para pelearlos; además tiene miedo de que se le pueden huir en la cancha; entonces yo creo, que la primera condición, es valentía. La segunda condición, me parece que debe ser ferocidad. Llamar por ferocidad a un gallo que siente un golpe y quiere repetir tres golpes él. Es como el toro de lidia; qué cosa esperas de un toro de lidia; es un toro que quiere destrozar al torero, que quiere romper al torero. Porque el toro, debe tener además nobleza; que embista de frente; pero un toro que tenga gran ferocidad, que tenga ansias, es un toro que va a ser así, que va a pasar sin engaños; así que yo creo, que tiene que ser un gallo feroz; la ferocidad, va ligada generalmente, a ligereza de patas y ligereza de pico. Después lo que yo trataría de conseguir, es lo siguiente: que no sea un gallo muy franco; que sea un gallo que pelee ceñido; esos bien mañosos que cruzan el pescuezo y a veces pierden el tiempo, es muy difícil conseguir las cualidades estas, pero se priorizan. La espuela, es una condición innata del gallo de casta; tienes que seleccionar, gallos de espuela. Si fuese un gallo que tenga todas las condiciones que he mencionado, pero que meta cacho, creo que la bravura, debe ir ligada a todo eso; porque un gallo que meta mucha espuela y es muy quedado, lo pueden adelantar. Creo que la espuela, debe ser una condición innata del gallo, que esté presente, junto a todas las condiciones que te acabo de enumerar. Si es un gallo que no mete espuela, no vale; no va a ganar necesariamente. Una de las cualidades más difíciles de conseguir, es la sangre es decir, la valentía. Tu ves jugar a mis gallos, y yo creo que he logrado específicamente con este último cruce que estoy poniendo de canario, porque a mí me gusta probar al comienzo cuando he metido la sangre, dejarlos si están perdiendo hasta el último, como me dice Espejo: “no he tenido el gusto de haber visto perder mi gallo”; es una cosa que uno no la llega a comprender, como yo le digo a Ericson, mira lo que me escribe; es que el gusto, es ver un gallo tuyo herido, en forma espectacular, que lo hayan desecho. De los canarios ya cuantos gallos canarios vengo jugando con cruce de canario, recuerdo que se me ha corrido uno, después de haber recibido muchas heridas. Si tuviera que eliminar cinco defectos, debería eliminar en primer lugar, la falta de valentía. Si vas a criar gallos chuscos, muy buenos que empiecen a ganar y a la hora que los ajustas se corren, todo el edificio de tu cría está echado por tierra; hay gente que sabe que sus gallos se corren pero que matan muy rápido. Pero a veces no matan rápido y está seleccionando completamente mal. Tengo cinco hijos hombres, aficionados y a veces nos reunimos antes de planificar una camada y se discute antes de plantear la camada, que aporta este, qué aporta el otro; tenemos un registro bastante completo de los gallos, de los pedigrees, tenemos los animales anillados, como se pueden identificar perfectamente, y desde luego, también lo que discutimos en esas cosas, es el tipo de alimentación, cual nos está dando mejores resultados, que cosa es lo que se puede aportar en los alimentos; nosotros los aficionados, somos tremendamente injustos; exigimos al gallo que de lo máximo, incluso su vida, pero no nos preocupamos lo suficiente, ni por su salud, ni por su cuido, como dicen. De modo que en ese aspecto, yo cuando veo un gallo mío que ya no tiene posibilidades de ganar, que ha hecho lo máximo que puede por ganar una pelea, has visto que digo yo, ¡levanten ese gallo!. Muchos me critican y me dicen que hay que qué miedo; pero yo no tengo miedo, porque yo no soy el que aguanta los golpes; pero naturalmente, tú no puedes ver un gallo impotente, que ya lo único que está haciendo es resistir y que no responde después de diez patadas que le pega el otro, esperando un milagro; no en gallos no deben esperarse milagros; yo creo que no deben esperarse milagros. El otro día he visto un gallo que pelaba contra mí, un gallo excelente, excelente; tuve la suerte de sacarle los ojos, y entonces el mío era muy rápido y empezó a golpearlo, lo deshizo, le rompió la cabeza y todo, y el gallo hubo un momento que tenía la cabeza a media altura, tras recibir una paliza de veinte tiros del mío, entonces me permití decirle, pero que cosa es lo que estás esperando, que tu gallo reviva,…  ya no va a revivir, porque ya no puede; ha dado todo; es un gallo valiente, recógelo. No porque está ciego y ya no me sirve para nada. Cual es tu filosofía, le dije. Que muera. Y efectivamente mi gallo lo mató como tenía que ser, pues un gallo que está pegando solo y que el otro no responde. Yo creo que hay que saber perder. Hay que aceptar la derrota; porque sino, no se sabe ganar. Comentar&eacute
; un par de anécdotas, dentro de las múltiples que he vivido. Referiré una jocosa y una muy desagradable, combinar una y otra sería pertinente. Una vez en Chiclayo, había un aficionado, que no vale la pena que te diga su nombre, porque aun vive, que lo había conocido desde muchacho; y viendo jugar a cada uno de mis gallitos de las camadas que les llamaba las “Panteras” que jugó extraordinariamente acá, empezó a alabar el gallito; entonces, me dijo, melo podrías dar para algunas camadas, le dije que no pues este gallito tiene que seguir peleando para saber su estirpe, qué calidad la da a través del tiempo, ha sido una pelea que este ha ganado con todo éxito, pero con todo no ha salido muy herido y quisiera ver como funciona en una verdadera lid; bueno me dijo, obséquiame una polla; mira le dije, te voy a regalar, una hermana propia del gallito; y efectivamente, le regalé una pollita linda, una “Panterita”; me dijo, yo voy a tu galpón y ahí me la das, porque me voy mañana; y así, en el galpón, dije que necesito una hermana propia de la Pantera que ha jugado hace dos días o tres días; bueno me dijo Ingeniero, hay sino tres; dónde están las tres; están en el corralito de atrás; bueno le digo, es mejor que vayas y escojas tú; bueno mi hermano. El muchacho que cuida, le enseñó. Son esta, esta y la de acá; por supuesto, escogió la más bonita; esta me dijo Marcos; le di esta gallinita y el próximo año, fuimos a la concentración de Chiclayo. Yo no cotejaba mis gallos, pues los cotejaban mis hijos o los cotejaba el preparador y cotejan un gallito, con este señor. Yo juego con todo el mundo y si es son mis amigos, mejor; porque con los amigos es óptimo jugar teniendo en cuenta que ellos van a considerar tu gallo y su gallo y no va a ver ningún resentimiento al final, pues hay que saber perder. Cotejamos los gallitos y a mi me llamó la atención, ese tinte medio verdoso de la gallina, parecidísimo al que había ganado acá. Quién es el propietario del gallito ese, tan es así que me pareció tan pero tan mi pluma, que pregunté quien era el propietario; me dijeron, es el señor tal; entonces, empecé a maliciar lo peor; jugaron, muy bueno el gallito de él pues le había salido el cruce muy bueno y me ganó mi gallo. Y luego, nos reunimos y le digo: hoye buen gallito me echaste; me dice este es hijo de la polla que me regalaste. Ah, le dije muy bien hombre, procedes como lo que eres, está bien, me voltee y lo dejé parado. Y después estuvo diciendo, se ha enojado Marcos, porque le paré un gallito de él. Entonces, se lo presentó a Armando Baca y me dijo, este es un indio imbécil que vas a decirle a Marcos que te ha regalado una gallina de su raza y que el gallo que le ha ganado es hijo de la gallina; se necesita ser muy estúpido como eres tú. Zambo imbécil. Esa es una de las anécdotas, que me dejó un resabio muy desagradable por cierto. Hay cosas que te desengañas de algunos amigos aficionados. La otra, anécdota, refiere a que el profesor Oliva, tenía un gallito muy bueno que le puso “El quita sed”; porque había un tipo, que estaba animando la pelea al rival del “Quita sed”; lo animaba, sí que el gallo de Oliva, que aquí, que allá y que el otro y se hizo la pelea. Entonces, se apresuraron un poco e iban a soltar la pelea;  no oye espérate que me voy a tomar una gaseosa porque estoy con una gran sed; sueltan la pelea y en dos o tres tiros, le matan el gallo al hombre; entonces después de la pelea, Oliva le dice, oye estabas con sed antes de la pelea, vamos que te invito una gaseosa, a lo cual responde el rival, no, ya se me pasó la sed. Oliva que es tan jocoso, le puso al gallito, el quita sed y se lo vencieron luego en Chiclayo después de varias peleas un gallo de Campodónico, en una pelea extraordinaria, en la cual yo fui al “Quita sed”, pues lo conocía de varios eventos; pero el gallo de Campodónico, fue superior incuestionablemente. El cura Pita cuando yo estudiaba media, era mi profesor de religión en el colegio de San José de Chiclayo. Yo no estoy de acuerdo con el celibato eclesiástico y él no lo practicaba, porque tenía tres o cuatro hijos, pero en una sola señora, lo cual le daba cierta honorabilidad. Una vez venía una procesión y él comandando la procesión, y en la calle, habían dos aficionados peleando sus gallos en la calle y al pasar a zotaboche, se puso la boca y le dijo, voy al ajiseco cinco soles. El cura Pita, tenía un sacerdote amigo inglés, que parece que también era aficionado a los gallos y lo proveía de gallos ingleses, enviándole de Inglaterra y huevos de gallinas inglesas y él logró hacer una casta de gallos invencibles; los combinó con los gallos de Koide, que era el japonés de Trujillo, que importaba gallos; tenía unos gallos extraordinarios; en un período de cuatro o cinco años, no hubo quien le parara gallos en Chiclayo, según me contaron aficionados antiguos. Tenía gallos extraordinarios, que eran grandes heridores, muy rápidos y que mataban muy pronto; y como tenía los de Koide que eran ceñidos, era una raza muy buena; el cura Pita era un hombre viejo. El cura Pita, era padrino de Don. Eusebio Bravo y hubo un gallo famoso del cura Pita, que se llamaba el “Uranio”; un gallo ajiseco cenizo, que era inglés con japonés. Me decía Dn. Eusebio Bravo que el gallo “Tarzán” que le compré, era hijo del “Uranio”; el “Uranio” era ya viejo y lo tenía como recuerdo y ya no pisaba, no engendraba y me dice que de la última camada que sacó, hacía un año, había salido este gallito, el “Tarzán”, de modo que algo tiene mi raza del cura Pita. Te contaré como anécdota, que hubieron en el Norte, dos aficionados, uno de Trujillo y uno de Chiclayo; el de Chiclayo, era un señor Galloso; el Chaca Galloso le decían; un gran aficionado a gallos en Chiclayo y en Trujillo estaba el chino Corzo, otro gran aficionado; hicieron una pelea, durante la Feria de Guadalupe; la pelea fue famosísima pues un gallo lo pataleó al otro, el otro se levantó, y lo pataleó al primero, fue una pelea de escándalo que se ven muy de tarde en tarde y empataron la pelea. Entonces, levantaron sus gallos y en alguna discusión que tienen, que cual era mejor, que cual era peor, se citaron para la próxima pelea de Guadalupe, y de hecho pusieron caja para jugarlos y en esa época jugarlos mil soles, era una fortuna; entonces, los ánimos se exaltaron y que yo voy contigo, que yo te apoyo, se sacaron mil soles y se dejó la caja abonada en las manos de José Andrés Saavedra, o sea mil soles cada uno; un carro, costaba en esa época, cinco mil soles. Yo no estuve ahí pues estaba aun estudiando; pero se creó una expectativa tremenda; me contaba José Andrés Saavedra, en que vino gente de Cajamarca, de Chongoyape, de todas partes; no cabía un alfiler en la cancha, con la expectativa, hasta que llegó el momento fabuloso del encuentro. El gallo del Chaca Galloso, era un gallo blanco, que dicen tenía algo de los gallos ingleses del cura Pita y el del Chino Corzo, era un gallo gallineto cucaracha. Y empezó la pelea con los mismos visos y emoción de la primera pelea y la gente apostaba y gritaba,
la cancha era un griterío tremendo; hasta que el gallo del Chaca Galloso, lo hirió de muerte al gallo de Corzo y Corzo recogió su gallo y no querían que lo recogiera, pues mucha gente había ido plata al gallo de Corzo que era muy muy bueno también; dicen los aficionados que recuerdan que esta pelea fue de tanta emoción, como un gallito mío que lo jugué en Chiclayo, la verdadera Pantera, el que le dio el nombre al grupo familiar. Esa pelea, fue una pelea fabulosa, bastante rápida, pues duraría unos cinco o seis minutos. Los muchachos Ginochio de Paita, gente de dinero, habían estado en Chile y habían traído gallos de pelea de Chile y entre ellos había uno, “El invencible” de Ginochio, que era un gallito ajiseco cenizo, que tenía seis peleas ganando de Domingo en Domingo. Nosotros llegamos a la feria de Armando Baca en Chiclayo, los gallos se cotejan y nadie sabe quien le toca. Entonces le digo a Armando Baca, va a jugar la “Pantera” que es un gallo que se está haciendo famoso; ya tiene cuatro peleas y casi no pica sino revuela. Era un gallo hijo del “Júpiter” de Jano Romero, y le toca el “Invencible” de Ginochio. Le digo a Armando: oye Armando, va a jugar la gallinita la “Pantera”, tú querrías ir algo, porque siempre nos apoyamos y nos llevamos en caja y me avisa cuando un gallo es bueno. Bueno, Marquito, ya vengo por acá y no apareció y como no vino, entendí que no quería ir al gallo. Total, se hace la pelea; comienzan y empatan más o menos a un metro de altura, gallos de gran vuelo; otro gran vuelo, luego se ciñen un poco, le pega un jalón picándolo el gallo de Ginochio y a la Pantera, la hace volar como un pajarito, por todo el ruedo; cayó, se sacudió la cabeza, y le cae de una oreja un coagulo de sangre, del tamaño de un frijol grande; yo me quedé frío y estaba sentado en el asiento numero tres al lado de Chale León de la Fuente y eso, me dice; y nuevamente vuelven a entrar, siguen peleando y en eso, le pega otro jalón y le hace dar otra vuelta y la gallina queda como una especie de halconcito con las alas abajo, buscando al otro gallo y lo ve de lejos y le digo a Chale, ahora mira la Pantera que sin picarlo lo va a matar; se viene la Pantera y yo creí que lo iba a revolar, porque estaba lejos, pero se vino media atontada y en eso, el gallo de Ginochio quiere picarlo y la Pantera pega un revuelo corto y lo atora al gallo de Ginochio; entonces abre el pico y empieza a vomitar sangre; se viene la Pantera a rematarlo y el gallo de Ginochio pega un revuelo y casi me revuelca a la gallineta; una pelea extraordinaria; total la gallineta da la vuelta y ahí le digo a Chale, ahora lo mata sin picarlo y efectivamente, le pega un revuelo larguísimo y lo rebusca en el aire y le hace pegar dos vueltas y lo mata al “Invencible”; para esto, cuando el gallito de Ginochio estaba atorado y le venía la hemorragia pero casi me mata al mío, Román Echevarría a quien conoces, gran amigo nuestro y gran aficionado, había ido en el gallito de Ginochio cuatro mil soles y le decía todavía no espérate un momento, porque Ginochio quería recogerlo para salvarlo porque era un degüello de muerte. Y en eso, la Pantera lo mata. Se hizo un loquerío; me levantaron en hombros, casi me tumban por las gradas y se terminaron las peleas de gallos a pesar que quedaban por hacerse cerca de diez o doce peleas de gallos. Esa ha sido la pelea más emotiva que he tenido en mi vida. Armando Baca, puso dos mesas llenas de botellas de Wisky. Bueno dentro dos horas, era una bomba general y una cosa tremenda y le digo a Armando, pero porqué no fuiste tú al gallito si el gallito era bueno; me dice, por esto: y me saca una carta en la que le decía Ginochio a Armando, voy a ir a tu fiesta, voy a llevar al chilenito, que como tú sabes tiene seis peleas, matando en gran forma, y veo que es un gallito imbatible. En caja, no se jugó mucho, pues no soy jugador; pero por fuera, Echevarría jugó cuatro mil soles, entre muchas otras apuestas. Para mí es la pelea más emocionante que he tenido en gallos de pelea. Otra que me hizo acordar mucho esa pelea, es la del gallino negro que el otro día lo alocaron y se dio vuelta hasta la quinta fila; no se si estabas en el coliseo y que vino también de un revuelo largo lo mató al otro. Estaban dando de usura, cien a veinte. Me hizo recordar mucho el evento del revuelo largo. Tú le regalaste a Lalo un gallito negro, medio asilito; extraordinario gallito; Lalo le sacó como cuatro o cinco peleas. Yo pensé que un gallito de esos era como para guardarlo para cruzar, por su aspecto de tipo asilito. Metía mucha espuela, mucha espuela y había matado en forma elegante tres veces o cuatro veces y evidentemente cuando lo sacaron, lo jugaron con un gallo que no le convenía; un gallo más alto, mucho más alto que de un revuelo, lo mató de suerte. El gallo era un gallo segurísimo. Si cuando vino Lalo después, porque no estuvo en la pelea, le dije cómo jugaron al gallito negro. Y me dice, yo les dije que no lo jugaran, pero estos son pues viciosos y como el gallito era bueno…; pero le dije que fue muy mal cotejado, porque el otro era mucho más alto y lo ha agarrado, también por mala suerte. Pero magnífico gallito, de pluma muy pegada, negro retinto. He omitido decirte sobre la línea que en estos momentos estoy experimentando, con un gallo que me ha regalado Sven Ericson, de una línea Sayas puro de Cuba, del famoso Dr. Sayas, que estoy recién incorporándolo a la raza, con bastante éxito. Algunas camadas, han resultado un poquito inciertas, pero ya estoy agarrando con qué líneas es la que debo cruzarlo. Así es que seguramente vas a ver en las próximas o si ya has visto unos que han jugado en Surco, con bastante éxito. Y me ha salido con Júpiter, una camada de gallos gallinos blancos muy bonitos, a uno de ellos que lo dejaron ciego de entrada y que empezó a picar la alfombra, pateaba la alfombra y cuando se le vino acercando el otro, de un revuelo, lo puso también al otro, ciego y empataron porque el mío daba vueltas y buscaba, pero el otro se había quedado inmóvil y el careador muy bueno y ahí vamos a lo del careo que empató la pelea. Es una línea que está en expectativa todavía. No se si la voy a incorporar poco a poco o si voy a hacer un sine line de ella, vamos a ver.

 

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