ENTREVISTA A LOS SRES. EDILBERTO SALAZAR MUÑOZ (I) Y  LUIS GONZALES SOLIS “PAPUJO

ENTREVISTA A LOS SRES. EDILBERTO SALAZAR MUÑOZ (I) Y LUIS GONZALES SOLIS “PAPUJO

  

EDILBERTO SALAZAR MUÑOZ (I) Y  LUIS GONZALES SOLIS “PAPUJO”

 

 Camana, 17 de Mayo del 2006

 

 

Esa época de Wilson Mazuelos, fue el único hombre que se fue a los Panamericanos de Perú, muy amigo mío y siempre jugamos gallos, vamos a Mollendo y en Mollendo estábamos ahí conversando de gallos, por acá, por allá; apropósito le dije tengo un cuatro ocho, yo también tengo un cuatro ocho, jugamos y ese gallito era muy bueno español con camanejo. Inclusive ese gallo no era camanejo, era de un señor de Lima, el suegro de mi compadre Jesús Neyra, no sé cómo lo trajeron el gallo acá. Voy a Arequipa y en Arequipa me conseguí una pollita española y saqué tres gallitos de esa gallina con ese gallo. El gallo era del señor Barco de Lima, un gallo grueso, fuerte; total que lo llevamos a Mollendo y juega con Mazuelos, lo agarra al de Mazuelos y pam, pam, pam, lo dejó ciego y se quiebran los cachos; al de Mazuelos no se quiebra los cachos, se quiebra un cacho, ya lo sacamos, cambiaron, largamos los gallos y daban cien a diez soles, o sea en esa época había mucha plata y decían mil a cien, mil a cien, cien a diez y el gallito se acomoda, se acomoda y lo va chapando al otro gallo y de todas maneras lo ganamos y cuando le ganamos el gallo a Wilson Mazuelos, me dijo: Pelado, no creí que me ganaras mi gallo, así fue. Después he tenido unos gallos carmelos que, uno ganó once peleas y el otro siete peleas, este, peleaba siempre los días de Camaná, las fiestas grandes, siempre las teníamos en las concentraciones y vienen de Lima, hizo peso mi gallito Carmelo chiquito con uno de Lima y jugaron, y los chapó, tan, tan seco, lo maté al gallo, un ratito, polloneándolo. Bueno, al otro año voy a Lima, en el mes de octubre más o menos em el Gallo de Oro y estaba con Dante Valdivieso y varios y su yerno.  Han sido muy buena gente con nosotros. Y el otro de Lima me dice.  No, no, no, Chilala no, Otro, estaba otro que no era, me dice, su gallito que ganó usted en Lima el año pasado lo tiene, el cuatro ocho. Si lo tengo le dije. Yo tengo gallito para el suyo. Ah usted tiene gallito, ya pues, si quiere lo depositamos y lo jugamos. Entonces Dante Valdivieso le dijo: cómo van a depositar, ustedes son amigos, aquí no depositen nada, si los gallos están juegan, si no están no juegan, el señor va a ir con el gallo, lo buscas al Pelado en Camaná, el Pelado y jugaron los gallos. De repente yo estaba en la cancha el día nueve, el primer día y el chileno Martínez me dice, Pelado te están buscando, un señor de Lima. Así, yo tengo cuatro ocho también me dijo y dice, yo le he parado mi gallo, me dice que no, que va a jugar con él de Salazar, eres tú. Ya, yo he quedado con él le dije. Bueno, me paran el gallo, Edgar buen preparador, me paran al gallo, lo ponen, ya pues, cuanto juegas. Mil soles. Mil soles y en eso viene el Machetón Yáñez, un camanejo con una amiga, trae un amigo de Lima y el Machetón nunca se alojaba en su casa, ni en su familia, siempre se alojaba acá en mi casa, siempre venía y se alojaba acá, y me dice: vamos a cotejar y fui con él. Cuando paramos los gallos para cotejar con ese señor de Lima; agarra y me dice: amiguito con ese –el amigo de Lucho- no juegue usted con ese.  Por qué.  Porque esa es la mejor carta que viene de Lima. Así le dije, pero yo ya he quedado con el que voy a jugar.  Va a Jugar. Juega nomás le dije. A es su problema me dijo. Amarramos la pelea, listo; a las tres de la tarde, a las cuatro de la tarde jugaron los gallos, lo chapó, tan, tan, seco también. Vino el Bebe Villenas con un narco, a comprarme el gallo, acá a mi casa. Te lo compramos el gallo me dijo.  Entonces el Bebe me dijo: Pelado, pídele los dólares que te da la gana, el hombre te va a dar, para que se lleve el gallo para jugarlo en Ecuador. Oye, sabes una cosa, yo no vendo mi gallo. Así sea la plata que sea. No lo vendo. Que por acá, que por allá, te compras un carro del año. No, le dije, en mi carro viejo me voy y me vengo, no me pasa nada, de repente en el carro nuevo me mato. Y no le vendí el gallo, no le vendo el gallo, me quede pues con el gallo. Después del nueve de noviembre, viene la concentración en Mollendo; vamos a Mollendo y yo llevo dos gallos, ese, él Carmelo y un patita verde que tenía, medio cenizo. Y Hugo Gálvez nos invita a su casa a tomar desayuno a todas las delegaciones. Estamos tomando desayuno ahí y el señor don Víctor Nieto Almagiel que ha sido un gran gallero, un caballero a carta cabal, siempre me decía “Chinito” a mí  Me dice “Chinito” esos diez gallos que están ahí, son míos, para jugar con mis amigos, poca plata, harta plata, o lo que quieran jugar. Bueno apropósito don Víctor yo tengo dos gallitos, uno pesa cuatro ocho y otro cuatro dos y pelea con cualquiera de ustedes mil solcitos. Ya.  Llegamos a la cancha después del desayuno y nadie me echaba el gallo para mil soles; viene el “Pato” Ibarra y me dice para que peliemos quinientos. No le dije, mis gallos pelean mil. No pelearon el primer día. Pelearon ellos. Total al otro día, tampoco juega mi gallo, entonces como no jugaba el gallo los tres días, mi compadre Zubizarreta, agarró y le dijo éste es Camaná y me llevo los gallos sin jugar; no jugaron mis gallos. Me los traje sin jugar. A ese Carmelo era pues temido, era un gallo muy rápido, puro cacho. Era, era muy efectivo. Carmelo nomás, nada más. Bueno, nosotros hacíamos el cierre, el veinticinco de enero, veintiséis de enero, me acuerdo como si fuera ahorita y un amigo mío me dice: “Pelado”. Que.  No jugaste el gallo. No, no he jugado pues. Yo tengo gallito para ese me dice. A, tú tienes el gallito para ese, ya pues si quieres lo jugamos, pero jugamos mil soles. Entonces cuando vamos a jugar, no me dijo, el gallo lo he comprado en quinientos soles y es el blanco de Tito Amaro y lo he comprado para ganártelo. Ah, ya, Mañuco Alvarado, cuando jugó con el blanco. Agarro y le digo: este para ganármelo, ya le digo, vamos a jugarlo Mañuquito. Después me dice, vamos a jugarlo nomás, vamos a ver; llegó la hora de las peles, lo chapó mi gallo, no les miento, le pegó un solo tiro así, como una basura lo botó para allá, regresó, seco.  Recontra seguro.  Nunca he tenido un gallo como ese, he tenido muy buenos gallos, pero como ese no.  Bueno, total de que, lo íbamos a llevar a jugar a Ecuador, yo también iba ir a Ecuador, ya vamos; vamos pues, tanto y tanto, pero lo topamos y se enronqueció, entonces voy a la farmacia, y le pido una inyección a don Manuel Vásquez Anicama, a la botica y me da una inyección pasada, le ponemos la inyección al gallo, al otro día, a la tarde ya estaba así. Lo llamo al veterinario, que pasa, mira al gallo como está así. Haber que le han puesto, esto.  Esta inyección está pues pasada dijo. Ya pues, fui ante el hombre, y le dije: como me haces eso. Al otro día el gallo mal, se murió.  Y antes de morirse mi gallo, no les miento, este he abierto la puerta de la jaba, ah, el gallo se ha venido, ha dado sus pasitos, uno, dos, tres, cuatro; lo he agarrado y en mis manos expiró.  M
e arrimé a la puerta de mis gallos, me eché a llorar por mi gallo. Ah, ah, ese Carmelo ha sido así. Una gran historia ha tenido ese gallo. He tenido varios gallos buenos, pero aquí en Camaná, no le miento yo a, los aficionados. Acá había un muchacho Vargas, le digo que un gallo, antes era puro gallo de cinco libras a, seis libras y peleaban los machotes, juega nomás, dos onzas, tres onzas, cinco onzas, ya juega nomás. Así era calculada la pelea por supuesto. Se pesaba y se daba las tres onzas, cuatro onzas. Bueno, acá ha habido otro aficionado también, a propósito de Tagle; Vadú. Oswaldo Peñafiel, el padre de los Peñafiel acá, tenía un gallo de siete libras, muy bueno, ganaba, una vez le daba a uno, a otro, a un gallo a un señor que le dicen “Muco” juega con él, y lo chapa el gallo de Vadú, le pega un tiro en el lomo, y la sangre le hervía; le hervía la sangre, hay nomás quedó el gallo seco. Y agarra y dice Vadú, ese gallo es para el “Pelado”. Entonces, lo llamo al juez, señor juez venga usted. Este, cuánto pesa tu gallo. Siete libras. El mío pesa seis libras, quieres hacer una pelea con el mío. Si tú quieres. Van a pelear los gallos, una libra de diferencia. Cuánto quieres que pelee. Tú di cuánto quieres. Vamos a pelear quinientos.  Quinientos peleamos a, mis amigos, el que menos decía, está loco, vas a pelear con ese gallo. Yo tenía un gallo cenizo muy bueno, que por acá, que por allá, uno, otro, casi nadie de mi grupo estaba de acuerdo, porque mi grupo antes era mafia. Era un grupo de, como más de  veinte galleros y yo era el que dominaba las cuestiones. Bueno, y les digo pues, juegue el gallo, juega; llega el día Domingo, estoy en la cancha chica mirando las peleas, y él, y Oswaldo me dice: Pelado ven, me llamaba, Pelado ven, Pelado ven. Yo no quería ir, este quiere deshacer la pelea, carajo, dije yo entre mí, que cosa quieres le dije. No yo no tenía miedo. Bueno, total, que me dice, sabes que Pelado; que quieres, quiero invitarte un plato de chicharrones y unas dos botellas de vino, porque hoy es el último día que canta el gallo cenizo. Sí, y la que nos atendía ahí, era mi comadre. Voy y le digo: comadre, sírvenos una fuente taypa de chicharrón y dos botellas de vino. Nos sirve las dos botellas de vino y Chany estaba, un amigo mío estaba arrimadito al poste que había ahí, estaba arrimadito, Chany ven, vamos acompañarlo a Peñafiel acá, vamos a tomarnos a tomarnos un vino. Señora deme otra botella más de vino, tres botellas vamos a tomar, uno cada uno, pero nada más. Pero allá vamos a ver después que me ganes o tegane, ahí nos vamos a tomar una botella de Wyskie. Ya, ya, listo. El que gana la pone, sí o no. Sí.  Llegó las tres de la tarde y viene Vadú pues, bien en tragos.  Bien picado, y dice: señor juez, mi gallo pelea sin pesar, sin pesar. Bueno, arrancan los gallos, un gallo grande, una libra de peso se pasaba whurr, para un lado, para el otro, para un lado, para el otro. Ajiseco, era. Lo chapa mi gallo, de repente lo va jalando, teque, teque, teque, de repente bundun, el gallo al suelo. Y Vadú dijo a mi gallo le ha dado aire.  Pero ese gallo nadie me lo ganó tampoco, ese era de mi compadre Pancho Sepúlveda. A Yocona. Bueno, acá han habido unos señores, muy buenos, buenos galleros, Juan Guillén. Juan Guillén, Lucho Monroy, un señor Alatrista, también tenía buenos gallos y así tantos galleros, apasionados.  Pero yo no estoy muchos años acá en Camaná, yo estoy cómo treinta y cinco años nomás acá en Camaná. Me fui muy chico a Lima, he estado en Lima, me iba pues yo he sido transportista, he andado en carros, para un lado, otro. Yo he sido aficionado desde cuando tenía ocho años.  Ustedes que creen, que mi tío todavía suelta sus gallos, va a la cancha, él no permite que nadie le suelte a sus gallos.  Yo suelto mis gallos. He jugado uno, ahora en el cierre, aquí en la temporada, ahorita nomás. He jugado en la Cabaña ahora, para iniciar la temporada; y jugué con un gallito del policía, como le llaman a este muchacho, el que anda en transportes. Candela es su galpón. Y llega y dice pues, cuando iban a jugar los gallos, dice. Este señor Salazar usted tiene tres diez. Sí tengo tres diez. Yo también tengo, jugamos. Ya pues juguemos. Cuánto quiere usted jugar, tu di pues, juguemos cien, ya pues le dije: juguemos  cien, dije yo también no, después el otro dice: no cincuenta nomás, cual cien dice el otro, el gallo no es para jugar cien dice. Ya pues juguemos cincuenta, jugamos cincuenta soles, pero no les miento, partieron los gallos y lo agarra el otro gallo al mío, y le pega un tiro en el pico y lo adelantó. El de abajo, le pasó la lengua, el gallo paladeaba y al poco ratito en el ojo, y así se lo llevaba y se le quiebra los dos cachos a mi gallo. Ah, los dos cachos, uno se da la vuelta y el otro se despunta. Bueno, le cambiamos los cachos y lo agarró también, ya mi gallo estuvo, ahí yo aposte cincuenta soles todavía, cuando después ya, la pelea estaba un poco dominada para el mío. Cuando de repente este, siguen peleando y agarra y dice, el dueño del Candela pues dice, este hagámonos empates, y Benito Peñafiel le dice: no, que el gallo está ganando. Que estaba ganando ya mi gallo lo tenía al de él más bien. Lo que no tiraba mi gallo, porque estaba pues con el pico mal, no tenía como morder. Y ahí está buenecito ahora y empatamos la pelea. Sí, la hizo bien las tablas el gallito y pollito. Mire, es que el gallo de años atrás, eran gallos de juego, se controlaban los gallos, claro que cuando mordían eran peligrosos, pero ahora no pues, ahora los gallos son dos, tres patadas y listo pues. Que peleen, yo también tengo gallos ahora de tres, tres ocho, tres diez. Claro ahora yo he sacado de español, pues chileno. Y ahora, ahora tengo uno de tu cría, haber fíjate eso. Que pasa, un día Juan, el muchacho Juan Díaz, agarra y me dice don Edilberto, tengo un gallo para topar, ya trailo pues normal, topamos ahorita, topamos, topamos.  Y agarra y me dice, pero tiene que ser con uno bueno, vamos a ver; el de él pesaba cuatro cuatro y el mío pesaba cuatro seis, pero mi gallo estaba pues en cañones, estaba en la jaba, el gallo estaba más verde, pues este no, este que es mejor dije yo y saqué otro, también ese pesaba cuatro, cuatro siete, ya eran tres onzas más; ya me dijo, con ese o con cualquiera, con este pues topemos, y lo chapó pues al gallo, a ese gallo de Juan Díaz, lo chapó y pa, pa, pa. Le entró, después agarró mi gallo, pero buen pollo y le dije yo, oye y este pollo de donde viene. Es de la, es de la cría pues de Censito me dijo, es un gallo medio cenizo, medio barroso, viene de un gallo que tenías tú, que jugó varias peleas, ganó bien y después sacaste cría y no salieron buenos, por las gallinas. Y ahí una gallinas tiene él. De esa gallina es hijo este gallo, entonces agarró y le digo oye, sabes que, yo tengo un sobrino que quiere un gallo de cuatro, cuatro cuatro, yo no tengo, mejor véndemelo le dije, yo se lo mando a mi primo. Ya pues cuánto me da. Te doy cien soles l
e dije. Ya me dijo. Le di los cien soles y me quedé con este. Pero es buen pollo, yo te diría que es bueno. Era un poco difícil pues efectivamente, acá habían de ciertos pesos, gallos tres cuatro, de esa calidad de gallos buenos, no era común. Ahora que cosa hay, es pico, pata y está muerto el gallo, pollón y pollón. Ahora hay pollones, cuatro, cinco pollones en la semana. Más ofensivos es ahora, ahora otra cosa, antes jugábamos con sus mismos cachos los gallos, con cachos prensados y ya ahora vino las agujas que jugamos, tremendos cachos, en un minuto ya estaban  asegurados. Todo el tiempo he jugado gallos.  En Lima también he tenido gallos. Claro, yo he jugado en Dos de Mayo, ahí, antes que tengan los Issa todavía. Claro, con Guillén. Sí, ahí he jugado yo todavía, cuando el viejo Guillén. Sí, y después ya con los Issa pues. Casi no iba al Callao porque yo vivía en Miraflores. Más bien iba mucho a Pucallpa, en Pucallpa también habían buenos gallos. También criollo los gallos.  Sí, así.  Gallo fuerte, español no, gallo fuerte. Y como siempre iba, un día yo entraba a Pucallpa y un moreno se iba con dos gallos, ni siquiera en saquito, uno acá y otro acá, un gallo ajiseco acá y un cenizo en este lado y paré el carro, como era día domingo, como a las doce del día, le digo señor, adónde va usted.  A la cancha de gallos me dice, a lo llevaré pues. Muchas gracias me dijo, lléveme usted, pero para subir como hago, deme un gallo, sube usted y le doy el otro después arriba, ya bueno. Nos hicimos amigos, guardamos el carro y me dice el hombre, ya que usted es aficionado me dijo, según usted, le voy a dar un gallo para que juegue, este gallito cenizo tiene una pelea, y este tiene dos peleas; pero este que tiene una pelea es mejor, ese le voy a dar a usted, mire usted me dijo, yo voy a jugar mis gallos cien soles, cada gallo, si usted quiere vamos a medias los cien soles o le llevo veinte soles, treinta soles, lo que usted guste. Ya vamos a medias pues los dos gallos le dije yo, apostamos los dos a medias, bueno ya, pero usted va a llevar el gallo, lo va a pesar y usted va a hacer la pelea como que el gallo es suyo, efectivamente lo pesamos, y la gente me miraba, uno, otro. Claro, me presentó a uno, a otro a, y ahí la cerveza es rica, heladita pues es cosa seria. La cerveza de allá mismo; bueno, y jugamos el gallo y ganó, ganó el gallo, juega el otro, también gana, muy bien, entonces dije como yo he ganado, ahora me lo compro este gallo y haber si me lo llevo.  Así es que le digo, estábamos tomando unos tragos ahí, bueno ya que he tenido la suerte de venir a la cancha y jugar con usted, y ser el primer amigo que tengo en Pucallpa, quiero que me venda este gallo, dígame usted cuanto quiere, yo se lo compro. No me dijo, no se lo vendo; más bien vaya usted a mi casa, que yo le voy a regalar cualquiera de los hermanos de él, se lo voy a regalar me dice. Bueno ya, mañana yo salgo. Usted va me dijo, de donde he subido a su carro, más allacito hay dos papayos, uno a cada lado de la puerta de mi casa, al lado derecho ahí es mi casa. Ya, fui ahí, y toca y toca pues, y nadie salía; como nadie salía, dije pucha que hago aquí, no sale nadie, de repente se aparece una gallina como con seis, siete pollitos, chiquitos, así, dije ahorita me chapo un pollo y más allacito había una tiendecita, así es que fui y me compre un cuartito de kilo de arroz, y lo solté a los pollitos pues, y el más bonito agarré y me lo chapé, entonces lo metí al carro y me vine, me vine a Lima y al tiempo le digo a un primo mío que preparaba mis gallos allá, oye le dije prepárame un gallo para llevarme a Pucallpa. Que peso más o menos.  Seis libras, cinco libras, ese es el peso de allá le digo.  Entonces me dice, llévate el negro pues, el tuyo me dijo, ahí está el negro tuyo. Está listo. No, el Tito no, ese no; allá uno mío.  Que tenías en Lima. Ya, agarro y le digo este, bueno, llevo pues uno, lo llevo al gallo, estoy entrando a Pucallpa y cerca a Pucallpa se rompe el eje trasero de mi carro, antes pues la carretera era puro bache y los carros andaban así.  Sesenta más o menos, allá el sesenta, cincuenta y ocho estaba yo viajando para Pucallpa. Bueno, yo he viajado como ocho, diez años a Pucallpa. Cuando quien iba a saber que, ahora que hago dije, saco el eje, y me voy a comprar un eje. Con el gallo en la mano, como lo dejaba también ahí, y en una calor que podía hasta morir. Agarro chapo el gallo, y el camionero, otro camionero me dice, vamos donde Tejada me dijo, ahí, ahí. Y Tejada también era arequipeño. Así es que lo lleve donde el señor Tejada que yo ni lo conocía. Entonces estábamos ahí, le digo quiero un eje para Ford cincuenta y ocho, sesenta y dos. Ya me dijo, aquí está el eje. Ya cuánto cuesta, tanto. Y ese gallito que tienes ahí; lo he traído para dejárselo a un amigo.  Haber déjame ver, este gallito se queda acá me dijo, como pues se lo va a llevar usted a otro sitio, que se quede acá, para que lo ha traído usted. Yo lo he traído para jugarlo le dije, lo quiero jugar el gallito es muy bueno. Y cuando lo pensaría  jugar, a la otra semana que vengo y le jugamos el gallo, al otro domingo. Déjeme el gallo me dijo señor Salazar.  Ya le dejé, se lo dejé el gallo ahí y toca la coincidencia que lo lleva al gallo y el otro había sido su rival de él, al otro que yo le llevaba al gallo, mira y juega con él pues. Yo estaba ahí también, ya cuándo llegue ya la pelea estaba amarrada, no había nada que hacer, estaba hecha ya la pelea. Así es que bueno, pelearon los gallos, y lo gano mi gallo al del señor ese. Bueno pues, ya conversamos, y ya le conté a él también. Ahora le voy a contar la del pollito; resulta de que ya después me dice, ya pelearon los gallos, varias peleas dijo, muy buen  gallo, me ha ganado, por acá, por allá, bueno. Y después le digo, ese día te estaba buscando para ver como hacíamos, no me dijo, me encontré con un compadre, nos tomamos unos tragos y no pude salir de ahí me dijo. Pero yo me he llevado un gallito tuyo le dije. Te has llevado un gallito mío, ha te has llevado un pollito. Sí le dije, ahí había una gallina con cuatro, cincos pollitos y yo me he llevado uno. Así, me dijo, capaz no es mío me dijo. De tu casa es.  De repente ha sido del vecino, pero de ahí de la puerta de tú casa. Ahora vamos a ver me dijo. Cuando fuimos a ver efectivamente era el pollito de él y yo ese pollito se lo regalé a un primo, y no sé qué pasaría, no sé nada de él. Pucallpa también jugaban harta plata, uff. Cantidad de gente.  Sí, cantidad de gente. En Tingo María lo mismo. Así es mi querido señor, los gallos son bonitos. Para mí, es una diversión, la más grande y la más limpia que hay en gallos; yo no tengo otro vicio, solamente gallos, hasta ahorita. Mañana, si quiere venga a micasa por el otro lado, acá está venga, si usted tiene tiempo, para que vea cómo tengo mis gallos ahí, mis gallos, mis cosas, yo tengo los pollitos en una vitrina, ahí están. Dejar ahí todo
s los días, darles de comer, yo mismo les doy, nadie les da de comer, yo mismo les doy de comer, mi hermano los prepara, los llegamos a la cancha, cholito como estás, a mi me dicen, el que menos me dice Cholito a mí, o Pelado, o Peladito. Yo tengo mucha amistad en los galleros, bastante amigos galleros. Ah, y hay bastantes muchachos que me dicen Cholito  como estás, muchachos, chiquillos, jovencitos, Cholito como estás. Y no tengo más que ochenta y cinco años, nada más. Acabo de llegar de Arequipa ahora. Fuimos en la tarde a tu casa, vamos, vamos le dije, acá esta mi tío vive, él sabe la historia de todos los galleros habidos y por haber. No le he contado nada de su papá de él, de su papá de Celso Fernández, ese viejo, no porque él esté presente, ha sido un viejo pucha, pero más recto, pucha diablo. Él no quería casi nunca jugar conmigo, pero a mí me ha encantado jugar con mis mejores amigos, siempre y siempre me ha gustado hacerles pelea, un día viene y me dice compadrito, sabes que, nosotros ya no vamos a jugar gallos, empatamos, me gana, le gano, ya no juguemos. Compadrito ya no jugamos, pues perfecto y un día Juan Díaz Moscosito, el preparador del viejo, Moscoso, Juan no tiene cuarenta años. Sí hasta más de cincuenta tiene. Del cuarenta y uno, es de la edad de Miguel creo, ya es antiguo. Bueno, lleva él dos gallos a pesar y así al peso me los mide y Juan Díaz me dice don Edilberto ya pues juguemos. No le digo. Tiene usted miedo me dijo. A tengo miedo, por el viejo. Y como a mí siempre me ha gustado hacer la pelea, mi compadre Lolo era el juez y le digo este chico me friega y friega, amárrame la pelea, amarramos la pelea, cuanto juegan: cien, cien, listo, cuando los gallos estaban amarrados, este mi compadre no se sentaba en la primera fila, se sentaba en la tercera fila, al lado del juez, porque ahí estaba la puerta, ahí se sentaba él siempre, lo notaba al viejo que estaba molesto conmigo, pero yo digo, que hago, la pelea está hecha. Bueno, tampoco cuando llega la hora de la pelea, largan los gallo y pun, pun, pun, seco el gallo de mi compadre, se lo maté y un gallito blanco que había peleado la semana pasada, había polloneado en la otra cancha, se lo maté el gallo. Pucha y volteo y lo veo a mi compadre todo serio conmigo. Pucha dije ahora pues, para que le hecho la pelea dije. Viene la otra pelea, tan, tan, seco mi gallo también y se baja el viejo de atrás de donde estaba sentado, se va a mi silla, me dice compadrito hemos peleado dos gallitos, uno me ha ganado usted, y otro le he ganado, y  ahora vamos a ver de culo sale sangre y se fue molesto. Y mis patas me dicen, para que le haces pelea al viejo, carajo, el viejo te estima tanto, pero no ves. Bueno, al otro día en la mañana viene en su Volkswagen y rirrrrr y se entra adentro a mi taller, cuando viene y se baja y tan, cierra la puerta fuerte y me dice compadrito, no hemos quedado que nosotros no juagamos gallos, nosotros no somos hombres de palabra. Compadrito le digo, que culpa tengo yo, si su preparador me ha dicho que el poto se me hace agüita le dije.  Me ha guapeado, que por acá, que por allá. Pucha, ahorita lo boto, se fue, lo botó y regresó, cuando regresa me dijo, ahora sí ya no jugamos. Ya no jugamos compadrito le dije. Sí, pero ese, bien palomilla es, este muchacho. Así fue, así pasó fíjese usted. Para siempre con Miguel, va a barrer a la chacra. No, pero el gallo bien bonito, mañana que vengas lo vas a ver, bonito es. Hace amigos, consigue más amigos y todos nos respetamos mutuamente, como ahora, o no es así. Así tiene que ser. Bueno, usted sabe que en los gallos, para el camanejo es una, como le puedo decir, es un algo que viene de antaño. De la tradición. Claro, de la provincia, del pueblo, es como cultura. Estos salen galleros por su papá toditos, toditos ellos, todos los hermanos son galleros, menos Jorge. Y Lucho.  Porque Lucho fue gallero y se retiró, muy temprano. Lo retiró la señora. Valdría la pena, no sé, cuando yo andaba buscando mi chica, las  llevaba al coliseo, así me decía no, que sí, ahí está, escogí la que me acompañaba, nos hemos conocido antes, me has conocido gallero y seré gallero hasta que me muera y así fue. De repente Lucho se enamoró y dejo de lado los gallos, así es. Pero a uno por ejemplo le gusta. Lo tiene que aceptar. Si no lo acepta no vale. Bueno, yo les voy a contar un anécdota, yo tuve una enamorada tacneña, antes de mi mujer, nos sentíamos ambos enamorados, bueno, estuvimos tiempo ya enamorando, casi como dos años y me dice, un día me dice “Papujo” me dice: Tú, o los gallos. Mira si me estas poniendo condiciones, mira yo soy hombre le dije, tú y los gallos. No me dice, dejas los gallos, como es; mira le dije a mi mucho me gusta los gallos, me vas a arrancar una parte de mi vida le dije, no sé, ponte a pensar tú. Ahí hubo la duda, no voy a dejar de ser hombre por eso le dije, me gusta mucho los gallos y voy a tener problemas contigo el resto de la vida y todos los días por los gallos, así que, como es le dije, define, si te gusta entramos, si no te gusta no entramos, entonces estamos fuera de carrera, hasta acá nomás llegó la carrera le dije. Y después pensándolo con tranquilidad, la afición a gallos es uno, mujeres hay muchas, para elegir buenas, buenas mujeres. O pregúntale a Celso Fernández, hay muchas. No pero respetando a la de tu casa,  respetando a la de tu casa. Por supuesto. Primo, nunca mejor que acá, eso es lo que siempre hablamos nosotros. Todo lo que sea afuera, nada con la casa.  Así es y las pollas, las pollas. Así.  Bueno, diga usted Carlitos, siempre tiene usted los gallos del “Penitente”.  Usted conserva esa línea del “Penitente”.  El era muy amigo de “Lalo” Granda, del señor “Lalo” Granda. De los grandes galleros acá en el Perú. Y buen aficionado. Tenía un galpón bien ordenado. “Lalo” Granda. Sí, en Santa Clara pues, conocí el galpón, tenía sus corralones de gallos y todos lo buscaban, las jaulas eran empotradas con palitos de eucalipto. Rústica, pero bien encharoladitos, bien bonito. Bien barnizado. Cantidad de gallos. Pero le encantaban los gallos a ese hombre. Ah, a su hermano. Pero el loco “Toño”. Yo he visto los gallos, fui, “Toño” me los enseñó, me enseñó un gallo blanco, que era muy bueno. El “Ángel”. El “Ángel” blanco, me enseñó. El “Pata Verde”, el mismo “Lucifer”, de “Infiernillo”, me enseñó los dos Sánchez, Sánchez, que trajo de Miami, le compré uno al loco. Un giro, giro cenizo, como sabe usted, ve todo se sabe. Los Sánchez, eran giros cenizos, medios flacos y había ascendencia consanguínea con el “Ángel”, muy buenos gallos tenía. Yo me he dado cuenta que el asil tiene unas cosas muy extrañas, se entierran hasta la cabeza, se revuelcan, sacan la cabeza así cuando se revuelcan; son gallos demasiado inteligentes, puros, que será. Otras costumbres, yo los he visto cuando se revuelcan se entierran hasta acá. Yo tenía un asil que me prestaron, se entierran hasta el cogote. Así se bañan.  Si así se bañan, me quedé con
la boca abierta, dije, otras costumbres. La formulita, que funciona, para todos, para los gallos de pelea y para los pollos. Le metía usted soya. El pescado me parece que lo seca. El hígado les jode. Les quema el hígado, por eso viene la coccibiosis, me parece a mí. No es una cosa pareja. Yo soy un conocedor de gallos, debo decir, gallísticamente sé qué tipo de gallo es más puro, media sangre, más fino, más fuertecito, más fuerte, la mitad, siempre no deja la finura, por qué gallo de pelea como dicen los aficionados, tienen que tener, siquiera un cuarto de fuerte o una media sangre. Un cuarto siquiera, mínimo, un cuarto, pero no hay que dejarlos ir. Claro. Sino, con que pelea. Porque los gallos sobadores, los que soban mucho no sirven. No sirven, el gallo tiene que pegar. No mucho, en corto, pateando.  Lógico. Meter dos, tres, cuatro, cinco patadas, por lo menos acertar tres. Ya está el otro gallo partido. Así es.  Rota la pata, degollado y si le botan un ojo, tiene que tener finura.  No perderse.  Jalar, jalar. Claro, hay tuertos que no se ubican. Por eso los gallos deben de ser finos. Ya usted sabe cómo es eso. Y ubicado. Por eso el gallo tiene que ser fino. Sí.  Y hay gallos que son más peligrosos cuando le faltan los ojos. El día viernes voy a estar, el día sábado voy a estar, voy a traer español para él. Voy a traer español puro, que han traído de España.  Han comprado de España cinco gallos, Odo, Odo, José. Seguro tengo que escoger al más canillón, no se puede traer español patas cortas.  Claro pues.  Yo tengo que escoger. Yo voy a ir a Lima mañana o pasado; pasado me parece.  Ahorita es uno de los mejores del Perú. Voy a pedir, me dijo Lucho, ven para que escojas el gallo a José, tengo que escogerle pues lo mejor, no le voy a traer cualquier clase de gallos. Yo no le voy a pasar cualquier clase de gallos. Claro, es perder tiempo. Tengo que escoger los españoles, sé que ha comprado cinco gallos. Que no voy a traer un español pescuezudo, pata corta, potrecho, yo ya sé, uno tantos años criando, tiene que ser un gallito compartido fino, buena pluma, a mí no me gusta el gallo pluma fea. Pluma definida, ajiseco. Color definido, ajiseco, a mí no me gusta gallo negro. Ajiseco. El negro me gusta el gallino, gallino negro, gallino tabaco, pero en pluma de gallo negro sirio, no me gusta, ya usted sabe porque ya, el gallo tiene que ser ajiseco definido, ajiseco claro, ajiseco bromo. Pero ajiseco. Pero ajiseco, ahí tiene que ser ajiseco.  Pero el tipo de gallo es homogéneo. Parejo. Un cuarto más. Son de la chacra. A este muchacho le ha ido muy bien el año pasado. Este no es él “Océano”, no creo. A Celso, el año pasado le ha ido bien a Fredy, no  le ha ido bien. Primo nos vamos a Tacna. Cuando es. Veintiuno, veintidós pues. Veintisiete es.  Ha veintisiete, veintisiete. Ya pues primo, yo lo voy a acompañar, usted no se preocupe, usted se va con Hugo y nosotros le caemos temprano. Ya. Edgardo quiere, para irse temprano. Para llevar los gallos, usted. Me dejas los gallos dice, hay que hacerlo amarrar entonces. O lo llevo primo. No, hay que llevarlo, cada preparador sabe lo que hace. Entonces, sabe lo que me ha dicho el “Sordo”.  Quiere ir.  Yo quiero ir a Tacna, porque tengo que atender los gallos, o sea que los voy a preparar para que me los dejen botado, me dijo. Y no vas a ir tú. No, sabes lo que me ha dicho el “Sordo”, quiere ir a armar los gallos, tiene razón pues. A él le gusta calzar lo que prepara  Es que sabe cómo. Ya los conoce. Sabe como topan. Sí, es lo que me ha dado a entender, el dice que se va con Hugo.  Con Ricardo. Va a ir no te preocupes, corre con ellos, que yo les caigo a ustedes temprano. Yo soy el angelito costa sur ya le caigo al coliseo. Hemos topado pues, no le hemos contado, no primo, los hemos topado el día lunes. Topado con Piqueras.  Claro, pero nosotros hemos topado tres minutos con Piqueras. El español, vas a llevar al español. Sí voy a llevar a tú gallo, y al español. El español es bonito. Sí, es pegador, esos gallos son pegalones. Lo que no me gusta, es mucha masa para ser españoles. Delgados pues. Son delgaditos, te voy a decir que los primeros tiros, los puede deshacer. Pero es tirador y tira rico ah. Claro. Yo he topado al pollo y me ha gustado, ahora sí me ha gustado el pollo. Cuál de ellos. El pollo que estaba acá, no me gustaba mucho. Que tal ha topado, es el delgadito. No el mío es más hecho. Cuál era el tuyo colombiano. Ah del colombiano pues, de Vicente Hernández, de Vicente Hernández. A de ese es. El que creen ustedes que el gallo se ha muerto. A pero ese es Vicente,          ese se mueve. Pero camina, camina, camina. Toda la verdad, agarra acá del pecho. El otro que van a llevar es un pajarracón, pero tiene sus patitas, pero ya sabes cómo son los españoles, es pegador.  Dónde pega el gallo.  El tuyo pega a la cabeza.  Entonces, tú sabes que el mete gana.  Uuu, allá es peso. Ese es cuatro libras, cuatro uno; en cuatro uno te toca gallo pues de estilo, te va a tocar un gallo fuerte. O un enano. O le va a tocar un enano.  Es alto pues. Son como los gallos de Hugo Calderón, areñudos. Pero esos son españoles. Pero esos gallos Hugo, están en el galpón de Hugo, puro gallos areñudos tiene él. Así como este, como el español.  No el español es más chiquito. Más altos son los de Hugo. Siempre tiene Hugo tailandeses. Todos son tailandeses, y los gallos del pato le dicen. Yo he topado Celso una de la panameña que me diste, me regalaste una panameña así, una maltóna que me traje, he topado con el rojo pues. El rojito. Uuuu, que bueno, que bueno, los he dejado locos, que bueno, que bueno.            Va a ser un show.  Ya sabía que tenía, desde el saque, había panameño, colombiano, este pollo es bueno. Yo ya sabía. En el tope. Por las características del animal, uno lo ve, de pollo. Sí, se han criado sanos y bueno son esos.  Yo ya estoy topando como seis. Seis primo, te das cuenta, así es primo, hay que hacerlos sudar, hay que hacerlos sudar, son pegadores. Ese gallo no tiene un año.  Primo, tu sabes todo lo que he hecho sudar, no le ha contado. Sí, dice que está muy bueno. Pucha, son unas bestias, primo, una fuerza primo. Es que son gallos modernos, tiene el cincuenta por ciento de colombiano, el ochenta por ciento de colombiano. Claro ochenta y veinticinco por ciento, de lo que me has contado, del chileno ese. Bueno, acá hemos tenido un gallo de Colombia, muy bueno, el rojo. Este que hemos tenido es de Don César Aguirre, o sea que es media sangre Vicente Hernández y media sangre Alfredo Ramos. Claro, le han metido también su puntazo y le dan su jueguito. Sí, pero mire usted, es un gallo que viene de jugar mucha plata, allá en Ecuador, en Colombia, allá se juega mucho dinero; me lo prestaron, ya habla de eso, el gallo lo he sacado yo, una camadita. Primero lo he sacado, de ahí lo he dado, primero le saque yo, llévale el gallo a Sergio y sácale y a Sergio le digo sácale más para que reproduzca más. Y el gago me dice, calladito le digo, después tu primo va a decirme, está bien lo que has hecho; a mí me dijeron q
ue botaba bueno, que era buenazo. Entonces, yo le dije hay que jugarlos. Sabes una cosa, a esos pajarracos hay que mudarlos. Después de la muda son inganables. Sí, porque tiran la pata uff. Y ni siquiera después de la muda. Y si quieres espueleros mejor.  Son espueleros, más rápidos, bien finos. Acá tuvimos un panameño de Buffer se lo robaron. De Buffer de Panamá, de Falcón. Me lo trajo un amigo de Lima, que tiene fábricas, de eso de los carros, de los costados, de los, de micas. El trajo de Panamá varios animales, me dijo que eran de la tierra de Buffer y se lo roban al gallo, pero dejó cría, buenos gallitos. Sí.  Y un color así ajisequito, definido bonito, así ají sequito amarillo no Josecito. Pero se lo robaron lamentablemente el gallo. Así es, bueno primo, sácate para dejar con la boca abierta. Yo lo amarré, yo miraba de lejos nomás; pan, pan, pan, pan, pan, cinco tiros para que más pues, metía el cacho con todo, este giro. Patea seco en la cabeza. Lo voy a hacer madurar, no estoy apurado. Yo he topado un pollo, de un gallo chileno que me regaló don Lucho Gallardo, de Cañete al sur, del sur de Cañete, es al sur de Santiago; ahí en Cañete había muchas minas de carbón, ahora ya no hay, eran minas de carbón y hay galleros y hay un tal Gallardo, me regaló ese gallo, yo no le daba bola, porque era un moro plateado así pues, no le hacía caso, ya se murió el gallo y saque una camadita y me ha tocado unos hijos buenos, le han gustado a Celso. Ha pegado primo.  Pero con gallina fina. Con gallina pura. A ese ha comprado Luna de Cañete, un Papujo, bonito. Un toro. Ese gallo lo  compró Félix Chía del Sur. No se sí lo tendrá. Sí el cogotazo no. Acá estaba, cuando llegó de Chile lo trajeron para acá, para que yo se lo entregue a don Félix, él se lo pasó al Chanfle, lo trajo Daniel y me lo dejo acá, me dijo que por favor se lo entregara a Félix, ya yo se lo entregué. Era el gallazo. Para irlos cruzando, para irlos trabajando. Para mí el gallo chileno, es un gallo que hay que trabajarlo, porque en primer lugar ya no tiene nada de línea, todos los gallos del sur no tienen nada de línea, no primito, ya no hay nada ya, les falta sangre. Ya no hay nada, el gran criador que era don Carlos Fabre, ya no está don Ricardo Chereau. No creo que haya inversión, el otro era raceador, sabía de genética. O sea don Carlos Fabre. Don Ricardo Chereau, o sea otro buen criador. Él conserva los moros nomás, tienen puro moro, esa hacienda la tiene muchos años, puro moro, los mocheros, sí lo conozco a don Isidro. A Olea también lo conozco, a toditos los chilenos los conozco. Para mí, me gustaba los gallos de Isidro, soy sincero, porque Isidro le prestó los gallos a Cooper para que saque esos moros que tiene. Esos, el padrillo fue de Isidro. La base fue Isidro. Así me contó Isidro, que había prestado ese padrillo. Oye primo, pero el único creo que sale a jugar los gallos es Cooper. Los demás no salen. Ha salido José Mora, el resto no quieren salir, muy lejos, los de Arica, que no salen ya. Ya no hay gallero que salga. Todos están mal. No habría que entrenar, no hay gallo bueno. Porque hay más cruces, a yo creía que los gallos son mejores primo, que los de Colombia. Siempre en el Perú hay buenos gallos. Pero son cruzados.  Esos son más cruzados me parece. Y en Tacna tienen buenos gallos también. Y en Tumbes, yo pienso que en el Perú, es el lugar donde se juegan más gallos que en todo el mundo. Se juega casi en todos los pueblos, en todo el Perú. Los gallos de Tacna son un poco feos, no son bonitos, no a Celsito, nosotros les llevamos varios años de ventaja en equipo. En prototipo de gallo. El gallo tacneño es también complicado. Sí el gallo es muy bonito en Camaná.  Por lo fuerte, muy acriollado es el gallo de allá.  Bien acriollado, tienen raíces de chileno, gallo oriental, son gallos fuertes, nosotros miramos allá. Pero nosotros en presencia, en peluqueada, en preparación les llevamos ufff.  Bien hermosos salen los gallos a la cancha allá en Camaná. Todos los galpones llevan hermosos, bien arregladitos sus gallitos. Y como queda al final de la pelea, cuál gana. Camaná le gana a Tacna. Cuando Camaná se pone las barbas en remojo y toma las peleas de verdad, le gana. Sí hay aficionados. Lo que hay en Tacna ahora es plata, hay mucho gallero de plata, que juega plata. Ahora han ido varios galleros allá con plata a Tacna.  Si pues por negocios, los carros. Sí pues, claro y también ha ido gente a trabajar allá de la selva, hay plata ahí, veo que juegan plata los selváticos. Cuando fuimos ahora, el veinte de enero hemos ido para allá. El cumpleaños de Julio Velásquez hemos estado ahí. Ahí ha habido de todo el Perú, una pelea de lujo. Ganamos tres desafíos. Cuatro desafíos y uno empatamos. Cuatro a cero. Y uno empatamos. Cinco gallos jugamos y se vinieron tres sin pelear. Y hemos jugado con  todos los mejores del Perú. Han jugado con Canquicho que tiene buenos gallos, con Gastón Olivos de Tacna, con el campeón del Cholo Ricardo. El gallo campeón que había ganado hace poco en Lima, que había revolcado. Hemos jugado con German Pezo de Iquitos, con quién más hemos jugado chachito. Con uno de Tacna, con un gallo campeón. Después con otro gallo que metió el Cholo Ricardo. Con diferentes, que se han quedado fríos, dos pollones ganamos. Se han enfermado. Yo nunca he visto ese tipo de gallos. Al cholo Ricardo lo hemos dejado llorando. Con su gallo campeón, que ha tenido doce peleas. Pollonero.  Después el gallo de Miguel.  El gallo de Miguel era un fenómeno. El gallo pinto de Miguel, que lo ha vendido, en quinientos dólares, era un fenómeno. Lo chapó, le metió dos jaladas de acá, nomás y lo polloneo. Del buche lo chapó de acá, pa, pa, muerto, listo; se quiso parar, toma júa, su yapa, listo. Con yapa. Así gana ese gallo. Ya lo vendió ese gallo eso sí es cierto. Se lo han llevado, a quinientos el gallo. Sí pues, gallo tuerto. Tuerto era. Así ganaba. Así hacía sus peleas. Todas sus peleas ganaba tuerto. O sea que era un tuerto fenómeno. Para jugar un gallo tuerto, hay que ser seguro. Si, para qué jugarlo.  Mira, mira, de acá, de acá nomás del lomo. Ha jalado hasta el talón, jalaba nomás al otro,            al cuerpo, no aguanta nadie. Los gallos españoles tienen eso. Y el gallo no sabía pegar, porque se mete y lo jalan de acá, a qué horas le van a mover en la cabeza. Y donde los jala, los mata. Cuando ganamos una pelea de puerto Mazo.  Esos son peleones.  Eso fue ya lo máximo. Degollado el gallo, de Celso. Los otros cantaban victoria. Y lo chapa pa, o sea con el cacho, lo vomitó también; los dos vomitados, le pega el tiro el negro y lo mata. Y la pelea ha sido pollón. De muerto a muerto. Que calidad de gallo, ese no. Ese negro que me trajiste de regalo acá. Ese negro es. Uno largo. Ese es bueno. Tiene tres pollones. Pero allá le tocó complicada la cosa. Allá perdió. El mejor gallo para mí, no lo podía creer y después le ganamos a Germ&a
acute;n Pezo de Colombia. Con las patas quebradas, así, polloneado, a la mierda dije, lo agarró de acá del buche, dos jalones del buche le hizo y las dos patas quebradas. Genial el gallo.  Ese gallo fue, ese  gallo es hijo de un gallo de ellos pues, de Miguel, de don Carlos Fabres con una gallina de José Godos, una gallina española que me regaló, don José. Hay que hablar la verdad, eran dos hermanos, tres hermanos, yo le he mandado uno. Yo que ellos a los vecinos le pediría, los vecinos te dan.  Los vecinos te dan.  Pagan bien. Ya si le pagan bien, que lo vendan pues.  No se va a resentir don José, que le mande otro gallo. Prefiere comprarle a él. Claro. Si hay bastante. Allá esta Julio. Está llenecito de pollones en la chacra. De todo. Ahí he matado como tres malucos. En el primer tope se notan las intenciones. Esto van, no dan. El gallo que es bien regular, es de raza, he topado unos papujos del cañetano justo, unos papujitos. Del Moro, un ajiseco, he topado un moro, y he topado un amarillo bien puesto, buena pata, buena picada; me gustan así los gallos. Los ha visto topar, se ha quedado con la boca abierta. No son los colores que me gustan a mí, pero ha salido algunos buenos. Mientras los gallos, metan la espuela, que mierda. A Eduardo le ha gustado, ese día al toque notó, le han gustado la semana pasada. Después llevé un Bolo que tengo, que tiene como cuatro años, un Bolo viejo; que bueno, topo bien primo. Nunca en su vida topo ese gallo, nunca en su vida, y ese día le había topado así con los cachos. Préstame una sierra le dije, le corté también, le salió un montón de sangre, le eché un poquito de tiza, listo le cortó y topo con un amarillo pues de ahí del Roqui, de  Edgardo, y pin, pin, pin. que rico gallo me dice. El moro. De casilla, de casilla, se ha quedado con la boca abierta, es madurito ya pues, es así como el moro amarillo grande tuerto. Del viejo. Directo del viejo.  Ese gallo fabuloso. El gallo del padre de la Bola.  Es fabuloso. El papá de la Bola. Ese era el gallo de Cooper. El moro amarillo fue de Cooper, el papá. Fue del papá, que sacó el chico Leo en Arica, le daba de comer a los gallos, a todos. En Arica le sacaron cuatro, cinco peleas al moro amarillo. Viene Julio Velásquez y se lo compra; y en las manos de Julio Velásquez se cansó de ganar; Tacna, Ilo Tacna, Tacna Arica Ilo,  No había rivales. No había rival, lo trajimos para acá nosotros, ganamos dos también. A los campeones. Y de acá sacaron camada, a mi primo no le gustaba los moros y mi primo lo llevó a Chiclayo, quién le echó un gallo en Chiclayo. Nadie quería echar. Había gallo grande y nadie le quería echar, era famoso. Zapatos cuarenta y seis, dos jaladas nomás listo, pa, vomitando, muerto, pollón. Le ganó al mejor gallo de acá de Emiliano. Acá tiro dos, acá tiró dos de, uno de Camana pollón y otro. A tres le gano, le ganó a tú compadre Majao, no te acuerdas. Le ganó a un gallo negro de, creo que fue el gallero bueno, lo vomitó, lo polloneo; después le ganó al de Ricardo, al “Campeón”; de ahí no jugó más.  Todo cuerpo, todo puro cuerpo. Estaban que querían hacer ganar al gallo “Bolo” como sea, desafiando, y Miguel tiene un “Bolo” bueno también, ese “Bolo”, cegatón. Es el padrillo de él y él siempre  conserva Bolos. Repitió, se entraba pues, se movía, se cuidaba, se tiraba, lo jalaba. Jalaba de acá del Bull. Del Bull, estaba que pegaba, era pollonero.  Bien seguro. Con ese gallo he ganado un montón de veces. Era un tipo de gallo muy bonito, no se caía al suelo, ni nada. Bien plantado. Cinco doce pesó la última vez. La última vez pesó cinco doce, así temprano se fue. Le dio cáncer. El bolo que tengo es más bonito, es un moro manzanillo, así bota el Bolo, tiene descendiente de moro, este es moro manzanillo. Tiene la cabeza que es hermoso, yo nunca le he sacado camada, nunca en mi vida; hermoso ha salido. Pero está bien todavía. Saco la mierda a toditos. Es una bestia pues, es hermoso. Después tengo un Bolo blanco, que me regaló Miguel con Joaquín Sánchez.  El blanco.  Sí pues, sacó la camada con Joaquín, ya tiene un cuarto de Joaquín. Miguel sacó con los Bolos de él, porque él sacó con el Bolo grande también, fue trabajando y le metió Joaquín Sánchez. Tenía un hermano que tenía tres pollones del Bolo blanco y este Bolo que tengo yo empató, lo dejaron ciego y empató, ciego, mosqueando.  En buena pelea, y me lo obsequió. Y hasta ahora lo conservo. Lo único que saque, es un par de bolitos, saqué una bolita blanca, no sé a quién se la di, bueno no sé, no me acuerdo, y me quedé con un bolito blanco. Así medio pepino.  El Bolo es planco puro, el que tengo yo. Y yo me quedé con el hijo y el bolo pues ciego; a después tengo otro de él, también pero con una gallina ceniza, ha salido medio anaranjadito, el prototipo del viejo, del abuelo. Pero este ha salido pajarraco, pero el bolo que yo tengo el manzanillo es precioso, se ve precioso, uuu, que es la muerte, Bolo, Bolo, ese no tiene ni una pluma colgada, porque hay unos bolos que le sale.  Este no tiene nada, me lo han querido comprar miles de veces y nunca quise venderlo. Es chochera, me he acostumbrado a él, que hay nomás los de vez en cuando. Me parece un animal raro, lo tengo encarcelado ahí, toda su vida, no digo que ese día, le he cortado los cachos para toparlo. Pan, pan, así lo puse. Con fuerza, y botarlo a la jaba. Encarcelado todo está pues el alcatraz, mejor dicho. Nunca, hasta la fecha no lo revoleo. Y como lo ibas a topar allá, sin saber que es surdo, le sale la revoleada. Para la calidad de gallos que tienen ellos, dije yo voy a llevar este bolo dije. Acá pues en esta canchita del río.  Hay topo pues. Ahí toca topar y mi primo sale a topar con ellos. Viene Edgardo, Edgardo pues me lleva, cuando no tiene nada que hacer, vamos a topar, vamos. Los domingos topan ahí. Sí quiere pegar, vamos con los gallos ahí. Claro. Pepito, quisiera sacar una camadita a este gallo Bolo viejo, quisiera sacarle una. Ponle pues primo a las de oro, a las puras. A las puras, tiene que ser a la de oro. Quisiera meterle  a ver que sale.  Claro pues, porque ya.  Para irlos trabajando. Estoy mirándolo, pero este se ve fino. Este gallo, bien fino se ve, gallo con su cabecita bonita. Tiene pasta.  Tiene espuela, con la cabeza bien bonita, tiene su gorro. Bien bonito. No le digo que varias veces he tenido tentación y nunca me ha querido darme, para qué, ahí no más, no hay Bolos ya creo, quién tiene pocos Bolos. Ya  no hay. Pero  bueno, un Bolo negro gallino, hijo del viejo a don José Godos, pregúntele usted cuantas peleas le ha hecho aquí ha ganado a “Cielo Rojo”, “Rebelde”, “Pancho Villa”, se han dado y nadie, mañoso. Pregunte usted, ahí está, no te ha contado. Gallino negro, después mi primo le ha mandado, no me acuerdo, gallino. Gallino este… Que ha jugado un Camaná, varias veces se le ha mandado de regalo, le ha mandado el Bolo, Una bola, y una gallina con Bolo. Dice que a la señora le gusta los Bolos. A
la señora.  Sí, sí, calza los gallos, dice que le encanta los gallos Bolos. Le gusta jugar los gallos bolos, a la señora, a la esposa. A José no tanto. Yo tengo un Bolo blanco, vamos a ver qué pasará, pues,  hay que ver pues, si sale mal. A probar a jugar.  Ollanta primo. Claro, desde que se inventaron las ollas. Carajo, Ollanta primo. Yo soy de los galleros, así como mi primo, lo que no le gusta, a la olla, esto está descartado. No sirve. Hay que ser, sí vamos a seguir con el pasionismo que bonito, de qué bonito mi gallito, que hermosa cola, que hermosa cabeza, no. Yo he matado, como le digo, tres, cuatro ya. Y había cuantos todavía hay que matar. Por eso voy adentro a la chacra, voy contando. Para todo sale. Ahora tengo al hijo del gallinero, vamos a ver qué tal; veinticinco he botado en  meses y medio, dos meses. De cual gallo primo. El que fuiste a Chiclayo. Ah, el chiquito. El chiquito que jugamos acá, el ciego, el que quedó ciego, español. Veinticinco he votado, son machos, vamos a ver cuantos se logran además, vamos a ver cuantos se logran, ya pues sanitos, gallitos negros, otros ajisecos. Estos gallitos son más fuertes. Un poquito más fuertes sí. Va a salir pajarraquito. Bien liso, malcriado es. Después quería sacar del de José Odo uno, el gallito cenizo, de ese que tengo acá; mire usted, don José compró dos gallinas, perdón la primera vez que vino Joaquín Sánchez le compró una gallina ajíseca a Joaquín Sánchez, yo le obsequié  el gallo de Marcelo Salas, del gallino cenizo que tenía, que tuvo como diez, once peleas. De Lota, a mí me regaló un gallo cenizo, yo se lo regalé a Odo, porque el gallo pesaba cinco uno, un gallino hermoso, cenizo, bonito; le digo Don José lleve este gallo, o este moro quiere usted, le dije, tengo estos dos chilenos, yo estoy aburrido con estos gallos le dije, usted que quiere chiquitas, llévese Don José para que vaya a trabajar pues, a ver si sale algo. Le metió la gallina española, la gallina española esa que le compró a Joaquín. Y de ahí me regaló ese gallo tuerto a mí, recién peleado en Lima, ganó y me lo regaló, o sea que este es un gallino ajiseco, gallino cenizo medio ajiseco, porque el gallo de Marcelo  Salas, tuvo varias peleas con este gallo. Vino a jugar al mundial, que ganó todos los gallos. Pero ganó varios. Yo me acuerdo que fue de cuatro. De Manolo. En el primer mundial, sí pero llevó buenos gallos. Marcelo trajo buenos gallos. Grande, hermoso, hasta ahora tiene, uno negro le compró Douglas. Salieron uno a uno. Sí, sí, es cierto, de ese señor fue el gallino cenizo. Si tiene su gallo, de ese corte. Tiene gallo fuerte. De ese corte. El mejor gallo de Marcelo, es ese gallino cenizo. Estaba entre los padrillos campeones de gallos buenos.  De Lota, el me regaló ese gallo negro, es mi amigo, yo lo conozco, yo lo conocí en Santiago. Miguelito Castro, es compadre con mi compadre Walter, con mi compadre Walter Chang y Miguelito Castro es así conmigo. Estaba una vez criando un cabeza pelada, anda con el bastón, le gusta estar pituco allá, usted sabe como son los gallos pues, estaba engallinado allá, con una, con otra. Era muy erótico pues. Un picaflor. Me metió a una taberna, tira Uribe decía, me fui para afuera, para él fue erótico, ahí hay un gitano que se llama Manolo, que juegan gallos, están en sociedad con Vílchez, con Vílchez. De Surco, compartían gallos en Surco. No aya de Santiago. Cupertino Vílchez, un señor que tiene buenos gallos. El Pipo le dicen allá, Pipo es amigo de Bueno. Sabe usted que cosa primo, el gitano, jugaba todos los gallos de Pipo, voy colgado, voy colgado decía, era plata. Y el gitano también, este vivía de las mujeres, tenía prostíbulos, así me contaban allá, andaba así con las joyas, criaba un montón de gallos, me llevó, me regaló, venga usted primo me dijo, fue allá. Me gustó el gesto sí, pero nunca fui, lo único que traje fue de Miguel  Castro y Don Fernando Pazos que me regaló un gallo negro, traje más que tres animales, porque hay un gallo de Lota que jugaron unos huasos, con sombrero plano así, eran de Araujo, con unas botas así, unos huasos, traían los gallos en la mano y trajeron un gallo blanco de cinco ocho, y le caería pues bien, yo estaba conversando con Miguelito, y Miguel me dice aquí te voy a presentar a un amigo del Perú, que le dicen “Papujo”, es mi gran amigo le dijo a los huasos y salió un gallo así con  los cachos, natural, piu, piu, piu y lo vomitó al otro y viene el huaso, oye Miguel le dice, échale y así le ponía la damajuana, le sirve una chicha así, le llaman chicha a un vino verde tomate un poquito pues, y sobre todo por educación, oiga me dijo, el gallo ha y sin que le diga nada, saca el huaso una traba colorada, para qué esa traba colorada, para usted. Puta, primo me dijo primo le has caído bien al culeado este, tú sabes cómo habla Miguel Castro, el culeado este, no regala a nadie, así hablaba, blanco leche, pero así era el cogotazo que tenia, cinco nueve primo.  Era un toro. Le mandó dos atracones de oreja, pero si tenía los cachos de este porte, pero cuantos años tendría ese gallo. Acá se murió, yo lo traje a Camaná, se murió, acá, acá en la casa, se murió. Que sería cierto, era semejante gallo pues, allá primo lo pelan así, caspoteado nomás. A la antigua, un poquito más. Nada más y venían ahí primo unas cacheras después, afilado los cachos. Vaya que gallos, pa, pa, que tal pelea, ocho peleas, así le dijo.

(II)

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