entrevista  a los sres luis y victor gutierres calle

entrevista a los sres luis y victor gutierres calle

 
Luis y Víctor Gutiérrez Calle
Puente Piedra, 21 de Enero del 2003
 
 
 
La afición a gallos, es un deporte viril, pues intervienen más hombres. Deporte de valientes y personas especiales. Vi dos aspectos en la afición: el primero, es la tecnología referido netamente al manejo y el segundo es subjetivo pues el aficionado siente la hazaña que realiza ese ejemplar con sus movimientos armónicos conglomerado es una belleza espiritual y a la vez una gran emoción a su dueño, pues él estaba viendo en la pelea, lo que ha logrado. Es un arte. La ficción ayuda a desarrollar al hombre como ser humano, porque muchas veces uno está preocupado con problemas y ver los animales hace que se distraiga en momentos de satisfacción y alegría. Es una ayuda anímica, pues reduce las tensiones diarias.
Empezamos en navaja y pico a la vez en Ayacucho. Era prohibido para niños. Se jugaba en casa de algún amigo pues en el coliseo, había un policía que no dejaba ingresar niños. Las jugadas eran de navaja o pico al mismo tiempo. Había una miscelánea de razas. Los gallos no metían mucho cacho. En cuanto a navaja, el gallo era similar al actual. Los gallos más grandes se jugaban a navaja y los de menor tamaño, con sus espuelas. Se jugaban todos los Domingos y no había concentraciones ni premios. Había juez. Aunque no recuerdo el reglamento. En la afición, éramos la mano derecha de nuestro Padre que era aficionado. Hacíamos las tareas que todo niño hace en el galpón. Limpieza, selección de huevos. Mi Padre los huevos los consideraba como una reliquia valiosa y recuerdo con qué cuidado los guardaba para la reproducción. Generalmente, casi todos los huevos reventaban en nidadas de 8 o 10 huevos. No había alimentos balanceados. Un amigo de Huancayo se apellidaba, Trelles. Criaba en Huancayo, pero jugaba en Lima. Una vez me vio con gallos y me comentó que tenía bastantes gallos y me dijo “te traigo huevos a Ayacucho” y me trajo 11 huevos y todos nacieron entre navajeros y piqueros que luego se diferenciaron y comenzamos a jugar gallos muy buenos imbatibles aunque fueron los últimos años que estuvimos en Ayacucho. Luego, viajamos a Lima con ideas no definidas si criar navajeros o piqueros. Tampoco no sabíamos nuestra inclinación en 1948 – 1950. Comenzamos a visitar coliseos. Veíamos gallos pelados distintos a los de la tierra. Parecían cariocos y muy buenos. Luego nos afincamos y visitamos coliseos en Sandia, El Gallo de Oro donde nos iniciamos. En navaja, conocimos a Abraham Wong, Rizo Patrón, Mariano Ramos, Piña, Los hermanos Gonzales Vigil, Bracamonte gran amarrador. La calidad de los gallos a navaja, era buena. Traían refresco de otros lugares, como Españoles, Asiles, se veían gallos hasta de 14lbs. El mejor en aquella época, era Rizo Patrón con unos machetones de mucho revuelo parche blancos que en el aire mataban. Nosotros íbamos aprendiendo y comenzamos a comprar los gallos de pico. En el Gallo de oro, fue una tremenda sorpresa pues no estabamos acostumbrados a tanta gritería por la apuesta hasta el tercer o cuarto domingo. Enfocábamos qué aficionados tenían buenos gallos para ofrecerles en compra y ubicamos a un señor Raúl Rivas que tenía buenos gallos pues había conseguido gallos de otros criadores y nos acercamos a ofrecer en compra. Nos dijo que vayamos a Magdalena y tenía más de 200 gallos en 1960 o 1964. Eduardo era alumno de secundaria. Raúl traía todos los domingos un gallito cenizo que siempre ganaba y él decía que era el gallo que le dejaba la plata para la semana. Me acerqué y le dije “Véndame un gallito” a lo cual accedió y nos invitó a la casa a cualquier día a partir de las 4½pm en el Jr. Ayacucho y fuimos. Nos dijo que escojamos. Y le pedimos que nos venda el gallito que había jugado el Sábado. ¡No! Eso no. Ese es el cajero. Bueno si me da tanto, sí se lo doy. Como éramos dos, podíamos juntar el dinero. Matador y rápido, con calidad. Observábamos con cuidado. A todos lo ganaba. Nos pidió más de S/.1,200 soles por no vender pues era una fortuna; y nos dijo que por S/.200 soles escójanse el que deseen. Pero ahora no he traído. Bueno vuelvan mañana. Al día siguiente, regresamos con la plata y nos sacó el gallo igualito pero como me había hecho amigo de Raúl en la cancha, observé bien el gallo. Lo observé pero el de la cancha, en el ala, tenía una pluma blanca partida y era cenizo y en la cola la tercera pluma, también era partida y el que me sacó, era igualito, pero de pluma completa. Entonces, le digo “ese no es el gallo” y me niega a lo que le insisto. Llamó a su cuidador y le dice a Eduardo “el gallo cenizo”, pues ahí está. Pero dicen que no es ese. No es. Y te estoy pagando una plata fuerte entonces me tienes que dar el gallo. Regresó con el gallo pues lo habían cambiado de casillero. No logró sorprenderme. Me obsequió dos gallinas, pero no saqué con esas gallinas sino, con otras que compramos. Ese gallo, nos dio crías sumamente acertadas con cualquier gallina que le acoplamos. El gallo tenía de Asil y español que también había en ese tiempo. Tenía rapidez, maña y acierto. No era como los que se jugaban que levantaban la pata cada media hora. No era tan mañoso pero donde levantaba la pata, hería al adversario y luego mataba. Las armas empleadas eran preparadas naturales. Eran armas buenas y habían personas que se dedican a hacer armas buenas para la venta como “Oyeta” que era el numero uno en armas; ahora prepara espuelas de espina. El gallo resultó padrillo maravilloso. Probamos con gallinas de Burga un vecino que fue el que nos indujo a que fuéramos más aficionados. Nos dijo. Te presto mi gallo para cría, pero en un año, nos visitaba para pedirnos y bien celoso pues no quería que se acerque nadie a nuestro galpón. El gallo pesaba 4 a 5lbs no tuvo nombre. De ahí vienen unos blancos que conservamos y mantenemos desde hace 35 años todos con cacho. Colores pintos que en el 70 al 72, imbatibles por su acierto y no se dejaban agarrar. En una pelea anecdótica, jugamos contra Dante y como demoraba la pelea, empezó a prenderse y el oponente iba perdiendo las plumas que casi al final, quedó todo pelado y al final lo matamos. Parecía carioco. Eso fue en el gallo de oro. Al final del día visitábamos con frecuencia a Raúl Rivas y nos hicimos muy amigos de casa. El como representante, sacaba nuestros gallos. Y decía aveces que si este gallo me ganan, dejo de ser aficionado y era nuestro gallo. Cañedo, tenía un Carmelo, coteja y se desafiaron con nuestro gallo y de nuestro lado, estaba el chino Taro, los de la Fuente, Manco, y nosotros estabamos anónimos. Le matamos el gallo a Cañedo. El tronco principal fue el gallo de Raúl Rivas. En el tiempo que nos conocimos en 1978, Uds. tenían el giro de Gutiérrez, el FTD (Feo, Tuerto y Desgraciado), el Pajares (pues de pollo, en su jaba, cogía una pluma y la pisaba como gallina). Luego, encastamos con gallinas del cura Pita de Chiclayo unas blancas que le dio la maña y el acierto, lo acentuamos. Botaban pintos imbatibles, hasta que a través de un buen contacto, adquirimos “El Angelillo” que tenía una cualidad que aún no se ha repetido en nuestro corral. Lo preparábamos y al momento de soltarlo, levantaba la pata en el primer revuelo para encontrarse, daba su media vuelta y tomaba distancia y a la vuelta, “¡seco!”. Provenía del cenizo con la cría del cura Pita. En la cancha grande, los grandes galleros eran de la Fuente, Dante Valdivieso, pero no iban a Tahuantinsuyo. Nosotros que teníamos un sentido más especulativo que subjetivo, entonces decían “juegan buenos gallos en Tahuantinsuyo” “juegan plata así que hay que llevar buenos gallos” iban preparados. Llegaron un domingo y la afición nos conocía y nos veía con mucho respeto. Dante llega con sus campeones que tenía y había comprado entre ellos un gallo Chiclayano que había sacado el premio. Para jugar la plata que quieran. Tahuantinsuyo era una comunidad que todos se ju
ntaban y sacaban la plata que quieran. Había bastante plata y el dueño, muchas veces ponía; nosotros íbamos S/.100 soles y jugaban S/.1,000 soles. Dante desafía y teníamos un gallo tuerto llamado el Pajares que era tuerto y ese tuerto era una maravilla de gallo. Nunca se dejaba patear. En dos jalones, hacía rápido al rival. Dante dice échale. Cuanto quiere jugar señor Díaz (dueño del coliseo) y dijo S/.500 soles y va. Llega la hora de la pelea y la gente de la cancha grande entre ellos Taró y se puso el coliseo efervescente. Estaba el Chivo Vargas y apostó con uno y otro. En maletín cargaba billetes. Me parece que era contrabandista. Díaz, tenía un secretario que apuntaba con quien apostaba 200, 300, 400, toda una lista. Llegada la pelea, el Pajares no dejaba ni tocarse por mañoso, enyugando el cuello. Pateaba por abajo, arriba o como fuera, pero los dejaba servidos. Además Dante para lucirse, dedica la pela “la dedico a la gran afición y ojalá que no me tengan rencor”. Cuando terminó la pelea, Dante saca el dinero para cancelar y sólo pudo pagar la mitad de las apuestas con su gallo acribillado y muerto. Sacó una lista e indicó que mañana pagaría en su oficina. Decía que para ponernos un tuerto todavía y tomaban sólo wisky. Y nadie permitía que yo viera la calzada del gallo. En el cono Norte, el primer coliseo fue Tahuantinsuyo, de los hermanos Díaz Cajamarquinos eran como 7 hermanos con muy buenos gallos. La mayoría trabajaban en los hoteles Bolívar, Crillon. El coliseo tuvo gran éxito pues se jugaba mucho dinero y buenos gallos. El coliseo era de tablones y la gente estaba parada. Después del Gallo de oro, íbamos a Tahuantinsuyo pues había hospitalidad, amistad, buena comida. Cuando fuimos en el 1964, ya estaba funcionando. Fracasó a raíz de una trampa que hicieron los Díaz. Pues hubo una apuesta grande y Papi también tenía buenos ejemplares y gran apostador. Todo Tahuantinsuyo fue a su gallo y la otra parte que apoyaba a Díaz, también. Aunque por falta de apoyo policial, los hijos de Díaz eran pícaros y estaban  a la expectativa y hubo un apagón de luz y suspendan la pelea, agarren los gallos y otra vez sucedió. Vuelve la luz y se recupera el gallo de Díaz que estaba descordado, pero esta segunda vez, jalaron los plomos de la caja eléctrica. Fueron a verificar los interesados y no habían plomos, decretando tablas. Lo que provocó un gran lío que originó de vaya la gente a otros coliseos, en especial al Naranjal. Los hermanos Díaz tenían un gallo famoso giro “El Espartaco” pero después de muchas peleas, lo mataron. Antonio Wong también concurría y tenía un gallo muy conocido que bajaba la cabeza y casi la arrastraba por el piso pues no se dejaba acertar, luego salía y pateaba. Concurrimos en una oportunidad a jugar gallos a Tumbes con Eduardo Rivas “Chilala” que los acompañábamos en todas las concentraciones. Cuando llegamos a Tumbes y  la recepción de los visitantes fue extraordinaria. Era aniversario de Tumbes. Nos recibieron con banda de música e hicimos un paseo. Llegamos al coliseo y a las 4pm empezaron las paleas. Llevamos un gallo que en la coteja estaba programado, para jugarlo primero y así asegurar un capital seguro para las siguientes apuestas. Primero, un gallo llamado “Aromo” era extraordinario matador, hijo del fundador cenizo, con rayas doradas, pollonero por excelencia y nos paran en el ruedo un gallo de un patrón de lancha con un tuerto y nos dice ¿les gusta?, no se podía eludir pues la coteja era exacta. ¿Cuanto? S/.5,000. El dueño de lancha era vulgar. Va la pelea. Al poco rato, da una vuelta. Algo más. 500, y luego 1,000 más. La pelea era la número 3 y ya se habían iniciado las peleas. Pero cuando nos toca, comentan que aún no había llegado el Sr. Prefecto del Departamento que también era gallero. Vamos a esperar una pelea más. En eso, se sienten tambores ¡ya llegó, ya llegó! Irrumpen aplausos. Terminó la pelea anterior y amarramos los gallos. Subió al palco el señor prefecto, daba la venia al público asistente, a la delegación de Lima, al juez. Soltamos los gallos y mientras buscaba mi asiento para acomodarme, pollón al gallo de Tumbes a la primera patada. Y el prefecto dice “¿Ya? ¿perdió la pelea?, sorprendido. Qué maravilla de gallo; feo pero artero. Para cría bueno. El FTD, es nieto de ese gallo. Tenía una cualidad que de donde sea mordía y mataba. En los aficionados, hay muchos criterios para la coteja; unos observan la espalda, otros las piernas el tamaño del gallo; pero para mi concepto lo más práctico es que siempre veo las cañas. Muchas veces el gallo, está inclinado o agachado y puede confundirse más cuando se realiza la coteja llevan una ventaja exagerada es una medida que considero muy aproximada. Para la coteja hay distintos criterios y es que el dueño del gallo, sabe cómo juega. Hay gallos que no conviene ponerle el mismo tamaño o más pequeños. Otros se acomodan con gallos más grandes. Cuando el gallo se acomoda con uno más alto, es porque jala del hombro o tira al cuello. Hay gallos golilleros o chalequeros. Cuando le llevan picada, los trabajan al cuerpo y cuello que se le llama base que con dos o tres tiros a la base, ahí mismo se descuelgan y puede rematar a la cabeza. Para dar picada, el gallo que se acomoda mejor es el que da distancia pero si es pegado, dificulta. El gallo que tira a pie parado, depende del contendor; puede pollonear. Al revolador, le conviene cualquier tipo de gallo. Hay gallos que se cuidan de los revuelos aunque ello es mejor, cuando le toca un oponente que no es revolador. Generalmente son gallos que juegan mejor en la mecha y si es un gallo pegado, y prendido así sea cuerpero el adversario, es difícil que le saquen pollón e incluso que lo ganen. Es gallo defendido no lo ganan, también cuando el gallo jala de la espalda. Cuanto más peleas tiene un gallo, no desarrollan un instinto especial para cuidarse den los revuelos. Cuando el gallo es plumero, puede ser más chico. Cuando el gallo es cabecero, le conviene llevar ventaja en la picada. El gallo debe jalar de la cabeza y tiende a montar y jala de encima. El gallo que juega abajo debajo del ala, que sale por atrás y que actualmente son escasos, para esta clase de gallos actualmente no conviene por el tiempo que pierden y porque hay gallos rastrilladores, que tiran arriba y abajo; ahora no es una ventaja. Hay gallos que se acomodan al contendor y los termina sin ser afectado por el juego del contendor. El gallo debe jugar defendido, pegado arriba. El gallo que tira de frente como el español frentón, no tiene defensa. Pero a través de cruces puede lograrse gallos que se acomodan y tiran de costado y de atrás que son hoy en día raros, pero es una posición ventajosa. Esa clase de pelea es muy escasa porque los mismos aficionados, piensan que con esa maña pierden tiempo. Se busca la rapidez y punta. Que modalidad de defensa que se puede buscar es en un gallo atropellador, desde que sale, no o deja acomodarse al adversario, con mucha punta. Tampoco conviene el gallo con movimiento de cabeza, pues igual lo aciertan. Hay distintas opiniones que explican porqué un gallo se clava solo. Una de ellas, es que se le armó las espuelas con el punto hacia adentro. Otros dicen que las espuelas muy grandes. Para m&
iacute; son casualidades. Otros dicen que no sueltan la mordida a la hora de la patada. Pienso que ello depende de la forma defectuosa cómo patea el gallo. Hay gallos que se matan solos por ello. Puede ser la inclinación de las espuelas que no es adecuada. Antes cuando se jugaban con espuelas naturales, nunca se clavaban. Aunque el aficionado iba poco a poco formando las espuelas naturales dentro del mismo gallo. Observa un cacho que haya crecido como sea. La punta va dirigida al canal es decir, que deben meter punta en esa dirección. Aunque un gallo muy acertado así lo armes con la punta hacia abajo, también puede matar. Aunque por esos defectos, pierde acierto. Cuando se enfrenta a un buen aficionado, uno ya se imagina la calidad del gallo con la que el toca en suerte y hay respeto pues de antemano, se puede predecir lo dificultoso que será la pelea. Los gallos que pelean en el día, en la mañana se les da una pequeña porción de alimento 6am. Al medio día ya lo han digerido, para ir generalmente a la gallera a las 4pm. Otros le dan huevo duro; aunque la mayoría no les da nada. Los conduzco en caponeras, según el tamaño de los animales y serán acolchadas con piso suave, con una loneta. En el coliseo lo guardamos en la caponera, para evitar contagio de enfermedades y de vez en cuando, se le saca para que respire y se acomode, tanto en la tarde como durante la noche, por unos cinco minutos. No nos apuramos para la coteja. Actualmente, todos tienen buenos gallos. Somos amigos pero los gallos son los que combaten. Hay gallos que están entrenados en alfombra y el adversario de la coteja no lo conoce entonces dificulta la coteja. Hay aficionados que te paran tres o cuatro y ellos mismos te van llevando al gallo que quieren sin que uno se den cuenta. Hay aficionados que prefieren cotejar en la arena, otros en el cemento, pues consideran que de esa manera, lo hacen mejor. Nosotros cotejamos en cualquier piso. Depende el gallo, se usa traba si el gallo es movido o picalón; en otros casos no se usa. Prefiero que me lleven peso hasta dos onzas, pero no tamaño. Dependiendo el peso del gallo. Ahora no dan ni media onza. Por más que sea pequeño el gallo, si se da picada, el otro lo va a machucar. El gallo chico no alcanza en la cabeza y debe pegar en el cuello; puede demorar más y el gallo asimila más al cuello, que a la cabeza. También existe el factor suerte debido al arma más ofensiva que se usa. Debe estandarizarse el tamaño del arma, de acuerdo al peso de los animales. La afición hoy en día es cada vez más especulativa. Más van a la timba que al desarrollo de la pelea; eso es en todas partes. Por eso, hay quien propone jugar con acero, perdiéndose la esencia de la afición. Ya se juega con acero del mismo diseño que la espuela. Un gallo con esas armas, dura una pelea. Los aficionados antiguos decían que una semana antes de la pelea, el gallo no debe bañarse. Eso también lo he leído en el libro de Mañas. Muchas veces la gente no lo cree y las considera anticuadas y en realidad, son conceptos que no cambian. Hace muchos años atrás, se comparaban los pesos a la mano (un galo en cada mano). Nadie habla de los gallos que pierden.
 
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