entrevista al señor jose luis pastor frisancho

entrevista al señor jose luis pastor frisancho

  

 

JOSE LUIS PASTOR FRISANCHO (C)

San Isidro 15 de Mayo del 2009

 

 

Es cuestión de confianza, me dice Carlos. Has  tomado mis palabras hermano, por lo que veo. Yo decía que raro, parece que has tomado mis palabras. Tú porque no crees que yo no cambio, treinta treintaicinco años, el preparador. Es que sabes una cosa, llegas a un nivel  que no porque no me guste, porque a mí me encanta estar con los animales, si es posible, hasta yo prepararía, pero tengo que necesariamente delegar, porque para crecer tienes que delegar. En todo aspecto, en el trabajo, en los gallos en todo tienes que delegar y dedicarte tú a ser la cabeza el líder o llevarlo. Que te puedo contar yo. Que recuerdos tengo de esos. Para mí  fue el inicio de mi afición como gallero que soy, le tome un apasionamiento  y era como una religión ir los domingos, no podía dejar de ir, era como ya una droga, que tenía que tomarla los domingos religiosamente y que tenía que estar ahí a las tres o cuatro de la tarde. Obviamente, ahí  hay personales que van, que han marcado historia en mi vida, gente de toda condición social que no por eso dejan de ser muy simpáticos. En la mayoría de los casos, no de todos pero en la mayoría de los casos y de los gallos he sacado aprendizaje para mi vida diaria, hasta en el campo laboral se puede decir. He aprendido de los aficionados, nobleza se podría decir, mentalidad y podría ser, yo considero los gallos, como una logia masónica  en la cual un gallero, cuando se encuentra con otro es como si se encontrara con un bello hermano. Así es, por ejemplo me acuerdo mucho, Mariños, un hombre Pluma Roja, que era muy humilde, cuando yo tomaba mi colectivo de Lima a Chosica, en varias oportunidades teniendo su carro que era de seis  pasajeros, porque eran autos,  en ese tiempo no habían micros, me llevaba e íbamos todo el camino conversando de gallos y llegaba a mi paradero, me bajaba y no me quería cobrar, entonces esto se lo acepte un vez, pero yo en adelante, no, porque tu comprenderás, que un colectivo es su negocio, su trabajo y lleva cinco personas, y que de cinco solamente  le cobre a cuatro, no era dable. Una atención bien. Así por ejemplo porque el gordo peluquero, no me quería cobrar, el Gordo León, no me que ría cobrar cuando me cortaba el pelo y esos detalles no eran muy agradables, se hacía muy corto el viaje, conversando con Mariños en su colectivo, conversando de gallos, o cuando me cortaba el pelo y el Gordo  León. Veinte años, diecinueve años. 1949, si yo tengo cincuenta  y tres años, voy a cumplir  cincuenta y cuatro.

Monroy que era policía. El pelao Rodríguez. Quien el pelao Rodríguez. Que gusto me da.

Toda esa gente, de toda la vida. Por ejemplo Porto con el tengo una afinidad especial y tengo una anécdota que contarte. Del gallo Carmelo que llevé de Chaclacayo, a una concentración en ese entonces, en esos años, que Camaná era después de Lima, creo o la parte de Lima, la más grande concentración que se hacía a nivel nacional, era Camaná. Pero, yo ya había visto ganar a Porto, un gallo Carmelo, varios domingos uno de los pocos, gallos buenos que le he visto a Porto, antes no tenía  muy buenos gallos. Pero, que lo veía le metía juerga yo. Y le digo oye Porto, préstame el gallo que me lo voy a llevar a Camaná, por supuesto que tu veinte por ciento te lo voy a respetar, a la cajita, y me lo dio. Nos fuimos con Janito, llevando el Carmelo, el Pitrimitri y otros gallos buenos, llegó el día de la Concentración, ese día de la Concentración, resumiendo, Chile había traído siete, ocho gallos negros de los cuales ya habían ganado siete y faltaba juga uno y sí que ese uno era el mejor de todos, por supuesto, para mala suerte de nosotros, le tocaba jugar con el Carmelo de Portocarrero que había llevado yo. Vino la pelea y efectivamente el gallo negro de Chile era un tigre. Agarró,  desde que lo soltaron, le metía como metralleta las patas de a tres de a cuatro, le metía y lo degolló al gallo de Porto. Pero,  felizmente y como dijo Jano y lo reconfirmo yo, el  degüello si bien es cierto  es degüello,  pero es degüello externo. Lo botaba. Pero lo debilitó, porque votó un montón de sangre y el gallito, tuvo la buena suerte o la entereza de cuando estaba en su peor momento, degollado siempre se arrecostaba, es el típico gallo que nosotros hemos visto antiguamente, se pegaba, se abrigaba si es que puedes llamarle de alguna manera. Y ahí se arrecostaba y un poco que dormía, un poco para que le pase y se fue cansando un poco el gallo negro. Así es y de cuando en cuando el Carmelo le metía las patas, y bien puestas, pero de cuando en cuando. Llegó un momento que el gallito Carmelo empareja la pelea y él otro ya no le daba el físico, ni tampoco la calidad: por eso los gallitos muy ligeros a veces se aburren, pero el gallito blanco le siguió metiendo y metiendo y le volteó la pelea y le puso así, mira así en la cosa, ya tenía para matarlo el Carmelo y se aventó Chile y lo recogió. Y lo mató el gallo Carmelo al gallo negro de Chile, lo recogieron, esa pelea nos deparó a nosotros ganar más el premio de calidad en Camaná: en ese entonces pues, como te digo la concentración de Camaná como que hasta ahora, pero en ese entonces, más reviste un. Así es, por la cantidad de peleas internacionales que había, también plata, había una concentración muy importante y nos ganamos el premio de calidad nosotros. Puede ser setenta y cuatro, y tan es así, que yo caminaba en la calle, después de la concentración con Jano o andaba en el carro y de todas las esquinas me hacían adiós, gente que yo desconocía, me saludaba, o sea de la noche a la mañana me volví un personaje  en Camaná famoso. Dicho sea de paso estábamos alojados donde un amigo que no lo veo mucho tiempo, ojalá esté bien de salud, Percy Ortega Dongo de Ocoña, es una vallecito previo al llegar a Camaná de Lima, aficionado a los gallos que muy gentilmente nos cedía su casa cuando íbamos de Lima, yo fui varias veces y ahí nos quedamos en toda la concentración con Jano y los gallos nos hospedábamos. Después de las peleas no nos querían dejar venir a Lima, tan es así que nos quedamos varios días en Ocoña, atendidos por mi amigo Percy Ortega y por sus amigos galleros de Ocoña, del valle de Ocoña. Como habíamos estado alojados en Ocoña, habíamos prestigiado al valle de Ocoña en la concentración de Camaná, porque se hace asumía que el gallo era de Ocoña, nosotros no decíamos nada y tan es así, en Ocoña es un río de camarones donde cargan los camiones que vienen a Lima, los camarones en sus camiones frigoríficos, y todos estos son ocoñejos, todos son galleros y todos son apasionados; un día Percy dice, vamos a almorzar unos camarones, mi mujer me ha dicho que vallamos a comprar al puente, justo estaban cargando los camarones, los camioneros, nos vieron a nosotros; entre los mismos camioneros hubo una disputa, vamos a almorzar con los señores dijo mi amigo Percy Ortega, a sus amigos camioneros, galleros, entonces el primero de los camiones yo invito dijo, cuál no sería nuestra sorpresa el otro camionero que estaba atrás, no yo también quiero invitar y cada uno se bajó un saco de camarones, un costal, porque vienen en costalillo y en el puente hay un restaurancito, en el puente mismo donde preparaban y venden cerveza, esos que están sobre la pista, nos prepararon dos costales de camarones, éramos como seis, siete personas, cada costal pesaría sesenta kilos de camarones, porque nos quedamos desde las diez, hasta las diez de la noche creo. Llegó momento Carlos y esta es la anécdota, que sobre la mesa habían tantos camarones y yo había tantos camarones, había tanta cáscara de camarón que la ponía sobre la mesa, que llegó un momento, que no podía ver a la persona que estaba al frente mío, por la cantidad de cáscaras, no, de camarones ya, sino de cáscaras de camarones. La cáscara que estaba, como yo en este caso hablando contigo, ya no podía ver a la persona, porque las cáscaras eran ya como medio metro sobre la mesa.  Y estas anécdotas fueron increíbles, cosas bonitas que nos han pasado en la vida. Ha, sí que tenía su hijo de una cantante. Así es, Calinnia, el finado dice que ya es, no sabías. Bueno, ya después de eso, me compenetré bastante, haya en Chosica fue con el viejo Terry, con Manolín, con  el profesor Cárdenas. Después, con quién más me compenetré con Portocarrero, con el viejo. Capitán Centurión, teníamos ciertas no discrepancias, pero, no era muy amigo mío.  No éramos afines; lo veía al capitán Centurión medio serio, medio. Hasta aparentemente, hasta sobrado me parecía, porque no se soltaba. En cambio. Sea como sea por ejemplo el doctor Vásquez es mayor y es muy campechano.  Con quien yo tengo mucha afinidad y lo considero un tipazo, un caballerazo; también tengo unas anécdotas que contar, para contarte del doctor Vásquez, pero prefiero no tocar el tema, porque  son, no son tema de gallos. No son temas de gallos, un poco más picante, cuando uno es muchacho, hace sus locuras por ahí y se va a curar con el médico, ja, ja, ja. Así es, así es. Con la penicilina, ya se sabe, ya da un poco de vergüenza decir.  Bueno, sobre todo que fui dos veces. Con cuál de los Núñez. Bueno, es finado también mi compadre, el cholo Núñez, con mi ahijado el Torito, el hijo menor que jugaba fútbol. He tenido mucha afinidad. Después te cuento otra anécdota, también allá de Chosica, de esos tiempos que era gallero
. Siempre me gustaba llevar gallos al coliseo y entonces, pero siempre con un poco de viveza, como todos los galleros son vivos. Todos los gallos ya los tienen fotografiados y ya saben cual es bueno y cual es malo. Entonces, dejé hoy día es concentración no tengo gallos para llevar, fui le toque la puerta al compadre del cholo Núñez que es Armandito, que se fue a Chile con el viejo Guerrero quién vivía en las Vegas también y que era dueño del gallo Timochenco, el famoso Timochenco, un gallo negro grande que tenía un montón de peleas en Lima. Oye le dije Timochenco, un gallito para llevar a Chosica, véndeme.  Bueno, estábamos en eso que me vende, que no me vende. Bueno, me dice tengo al Timochenco, pero lo tengo a medio preparar, pero, hermano vamos llevándolo, no creo que le hagan mucha, lo convencí y lo salimos llevando al gallo Timochenco que tenía como diez peleas en Lima. Era de Timochenco, pero era cría de Guerrero. Armando, no me acuerdo. Timochenco era el gallo y a él le pusieron también, pero, Armandito se llama.

Bueno, la cosa es que lo llevamos al gallo y me salió echando Calin, los Milla, con Hernán Núñez, me salió echando un gallo de la cría de ellos, un pollo que decía que era extraordinario y efectivamente, llegaba el momento de la pelea, el pollo era muy bueno pero con un gallo tan ranqueado, el pollo no podía hacer mucho, más aún, que para hacer la coteja lo han pensado diez mil veces porque ellos no comprendían de donde había sacado un gallo negro súbitamente yo, porque yo lo había llevado en mi mano. Así es y le había dicho a Armandito tú escóndete en la cuarta fila, que no te vean, yo lo voy a cotejar. Y lo miraban,  lo miraban, hasta que hicimos la pelea, llegada la pelea, el pollo de ellos demostró ser muy bueno, pero con un gallo rankiado no podía ser. Más aún cuando soltamos los gallos y yo le digo, vamos Timochenco, decía, y se les pararon los pelos de punta, a ellos, porque ellos conocían de referencia al gallo. Y habían caído en la trampa que yo les había tendido, me explico no. Había llevado un gallo de tapada, se podía decir y ellos habían pisado el palito. Y yo había jugado plata encima y era válido. En coliseo pequeño sobre todo se ve es muy frecuente. Y así, después se reían ellos y ganó por supuesto. Por supuesto ganó el Timochenco, pero no dejó, de ser una pelea tan fácil, tampoco fue tan difícil, pero en la media pelea lo ganó, porque el pollo, no le pudo mantener el ritmo al gallo. Me sentía muy cómodo porque la mujer de Farfán que no recuerdo su nombre, nos quería mucho, nos permitía entrar hasta la cocina, Mónica mi ex-esposa era muy campechana también conversaba con ellos, entraba hasta la cocina preparaban la comida juntos. Llegaba las siete de la noche y Lucho Urbina mi ex-cuñado también era muy campechano, con Betty comíamos ahí en el coliseo lo que habían preparado la mujer de Farfán ayudado muchas veces por Mónica, que tenía muy buena sazón, que era mi ex-esposa,  que por más de ser una persona adinerada, de buena familia, no tenía inconveniente en entrar en una cocina de barro, de horno de barro o de leña o de kerosene. Ese es el Perú, no tenía inconveniente. Y así nos hicimos estimar, querer por la gente humilde, no. Que nos cuidaban, nos acompañaban al carro en la noche, para la salida y un montón de cosas simpáticas del coliseo. Después, me acuerdo mucho también de ese entonces; no voy a hablar de gallos específicos míos, pero si voy a hablar de anécdotas de personas. Me acuerdo que cuando iba a Lima, en el noventa por ciento de los casos, perdía y a pesar que llevaban se suponen buenos galpones, gallos, todo es por el efecto altura, yo creo que esto lo conversamos la vez pasada. Hacía la bajada, también afecta. Tú piensas. No, no, no, que lo gallos de Lima, que venían de Lima, El noventa por ciento perdía, y nosotros los esperábamos a Dante Valdivieso, los La Fuente, todos que llegaban y llevaban para la finca. De cinco gallos, creo que con las justas uno empataba y cuatro perdían. Entonces, esto ya lo hemos hablado, me has dado tú las respuestas científicas. Pero, esto es algo que nunca me he olvidado y he aprendido a no llevar gallos a la altura. Después, que más te puedo decir de ese entonces, me acuerdo mucho de Zevallos de su hermano Polanco. Así es, del Gordo Quevedo. Cabrilla, después me acuerdo del Viejo Terry. El negro Carburo, del Colorete, del que vivía en Santa María, un viejito blancón, coloradito, bien flaquito.  Así tantos. Yo he ido al Agustino varios años. Por motivos presupuestales, pues, bajó mi nivel de gallos, en calidad y cantidad y tengo un compadre espiritual, que se llama Agustín Gallardo que vive en las Flores. No, en el paradero siete de las Flores, entonces, nosotros las veces que íbamos a Surco, perdíamos, porque en la mayoría de los casos, no estábamos en el nivel de Surco, de ese entonces, donde habían unos gallos, que eran unos monstruos, entonces nos mimetizábamos con la gente del Agustino, por cuestiones básicamente, presupuestales de nivel de gallos. Económicamente, primero nivel de gallos, segundo no interfería con el trabajo, lunes en la noche, tercero y cuarto lugar era un punto equidistante para que mi compadre espiritual vaya sólo a los gallos llevando los gallos a las cinco, seis de la tarde y yo vaya después, a las siete, siete y media, ocho de la noche, de frente a verlos jugar a los gallos. Te explico, caso contrario hubiera tenido que darle para el taxi, para que vaya el viernes a Surco, y por lo general a  perder. Para terminar otra de las cosas del Agustino en ese entonces, no sé, dicen que ha bajado. En todo, a eso voy, se comía muy rico y muy cómodo. Y como en ese entonces, estaba en una situación económica, no difícil, pero inestable, un poco tenía que buscar el bolsillo. Por ejemplo comerme un menú, un arroz con seco con frejoles, de cuatro, cinco soles, no voy a comer solo, con diez soles habíamos volteado la noche, la entrada estaba mucho más barata, es decir. Y así es y en todo caso éramos bien recibidos por el acentista, que es Wildo y no por eso dejaba de ser un gran coliseo, porque mucho aficionados de Lima, van el lunes al Agustino, entonces, yo decía qué me pierdo ir a Surco, si acá los veo casi a todos el lunes. Así es, es más, yo veía que acá se encuentran aficionados de todos los conos o porque sus gallos son muy conocidos y no los pueden jugar en su sitios o por cuestiones presupuestales, o porque sábado y domingo no pudieron cobrar su planilla, su cheque, su semana, su sobre; el lunes lo cobraron y están el lunes jugando sus gallitos; entonces los veían a todos, el lunes en el Agustino. Otra de las cosas, no interfería en mi trabajo, yo a las seis, siete de la noche, y no por eso en la cancha del Agustino, deja de ser una canchan interesante y competitiva, porque tú ve que los lunes en temporada, hay cuarenta y cincuenta peleas y se quedan hasta dos o tres de la mañana y está que no  puede ni caminar. Entonces, con poca plata me divertía, jugaba mis gallitos y no interfería en mi trabajo, no pagaba el taxi de mi compadre ida y vuelta, porque irse de las Flores a Surco, u cualquier coliseo más importante en ese entonces, yo me implicaba. Sí, sí. Es más, cuando las anécdotas, el Agustino es sitio de delincuentes, de choros, pero a mí nunca gracias a Dios me pasó nada. Esa callecita hemos transitado ahí en la madrugada y no nos ha pasado nada, parece que Wildo, tiene arreglado, se me informó que así era, que todos los delincuentes podían venir a comer gratis al Agustino, pero que no choquen con su gente, porque si no, esa gente dejaba de ir. Cuando no tenía dinero, no te cobraban entrada y muchas veces no me han cobrado entrada a mí, no porque no tenga, sino porque, era una atención o había pocas peleas o poca gente todavía, entonces me decían pasa nomás. Y así, me acostumbré a ir al Agustino, porque no estaba en el nivel económico, que siempre he estado yo acostumbrado, a estar en el
pasado; y no dejé mi afición y si tenía pocos animales y la coyuntura se prestaba. Y otra cosa en ese entonces que jugaba en el Agustino yo trabajaba en Molinera del Pacífico y era el encargado jefe de la venta de arroz y azúcar al por mayor en el mercado de productores. Entonces me quedaba muy cómodo, yo salía a las seis, siete de la noche de cobrar o de vender arroz y azúcar al por mayor en productores, me quedaba muy cómodo por Evitamiento y llegaba al Agustino en un abrir y cerrar de ojos. Por toda esa coyuntura me metí en el Agustino como cuatro, cinco o más años a jugar. Sí todavía los tengo. Gracias a Dios hasta ahora tengo los cheques ahí y puedo hacer un cuadro, nunca los he cobrado ni nada. Pero he hecho millonaria a mucha gente, porque la Molinera del Pacífico de los Osterling me daba toda la confianza y le bajaba un tráiler de arroz a cualquier mayorista, un tráiler a treinta dólares el saco, pues son treinta mil dólares que más o menos llevaba un tráiler de tres ejes. Me cumplían, tan es así que yo a veces venía casi así me han matado una vez. Llevaba costalillos, así como esos de cincuenta kilos de polietileno llevaba de dinero en las noches a mi oficina y no me iba mal en el trabajo, lo que pasa que era muy peligroso porque era vender cobrador. Y si de por medio, en las noches eres mayorista, mandas la carga, mandas el arroz y el azúcar, porque yo no te vendía de un saquito, yo te vendía de camionadas, trailadas. A veces no tenían la plata y la mercadería estaba estancada, entonces y tenía la luz verde para bajarle la carga a quién me dé la gana. Paso mis pedidos, mándale a Carlos Cogorno uno o dos tráiler, son treinta o sesenta mil dólares, pero tú avanzabas con la venta y yo conforme ibas avanzando con la venta en las noches te caía seis, siete de la noche y me pagabas y me liquidabas lo que habías vendido. En ese entonces era en soles, hacía el cambio todo y yo no contaba, los lomeaba, lomear es agarrar los ladrillos de plata y meterlos acá, mil, dos mil, tres mil, cuatro mil, así lomeaba los ladrillos y me acostumbré también a ser medio grosero, hablar malas palabras, vulgar. Les decía oye concha tu madre, les decía como te falte acá cien soles, te cagaste cojudo, porqué te aplico la ley. Ese es el idioma, que va, hay para su gaseosita, que gaseosita concha tu madre, métetelo al culo, así hablaba, tenía que hablar así, así es el slam. En ese nivel de la parada, en productores y muchas veces en ese entonces, no sé si ahora habrá luz, pero, a las seis, siete, ocho de la noche cuando yo estaba, después que había avanzado la venta, después que tú te paras en el mercado de productores, las camionetas de todos los mercados van a abastecerse ahí, a las seis, siete, ocho de la noche salen como una procesión, salen todos cargados, las camionetitas con todos los productos básicos a los diferentes mercados de Lima, entonces los mayoristas están cargados de plata a esa hora, esa es la hora de la cobranza, porque, si tú vas al día siguiente, ya se tiraron la plata en otra cosa. Ahí yo les aplico la ley, ya saca o te cajoneo concha tu madre les digo, entonces. Y tenía que aplicar la ley, así comprendes un poquito el tema. Entonces, una vez me siguieron y casi me han matado a balazos acá en Canadá, de día todavía, seis, siete de la noche y felizmente manejo bien y pude evadir la cosa, pero ya le agarré miedo a ese trabajo, es muy arriesgado porque llevo mucho dinero. Para mí la crianza es una afición.  Una pasión.  El juego es como dices tú consecuencia de la pasión. La prueba de fuego sin embargo yo considero en este sentido, entonces estoy en una disyuntiva si jugar gallos se ha convertido en mi vida, en un vicio o, no se ha convertido en un vicio, que lo llamamos solapadamente consecuencia. Porque, si yo crío, me gustaría necesariamente ver jugar a mis animales. Pero, si me gusta ver jugar a mis animales, entonces estoy en la disyuntiva, muchas veces he pensado yo retirarme de los gallos si pudiera. Escúchame, porque me falta tiempo, últimamente, en los dos años inclusive, he hecho esto, he mandado cuatro, cinco gallos, le he dado la plata y no los he visto jugar.  Entonces, he llegado a la conclusión, no, pero  durante  tantos años de mi vida he invertido y he llegado a un nivel, de conocimiento y de animales, que me hubiera gustado tenerlo, cuando tenía veinte años y no cuando tengo cincuenta, me pasa eso. Que ahora votar por la borda todo lo andado, es para mí. Me siento atado, me siento comprometido con mi pasado, porqué, por mí, te lo juro Carlos, yo el día de hoy. Sí, cierro la puerta y regalo todo y no me quiero quedar con  ningún huevo. Porque si no, vuelvo a criar, pero me pongo en la disyuntiva, tanto he andado, tantos animales, a ese gallo rojo por ejemplo, porque es una creación mía y que bota bueno. Otros gallinos, otros gallos y Jano te habrá contado soy ganador con mis crías, no estoy hablando cojudeces, tú has ido a entrevistarlo a él, yo tengo pues, me siento atado, comprometido con mis animales yo digo, voy a morir, como gallero, no porque me quede otra, sino, porque ha sido un matrimonio que he tenido con los animales, de por vida, con los gallos de pelea. Cuando esté en mi cajón, o esté dando cuentas a Dios, seguramente, cuando me muera ahí, le voy a pedir, ha, si ha justificado, yo creo que sí. Yo creo que sí, sabes porque, porque hasta el día de hoy, nunca me he ido a un siquiatra o un sicólogo, ha sido para mí la válvula de escape y yo veo gente, mucho, yo veo gente a mí alrededor, ahora que estoy en un mundo social y económico más elevado, que tiene muchos problemas. Así es y vicios, y no solamente solapados, que no pueden controlarlos, casos de alcoholismo, de drogadicción, que gracias a Dios, toco maderita porque, no he sido nunca, ni alcohólico, ni drogadicto, ni pepero, ni nada de esas cosas.  He probado de todo en mi vida. Escúchame, pero me han ayudado los gallos como te digo yo, a veces entraba a mi corral, desesperado porque no encontraba soluciones a determinados temas en mi vida y salía relajado, salía sedita y podía continuar o dormir, porque, el hecho de ver a una gallina, un pollo, un gallo o darle de comer a mis pollo, que los estoy viendo crecer me limpia el alma. Entonces para mí, eso es mi ganancia, y veo muy de cerca, es más tengo adentro de mi familia, no, tengo a una persona que quiero mucho, pero no quiero mencionar su nombre, problemas de ese tipo, que no ha encontrado su válvula de escape y se tiene que refugiar en el alcoholismo, la drogadicción, siendo una persona que tiene todas las condiciones valiosas y Yesenia sabe de quién estoy hablando  y por eso es que crío gallos de pelea. Estas escuchando Yesenia, de lo que estoy hablando, no. Porque cuando voy al coliseo desfogo, desfogo todas mis energías contenidas, todas mis pasiones y el lunes estoy renovado, como si fuera, vuelto a nacer, empiezo mi trabajo. Cuando suelto, vamos carajo, mete las patas mierda, le digo a mi gallo. Entonces, no por estar jugando mil soles, puedo estar jugando uno cien, porque ahí está parte de mi ser, que lo he tenido uno o dos años en mi corral, jugándose la vida, entonces para mi, en vez de pagarle a un siquiatra, a un sicólogo, invertir una o dos
horas a la semana, o al menos, o lo que sea, o estar cada dos o tres días comprando droga. O comprando alcohol cada dos o tres días para chupar, para nivelar mis emociones, prefiero los gallos mil veces. Yo entro a mi corral por ejemplo y saco un pollo bonito, una traba, puta madre, digo esta es mi creación, digo José Luis Pastor y que pasaría si le meto la hermana de este cojudo a otro, ya estoy pensando. Así es, oye hermano, cuando yo te hablo en algún momento de crisis económica, no tenía mucho dinero, o me vino la bajada, me acuerdo mucho, tenía que matar muchas veces mis gallinas porque, no me gusta regalar, con mucho dolor les daba un beso antes de matarlas. No me quedaba otra. Hay cosa en la vida, que los gallos me han ayudado a mí a entender la vida.  Eso se lo dijo Lalo Granda también, el finado, o no, o me equivoco. Yo creo que en ese sentido. Bueno te voy a contar anécdotas de mi vida. Yo he pasado también momentos económicos muy difíciles en mi vida, inclusive no me da vergüenza, yo he sido más de diez años taxista, teniendo de familia y esto lo guardo para no bajar la guardia, este letrerito lo tengo de recuerdo. Y los gallos me han ayudado a saber luchar por la vida, pero espérate, entonces esto de acá es posible ahora por mis propios esfuerzos he salido y ayer me he comprado un Mercedes del 2004. No, es que quiero darme el gusto carajo, porque la vida se vive una sola vez y yo como los gallos buenos, soy bueno, pues, que no me jodan, como decía mi difunta abuela que está escuchando, nacen potros, unos mejores que otros y le he ganado la partida a la vida, no me jodan. Así, con esa cólera que del gallo, te sentí cuando te derrotan a uno que le he metido punta, le he ganado la partida a la vida. En buena hora carajo y en buena ley. Y de abajo y te estoy acreditando lo que te estoy diciendo, estas cosas, no se las he contado así no más a cualquiera. Solamente lo saben mis hijas, qué creo una vez se lo he contado a Yesenia y no lo sabe nadie más. Me has movido fibras hondas, hoy día, por eso te lo cuento. Como voy a ir con mi Mercedes a la gallera, eso no lo sé, ja, ja, ja. Ya lo hemos vivido son los altibajos que te da la vida, en los ciclos, pero es interesante, es interesante observar también bajo esa circunstancias, reacciones. Pero me ha costado hermano, ganarle la partida a la vida. De acuerdo, de acuerdo, me ha costado, ha, no quiero entrar en detalles, no en vicisitudes. Pero se lo he ganado. Y como tú eres amigo antiguo y conoces un poco mi pasado, todo, me siento lleno de orgullo, me ha embargado de orgullo el haber ganado. Por eso lo hecho, por el desquite de la vida. Así es, así es, entonces, esas cosas he aprendido de los animales y por eso es mi gratitud. Sintetizando, esa es la conclusión de vida, que no la he aprendido ni de los perros, un de ningún otro animal; de los gallos, por el deseo que tienen de vencer, de vivir y de salir adelante, en la adversidad. Pero, para eso no es cuestión de alocarse y empezar a disparar a todas partes, sino. Es capear el temporal como puedas, esperando tu momento. Esperando poder capear el temporal, porque hay momentos que nos vas a poder revertir la situación, porque la situación no te favorece. Vas a perder digamos en algunos momentos, la pelea, vas a estar perdiendo, pero en eso está, en saber capear el momento, la hora, sin quedar tan mal parado. Si no te vence, en ese momento, entonces empiezas tú poco a poco a reencontrar y a imponer tus condiciones, porque ya se fue, ya se pasó el momento que te debieron  tumbarte. Y ahora me toca a mí pues, y ahí empiezas tú pues. Sin cometer los errores del comienzo. Por ejemplo yo veo, en esto, también y acá mira, tú has visto no Yesenia, por ejemplo mis hijas son bien luchadoras. Oye, Yesenia, mi hija, no. Creo que es la primera o segunda en la clase, dice que tiene puro dieciocho en la universidad y acá se amanece estudiando, nada que, no Yesenia no estoy mintiendo, y si o no, acá hermano, en su cuarto, en las madrugadas, todas las noches está con luz, ahí veo que está estudiando. Muchas gracias por eso. Te ha interesado ese punto, no. Pero tú eres ingeniero, pues hermano. Yo sí lo he probado. La germinación del grano. Para mí, como tú lo dijiste, como tú científicamente, la simbiosis del agua con todos los elementos que puede tener la semilla, es como el T.N.T., o es como el fósforo, que está separado en los palitos de fósforo de la banda para explotar. Cuando tú los mezclas, produce un efecto de explosión. Igualito debe ser el agua en el grano, presumo de que se potencializa, pues todos los nutrientes que pueden estar durmiendo en la semilla, que despierta. Por la simbiosis que da el agua, por eso dicen que el agua es vida y potencializan todas las vitaminas y tu sabes más que nada, porque eres ingeniero, que cuando está naciendo, ya sea un animal o un grano, está pues en toda su potencia, despegando para nacer, entonces tiene todos sus nutrientes, todo en su máxima potencialidad y si tú en ese momento. Por ejemplo, el grano que mi abuelo, finado me lo enseñó, hace cuarenta años era mi abuelo, es un pionero, hace pues, que el gallo o el animal que come estos nutrientes, no necesite mayormente anabólicos, porque ya es un anabólico para mí, por ejemplo el trigo germinado que tiene altísimo contenido de vitamina B y fósforo, que son los principales ingredientes de los anabólicos hormonales. A mí me parece que el sistema neurovegetativo del animal, se fortalece tremendamente, por la cantidad de vitamina B que aporta el trigo, el altísimo aporte;  lo noto lo siento, lo veo, mucho más despierto el animal. En el tope no tanto lo veo, por ejemplo mis animales no estoy también de pollos. Cuando mudan si son. Pero escúchame, son más atentos, más despiertos. Tienen un sistema nervioso más limpio digamos. No están durmiendo en el día, no están apáticos los animales, están mucho más advertidos, están más enteros, los animales no paran durmiendo, son más nerviosos cuando pasa un águila, cuando pasa un animal, tienen mayor reflejo. Desde que deja de comer el Avenizin, yo le doy Avenizin cien por ciento hasta los dos meses o tres.  Mezclado Avenizin con granos, mezclado. Así es, que yo hago el grano, el trigo lo mezclo con el maíz partido y lo hago dormir con agua y después lo escurro. ¿No Yesenia, que tal comen los animales el trigo germinado? No es cierto, así, así, me los trajiste. Te voy a contar este gallo pinto, te voy a contar brevemente, yo siempre como te digo, yo soy un admirador de la cría de Eucaliptos antiguos, estoy hablando de la cría del noventa, del ochenta y cinco o noventa. Dicen los aficionados que es la mejor época. Soy amigo del preparador del Eucaliptos de ese entonces, que es Manuel Mayta, más conocido como el cholo. El cholo es allegado aquí a la casa, es amigo, viene siempre y yo le había encargado, si tuviese animales de esa cría para refrescar los míos, que tan gentilmente, me había dado Luis Antonio en su oportunidad y me dijo, si, efectivamente José Luis tengo un gallo pinto, que lo he dado para que saquen camadas al Norte, está por Virú, por Trujillo, pero me han engañado, me han tirado cabeza y nunca me han enviado  un pollo y yo he mandado el gallo con dos o tres gallinas, así que bueno le dije, tráelo, te lo compro. De que cría es, dijo José Luis. Bu
eno José Luis, cuando Luis Antonio y yo teníamos nuestra relación laboral, Luis Antonio muy gentilmente me dijo, cógete seis gallinas de las que más te gusten del corral, para que te recursees y tengas tú la cría. Lo cual hice y me escogí entre seis, una enana, cuando las tuve las gallinas en mi casa, no sabía que padrillo echarle y me acordé que Guillermo Núñez le había comprado en quinientos dólares a Luis Antonio un enano ají seco que era campeón del mundo, que tenía seis, siete, ocho peleas y se lo había comprado a Luis Antonio, contra su voluntad, porque Luis Antonio nunca lo quiso vender, ni siquiera en quinientos dólares ese gallo. Lo que sucede que se lo prestaron a Guillermo por versión de Manuel Mayta, para que lo lleven a jugar creo a Huánuco. El gallo ganó en Huánuco y acá, cuando le regresaron los animales a Lima, le dijeron a Luis Antonio que ese gallo se había pateado, en pocas palabras no se lo querían devolver, que era mentira, después supe que no se pateó nunca y le dieron sus quinientos dólares a Luis Antonio para que no reclame. Luis Antonio lo vendió asumiendo que se había pateado o que nunca vería una pluma. No le quedó otra que recibir los quinientos dólares. Ese gallo fue el padre de este pinto, con una gallina que se escogió Manuel Mayta, también enana, que le había regalado Luis Antonio. Tengo entendido que este pollo, este gallo pinto, era tan bonito de pollo que Manuel lo llevó tres veces al coliseo y nunca le quisieron echar coteja, así que lo alquiló, lo vendió al Norte, lo guardó como padrillo por las líneas que tenía, es un pinto enano, enano en imbriden como tú puedes ver, es un pinto patas blancas, fuerte, bien proporcionado el pollo, el gallo. Y Manuel Mayta tuvo que viajar a Trujillo a traer el gallo, ya de guerra, porque, dice que le colgaban el teléfono, lo llamaban y nunca se lo querían traer, ni se lo querían devolver. Y esa es la historia, a mí me ha votado hijos ganadores, pero mejores hijas, tengo tres o cuatro que te los he demostrado, unos pintos encastadas con gallinos de Luis, que son mis pies de cría. Entonces lo que echa ahí debe salir en promedio de regular para arriba. Si he probado, porque depende del gallo que les hechas a las hijas, te deben salir de regular para arriba, pero, yo le tengo confianza, con mis animales mismos, porque yo soy del criterio de que a las gallinas hay que echarles su mismo tipo de animal, que lo acompañen, genéticamente, o en su modalidad de pleito.  Porque si no, no te sale ni chicha, ni limonada.

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