ENTREVISTA AL SR CARLOS PITALUGA

ENTREVISTA AL SR CARLOS PITALUGA

  

CARLOS PITALUGA SIBODA

Tacna, 19 de Mayo del 2006

 

Soy uno más del grupo nomás, gano, pierdo, la cuestión es divertirse. Nunca he jugado mucha plata, no me ha gustado jugar plata. Cuando se trata de jugar, bueno, quinientos soles, somos cuatro o cinco, ponemos cien, doscientos, pero en el juego, no soy apostador; una, que no la tengo, y segundo, que no me gusta jugar a plata. Pero, he topado alguna pelea, donde hay que poner más de veinte soles, se pone; las circunstancias lo obligan a meter la mano al fuego. Yo no lo creo que el primer gallo, a nadie sabría decirle que gallo pelea.  Mi papá era un italiano, que odiaba a los gallos y a los galleros. Nací en un barrio en el Alto Lima y era una sola calle, no como Tacna ahora. Todos eran agricultores, los hermanos Flores, Abel Lara, Moisés Izaguirre, el viejo Valentín, después de los que yo me acuerdo cuando tenía seis, siete años, Gonzaga Gil, todos ellos, de esa época habían tres cuadros de fútbol en Tacna, después de la reincorporación de Tacna, le estoy hablando del año treinta y cuatro, treinta y cinco, la reincorporación fue el treinta y uno.  El veintiocho de agosto, yo también soy del veintiocho. Toda esa gente que vivía al rededor de mi papá, porque mi papá tenía un negocio y tenía camiones, cuando era pura tierra, iban a Puno. Y que resulta que una de estas señoras fue mi madrina, no tenía hijos chicos, nietos, entonces me cargaban a mí y lo primero que veía yo, era un corral con treinta gallos, con cuarenta al otro lado y de ahí nos íbamos a la chacra, tenían como cuatro, cinco chacras, las chacras tenían gallos, lo primero que vi fueron gallos.  El diablo se me habrá pegado pues y me regalaban un pollo y de ahí comencé en la danza esta de los gallos de pelea.  Porque no se conocían. A parte de que todos estos caballeros eran muy honrados; no es como ahora que uno llega a un coliseo y pégale, tírale, se mete uno, se mete otro, antes los viejos estaban encorbatados, recuerdo que en la cancha de gallos nadie gritaba. Y cuando tú decías muerte al gallo, muerte al gallo, muerte al gallo; el viejo Panza, que murió don Modesto Panza decía,  porque no se callan, no estás viendo que no hay apuesta, cállense, ya, un silencio único. Ahora es un escándalo, parece el circo de Nerón, entra uno, entra otro, se dan vueltas, se trompean. Un desorden, hay mucho desorden y en consecuencia de ese desorden, que viene acompañado de los tragos, porque desde que se empezó a tomar en el ruedo, se empezó a degenerar esto. Claro, yo tomo mis tragos en la cancha de gallos, cierto, no voy a decir que no tomo, pero yo soy uno de los primeros que digo, que no se venda trago para el ruedo, quieres tomar uno va a la cantina; todos los que están en el ruedo, de la cantina vienen borrachos al ruedo a hacer el escándalo. Se limita un poco; las cosas han cambiado no solamente acá, sino en todas partes del mundo. En los estadios, se tira uno para el otro, se sacan las chompas, acá los negros del Alianza Lima, le meten un gol al Bolo, pues se van de acá hasta el parlamento oye.  Se van a quedar con la chompa hasta ahí, después empiezan a jugar. Ha cambiado todo, inclusive hasta los gallos han cambiado, antes eran otro tipo de animales. Mi Padre tenía camiones y muy limitado, camiones de carga. No había carretera pues. Había huella nomás, de acá echaban, a Arequipa, los camiones echaban dicen catorce, quince horas a Arequipa y a Lima dos, tres días, me cuentan los viejos choferes que ha habido, el “Negro” Albarracín, “Bravo” Tordoya, todos ellos. Y para Arica no había carretera, había una huella, todo el mundo se movilizaba por el ferrocarril Tacna-Arica, que ahí está, después de años lo han venido de nuevo a recuperar, para que vaya la gente. De acá se iban a Ilo, o de Ilo se iban a Arica, y de Arica los barcos iban a Lima, la gente, de Tacna se  movilizaban  en esa época, así me cuentan a mí, por el mar, en barco. Sí, de acá llevaban fideos, alcohol, productos industriales más o menos; de allá venían con papa, quinua, los ponchos tejidos, chalona, todo eso. Con Arequipa muy poco, con Moquegua algo, que es lo que yo me acuerdo; pero de acá a Arica generalmente cada quince días, de acá había gente que tomaban un carro expreso, me acuerdo con Bilbao, un español, creo que cobraba treinta soles, veinte soles, los llevaba a las siete de la mañana y los traía a las siete de la noche, el mismo día y no había control sanitario nada, usted podía pasar un gallo, como podía pasar cien y se iba a Arica. Tacna y Arica casi igual, pero los criadores que habían,  la gente que había en Arica, era gente que había nacido acá en la época. En el Perú, era la época de la invasión chilena.  Entonces muchos, para ellos, era más fácil irse a estudiar a Chile, que ir a estudiar a Lima. Entonces, por ejemplo el caso del doctor Abel Garibaldi; el doctor Abel Garibaldi tenía unos doscientos, trescientos gallos, el padre era italiano, la madre era de acá de Pocoyaya, a siete kilómetros de acá, caseras, chacareras, este hombre nació acá y dicen que a la edad de siete, ocho años, paraba con gallos para arriba, para abajo, entonces el padre lo hizo estudiar en Chile, se recibió en Chile de médico, y se vino a trabajar a Tacna, en la época del plebiscito, Tacna se quedó para el Perú, Arica para Chile, el se fue a trabajar a Arica, pero él prácticamente era italiano y peruano y la mayoría de gente que peleaba gallos. Y la mayoría de gente que peleaba gallos en Arica, había un setenta por ciento que eran chilenos-peruanos. Sí, en esa época dicen que el gobierno chileno, tenían dieciséis, diecisiete años, ven para acá pum, te inscribían o te daban una documentación, todo o te modificaban las partidas de nacimiento, tú ibas en la época de Chile, no te preguntaban si eras peruano o italiano, chileno te ponían de frente, así era. Te trabajaban, no, más a la fuerza y esa gente yo me acuerdo de Arica yo el año cuarenta tenía nueve años, fui con Pancho Lombardi, padre del cineasta, tío de Guido, de la Rosita Lombardi, de todos ellos. O sea, el también estudió en Arica, pero también estudió en Chile, él estudio en Chile, porque los padres, don José y la señora Rosa, eran italianos, y que resulta que Guido, el papá del periodista era italiano, Pancho chileno, el chato Mino, que se quedó acá, que trabajó en un camión, era peruano. Hay muchos italianos que vinieron a Arica, en la época del Perú, se quedaron ahí, después se pasaron a Chile, los hijos que nacieron, los nietos todos chilenos, y acá todos son peruanos, son primos hermanos todos; todos los Lombardi. Una amistad única. Tacna-Arica, el mismo tipo de gallos había en Tacna, que en Arica.  El chileno, el chileno antiguo, que era un tipo, no como el español, ni tampoco como el inglés, yo no sé de adonde los cruzarían, pero eran gallitos firmes, firmes, pero sin defensa. Acá se cruzaba, se cruzaban, las gallinas las traían de Chile.  Chiquititas, colitas p
aradas, bien parecido a un español. Pero no lámina, un poquito redonditas, de ahí sacábamos, nueve huevos ponían todas, las echaban con los japoneses, que se traían del Callao. En el Callao había japoneses. Esto ha sido del cuarenta para adelante. Entonces acá había gente que por el negocio, se iba al Callao o tenía familiares y de allá les mandaban los gallos japoneses, entonces cruzaban japonés con chileno y salían animales muy, muy regulares pero todos cuatro catorce para arriba.  El cruce botaba cuatro catorce para arriba, hasta siete libras, siete cuatro. Pasaba las cuatro libras, cuatro ocho. Seis ocho. Japonés con chileno. Con espuela natural, y cuando también se ponía el cacho postizo, que era de la misma espuela. Los cachos muy curvos, todos se le cortaba y se le ponía, pero eran animales muy defendidos, firmes para aguantar más que todo y se peleaba cuarenta minutos, yo soy de la época, cuando jugaba cuarenta minutos en Tacna el año cuarenta. Nunca entró la coteja acá, nunca, acá se jugó al peso nomás. La afición, era una afición muy sana la que había en Tacna. Del sur de Santiago, los Andes, Osorno, Valdivia, después no recuerdo que otro no.  En ese tipo de gallina, uno que otro que viajaba a Santiago, de Santiago se iban al Sur y se traían tres, cuatro gallinas, un gallo tuerto por ahí, llegaban a Arica y por la amistad, de Arica, de voladita se pasaba a Tacna. Había una amistad única entre los galleros de Tacna y los galleros de Arica. El peuco es un animal de rapiña en Chile, medio gallino, de ahí le pusieron Peuco. Porque se le ocurrió a uno de estos señores, el verdadero Peuco, es un ave de rapiña, es entre medio gallino y cenizo, entonces cuando tienen esas plumas, dicen el peuco, el peuco; pero peuco es una canción, un candor. Es un color de plumas, nada más. Habían buenos aficionados en Arica, pero ya han muerto casi todos, todos. Ahora el sábado ha muerto don Hugo Mosó, el “loco”, yo no pude ir hermano, tenía mil cosas que hacer, día de la madre, no hay movilidad, tengo mi camioneta, pero mi camioneta se tira cien soles de gasolina. Es Toyota ochenta y seis, pero para movilizarme acá. Había buena afición, siempre ha habido cientos. Hay rivalidad de querer ganar. Nada, nada y había gente con sus centavos, en Tacna y en Arica y alternaban con cualquier zapatero, sastre, carpintero, todos en la misma mesa, nunca ha habido ningún tipo de menosprecio. Galleros, todos iguales, desde arriba hasta el último peón, toditos iguales hermano. Después empezaron a cambiar las cosas, ya hubo la carretera a Lima, el avión y el intercambio, hay gente que viajaba a una concentración, venían de Lima, Camaná, peleaban un gallo, bueno malo, lo dejaban; entonces empezó a cambiar el sistema y después con el Festival de la Alameda, vino los panameños. Yo estuve dos días antes, me tuve que venir, ahí cambio el tipo de gallo, periquitos así.  Claro, jugaban con carey, después salió la espina, yo nunca he estado de acuerdo con jugar con espina; como puede ser, que los gallos se ganen más rápido que los navajeros, esos gallos con espina a los ocho segundos, diez segundos. Me gusta el gallo que juega en la honda, que tienen cierta calidad. Ahora los gallos se busca que tiren, que tiren, y que metan por cualquier lado, con estas espinas, cuantas peleas hemos visto que a un gallo lo tienen hecho un charqui, cacho, cacho, señor juez cacho, se demoran, le ponen una lanza de este porte, franc, seco el otro, suerte o que le chuntó, nada más. También yo soy un convencido de que cualquier animalito de estos que están jugando ahora, digamos del tipo españolcito, centroamericano, con cacho de gallo común y corriente, no se ganan tan rápido como se ganan como espina. Se tiran, se meten, eso sí no, y lo peor que tienen, son los dos de frente, ninguno tiene defensa, ambos de frente, ahí el que mete más y tira más va a ganar. Dominando, es un espectáculo bello, porque es una ratita, que tiene tres dedos y tienen una fuerza bárbara para tirar se las patas. Después se apagan. Me acuerdo de antes, cuando las peleas eran de treinta minutos, cuando agarraron, aquí nosotros preparábamos los gallos veinte minutos, quince minutos mínimo, veinte minutos lo máximo, domingo jueves, domingo jueves y de ahí salía a pelear el domingo, no había diez días de descanso nada, tres días, cuatro días máximo, pero los gallos tenían la costumbre de ponerlos al revolcadero, el que menos tenía su revolcadero, de metro cincuenta por dos de ancho, con arena todo. Y no había columpio, tenía un palo ahí nomás, el gallo se asoleaba bien hasta las cinco de la tarde, de ahí y brum, a un cajón bien tapado a dormir, eso sí lo tapaban bien tapado, porque acá el clima es bien bravo. Ha cambiado todo, inclusive hasta el mismo gallero ha cambiado. Ahora es más difícil criar gallos, es más difícil hasta para conseguir un buen amigo. Bueno, de todo hay. Hacia el norte de ellos, en realidad no tengo una cosa precisa, pero venían me cuentan muchas personas, que en la época de Chile, antes del veintinueve de la entrega de Tacna, venía un señor Alvear, del sur de Chile, venía con cuarenta, cincuenta cajas, con gallos y gallinas, vendía una parte en Arica y otra parte en Tacna, de ese mismo tipo de gallo que venía trabajando.  El chiquito, pero no era tres catorce, nada, eran de cuatro dos, cuatro ocho, cuatro catorce, era otro tipo chileno para mi, otro tipo de gallo fino y venía a Tacna y ahí en el mercado que se quemó, en la parte de atrás, ahí existían los tambos. Donde venía la gente de la sierra, pero con burros, con mulas, traían una cosa, traían otra, de aquí se llevaban alcohol, dicen que los vendían en un sol cincuenta. El gallo de pelea, en ese tiempo era plata y dicen que eso era plata y ellos querían tener la plata, vender un gallo en cinco soles era un escándalo y dicen que de ahí de las jabas, del cajón ese, a la vuelta había el coliseo que era de don Tomás Urdanivia, que fue un gran auspiciador, dicen que de ahí lo sacaban el día Martes, Miércoles, iban y lo peleaban, dicen que unos gallos fabulosos, eso es lo que me cuentan los viejos antiguos. El japonés, esos gallos que quedaban acá, le echaban el gallo fuerte. De ahí salían.  Acá había, esto debe haber sido en la revolución de Sánchez Cerro, no sé si fue el treinta, treinta y uno. Acá en el barrio donde yo había nacido, había un señor, así de tu tipo, que se llamaba José Santa María, pero era agricultor y le decían el “gringo Flores”, ese en la época de Chile, tuvo que volar a Lima, porque acá no podía estar, era joven. Y antes de venirse a Lima, ya cuando Tacna regresó a Perú, en una carbonería se compró un gallo cojo, de un japonés y le echó una gallina chilena, acá lo sacó Carrillo del escuadrón, mas abajito, don Víctor Nieto.  Un poco más abajo, treinta metros más abajo, ahí nació un gallo, salió un pollo Bayo, así Malatobo, que la primera vez que lo jugaron, dicen que lo jugaron de once meses así, por
Porón, y el otro gallo le faltaban dos dedos, y jugaban ahí escondidos en el pacay, ahí por Porón, ahí por donde está Natividad, ahí había un pacay.  Había un ruedo en esa época, claro clandestino, porque los chilenos prohibían las peleas de gallos, por las apuestas. Cuentan los viejos antiguos, que uno de los dueños dijo: Vamos, vamos por Sánchez Cerro, porque le faltaba los dedos y los viejos del Alto Lima, este es el Aprista dijeron, a mí me cuentan los hermanos de mi madrina, dicen que nunca han calculado, hasta ahora, ya no me acuerdo, el doctor Garibaldi, el “guaso” Mendoza de Chile, de ahí quién otro, me decían no va a salir un gallo entre Tacna a Arica, como el Aprista, dice que ganó como dieciocho, veinte peleas puro cacho, pero dicen que era un fenómeno peleando, un fenómeno.  Claro, mi papá me cuenta, no me acuerdo, yo del aprista, pero todos los viejos antiguos, que han muerto hace diez años, doce años, quince años, me decían como el Aprista no hay y una vez lo jalamos a Gilberto Flores, que él lo ha tenido al Aprista en su casa, yo lo he llevado, los hijos cuando han peleado gallos en Tacna, pin, pin, regulares, con cacho de gallo, no me decía; pero ninguno de estos lo gana al Aprista me decía.  El fanatismo también llegaría a tapar tal sentido. Ganó como dieciocho veces.  No votó un solo pollo bueno, ningún hijo bueno, nietos más o menos, algunos regulares, los otros malos; pero los hijos, uno no servía. El gallo dicen que era cojo, el padre era un gallo japonés cojo, y la madre una negrita amarilla, que la habían traído del sur de Chile, ahora no se de quienes eran, ahí sí que no, no que me voy  a acordar, de quien habría sido. No, tenían un reglamento escrito, las peleas comenzaban a las dos y media de la tarde, todas. Domingo, Domingos, y generalmente eran peleas que se hacían amarradas, ya comprometidas cada quince días.  Desde antes, terminaban el domingo, se sentaban en una mesa los viejos, se tiraban un par de vinos, un plato de picante, y se decían: Que peso tienes tú, yo cuatro cuatro, cuatro cinco. Y tú que tienes, tal peso. Yo tengo para este, para este, de acá quince días. De acá quince días, pero las peleas se hacían todos los Domingos y de ahí ponían en un papel cualquiera, fulano de tal, fulano de tal, y se cumplía.  Se cumplía, ahí llegaban con el gallo tuerto, roto, como sea, pero llevaban. Había palabra, ahí llevaban el gallo y se hacían pues, seis, ocho peleas, diez peleas máximo, eran treinta minutos, cuarenta. Yo me acuerdo mucho dos y media de la tarde comenzaba, había buenos aficionados. Más orden y vivir, era más fácil que ahora. Había un juez que lo nombraban entre todos ellos, el juez no ganaba un centavo. Un aficionado.  Sí dentro de los aficionados, se sentaba ahí, ¿deseas ser juez?, ya decía, se sentaba ahí, sí.  Controlaba el derecho de entradas todo, después no había ningún Inspector de espectáculos, no existía nada.  El club lo formamos, el único que queda vivo de los que formamos el club es el loco Cute.  El loco Cute, yo recién estaba saliendo del colegio y don Manuel Triveño me regaló dos revistas, “Pico y Espuela” de Cuba, donde salía Fulgencio Batista, el general Mendieta, después no sé quién más.  Sí, jugaban en Cuba, les llamaban las vallas, decía el alcalde la valla tanto y no me acuerdo mucho, tenía las fotos de los gallos, todo.  Y ahí se me metió un día formar el club, éramos siete, ocho personas, amigos, nos juntábamos siempre, inclusive el grupo de Armando Chiri, don Armandito Chiri era también miembro fundador, Pulgar, Chiri, todos peleaban contra amigos. Amigo de Asato, Agena, Kanashiro. El hacía las balanzas pues, Armandito Chiri.  Tengo una foto, ahí está don Armando, don Arnoldo Guillén, Maximiliano Núñez, todos. Era Tacneño, el papá de él era jefe de la maestranza del ferrocarril. Y Armandito Chiri, cuando terminó de estudiar, entró ahí a trabajar, hasta que llegó a ser jefe, el hacía las balanzas pues. Hacer una balanza, tiene que ver el tamaño de la vara, el pilón tiene que tener un peso, y después hay que estar calculándole onza por onza todo y que es difícil.  Armando Chiri, vivía en La Perla. Claro, porque la señora Estela era de La Perla, a la señora Estela nunca le gustó Tacna, entonces Armandito Chiri, iba a Lima, entonces estaba Armando Chiri, mi compadre Campana estaba trabajando en Lima, y Carbón que me metió Víctor Barreda, que también había vivido muchos años en Lima y don Armando viene a Tacna, yo tenía un grupo de gallos más o menos, dijo vamos a Lima, no quién va a ir; yo en mi vida me había subido al avión hermano, estaba que me moría de miedo. Pero llegamos al Callao, creo que llevé cinco gallos, casi ganaron toditos, unos jugaron dos veces todo. Viaje en avión a Limatambo, de ahí vino Agena, Asato, León, Kanashiro, don Armando Chiri, mi compadre Campana, todos.  No sé ni que día llegué, no me acuerdo, entonces de frente al Callao los gallos, estaba que me moría, ahora quien me va a ver los gallos, Armando me decía, yo los voy a ver, todos. Y al otro día me fui, le pusimos los cachos como se hacía antes pues, un día antes ponían los cachos, ya cacho gallo.  Un cacho al costado, cacho prensado. En esa época no se prensaban los cachos todavía. Le puse los cachos, un poquito así nomás de esparadrapo, bonete todo.  Lo dejamos ahí, al otro día amanecieron normal, bien los gallos, nos fuimos a jugar, a la cancha de Agena, al coliseo Salón. Con el japonés tacneño, pero ya estos, ya eran segunda generación, tercera, ya eran cultivados. Tiradores, y el arte, y el arte, mosqueaban, tiradores de la pluma, salían, y entraban y el japonés se desesperaba, se desesperaba. Claro, pero vi pelear un gallo de Segura, que estuvo conmigo, bien, bien bueno oye, un gallo giro, después de un señor Benavente, que era suboficial de la policía, arequipeño. Un gallo gallino, me acuerdo que jugó contra el cojo; el cojo, era un pollo que me lo regalaron en Tambo, porque llevé el cojo, que era hijo de ese gallo de Tambo, que peleo con el papá del cojo en Tambo, ese ganó dos veces, ese sí era de una gallina chilena legítima con un gallo de Tacna, ese gallo negro, que lo sacó don Roberto Cabello, no lo saqué yo, don Roberto me lo regaló a mí. Y después, vi varias peleas buenas, buenas peleas buenas; también estuvo ahí del norte Negrón, Negrón de Cajamarca que ha muerto. Después estaba un profesor que también es cajamarquino. Cañedo no, Cañedo es de Ica, de Cajamarca un profesor, bajo no más él, ahorita me voy a acordar su nombre, había mucha gente. A Don Augusto Trelles, no lo he conocido ahí, o estaba creo, no recuerdo.  Claro, estaba Negrón, había varios ahí, Segura, Alberto Vega. Camaná es una, una plaza muy buena para jugar gallos, la gente es buena también y resulta ya que con el p
roblema de las concentraciones de Lima venían a Camaná y después tenía que ser recíproco, de Camaná tenían que ir y en Camaná quienes salían, bueno salía Pacho, Hugo Salazar Calderón, mi compadre Lucho Monrroy, después quién otro era ahí, ya ni me acuerdo, tres, cuatro. Celso Fernández. Celso Fernández ahora último, el papá pelea gallos, su padre don Celso y se fue juntando, Camaná se iba para Lima, de Lima lo invitaban a Tarapoto, se iban a Tarapoto; Tarapoto venía a Camaná; y empezaron ya las concentraciones buenas, pero en Camaná siempre han habido gallos buenos. En realidad he visto jugar gallos acá en el club gallos bien regulares, que pueden pegar en cualquier sitio del Perú y de afuera. Como debe ser, para mí lo que debe ser el cruce. Porque hay aficionados que cruzan muy bien, sacan pues, diez, doce pollos, te salen regulares. Sí, seleccionan bien sus gallinas, no ponen un gallo cualquiera, ven lo que le falta a uno, le ponen al otro. Complemento. Claro, porque generalmente, uno dice este es la ración o alguna cosa, este es débil, vamos a poner un gallo fuerte, pero que resulta, de que los hijos, se pegan a la madre, o se pegan al padre, debería ser compartido cierto, mitad,  mitad, entonces ya te sale algo más o menos, uno se va de cabeza un montón de veces. No siempre sale o bien al padre o bien a la madre. No es como uno quiere. Esa es una historia que no es ley, yo tenía acá abajo  de un compadre, que era del grupo, sacaron cría de un gallo, con una gallina que era nieta, nieta o hija de una gallina de Cajamarca, un chofer no sé si la compró, se la robó, era una gallinita amarilla; le sacaron una manada y salió una sola gallina, donde don Modesto Cabello, amarillita, colita parada todo, que resulta que a esa gallinita nosotros le sacamos una manada, salieron tres; el “Tuertito” que era mío, que era gallinito, cuatro ocho, cuatro diez, el “Bandera” siete libras, y el “Alfiler” cinco una, pero de regular para arriba los tres, el “Tuerto” no jugó nunca el mío, se malogró las patas, todo, en un prepare. Estoy hablando un montón de años, pues. El viejo Augusto Salinas, era uno de los peruanos repatriados, toda su familia peruana, pero el padre tenía haciendas en Arica, y cuando vino el problema, el plebiscito tuvo que volar, porque era medio jodido, el jefe era de armas tomar, el jefe se tiró como a tres caballos de los carabineros, acá en una pampa, cuando lo estaban persiguiendo, se tiró a tierra nomás. No fue un montón de años a Chile, Jefe le decíamos nosotros. Vivía en Miller, el tenía gallos, paraba ahí. O sea Don Modesto estaba ahí.  La cuestión que de ahí salió el gallo este, y él me dice, préstame me dijo el gallinito para sacarle una gallina, con una hija de Chalaco, que también el de Chalaco tenía de japonés, gallo siete libras. Y cuando iban a nacer los pollos, por que el jefe era jodido, me dijo tal día van a nacer los pollos, pero me dio cuatro días después, cuando nacieron los pollos, ya se los había sacado y salieron dos, dos giros gallinitos negros, y Pancho Lombardi me dice un día, puta que el jefe ha topado un par de pollos negros me dijo, para el mundo, dice que son hijos de tu gallino. Sí me dijo. Pucha me voy donde el jefe, jefe le dije mi parte, no me dijo, tengo uno nomás me dijo, míralo; tenía un negro lindo, se iba para adentro, este es el único que tengo me dijo. Bueno, la cuestión quedó. Y un día me pasaron el dato, que a la vuelta de este, quedaba la herrería del loco Vizcarra, de Julio y Julio compraba y vendía, entonces yo en esa época trabajaba donde Rimasa, tenía que salir a cobrar a vender, y me encuentro en el grifo, porque mi compadre Campana era chofer de la firma, él había ido a traerle gasolina y le digo, compadre le digo: me han dicho que donde el loco Vizcarra, están uno de los pollos del gallino, vamos al tiro me dice, estaba a treinta metros, vamos para allá y siento cantar a uno, oye le digo Julio, no me dijo, que acá, que allá, pero cuál es el; enséñamelo por lo menos pues le dije; sí me dijo, que Salinas me ha vendido una cantidad de pollos, lo sacamos y era un pollo ya de diez meses, once meses, giro negro, y estaba embarrado de punta a punta. Donde había aceite acá, tú sabes, pero era una mugre oye, de ahí le puse yo el “Seboso”, todos los días lo tenía que lavar con agua tibia y con Ace, porque era una mugre; lo jugamos cuatro veces nomás, tenía unas patas de oro el “Seboso” habré peleado cuarenta hijos, cuarenta hijos; los cuarenta hijos regulares, en cualquier gallina te botaba regulares. Lo que le mandé a Sato, Sato tenía “El Pensador”, después “El Lágrima”, “El Bullanguero”, toditos eran hijos del “Seboso”.  Sato de Lima. Claro, yo le mandaba de acá, se los mandaba regalados los animales a Limatambo y el japonés, me mandaba una carta, ahí tengo la carta todavía, va a pelear en Guadalupe  me decía, Guadalupe creo que es en el norte. Ahí se iban a pelear, con su grupo seguramente. Sí, Sato sabía de gallos, peleaba bien. Ahí armaba bien, la gorda, la hija de Sato, la voleibolista, la chinita, la japonesita. Ah, la de la selección peruana, la hija de Sato, de Augusto Sato, ya debe estar abuela. Le salieron buenos a Sato, yo también jugué varios acá; he estado como quince, veinte años jugando los descendientes del “Seboso”, toditos más o menos, después se acaba, como se acaba uno. Debería de haber hecho el cruce del embreding que le llaman, con familiares, para seguir manteniendo todo, pero en esa época. Se gana algo, y se pierde otro, en eso.  Sí, arriesgarse pues, no. Claro, todo el mundo se ríe con eso, es lo mismo que un tipo que tiene los bolsillos llenos de dólares, te compra a ti un gallo bueno, al señor otro gallo, a mí tres gallinas, lo mejor del mundo, tú sacas tres y no te pegan, hermano, te salen un mamarracho. Sino todo el mundo sería gallero, porque tiene plata, ahora el gallero que tiene plata, es porque tiene más oportunidades, porque crías quinientos, le pones diez por ciento, son cincuenta, yo crío cincuenta, le pongo el diez por ciento, son cinco gallos, se terminaron lo cinco gallos, pues, tengo que estar            pitiando. Hay mucha gente que compra los gallos, no es fácil criar gallos. A mí me gusta hacerme todo, todo, todo, me voy de cabeza muchas veces también. Los golpes enseñan, los golpes enseñan dicen. El “Limachino”, el “Limachino”, ese gallo lo compró el turco Martínez, dice en un pueblo de Chile, un pueblo pues de cincuenta, ochenta casas no, así pollo, creo que lo pelearon; se lo trae a Arica, y como era muy amigo mío, el turco me dice: te he comprado uno me dijo, es el mejor gallo que ha llegado del sur, me dijo a Arica; creo que lo jugaron en Arica, ganó bien, lo trajeron a Tacna y le dijo al hijo, al flaco alto: llegas a Tacna y se lo das a Carlitos le dijo, dile que el gallo está movido, si quiere que lo juegue, si quiere que no lo juegue, acá lo jugó con un gallo, hizo un peleón con un gallo de Portugal y
quedó ciego, y el cabo estaba que se moría, lo lleva para allá, lo devuelve a Arica el gallo, lo lleva donde su papá y su papá casi lo mata y a los tres, cuatro días me mandó el gallo, de ahí le sacamos cría nosotros, Fernando Franco también  sacó, salieron buenos, todos los “Limachinos” buenos.  Ajiseco, ajiseco, ajiseco quemado digamos no, ajiseco claro, ajiseco tostado. Fernando sacó uno bueno con unas gallinas japonesas, las “Honda”, que le regaló un señor de Bolivia.  Exacto, ahí salieron, buenos eran oye. No sé de que sitio de Bolivia era este señor, dice que ahí hay buenos gallos, ahí se puede conseguir todavía un par de japoneses, aunque según dicen “Chanfle” y varios, es perder el tiempo cruzar con japoneses. Yo sacaría con japonés de nuevo. No, mentira, Don Hugo Mosó no compraba un gallo, ni de veinte soles, el pobre era mi gran amigo, pero no, tenía buenos animales, criaba bastante con gallos del sur. Del mismo Chile.  Con gallos del sur, y de acá, venía a Tacna, iba a Camaná, todos. Era muy amigo de mucha gente, iba y se traía un gallo, una gallina, le regalaban, le prestaban, así sacaba Don Hugo. Y se fue rápido don Hugo, el sábado se ha muerto don Hugo.  Bien delicado estaba. Yo tengo todavía una Limachina, una gallina vieja y no le puedo sacar, se ha aprendido a comerse los huevos, ahora la he soltado en la chacra, quiero echarle una camada, para que ojalá me salgan cinco hembras, me guardo las cinco hembras, no quiero machos. Yo le puedo hacer una trampa acá en su casa. Mi casa es muy chica hermano, mi corral es más grande que esto, tengo cincuenta gallos ahí.  No, tengo una jaba más grande que esto. Pero se aburren. Yo le puedo hacer una caja, una trampa especialmente para gallinas que comen huevos, usted recoge el huevo y lo echa a otra gallina. Ahí hay cuatro gallinas de Luis que se comen los huevos, pero yo estoy sacando arriba en la chacra, donde mis gallos. Sí.  Suelta. Ya la mandé para arriba, yo voy día por medio, mañana voy temprano.  Sí, la hago cubrir con el gallo y la suelto, como ahora no hay uvas, que es lo único que se pueden comer. Ah, me hubiese gustado que se quede mañana, o pasado. Lo interesante es que venga usted para la concentración del Sábado, va a ser buena, porque según las invitaciones que yo he visto, va a venir Carlos Guillén, va a venir mucha gente de fuera.  Mañana temprano nos vamos a su casa. Yo cuando estoy en una cancha de gallos no me acuerdo de nada, ni de nadie oye, increíble oye, estoy imbuido tanto en una pelea, o conversando, de que cuando son las siete, ocho de la noche, tengo que ir al hotel y no me acuerdo de nada oye. Del setenta, ochenta a los actuales, bueno, un poco difícil dar una opinión, una comparación, porque ahora, en el ochenta, sesenta, setenta, no se jugaba todavía creo con postiza; en el sesenta y nueve ya se jugaba ya, con espina, yo he ido a Chimbote la primera vez. Yo tres veces he ido a Chimbote. Ah, claro, ahí estaban los trujillanos Duque, después Taboada, no sé quienes más. Con espina. Jugamos con las mismas armas que ellos. Ahí jugué el “Tonto” el último prácticamente de los   Limachinos, dos veces lo jugamos, lo jugué hoy día, y lo jugué al otro día, y lo regalé.  Cuando llegué allá a Tacna, me miraba, bajaba, el “Tonto” me había ganado como cuatro, cinco veces acá y Lucho Berríos, Carlos me dijo, puta que este gallo, me dijo, para un ecuatoriano que se hizo amigo de él, yo también lo voy a regalar me dijo. Ya, llévatelo. El iba a Chile pues, y traía gallos.  Lucho Berríos.  Y cuando murió, antes de que muera, por ejemplo íbamos y jugábamos en contra, y éramos amigos. Y cuando yo le veía un gallo bueno, ya, oye Lucho le digo, llévatelo Carlitos me decía, llévatelo nomás me decía, agarraba me sacaba el gallo y me lo regalaba, estaba compensado una con otra. Chimbote, en Trujillo he jugado donde Taboada.  Claro, sí, un poquito más, cuando inauguró su coliseo. Huanchaco, con Alejandro Gonzales del Valle que fue padrino.  Nos fue bien, bien, jugamos como ocho, nueve gallos, ganaron siete, uno perdió, y el otro empató creo, bien nos fue. Una sola vez he jugado en Piura en la cancha de; en Piura no, miento, en Tumbes donde Talledo, Talledo creo que es.  El dueño de Tumbes, tiene unos hijos altos, es mi amigo, Pedro, no me acuerdo como se llama. Uno de lentes.  Uno alto él.  Pedro Suazo.  Ah.  Pedro Suazo y de ahí nos llevaron a Machala,  nos hicieron ir donde el ecuatoriano, donde Mautón. Donde Bismark. Sí, ahí donde Mautón, perdí una, gané otra y empate otra, todos pelean con unas lanzas, ciento veinte soles un par de cachos, ya, lo hace pensar a cualquiera. Lo correcto sería que peleen todos iguales, porque llegamos a una guerra, yo con revólver y el otro con un cañón, va a tener que ganar siempre. Las plásticas cuestan siete soles. Ahí se va a llegar. Cuestan siete soles. Y ahora, lo que sí, yo siempre he estado de acuerdo es los dos la misma medida, como hay en Lima. También el gallo que se pega digamos, un gallo que pelea adentro, todo, yo no le pongo cacho grande, le pongo chicones no más digamos regular, y recto; el gallo que se abre para patear, ya le pongo un poco grande y poco curvo, para que sirva para enganchar. Porque si al que pelea pegado, le voy a poner curvo, nunca va a meter. Generalmente le pongo chicones nomás, o sea medianos, pero rectos. A mí, el curvo, yo entiendo que cómo le puedo explicar, debe ser un ángulo de treinta grados, algo así. Tercio de caña, algo que llegue por acá nomás, pero cuando llega hasta acá, es difícil, aunque he visto gallos jugar puro cacho y lo meten a matarlo. Bueno, es problemático conocer esto pero.  Conocer al gallo y rogarle a Dios, que meta. Pero un gallo mal calzado tampoco puede ganar, tiene que estar bien calzado. Ahora no se puede pasar, ni siquiera un limón a Chile, antes por ejemplo pasabas pues de todo, carne, comida, de todo, todo. Ellos cuidan mucho la SAF, no sé cómo se llama una institución que cuida. SENASA, la mosca de la fruta. Inclusive hay parte, que ellos han mandado veterinarios acá, al alcalde. Chile produce mucha fruta. Este año ha estado Tacna más o menos con la mosca, acá han habido huertos, pues de que, un durazno de este porte, que usted le hacía así, todo podrido adentro, puro gusanos. Un noventa por ciento ha mejorado.  Montalvo, anterior a Moquegua, ahí te quitan todo. Sí, mi mujer a estado hace como dos meses en Lima, todo. Y debe ser híbrido, unos pimientos morrones de este porte oye, parecían melones, amarillos, no los traía en la mano, no señora le dijeron. Claro, cortaron todo los chilenos, no le dejaron pasar. Tiene que tener permiso. El permiso sanitario. Eso es bueno. En el valle de Moquegua hay mucha palta. No, compran, y se pueden llevar problemas todavía. Inclusive han llevado un ingeniero de Chile a Moquegua para implementarlos, ordenar el tema de producción. Chile tiene un sector que producen paltas, cuando en el Perú no da y cuando ellos están digamos en escases, ellos importan las paltas de acá de Pe
rú, yo no sabía que Chile producía paltas, eso he sabido recién nomás. En el norte hay unas paltas así, riquísimas, buena palta hay en el Perú. Es barata la palta acá, la palta de tamaño regular, un sol acá. Acá tiene algo de fruta, pero aquí mejor planificada es la parte de arriba, de Valle Viejo, pero la parte de acá, todo lo que es de la irrigación que hizo Odria, Magoyo, la Yarada, todo eso, todo son olivares y uvas, claro que también ahí está, un poco de verduras, alfalfa, todo eso, pero generalmente prima el olivo. Hay unas haciendas de olivo, pero bárbaras. Acá en el mercado vale tres cincuenta, un kilo de aceitunas. Wong, Metro, vale más. Oye, en Wong dieciocho soles el tarbo, acá le llaman tarbo, allá le llaman chita, yo el año pasado que fui, le digo oye cuanto es esto, dieciocho soles el kilo, esto vale tres cincuenta, cuatro soles en Tacna le digo. En el mercado barato está. Tres cincuenta, cuatro soles el kilo. Bien fileteadito, bien limpio. Acá vas a comprar, viene la chola con la raspadilla que tiene, rumm, lo raspa, y en la misma agua que a lavado ochenta pescados te lo mete, así en una bolsa. Tienes que volver a lavar el que quiere. Antiguamente se criaba con maíz y con trigo, y con alfalfa. La alfalfa, el trigo, el maíz no se fumigaba, no habían insecticidas, ni gusanera, ahora todo el trigo es fumigado, el maíz es fumigado, la alfalfa es fumigada, el alimento tiene que ser bien balanceado, porque tiene grano, tiene harina de pescado, tiene antibiótico todo. Y qué problema hay, que muchas veces este alimento, cuando no se usa a su debido tiempo, es tóxico para los gallos.  Purina tenía unas normas muy buenas, porque yo cuando trabajaba donde Rimasa, que ahí me jubilé, era de Ferrari, el viejo don Armando, era representante de Purina acá todas firmas y venían pues los médicos a dar charlas, para la crianza de chancho, ganado, todo y siempre tenía una marquita y decían hasta esa marca puedes tener, porque la harina de pescado es esta. Y ellos fabricaban un producto que era para el mundo, Fortalina se llamaba, era un alimento un poco verde, tú le dabas eso a los pollos y los pollos a los tres meses estaban así, no había enfermedad de ninguna clase, con esos alimentos, desapareció Fortalina, no sé porque. Acá compraban los galleros. Lo que acá está entrando mucho es la codicia. Tengo pollos ya para cantar y se cae, se cae, se cae, tengo dos lindos gallos, pero parece voy a pasar cuchillo, sabes lo que les estoy dando, me han dicho paico, que es una hierba, le estoy metiendo. El paico para el estómago. Se van a morir igual. Hay que matarlos nomás, pero porque ataca a los machos y a las hembras no, ahí tienes, es increíble. Macho o hembra es igual. En la mayoría tengo un ochenta por ciento macho, hembras muy poco, porque a las hembras las veo así, las mato y las boto al tiro, esto no, estos están mal. Se ha levantado oye, parece una daga acá, flaco y así come, y cuando llega a recuperarlos, un tope profundo, le vuelve. Y si lo peleo, a los dos minutos no va a levantar las patas. Mejor es eliminarlos. Y estos son hijos de una gallina, que se ha traído Luis de Lima, de Manolo, que dice que Manolo ha comprado, le han regalado, no sé, padre y madre de Colombia, y Luis ha visto pelear, uno o dos hermanos de la gallina y dice que son fabulosos, ahora voy a echarle una camada más a la gallina y voy a ver, y sino la mato también. Dentro de muchos otros, yo he tenido dos, tres gallos bien regulares, tenía el “Abanico”, el “Tuerto negro”, peso cinco catorce. Y algo más y también el “Abanico” era de una hija, de un gallo chileno de don Carlos Fabre, del “Joselito” con un gallo japonés, el “Chirle” también de una gallina de Camaná con una rata de este porte.  Chilena, pero era fabuloso peleando, después los dos han jugado en Camaná, con cacho de espina, de ahí una vez nos fuimos a Camaná y fueron cinco, fue el “Potro”, el “Abanico”, el “Chirle”, el “Pensador”, que después se lo mandé a Sato, y no me acuerdo cual otro oye. Pero al galope ganaron los cinco gallos, al galope y de ahí los traje para acá, y mi compadre Campana me dice, compadre me dice del “Seboso” usted no me ha dado ninguno pues, yo dije este se va a coger un pollo, no me dijo este quiero, el “Pensador”, ya llévatelo, tenía tres peleas aquí en Camaná, después lo han jugado en el norte muchas peleas, no sé si se lo vendió a Sato, o se lo regaló, pero Campana era, primero ha sido amigo de Sato que yo, yo he conocido a Sato por don Armando Chiri. Dos regalé. De los cinco, dos regalé. El hijo del Seboso se lo regalé a Sato, y el otro “Loco” se lo regalé a Adán Polar, tenía un carnicería en la Perla. Tenía una carnicería y seis mujeres, no paraba, un blancón él, tipo chalaco. Adán Polar me acuerdo.  Pero quién de esa época, Alberto Vega, o él hermano, o quién se debe acordar algo, es Hernán Monrroy. Hernán, el vive en Maranga. Andaba siempre en bicicleta y la amarraba a un poste con una cadena.  Era muy minucioso, exigente. Tenía buenos gallos, tenía pues tremenda chacra y corral; oye cuando estaban así, agarraba y les ponía cacho. Ya compadre está malogrando a los pollos, malograré uno, pero sé que cosa es lo que tengo me decía, entonces iba Washington, Tito Péjares, espérate quien otro, como se llamaba este muchacho, Pepe no se cuanto, Pinto, era un grupo de seis o siete; cuando íbamos a jugar gallos a Camaná.  Decía, ya mañana, tope con cacho y olla. Un perol de este porte, con yuca, con una cosa, con otra, le ponían así, buenos pollos, bien regulares malograban. Hay, pena daba. Lo que quedaban, quedaba algo, algo selecto, tenía buenos gallos, buenos gallos,  minucioso, como no te puedes imaginar, demasiado exigente. Yo si tuviera la cantidad de gallos que tienen ellos, también haría lo mismo. Yo hace treinta y cinco años, cuarenta años te puedo decir, tenía un tronco de eucalipto, en mi casa, ahí a lado de la cancha hay un machete, en serio, topaba una vez, topándolo nomás, no me gusta, una más le decía, lo cuidaba, y otra vez topaba igual, y pac, mataba seis, siete todos los domingos. Me puede haber equivocado también un montón de veces, pero las menos, preferible perder en mi casa, que ir a dar vergüenza a la cancha. A mí no me gusta perder, pero yo me quedo callado, sé lo que digo y eso es todo. Si el otro es mejor, por algo se pierde, pero muchas peleas oye de suerte, porque no tienes la suerte tú, que tiene el contrario, que pasa.  Igualito he podido ganar yo.  Ya te ganó, que sí, que perdí la apuesta, anda, ya está hecho, te ganaron el otro es mejor, quédate callado. Don Víctor Nieto, comenzó tarde, viejo a pelear gallos, junto con tres, cuatro aficionados más, Carlos Gómez, creo, que lo metió a la torreja, empezaron a sacar, y bueno los hijos también apoyaban, llego a tener un cordel de gallos bien regulares, salía mucho a Moquegua, Ilo, a Camaná. Después esta vez que nos hemos cruzado, venía de Trujillo y les ha ido bien. Mi compadrito Víctor
Nieto, tenía bastantes gallos, Lino también le preparaba, Samuel también le preparaba, el papá del “Chanfle”, el “Torito” Contreras,  El “Toro” aprendió con el doctor Garibaldi. El doctor le boxeaba nomás, el doctor era gallero. El “Chanfle, corregido y aumentado, en todo. El “Chanfle” vive de eso nomás, el “Toro” no, el “Toro” trabajaba en la maestranza, el era operario del ferrocarril, el “Chanfle” vive de los gallos, nada más. Toda su vida. El “Chanfle” es bien caballero. “Chanfle” no había nacido, cuando lo conozco al “Toro”, y ha estado en Ecuador, después también creo a estado en Santiago preparando, en Arica bueno su tierra, se viene para acá, ahora no sé si estará preparando acá, no lo veo tiempo. Esta con Daniela dice. Daniela es el selvático. Teo, Teo, claro, esa es su profesión. Prepara bien y le gusta, tiene que cuidar bien los gallos, los topa bien, les da de comer, todo.  Pero el que trabaja todo el día, sale y vuelve a entrar, no es lo mismo, no es lo mismo que tener un preparador, un preparador ahí, que se dedique, tiene mucha ventaja. El caso de Carlitos Guillén,  Carlitos Guillén tiene acá ahora.  A Manolo el camanejo y después tiene como dos o tres más, le da de comer, viene Manolo revisa, todo ya, tapa acá, tapa allá, listo. Pero todo eso cuesta, eso cuesta. La diversión es la misma, con plata o sin plata. Se está jugando navaja ahora. En Arequipa sí que juegan por los distritos. Majes, sí siempre dicen, siempre, esto me contaba mi compadre Monroy que son zonas, zona Majes, Aplao, después no sé cuantos, son zonas nomás, navajeras. En Camaná crían navajeros, salían a jugar a Palpa, no sé a dónde iban. Antes, cuando estaba el papá de Oswaldo Peñafiel, después como se llama este, Lino, el viejo Cáceres, el dueño, del que hizo el coliseo, Lucio Cáceres, después ha habido un grupo. Sí, los he visto pelear. Buenas peleas, en Camaná he visto pelear, venían de afuera. Hemos conversado de todo, pero no hemos sacado ni un gallo bueno. Yo los preparo, como estoy de vago ahora, tengo más tiempo que antes. Pero uno ya no puede preparar igual, ya los años son los años hermano y no te das ni cuenta, si los años fuesen así, este como te puedo decir, escalonados; entonces tú te vas dando cuenta. Cuando llega a cierto punto, dices bueno hasta acá nomás, porque de la noche a la mañana te pones viejo. Y ni como retroceder, es lo peor.  Claro, el cuerpo es viejo, tengo que tener genio joven, voy a cumplir setenta y cinco años, ahora el veintiocho de Agosto y estoy metido en esta danza, sesenta y cinco. Y don Carlos Pitaluga también calza sus gallos solo, sin la ayuda de nadie. Sí se nota, se nota, yo me doy cuenta de los gallos, que no salen como deberían salir. Uno, llega un momento en que se aburren, el mismo cansancio, ya uno los mueve así nomás, todo no, pero cuando trato de salir por ejemplo, si salen así, cien por ciento bien. Ya no preparo cinco, seis gallos, te preparo solamente, los dos, tres o cuatro que voy a pelear, me dedico a ellos quince días, o veinte días. Pero aburre oye, es muy sacrificado, tienes que estar ahí desde las ocho, nueve de la mañana, acá por ejemplo el clima es bravo, no sale el sol, tienes que esperar que salga el sol, a las diez, diez y media, para destaparlo, ponerlos a que el gallo se asolee, recogerlo a las doce para que coma, taparlo a las cinco de la tarde, antes lo hacía porque bueno, pero ahora ya me aburro. No tengo muchos gallos, en mi casa tengo nada más como cincuenta gallos, y arriba en la chacra debo tener como treinta enjabados. Aparte de los pollos, debería tener doscientos, con todo. Si no hago ejercicios, ya me tendrían que llevar en silla de ruedas al coliseo. Hay que hacer ejercicios. Y los amigos y tomarse su vino de vez en cuando, eso es bueno para el colesterol, dicen para todo, para el corazón. Acá hay buen vino. Pero cuando uno está perdiendo, hasta el vino, lo encuentra vinagre. Sí pues, eso es lo de malo, anoche le he ganado una botella de vino, al “Pato” Ibarra, debe estar que se muere. En el partido de fútbol, me dice todavía, ya van le dije uno a uno; no me dijo, ataca Perú.  Pucha madre, mira pues le digo. Pitaluga me has ganado. No sé si te he ganado, me vas a pagar le dije no.  Apuestas son apuestas y yo le dije voy a comprar el vino, no lo vas comprar tú, un vino de un sol cincuenta le dije. Un amigo mío, le deje una botella de vino, bueno. Lo trajeron de España, radica muchos años acá, también cría gallos, prepara, todo. Enantes estuvo acá, viene todos los días. Con la bolsa. Es una lástima que no estemos juntos para ir a almorzar mañana, mañana no le ofrezco nada, porque tengo mis nietos acá, los hijos de Chana y se van el Domingo, o sea que mañana vamos a almorzar en la casa, el Domingo, pero usted ya no va a regresar para el próximo Sábado, podríamos ir a donde Carlos Guillén un rato, de ahí nos vamos arriba a almorzar cualquier cosa típico y también se hace más amena. Se decía que a Lalo Granda, los gallos lo mantenían. Lo he conocido a Lalo Granda muchos años acá en el coliseo, vino una vez y en Lima también me acuerdo que estaba armando, yo llevé dos gallitos esa vez a Lima, estaba armando y él estaba ahí, pero no lo conocía, por Dios que si lo hubiese conocido, le regalo un gallo a ese hombre, pero que no sabía, después nomás le pregunto a Luis, Luis estaba estudiando.  Le digo, no papá está con cáncer me dice. Pero me han hablado que es un caballero a carta cabal. Dicen que era un gentleman, por Dios, sin conocerlo le regalaba el gallo. Siempre me acuerdo de él.

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