ENTREVISTA AL SR FRANCISCO MOSCOL SAAVEDRA “OLLETA”

ENTREVISTA AL SR FRANCISCO MOSCOL SAAVEDRA “OLLETA”

  

Francisco Moscol Saavedra  “OLLETA”

Lima Cercado, 06 de Abril del 2,005

 

Mi papá también era gallero. Mira ve estas espuelas, son de gallo también. Claro, y no las he querido vender, porque te las hice bien bonitas. Y dije le voy a traer de todas maneras para que vea. Yo había hecho varios pares, sino que vino un pata, se las llevó. Mi sobrina ha estado acá y le dije pues que me consiga diente de tiburón, allá en tal sitio hay, que me compre y que me la traiga, sino tendré que ir yo.  Como en estos días estaba pensando también para irme a Piura, para buscarme el diente de pez sierra, para hacer para la temporada. Estas espuelas son de fibra. Una bakelita que es importada.  Este le pones a un gallo; es mejor todavía que la dominicana.  Esta todavía la afilas, la plástica no. Mi padre tenía gallos. Japonés en ese tiempo, después el Asil, después ya vino el colombiano.  Pero antes jugábamos gallos cruzados con japonés con gallina serrana.  De la parte de la sierra de Chulucanas.  Al pie del Estadio Nacional de Piura, ahí había una gallera y en ese tiempo mi madre estaba joven y alquilaron esa canchita pues. Entonces mi madre cocinaba, desayunos. No me acuerdo el nombre, pero sí, era la mejor cancha de Piura.  Todos los aficionados venían de Talara, de Sullana, de Paita, de Tamarindo, de todas esas zonas de Querecotillo, Pueblo Nuevo, toda esa zona. El único coliseo que había en Piura.  Más o menos sería el cuarenta, cuando la Guerra con Ecuador. Cuarenta y uno, yo tenía en ese tiempo, pues, tenía diez años. Yo más andaba con mi viejo, con mi padre, con los gallos. Sí, mi papá compraba ganado caprino, porcino. Como no lo voy a conocer a Lino García, es de Catacaos, buen chalán, hasta ahora vive.  Mi papá ya tiene muerto cuarenta y tres años. Mi viejo murió, yo estaba chico, tendría pues diez años cuando murió. Él siempre jugaba sus gallos, se sentaba en la gallera. En ese tiempo iba Seminario, con don Augusto Trelles, Torrejón y Castilla. También venían del Ecuador. Venían de Sullana, de Chiclayo, como Baca Rossi. Claro Don Augusto estaba joven todavía. Yo me casé en el cincuenta y uno, pero yo siempre tenía mis gallitos para jugar, además no se jugaba con espuela prensada, sino así natural nomás. Con la pata del gallo, nada más, no había postiza en ese tiempo. En ese tiempo había bastante gallos. Habían gallos de siete libras, de seis, de cinco. La mayoría eran pesos pesados, no había gallos como hay ahora, de tres libras, tres cuatro, tres ocho. Por ejemplo se desafiaban varios galpones. Hacían chusqueadas. Y jugaban con espuela afilada del gallo. Le echaban cebo de res tibio, lo pasaban a la espuela para que no se veteen.  Como si estuviera dura. Las curaban, les echaban hasta kerosene, gotitas de kerosene. Yo en ese tiempo estaba muchacho. De todos mis hermanos soy el que le gustan los gallos. Cuando murió mi papá me casé, siempre andábamos haciendo algo con mi viejo. Nos íbamos al Tamarindo a jugar gallos. No es como ahora, en la gallera ahora por ejemplo hay mucha malcriadez, se mentan la madre, se desdicen, se pelean, antes no.  Las apuestas eran de tú y vos, voy cien soles, voy veinte soles, treinta soles, pago lo que le decían, pago. Y a la hora que perdía, se acercaba a pagar el perdedor. Y cuando no se le cobraba, en ese tiempo también estaba mi compadre José Coronado, estaba un Sr Feijó en ese tiempo, que le decían el tuerto porque era malogrado de una vista. Luego en Lima, jugábamos en el Gallo de Oro. Yo soy de un sitio en Piura, que se llama la Mangachería, o sea del cementerio donde estaban los soldados, un cuartel, de ahí de esa zona soy yo, de la Mangachería. Era un barrio bien mentadito también. Porque no entraba gente mala ahí, porque la sacaban. Como decir Callao. En ese tiempo había policías, no entraban tampoco. Eran bien rebeldes, esa mancha de mi sitio. No entraba policías, había una bronca con los policías, que se agarraban a palos. Los que tenían dinero, en ese tiempo tenían los mejores gallos. El que menos tenía gallitos muy buenos, sino que la gente de billete, siempre salía adelante por lo que tenían los mejores. De línea, Controlados, importados. Me vine a Lima, El Gallo de Oro, lo conocí, me lo presentó Dante Valdivieso, en ese tiempo estaba Alejandro González del Valle. Acá tenían buenos gallitos, Julio Manco del Callao, Monrroy de Camaná tenían buenos gallos en ese tiempo, gallos fuertes. Me acuerdo que ya después vino Chile, los chilenos entraron con gallos buenos también pues. Y el que menos de acá del Perú, quería siempre ganarle a Chile. Pero, en ese tiempo nosotros no teníamos gallos para respaldar al contendor. Y los chilenos  se reían jugando gallos, se paseaban, traían quince gallos, entablaba uno y todito era victoria. Ya se armaba con espuelas prensadas. Ahí me conocí a Don Oscar García, colombiano que me lo presentaron y me dijo entonces, “nos vemos mañana en mi casa por la Concha Acústica, para que conozcas, para que te quedes ahí, para que me limpies un poco de espuelas de gallos”. Dante me dijo anda pues, te va a pagar bien, fui y la primera vez que entré a su casa, ahí en la Concha Acústica que tenía en Campo de Marte, tenía su casa amoblada, el alquilaba amoblada.  Entonces me dice mira Pancho, yo al salir, tú eres el dueño acá en esta casa. Bueno había un poco de espuelas de gallo de Legorn, del  rojo.  Compraba él en cantidad en las granjas. Entonces me dice anda limpiándote esas espuelas, toma desayuno ahí hay leche, ahí hay todo. Usted es el dueño me dijo acá. Yo voy a salir y alguna persona que venga a verme, no puede pasar, que me esperen afuera. Yo cumplí pues. Me dijo haste una limpieza, por mi dormitorio. Ya le dije, bueno, estuve limpiando y me quedé dormido, me quedé seco. Y cuando me llame con el timbre, nunca vaya usted de frente me decía. Usted siempre viene de costado, y a la hora que mire a la persona que está afuera, por el ojo mágico mírelo y dígale que estoy afuera. Y nunca me ha gustado meterme en tonterías. Una vez me asusté, cuando volví, por su dormitorio volaron un montón de billetes, no había ningún billete de veintes nada, todos eran de cien no más, de cien. Bueno, recogí y cuando vi, él abrió entro con un señor que lo estaba esperando afuera. Y le digo Oscar por ahí he encontrado una plata por tu dormitorio, si pero lo he recogido todo, en tu cómoda ahí lo he dejado. Seguramente sería una trampa para mí, para ver mi honradez. Después ya se despidió con esa persona y se puso a conversar conmigo y me dijo: “Mira Pancho me dice, esta plata se me ha refundido por varios meses. A las cinco me venía de su casa para mi casa. Me dice Panchito ven, te voy a dar estos cien dólares, que te los voy a prestar  me dijo primero, después me dijo mejor te lo voy a regalar, por la plata que me has encontrado, te la voy a regalar estos cien dólares para que te compres un traje. Entonces yo le dijo pero Oscar como me voy a comprar traje, acaso soy mujer. Yo no sabía que cosa era traje. Le recibí, me vine a mi casa.
Le digo a mi esposa, el señor Oscar me ha regalado cien dólares. Mi mujer desconfiada, me dice no habrás cogido. Oye le digo, yo no tengo costumbre de coger tonterías, le digo, jamás me han enseñado eso le dije. Le digo guárdalo ahí, para comprarme una ropita. Pero ella tenía guardado los cien dólares. Un día ya le dije, me vas a dar los cien dólares para irlos a cambiar. Me vine al pesquero de Lima, porque yo trabajaba ahí con el hijo de Dante Valdivieso. En este tiempo estaba vivo Rubín, que también tenía gallos, le digo a Jorge, cámbiame este billete de cien dólares le digo. Tú estás trabajando con los colombianos, me dijo pórtate bien. Yo le dije, yo me porto bien, yo cumplo.  Me dijo, oye este no habrás cogido. Calla la boca le digo, yo no soy de coger cosas ajenas. Me lo cambió, de ahí me compré un terno y al hombre le gustó esa nota. El hombre iba bien vestido a la gallera. Decía por si acaso, hay gente que uno lo mira, como se viste, cuál es su comportamiento, me dijo. Yo lo escuchaba siempre. Y así fue que aprendí a hacer espuelas. El carey igualito como  preparaban la espuela de gallos. Prensado. La espuela de carey, es una plancha de una tortuga. Pero el me enseñó cómo se corta, porque tiene hilos. El carey no se quiebra. Como hay planchas, así como las cucharas planas, habían lijas especiales. Toda la espuela la envolvía y las metíamos a un proceso de suero, glucosa, se hacía hervir el carey ya se reducía redondo, de ahí lo pegaba en una base de metal blancas, que había, en ese tiempo. La pegaban, Pero era recta. Ya después le dábamos la curvatura. Después que estaba derecha, la calentábamos en agua hervida, le echábamos un aceite y la poníamos así, como un molde.  Claro, como estaba blanda, ahí salía la redondeábamos, ese era el trabajo pues. Ahí he aprendido bastante. En el año sesenta y ocho, las traían de Puerto Rico, de Colombia. Guillén  era Juez, era Inspector de Espectáculos. Le decía Vizcacha, yo le puse pues así porque el bigote se lo enroscaba. En el Gallo de Oro, jugué un gallo de la cría del finado Lucho Berríos de Chile, que me regaló un gallo Giro. He sacado camada de esos gallos, con gallinas de acá, que tenía Japonés, un Asil que crucé con el gallo Chileno, y me salieron buenos, este hijo yo lo preparé para la fiesta. Pero como iban a jugar mucha plata en dólares, yo dije de adónde voy a sacar tantos dólares, hablé con Dante, porque llegaba donde Dante, en la fábrica Manfin en ese tiempo. Dante en ese tiempo estaba bien parado. Yo le llevaba un pollo bueno, lo he topado, mete cacho me dice, ya lo tengo listo para jugarlo, ahora para el nueve le dije.  Me dijo tráelo, lo lleve de mi casa para la fábrica, lo deje ahí. Para que lo sigan moviendo. El chino Mario estaba vivo todavía. Bueno, ellos lo prepararon, y este señor que tenía gallos navajeros, era muy elegante, bueno no me acuerdo el nombre. Llevo unos gallos a la fábrica, pero ya cruzados con navaja. Ya pues le digo, yo llegaba siempre allá, le ayudaba a los muchachos a preparar. Yo le digo a Dante, mira  Dante, quiero que me saques el porcentaje de lo que juegan.  El gallo no lo juegan con plata pues, porque el señor Arias de Colombia le dijo a Dante: “Tienes un gallito para presentarle a Kike Tello el veterinario”, entonces lo coteja el señor Arias mi gallo. Y le pregunta cuanto quieres jugar el señor Arias y Tello le contestó, que le parece si lo jugamos gratis para la afición. Va la pelea dice. Gratis para la afición, pero el gallo era mío. Y lo soltaron, yo estaba ahí en el ruedo. Estaba creo Oscar acá todavía, con un terno gris me acuerdo, con corbata.  Juega mi gallo y había aplausos pues y mi gallito bravo, mosqueaba, sacaba plumas, y los aplausos. Y lo ganó mi gallo, al gallo de Tello.  A la Onda, todo sangrado, degollado.  Lo levantó Tello a mi gallo, pero ya después Dante me llamó y me regaló cincuenta soles, Lucho Macedo me lo quería comprar, de Arequipa, que era compadre de Dante.  Véndemelo tú gallo, no, no lo vendo. Quiero para jugarlo, yo tenía tres hermanos de esos. Era un gallito que pesaba cuatro diez, cuatro doce, pequeño. Y al fin no lo quise vender, después, como Paco Jara estaba estudiando, y entraba a mi casa, se hizo bien amigo, me trajo gallos para que preparara ahí en mi casa, me dijo si quieres sácale camadas, todavía no viene  la fiesta de Huánuco, sácale camaditas. Le saqué y de esos gallos salieron pollas, y de ahí crucé con gallos de Lucho Berríos, salieron buenos. Uy, pura espuela, porque a mí me ha gustado siempre gallo que mete espuela. Y por eso ganan. Y que sea bien ardiente, después gallo parado no me ha gustado. Entonces don Lucho ya me quería comprar el gallo. No, no lo vendo. En ese tiempo sabía que estaba enamorando a la hija del Turco Martínez.  Entonces le mandaban los mejores gallos al pata, para que juegue en Huánuco, yo lo preparaba, cuando viene Paco Jara, me dice, ahí hay para la fiesta del quince de agosto.  Sí le digo, los amigos de Chile le digo, ahí están los tres gallos y mi gallo que ganó en la Alameda, también lo voy a llevar le dije para la concentración de Huánuco. Y de ahí ganamos a un gallo de Huánuco, que le llamaban el Eléctrico, porque ganaba y los sacaba a la carrera a punta de cacho. Me pusieron, ese era gallo de Huánuco.  Y nosotros ganamos a los huanuqueños, con un gallo de Dante Valdivieso.  A la carrera el Eléctrico. Mis respetos por ese tipo de gallos. Y Dante iba todo, como era huanuqueño. De ahí gane dos gallos yo, y uno perdí, porque me lo mataron. Claro, sigo haciendo espuelas, yo tengo bastante espuela guardada. Ahí tengo una bolsa. Por lo menos más de cuatrocientos pares. Depende pues, del quien la preparaba, cada uno tiene su manera de hacer una espuela, en ese tiempo estaba Contreras también que hacía espuelas, estaba el finado Moisés que también preparaba sus espuelitas. No sé si lo habrás conocido a Moisés, amarraba.  Estaba en ese tiempo el chino. Estaba Salas, el finado Salas, del Callao, él tenía buenos gallos también era chino o japonés. Todo el mismo proceso.  La espuela de pez sierra, salió de Chiclayo. En Chiclayo la empezaron a jugar, pero más jugaban con la espina de la cola de la raya. Baca Rossi jugaba gallos buenos, ganaban, pero ya estaban con la novedad de la espina, el que menos se buscaba de la cola de la raya y lo hacían como sea, derecha, porque en ese tiempo no había curvatura, era derecha por decir.  Laboraban los que eran galleros en Chiclayo.  Entonces Baca Rossi le agarró miedo a ese pueblo, porque ganaban sus gallos, y se le morían, por podridos, porque esa, esa tiene un veneno, es la más ponzoñosa. Cuando quería jugar con ellos, no quería Baca Rossi. En ese tiempo se jugaba con la espuela del gallo. Ya estaba prensada. He vendido bastante espuela, yo las hacía, cuando estaba con Oscar, las prensaba, y vendía a la semana cien, doscientos pares, trescientos pares. Valía como decir cinco soles.  No subían mucho, sino que con de las e
spinas, subieron demasiado. Por eso que el que menos está jugando con plástica, porque es más económico, más barato y también porque se quiebra. Hay unas sintéticas que son duras, porque son de alta tensión.  Porque hay otras que son más sencillas y se quiebran. Son estándar, chica, grande.  Se hacía hasta el tamaño de la espuela que venía de Colombia. Ahí empezaron a usar espuelas de tamaño grande. Más o menos seis, siete centímetros de carey. Tienen su forma. Empezaron a jugar con espina, y rompían la pata, las alas, eliminaron la comprimida. La de tiburón, es una muela no tan grande, de este tamañito. Entonces como yo ya hacía, me fui por el mercado y me encontré una boca así, me la compre, la puse en una olla a hervir, para que afloje todos los dientes, porque es bien duro.  Entonces  ya ahí, saque todos los dientes y los iba limpiando, porque hay planos como la uña, ancho, como un sable.  Agarré la idea. Pero anché la boquilla de la base. Yo fui el inventor de meter esa espuela, nadie sabía, y empecé a hacer espuelas de diente de tiburón. Toda la parte de atrás la redondeaba y la embonaba.  Entonces ya quedaba la espuela normal así como esta espuela. Claro, era plana.  A veces no la hacía plana, sino era con filo.  Tenía una finura, mejor que una Gillet.  Entonces yo la hacía plana y la hacía de costado, como un sable.  Un día me hice como veinte, treinta pares.  Sí, pero lleve en estuche. Yo fui el primero que la puse a un gallo, planplanplan, no es que tenía filo, la sangre brotaba, chorreaba, puro chorro era, véndemela, ya está. Véndemelo, a como, bueno, tres soles le digo, dos cincuenta, ya me dijo. La cosa que yo la vendía, la acabé todas las espuelas, pero yo jugué varios gallos. Con el rey de las aves, Oliva, yo me junté con el de Talara. Entonces él jugaba su gallito, yo también. Tenía unos gallitos en Piura, los traje para jugarlos, salían a nombre de él, en ese tiempo cuando no era conocido, sino El Rey Oliva le daba la mano a todo el mundo.  Y conmigo se mordía la lengua cuando jugaba, cuando se masticaba parecía que a el le pegaban. Bueno, cuando él ganaba decía: “Fuera, Olleta”.  Entonces, yo como soltaba los gallos, el público gritaba: “ voy olleta, voy olleta, voy olleta”.  Ya me tenía hasta acá, olleta, olleta, hasta que un día le puse a mi galpón, Olleta.  Esa fue mi chapa, que me llevé de Oliva pues.  Sí por eso fue. Por El Rey de las aves, Alberto Oliva.  Porque El rey siempre cuando ganaba su gallo o el mío. Gritaba, “¡fuera olleta!”, y todos le daban la mano, y lo felicitaban. Y yo decía, olleta en mi tierra es una jarra de barro que preparamos el desayuno. Esa es olleta, le digo claro le decía a mi señora, todo el mundo por donde voy, olleta, juega olleta, olleta es una jarra le digo. Esa como diciendo, como riéndose del gallo ordinario, “¡fuera olleta!”. Si tengo el material, no te vendría  a vendértelo tan caro, porque yo sé de un diente cuanto puede salir de espuelas y saca tu línea. Claro, una espuela ahorita está costando treinta y cinco dólares, cuarenta dólares, cuanto suma en plata peruana. Ahora de un par de dientes, tú sacas cuatro pares bien regulares, a cincuenta soles, estas ganando vendiéndolo a cincuenta, entonces es para que la vendas a cien. Entonces como te digo hay mucha gente que tiene para pagar cien soles, porque juegan un gallo bueno, juegan plata. Pero es demasiado. Sí eso es, para el aficionado promedio, como lo soy yo también es mucho dinero. Si yo sé cuánto puede salir de una espina, o de un par de espinas, por lo menos un diente de quince centímetros. De este diente yo te saco ocho pares. La diferencia es cuatro del lado del alma. Claro, ocho por tres, a treinta, cuarenta que te da por muela. El otro son cuatrocientos ochenta soles, que te da el par de dientes. Pero dime, así sea caramelo, siempre tiene que romperse la puntita, o quebrarse en una caída.  Se va gastando.  Esa es la cosa, pero para mí, para mí sería plástico o la espuela natural, que más.  Así es esto mi amigo. La patapioja, vino de otros sitios. También ponían la patapioja, pero la patapioja la hacían en punta.  Ponen para embonar esta, como esto tiene un vacío del grosor cónico también, entonces la patapioja la adaptaban.  Entonces ya después salió la patapioja del casquillo de bala, yo hago también. Yo tengo mi matriz. Yo tenía otro calibre, antes.  Esta es la boquilla del FAL. Como tengo matriz, le reduzco la boquilla y acá le doy ancho. Y así pues, como le digo, para mí, igualito es. No pesa, la boquilla siempre tiene menos. No, el gallo bien movido te levanta la pata. Muchos dicen que hay que ponerle plomo al gallo ¿para qué?. Es igual que el que nace para ser panzón, panzón muere. Aunque lo fajen, así es la cosa. Pero la espuela natural, queda bien, cuando uno la hace bien. La imprime bien o haces una curva. El método, la forma de trabajo, la selección de la materia prima, eso es lo que vale. El diente de tiburón, tiene una lámina blanca, como porcelana, eso no se toca, eso se pega nomás en la espuela. La centras y la pegas pues en la base. La redondeas atrás y la metes. Porque así pasando de adentro, para sacarla no es ancha, entonces una vez que está centrada se queda paradita ahí, para que pegue, después de diez minutos así, ya está pegada. Claro, eso tiene un filo como una Gillet. Por eso cuando muerde el tiburón, te ataca y voltea, arrancha pues y ahí te destroza, agarra el hueso te lo lleva.  Claro, ves que ya no tiene la misma fortaleza. Y eso está que corta peor que navaja. Te destroza un gallo. Yo gané, varias peleas con esos cachos. Le puse las más delgaditas, que eran como lengüita, la más delgada, pero era monstrua. Gané como más de tres, cuatro peleas, con esas espuelas, las mismas las ponía. Estaba Bohroques de juez, me tocaba una pelea con él, me dijo, “haber presta Olleta”, me llamaron, le enseñé las espuelas, porque vendí bastante espuela. Uff, me hizo famoso esa espuela, porque además que cortaba, cuando entraba dejaba un boquetazo. Hueco y se desangraba el gallo, y Bohorques me llama y me dice: “Olleta, me toca jugar contigo una pelea, y esa espuela te la voy a prohibir”.  Me la prohibió y ahí quedó.  Tuve que ponerle otra espuela. Yo la ponía a lo ancho así. Mortales, claro porque así va a jalar. Pero así chato como es, la muela pegada en la boca, Jala pues, no ves que es media curva la muela, eran medias curvitas, paradas, yo la pegaba así, la dejaba como una conchita, nada de pasarle lima, nada, así no más la vendía, algo barato en ese tiempo en el Gallo de Oro. De Soldimix, toda la vida Soldimix. Para trabajar tiene que ser Soldimix. Porque tú pegas, y la centras, después que está pegada la centras, la mueves. Porque le pones un pegamento que hay ahora bien potente, entonces ya no sirve, no lo puedes colocar bien, porque te gana, muy rápido. Ese es el problema. Por eso toda espuela que hago, con Soldimix. Bueno la espuela de hueso, ya puede ser de mula
, de la pata de la mula. Y es dura pues, porque tiene hebra, el hueso tiene hebra, como la madera tiene hebra. Se rompe la punta mucho; se despunta. Sí aguanta el cuerpo. Se quiebra en alguna caída del gallo, hace una palanca y se quiebra, por muy buena que sea la espuela, se quiebra. Claro, porque esta espuela por ejemplo mira, es de espina, pero tiene hebra y poco se rompe. También rompe pero poco, se despunta un poco.  Sí pero también se rompe. La de hueso es muy porosa y se parte. Por ejemplo una resina de lo que estamos jugando actual, esto te aguanta bastante, por ejemplo esta espuela.  Esa es la mandinga que le llaman, pero yo le digo pindinga. El material es delgado, no es grueso para poderlo hacer más redonda. Sí la hacemos más redonda, está en peligro de que también pueda romperse. Yo la hago así, y la vendo. Esto lo había hecho para ti. La espina de raya, viene así en forma de una v. Más ancho, sí, pero tiene muelas al costado. El tamaño es diferente, viene chica, grande. Natural curva, esa espuela si la trabajas, en realidad, no le metes mucha lima, nomás la acomodas y la pegas. Y esa te dura más que cualquiera espuela. Es una defensa del pescado, con esto ataca a su presa, o sea que esto come mucho al calamar. Donde hay calmar, en aguas calientes, ahí para ese animal, esa es su comida. Nonono, la boca está abajo, y arriba está la punta  o sea, que es una defensa. La boca la abre abajo, pero esto es, como decir la nariz. Más dañina, más dañina, porque tiene un veneno. Claro, no del mismo pescado, tiene un veneno o sea tiene una cosa negra, como una capa, después porque es como un serruchito la muela, entonces eso es como una tinta venenosa para el gallo. Para el gallo, es un veneno.  Doloroso no solo para el gallo, hasta para uno mismo, te pica una raya, en el instante te entra fiebre y tienen que operarte, porque te pica la raya y como es un serrucho que no te lo pueden jalar así.  Hay que cortarle el serrucho y dejarle la punta. Cuando Baca Rossi en Chiclayo, había. Estaba saliendo la espuela de espina en esos tiempos y Baca Rossi le tenía miedo a esa espina, porque ganaban sus gallos, pero se le malograban pues, se le podrían, le agarraba una gangrena mortal, se morían varios. Mejor la de pez sierra, la otra es una espuela muy dañina y lo tuberculisa al gallo, lo vuelve flaco, flaco. Es flexible, sino que se rompe mucho la punta. No tiene la misma duración de la espina de pez sierra. La trompa de sierra, tiene treinta y seis muelas. Toda muela tiene en la espalda el negro. Todas tienen negro, negro en la espalda del diente y eso lo borramos nosotros, porque hay muchos que quieren blanquita la espuela. Le botas tú eso negro y ya queda el caramelo pues. Tuestas, te acuerdas de Tuestas el colorado, el arequipeño. Las tres Marías le decían a él, era Ríos, Tuestas, y mi paisano Reyes, el que fue alcalde. Ricardo Reyes, los tres se sentaban juntos y le pusieron las tres Marías. Tuestas murió el colorado. Era de Arequipa.  Ahorita Eloy de Chiclayo, él es el men de las espinas y el maneja el ese negocio, como tiene un hijo en Brasil, él le envía y el acapara. Sí pues, creo que está pidiendo sesenta, cincuenta o cuarenta y ocho dólares, por un par de muelas, del tamaño de diez centímetros. Hay de quince centímetros, de veinte centímetros pues, es regular. Es regular. Cuando es muela chica, más tierna y cuando el animal es hembra es mejor todavía, tiene más diamante. Para negocio, pero para calidad de su uso tiene que ser una muela chica. Menos de ocho centímetros, siete centímetros. De una de ocho te salen por lo menos seis. Ya grande más o menos, casi diez, cinco pares.  Pero en el palo te bota diez pares, dos muelas. La Patapioja yo la hacía también. Por ejemplo esta patapioja que tengo, la hago también igual, no es dable que yo haga esta patapioja así a pulso, como hacerla en un torno, en serie, te la botan en cantidad.  Agarran llevan la matriz a una máquina, llevan la plancha y pun, pun, pun, te botan cualquier cantidad. Como los estuches; yo antes este estuche lo hacía de cuero, lo hacía forrado con badana, con terciopelo, y muy presentable, pero se vendía en ese tiempo cinco soles un estuche. Y otro, que a veces cuando compraban el estuche completo, lo regalabas el estuche. Claro, ya he dejado de hacer, tengo molde de esto. Hay un pata que hace.  Se dedica también, así como Eloy. Te hace esto, otro te hace la patapioja, todo, todo. Yo no te hago cantidad, yo te hago para matar como dicen el tiempo, con los años que uno tiene; te hago tus diez pares, tus cinco pares. Entonces como me conocen muchos… Yo antes lo vendía a cinco soles. Valía la pena hacer. Ahora por ejemplo estas lo compras a dos soles, tres cincuenta.  Más a cuenta y te evitas estar limando, cortando. Un tope y cuando tú lo haces tienes que tratar de hacer este tope y es un trabajo para hacer esto. La espuela tiene que asentar al taco del animal. Esa es por la marca pues quien las hace, tiene su marquita. Los guantes también, él que menos se dedican a hacer guantes. El de cuero te dura más. Es más resistente. El de Marroquín, se abre, no te dura.  Bueno el cocido le dan arriba donde va la bola, para que dure, no se salga. Y después lo pegan con pegamento. Ese también es pegable. No duran. De cuero, claro de cuero con su liga, que va, le ponen pega-pega, entonces tú lo aprisionas, lo pegas. Y después la liga va montada, nada más.  Correcto, antes nosotros topamos un gallo, y le poníamos una cinta, un trapo para cambiar y ahí veías donde  marcaba el gallo, marcaba más y tú ya sabías a dónde marcaba la pata el gallo. Esta espuela, es más dura todavía que la plástica. Pero esta te dura más que la otra. Esta es de fibra. Sintética también es. Mejor que la dominicana. Exactamente. Bueno, poco se va la punta. Un hueso más duro, si choca el hueso a la canilla del gallo la quiebra.  Es como poner una espuela al gallo y poner al otro gallo un carey igualito. La mayoría están de acuerdo todos jugar con eso. No, no es dable que tú agarres y le pongas este material y el otro te va a poner espina, lleva ventaja, entonces de igual a igual, correcto, se matan, se tumban, se degüellan y es lo más libre y evitas de gastarte pues, una espuela que te cuesta por ejemplo de espina te vale ochenta, cien soles. Eso es, demasiado caro; mira hermano yo que hago espuelas, a mí me parece que es un abuso, para mí ah, es un abuso de la afición porque tú puedes tener, otros no tienen para comprar, y ese es el problema. Si tienes para comprar la de ciento veinte, o la de cien, porque dice que es la mejor, a la larga es igual espina, depende del trabajo que le das. Te sale igual por eso que preferible yo juego con espuela de gallo. Antes venía completo. Cuanto te costaba treinta soles el pico, o veinte soles, a veces te lo regalaban. Pico, de pez sierra. Entonces cada pico trae treinta y seis muelas, todo, ahí la sacabas la ponías a remojar dos, tres días en una batea y después con un tornillo la presionabas, la palanqueabas y salía, como sacarte un diente, eso era y después la limpiabas y la cortabas y la hacías. Porque en el pico ya sabes que es esa muela, la ves que es bien transparente. Ya suelta, puede haber otra muela también del mismo animal y que se ve transparente, pero no es la calidad, por el tamaño, cuánto m&a
acute;s chica la muela, tiene más resistencia. Eso le llamaba el cojo Sabino en Zarumilla “las submarinas”. Le puso él las submarinas porque no se quebraron. Chiquitas, las vendía bien. Él estaba cerca de Máncora, Zorritos, todo eso y por ahí salía antes bastante pez sierra. Estas puntas las tenían como un corral, así para los chanchos, en lugar de hacer, como cerco le hacían su corral con las mismas trompas. No había uso, y cuando principiaron a salir, los chanchos andaban afuera, sueltos porque todas  las trompas las vendía. Bueno hay trompas de tu tamaño.  Claro me acuerdo que me regaló una, yo le regalé un gallo a este pata como se llamaba, que es de Trujillo, un grandazo,  no me acuerdo el nombre pero, le regalé un gallo y él me mandó por el sudamericano, dos trompas a regalar, el ancho de la trompa era así, de atrás.  Pero en punta, o sea lo más ancho pegado al pescado. Por lo menos y tenía unos dientes yo me asusté porque tenía dientes así. De veinte centímetros y ancha. Si hubiera sabido, hubiera almacenado ahí.  No sabía, pero hacíamos ya espuelas y estaban empezando aquí en Lima. Yo ya hacía  espuelas, mi hermano me mandaba semanalmente seis, siete, ocho,  picos de esos, a cómo, treinta soles, veinte soles.  Sí estaban de cerco, como él tenía un cuñado, un familiar de su esposa tenía una lancha, pescaban ellos, me mandaba regalar mi hermano cuando su cuñado le regalaba me lo mandaba a Lima, yo lo hacía. A mí más me gusta el gallo Chileno, porque es un gallo muy ardiente. Tirador, el gallo Chileno es tirador también. Casi como el Cubano, como el Colombiano, no es un gallo que se queda parado, el gallo Chileno está bien encastado. Yo en ese tiempo, traía del finado Lucho Berríos, trajo 15 gallos aquí al Perú, perdía uno y lo demás todo era ganancia. Bueno de macho el gallo nacional es guapo también, no vayas a creer que es cobarde, al menos del lado de Ayabaca, el gallo serrano que se moría ahí, en el suelo lo masacraban, pero no se corría, había línea de calidad, en ese tiempo, sino que uno no le daba importancia, y era cola de chivo,  era cola parada, parecía un chusco. Años atrás, la gente decía, ese gallo chusco. Por ahí sacaban cría los paisanos y buenos gallos salían, gallos serranos, pero guapos. Antes poníamos el esparadrapo en el pitón a la hora de calzar le poníamos siempre el esparadrapo, porque toda la vida ha servido el esparadrapo para proteger el pitón, ya después que salió la patapioja, le embonábamos la patapioja, no había pegamento. Oscar García, es el que trajo unas espuelas de carey. Él es el que hizo que el que menos vio el tamaño de espuelas de gallo chiquito, de tres libras, tres diez, menos, tres seis, jugados. Así mataban, así mataban, pero de carey después el gallo para un proceso que uno le hace, uno siempre la liga, hay unas ligas especiales, para que no se deforme, a la hora de comprimir, sacarla redonda. Claro, y eso es lo que yo tengo hasta ahora ligas, y con eso la ligo. Se aprisiona.  Ésa espuela natural, es la que tiene la aguja de la vitrola, adentro. No entra más. Pero no entra, te apuesto lo que quieras, pero no entra en la punta, acá es un diamante que tiene la muela del gallo, acá tiene un espesor, mira.  No entra la espuela, pero entra hasta acá no más. Si le doy golpes, no queda bien, se abre. La espuela natural, era no comprimida, ahora sí, adentro tienes que aprisionarla, acá, que se te rompa la espuela, ya no se rompe. Ahora si tú por ejemplo quieres ponerle la aguja de vitrola en la punta, tendrías que mocharla y la malogras.  Yo tengo ahí si quieres, te la doy sin prensada, pulida. Tendría que mochar, para que quede al nivel, y ahí, ya no soporta. Ya, mira, la espuela natural es esta. No la prensas, la haces hervir, como cualquier espuela, la haces hervir, la pules toda. Pero sí tú dices, que entre una de estas, de la vitrola adentro, como es comprimida, también puede ser comprimida. No, sino que tendrías que tú afilarla, más botarle el diamante, y que salga la punta, para que se rompa. Como iba pegada en el pitón, embonada, no hundía, porque había un tope, entonces la aguja está así al aire, si haría daño si estaba la aguja. Esas espuelas han habido, pero eso era prohibido. Negro, para que no se vea.  No es que cuando se rompía a penitas, ahí quedaba la aguja, y se dieron cuenta.

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