ENTREVISTA AL SR LUIS LUSARES PARDO

ENTREVISTA AL SR LUIS LUSARES PARDO

Luis Lusares Pardo

Stgo. de Surco, 06 de Agosto de 1994

 

Lo escrito sobre gallos de pelea en lo que se refiere a Huánuco, lo único que he encontrado, es en un libro de Aurelio Miroquesada, llamado “Por las rutas del Perú”. Pero no habla de gallos de pico, sino de gallos de navaja. Yo estoy metido en la afición desde los 7 años; porque los hermanos de mi Mamá, eran dos galleros y dos que eran noveleros, es decir que iban cuando los hermanos jugaban. Los hermanos de mi Abuela, uno era un rotundo gallero cuyo apodo era “El gallo Ruiz”. Entonces, siempre me crié en el ambiente de gallos. Pero me acuerdo a partir de los 7 años y muchas cosas de las que mis Abuelos y mis tíos abuelos me contaban de cómo era la afición, cómo se fueron criando los gallos de pico. Y hay algo muy curioso y es que generalmente los aficionados que criaban gallos de pico en Huánuco, eran los carniceros o era gente que se dedicaba al negocio del ganado. Incluso, había un barrio, que era el barrio de San Juan, que casi todos eran galleros. Ahí estaban los Flores, los Mendieta, los Corcino, los Manzano. Creo que ahora muy poco de los descendientes de ellos, son aficionados. Y lo que mucho me decía mi tío Juan Ruiz, era que muchos comerciantes argentinos, llegaban a Huánuco, para comerciar ganado y comerciaban las monturas y aperos y muchos se radicaron en Huánuco. Incluso, hay haciendas en Huánuco, que son copia fiel de las haciendas de las estancias en la Argentina, en cuanto a arquitectura. Los modelos, las arquerías, todos son copia fiel, pues no son coloniales. Parece que estos, comenzaron a traer, los primeros gallos asiles y gallos orientales, probablemente en 1900, o 1910, 1915 o mucho antes. Lo se cual fue la ruta de entrada. Algunos se afincaron ahí y compraron tierras y trajeron prácticamente el tipo de gallo oriental. Antes, jugaban en los barrios, en las esquinas. Y el primer coliseo que se creó en Huánuco, fue en una Hacienda llamada “Canchán” más o menos a 20km de Huánuco, que era el sitio forzado, donde se hacía todo el comercio del ganado, pues bajaban de la sierra, bajaban para el valle, y era esa hacienda el centro de la comercialización del ganado y ahí jugaban los gallos y jugaban a muerte, hasta el final. Tenía que salir un gallo vivo y un gallo muerto o un gallo vivo y un gallo corrido. Los metían a los dos gallos a un cuarto y con candado. Al día siguiente, abrían el cuarto, para ver cual estaba vivo y cual estaba corrido. Eso yo no lo he visto, pero me lo han contado. Como experiencia personal, cuando fui con mi tío a un coliseo, a ver las peleas, en ese tiempo, se jugaba una hora. Se jugaba pollo a pollo y gallos de espuela. Nadie sabía lo que era calzar un gallo. Todos jugaban con su espuela natural. Al gallo que le faltaba una espuela, se le compensaba con un gallo tuerto; es decir, buscaban compensar las desventajas. La punta de lápiz, era entre el pitón y la espuela normal. A veces daban peso, o jugaban punta de lápiz contra un gallo tuerto, para tratar de equilibrar el asunto. Pero por fecha, no habían más de siete u ocho peleas. En ese tiempo, los gallos eran muy fuertes. Lo que más se apreciaba en el gallo, eran dos cosas: uno, era la ley. Todo el mundo decía “oye es un gallo de buena ley; gallo que no se corre; gallo que te aguanta los sesenta minutos” y dos, era el pulso; es decir, el gallo que pegaba con fuerza. He visto gallos, que no metían un espuelazo, pero doblegaban al contendor a puro palo. No había maña pues eran gallos simplones. Se tomaba como un defecto tremendo, aquellos gallos que agachaban la cabeza. “Es un gallo agachalón”, es decir era un gallo malo. Todos los gallos eran tiezones, jugaban arriba. Con excepciones, salía un gallo que jalaba pluma, o era un gallo que se acuñaba un poco. Era dame que te doy. Fuertes y prácticamente gallos de lucha. Eran el tipo de gallo que habían traído y que se había mantenido a través del Calcuta. Incluso, el color de pluma que predominaba, era el ajiseco, el negro, y lo que abundaba mucho, era el flor de habas es decir el gallo negro, moteado; era muy común en Huánuco. Algunos carmelitos, pero excepciones. Casi todos eran oscuros. O ajisecos o negros. Algo que mucho buscaba la gente, era la cabecita de coco. El gallo, tenía que ser cabecita de coco. Cuando el pico era más curvo, era más apreciado, y la caña cuadrada. El concepto, no era hacia el gallo japonés, sino, más que todo del gallo asilado, del gallo Calcuta. Probablemente, había un cruce con la gallina criolla o nacional. Pero generalmente, se observaba el gallo de tipo Calcuta. Me acuerdo que por el año 1960, de 10 u 11 años, comenzaron a llegar gallos del Norte, entonces comenzaron a hablar de la maña. La maña era otro tema de conversación entre los galleros. Se buscaba el gallo que se defienda y que tanga movimiento. Pues llegaron dos aficionados que eran de Trujillo; uno, era el Sr. Aranibar y el otro era Arevalo, que eran cuñados. Ellos comenzaron a traer los primeros gallos de maña. Cuando se inagura el coliseo de gallos de Lima, el Gallo de Oro, hacen la primera concentración nacional organizada por Raimundo Jamís; y llegaron entre otros, gallos de Huánuco y gallos del Norte; gallos de mucha maña. Huánuco estuvo presente con 12 o 13 gallos y asombraron por el poder pues los doce gallos que trajo Huánuco, los 12 mataron. Pero no mataron dominando la pelea, sino que de un tiro, era gallo muerto el adversario. Eran gallos lentos. Y luego, empezaron a llevar a Huánuco, gallos chilenos. Pero siempre hasta 1973 – 1974, primaba el mismo concepto del gallo en Huánuco, que sea fuerte, que juegue arriba, que no agache la cabeza y que tenga ley. Gallo que se corría, armaba un escándalo. Luego, se inicia otro hito y es el que cómo empieza a ingresar el gallo bankivoide. Organizan un campeonato de gallos en Tingo María y de premio la Universidad Agraria, otorga un gallo español, que era de la cría del Sr. Sam de Lima. Nadie conocía ni sabía lo que era un gallo español. Saca como trofeo el gallito español un Sr. Edmundo López y lo suelta en su fundo. Vienen a los dos o tres meses para el festival de la alameda y vienen aficionados de Huánuco, viendo jugar gallitos portorriqueños, panameños, y se prendió el foquito y dicen que si en Huánuco hay un gallo igualito que Edmundo López  tiene en su fundo. Ahí empezaron recién a sacar cría de ese gallo y tu sabes que un gallo te puede cambiar todo el corral. Entonces empezaron con la fiebre del español. Dieron buenos resultados y comenzaron a bajar el tamaño y preocuparse a buscar el acierto y no tanto por la fortaleza, cambiando la mentalidad, que los gallos fueran más acertados; siempre Lima ha sido, como la forma de medir la calidad de los gallos en esos tiempos. Jugaban en Lima, y compraban padrillos, para ir cruzando. Siempre trataban de medirse con los gallos que había en Lima; no había más frontera. Los gallos de Huánuco, jugaban en Lima y los de Lima iban a Huánuco. Lo es como en el Norte que prácticamente, que Chiclayo se medía contra Trujillo, contra Chimbote o contra Piura. Huánuco, no pues era prácticamente, era un lugar enclaustrado, que no tenía más lugar para jugar que en Lima; pues Tingo María era una ciudad nueva y Pucallpa, en ese tiempo era demasiado lejos pues aveces duraba una semana o 15 o 21 días.
Incluso había poca relación con el valle del Huallaga, y la región de la selva, no es como ahora que hay intercambio de fiestas entre Tingo María y Pucallpa. Era una dependencia total hacia Lima, y Lima también era una afición pequeña en 1950, pues era 300 o 400 veces menos de la cantidad de galleros en la actualidad. Pues ibas a una concentración en el Gallo de Oro, en un 28 de Julio y a las justas se sentaban dos o tres filas llenas. En Huánuco, el coliseo de Don Pedro Apac era rústico, que tenía una entrada que servía de cochera, el ruedo era de adobe, un techito de dos aguas y lo singular, era que tenía una cocina en la que se cocinaba a leña; entonces, habían dos o tres platos, como picante cuy, pachamanca y algún otro y no te servían, sino, tú mismo cogías tu plato y te servias de la olla  y luego pagabas. Decías Señor, me he servido de acá, he comido de acá, he comido un picante de cuy y nadie te controlaba. Ese coliseo funcionó más o menos en 1957 – 1958, hasta el año 1962. Porque después que se inagura el coliseo de gallos de Lima, hacen la primera concentración descentralizada del Perú en Huánuco. La hace también Raimundo Jamís con apoyo de la Pilsen Callao. Se van a un coliseo que quedaba dentro del partido Aprista que era una casona enorme antigua de Don Carlos Lafosse, que también era aficionado. Para pasar a los gallos, tenias que cruzar por un pasadizo del partido Aprista y al fondo, se jugaban los gallos; pero era un coliseo mucho más amplio, con mayor capacidad, de madera, que funcionó cerca de 4 o 5 años, hasta que el propietario decidió cerrarlo. Luego, improvisaron una canchita en un terreno de una casa derruida en la plaza de armas, que tenía que pasar por escombros para llegar a la canchita que era llena de incomodidades. Entonces, decidieron regresar de nuevo a la cancha de Don Pedro Apac, con la misma rutina, el servicio de la comida. Como en Huánuco todos eran conocidos y un círculo de amigos, que no pasarían de 70 u 80 aficionados, tuvieron la idea de comprarse un terreno propio u construir un buen coliseo a nivel de club que llamaron “El Caballero Carmelo”, en la entrada de la ciudad, de material noble, con dos pisos, que existe hasta el día de hoy en que se sigue jugando. Por los años 1970 – 1972, la afición empieza a despertar mucho impulso en Tingo María en que había movimiento de dinero, se abre una buena cancha y Huánuco deja su aislamiento, para competir contra Tingo María, que a su vez venía gente de otros lugares, como Tarapoto, Lamas, Santa Rosa, Uchiza, y de muchos pueblitos más. Entonces cada vez las concentraciones se van haciendo con mayor número de participantes. Los miembros del club “El Caballero Carmelo” como están organizados, invitan y vienen con mayor continuidad a Lima. También habían aficionados huanuqueños radicados en Lima, como Sara Lafosse, se había fundado el club Calicanto y se van haciendo más relaciones en Lima; empiezan a ir galleros nuevos a Huánuco, no sólo de Lima, sino, del Norte, del Sur, y 4 o 5 años, la concentración del 15 de Agosto, se convierte en una de las más importantes del Perú. Incluso se jugaba mucha plata. Lo singular, era que a parte de las atenciones que les hacía el Club a los visitantes, habían personas que trataban de quedar como buenos anfitriones a delegaciones, a través de atenciones, un día en un lugar, otro día en otro lugar. Entonces, Huánuco, se va dando a conocer como un buen polo para la afición. Sara Lafosse, es familia tradicional de Huánuco. En Lima, habían dos galleros huanuqueños viejos; uno de ellos, era el Ingº Rafael Robles y el otro, era Don Carlos Sara, a parte de Dante Valdivieso, eran tres aficionados que destacaban en Lima. Cuando Cucho, hermano de Don Carlos Sara se viene a Lima, comienzan a criar y viene también un hijo de Don Carlos, Bladico es decir los tres Saras; Carlos, su hermano Augusto y el hijo de Carlos Bladico. Conmigo, ya éramos 4 huanuqueños y comenzamos a jugar primero, con el nombre del galpón San Luis, porque teníamos los gallos en la fábrica de Cucho que quedaba en San Luis. Poco a poco fue difundiéndose el entusiasmo y entraron otros socios incluso que no son de Huánuco, pero tenían amistad con nosotros. El nombre de Calicanto incluso, no nació de alguno de los huanuqueños, sino, de un aficionado retirado de la guardia civil, el Coronel Serga que estuvo en Huánuco y se encariñó mucho; fue incluso fundador del “Caballero Carmelo” y propuso ponerle al grupo un nombre más autentico de Huánuco y empezamos a barajar nombres. Unos decían Primavera, otros Huallaga, y él comenta, porqué no le ponemos el nombre del puente que fue construido con una argamasa de cal y canto rodado, armado con clara de huevos de gallina, que es uno de los símbolos más representativos de Huánuco y así le pusimos “Galpón Calicanto”. Luego, se organizó la primera concentración en El Gallo de Oro y continuamente todos los años en el mes de Mayo, se continúa la fiesta de apertura de temporada Calicanto, que tiene cierta tradición dentro de la afición limeña. El año que hacen la primera concentración de gallos en Huánuco en 1962, un día Sábado, yo estudiaba en el colegio hasta medio día y en la formación estaba pensando dónde tenía que ir a ver pollos que tenía encargados en los alrededores. Cogía mi bicicleta con un pollo giro, que me había regalado Don Juan Jara, el Papá de Paco y buscando con quien topar y no había nadie, hasta que llego a una ladrillera, en la que habían un montón de gallinas cruzadas, pollos cruzados chuscos y le digo al que hacía adobes: “oye, quiero topar mi pollo” y él no quería, hasta después de tanta insistencia, nos animamos a topar y era un gallo que tenía las espuelas naturales largas; suelto al pollo y a la primera patada, tuerto; la segunda pasada, degollado y la tercera patada, me lo patalea. Y el comentario con los compañeros de carpeta, Molleja, Paco, era que ahí en la laguna, hay un gallo que mete harto cacho. Sacamos otro gallo de Don Juan Jara y le volvimos a botar otro gallo al frente en plena pampa e hizo lo mismo. Entonces, convencimos al hombre, porqué no llevas el Domingo, tu gallo al coliseo; “anda que nosotros hacemos la caja”. Y llega el Domingo y efectivamente el hombrecito estaba sentado en la parte alta, pues los muchachos se sentaban arriba, pues no les era permitido sentarse en primera fila y teníamos que ir con el tío o con el Papá, pues sino, no nos dejaban entrar a la cancha y prohibido hasta hablar. Teníamos que estar tranquilitos, sino, el próximo Domingo no nos dejaban entrar. Se jugaba al peso y a la coteja. Convencido el hombre, se quedó arriba con el gallo y nosotros bajamos al ruedo y Don Beto Echevarría aficionado antiguo que era sumamente meticuloso para afilar las espuelas, pues cuando iban a jugar un gallo, llamaban a Don Beto para que afile espuelas. Afilaba con un gusto, como saboreando. Hasta le echaba salibita a la espuela. Le dijimos a Don Beto: “vea ese gallo que está arriba, mete cacho que da miedo” y Don Beto no nos creía; a tanta insistencia, Don Beto nos prestó atención y allá en aquella época, la gente
no es como acá ahora en que la gente se angustia por hacer la pelea. Sino, en ese tiempo llegaban y se ponían a conversar, sentados alrededor del ruedo, a veces ni sacaban el gallo y cuchicheaban en voz baja, que el gallo del fulano, que el de zutano, y si había un intermediario, hoye saca tu gallo para el gallo de zutano. Tenía que haber un tipo que los anime a los dos. En ese coloquio de querer y no querer, llega Carlos Lafosse, que era el dueño del coliseo que quedaba dentro del partido Aprista, un gallo ajiseco amarillo que quería jugarlo y uno de los asistentes le decía “oye Carlos cómo vas a jugar ese gallo, que es extraordinariamente bueno. Guárdalo hermano, que ahora viene la fiesta y van a venir aficionados de Lima y ese gallo lo jugamos ahí; todos hacemos frente contra Lima y lo jugamos plata”. Carlos, estaba entre copas e insistió jugar su gallo y Don Beto, que era el diablo en pintura, le dice: “oye Carlitos, yo te mato tu gallo con ese gallo chusco que está allá arriba”. Y sacan el gallo. Cuanto quieres jugar; S/.100 soles; ¡nooo!, te juego S/.50. Pero entre todos los muchachos habíamos hecho caja entre S/.100, S/.120, S/.130 soles. Pero Don Beto más que nada lo hacía por el gusto de sacarle punta a las espuelas del gallo. Sueltan los gallos y pam, pam, pam, dos o tres minutos y gana el chusco. Todo el mundo se quedó frío. Como era un gallo ordinario, aunque haciendo posteriormente memoria, he pensado que ese gallo no era chusco sino, tendría algún ancestro de algún bankivoide o un español criollo. Le pusieron el nombre de “Chabinillo” que es una región de la sierra de Huánuco u como el hombrecito era de ahí, era un gallo ajiseco tostado. Pasó el próximo Domingo, lo volvió a llevar el hombrecito y volvió a hacer la misma operación. Rapidisimo; pam, pim pum, cacho, ojo y muerto; con espuelas naturales. Eso ya no era casualidad. Y le dicen que guarde su gallito, que lo tenga bien tenido pues vendrá la fiesta del 15 de Agosto, en la que vendrán aficionados de Lima. Efectivamente, llega el 15 de Agosto, llega Dante Valdivieso, con Leon Vinatea, Bracamonte, Manuel Espinoza, Pita de Chiclayo, uno de los Larco. La primera pelea, saca un gallo Dante Valdivieso y se dio hasta por ofendido, pues le pararon un gallo como de corral; pensaba que le estaban haciendo una broma. Se jugó el gallo más o menos a las 3 ½pm. Y a los dos minutos, lo sacó a la carrera al galo de Dante, cacareando. A las 4pm, Dante Valdivieso, le vuelve a echar un gallo al mismo “Chabinillo” y se lo saca corriendo de igual manera y a las 7pm, le vuelven a echar un gallo de Pita de Chiclayo y el “Chabinillo” hace la misma operación, sacando a la carrera al tercer gallo. Al hombre, le dieron S/.30,000 soles de premio, con lo que construyó su casa de material noble, pues eran soles de esa época. El “Chabinillo”, jugó un montón de veces, porque el Papá de Molleja de Lucho Fernández, le agarró antipatía al gallo y era compadre con Dante Valdivieso que compraba los mejores gallos de Lima para matarlo y el “Chabinillo”, se retiró con 14 o 15 peleas invicto. Lo anecdótico de esto, era que nunca jugó preparado, pues estaba suelto en el campo, lo cogían lo alimentaban. En esa época había la costumbre de darle hígado sancochado, el hígado enterrado en el suelo, pero nunca jugó preparado. Lo colosal era que cualquier día uno iba por la alameda, dejaba estacionada la camioneta de buenos aficionados, que iban a hacer pisar sus gallinas con el “Chabinillo”. En ese tiempo, había un total desconocimiento de la genética. Se criaba mucho, basado en la experiencia. Incluso, habían conceptos que se desconocían, como el cruce consanguíneo. Como el gallo metía cacho, mucha gente llevaba sus mejores gallinas para sacarles camada con el “Chabinillo” y cuando se encontraban, se preguntaban: “¿qué haces acá…?”;  “no, he venido a comprar ladrillos y a comprar un poco de tejas” y es que tenían el costalillo con dos o tres gallinas para hacerlas pisar por el gallo. Y a nadie, le botó nada bueno. Pero lo curioso es que Don Beto Echevarría, le regala una gallinita, no de lo mejor, sino, por cumplir y le sacó cría con el “Chabinillo” y lo que a nadie le botó bueno, a él le botó bueno. Con una singularidad y es que todos eran gallitos de torno y le pusieron el nombre de los “Chicotillos”. Eran pinta y parada del padre, la misma pluma, el mismo tipo, pero de salida; y los que se alocaron por comprarle esos gallos fueron los de Tingo María y los de Pucallpa. Le pagaban cualquier plata al hombre. Se llevaban esos gallitos y los aclimataban en Tingo María o en Pucallpa, para cuando iban los limeños, en dos, tres, cuatro o cinco salidas, los ahogaban y eran gallitos que metían cacho. Te cuento esto, porque hasta hace poco, los aficionados eran muy tirados a la experiencia, a la intuición; pero había un total desconocimiento de los que son los cruces programados técnicamente, un consanguíneo, o un inter cruce; cuestiones que hoy día no todos lo manejan, pero se tiene cierto conocimiento al respecto. Antes todo era empírico. En cuanto a preparación, prácticamente, no se preparaban los gallos. Se iban topando, los soltaban, pero sin una preparación adecuada. Incluso, muy pocos aficionados, tuzaban los gallos, pues jugaban con las plumas completas. Muchos los soltaban en corralitos grandes, otros los ponían en corrales grandes con gallinas cluecas, y en cuanto a alimentación, a golpes vitamínicos, tampoco no se conocía mucho. La alimentación se basaba en el hígado sancochado, en el huevo duro. El día de la pelea, se le daba su pedazo de huevo duro, algunos le daban su diente de ajo, o sino, su medio granito de pimienta. Como había gente que curaba los gallos heridos de lo mas rústico. Había gente que curaba los gallos con manteca de chancho, que previamente se lavaba, y luego embadurnaban los gallos. Teniendo en cuenta que después de la pelea, salían destrozados, con una cabeza que parecía una mazamorra. Incluso, recuerdo que tenían que cortarle los párpados a los gallos para que puedan ver y me dicen que antiguamente cuando peleaban los gallos, le daban asistencia dentro de la pelea; eso no he llegado a ver; incluso, le cortaban los párpados a los gallos dentro de la asistencia para que vean; les echaban manteca. Había gente que les echaba Sulfa o remedios muy simples de farmacia, como la penicilina sódica, pues más no se conocía. Otros como secreto, orinaban los gallos después de la pelea pues estaban bien inflamados, para evitar inflamaciones e infecciones. Otros cavaban la tierra y enterraban los gallos quedando estos paraditos e inmovilizados, para que se recuperen. Se debe tener en cuenta, que antes los gallos se maltrataban más que ahora; no por heridas, sino, por golpes, los gallos salían con los pescuezos morados. El alimento post pelea, era el plátano de isla y el plátano rosado aplastado; también el pan con leche. No era como ahora el tratamiento. Su pastillita de Sulfa y punto. Si se le infectaba alguna herida, se le compraba una pastillitas negras en la farmacia, chiquititas de Tergamanato; se diluía la pastilla en agua o sino, el agua de sal tibia. En Huánuco, es una quebrada en la que al lado occidental es el sector andino y hacia el lado oriental e
s la zona de selva. Huánuco en los lugares donde se jugaba gallos de pico, era solamente Tingo María y Panao que es la vertiente de la cordillera oriental, o sea para bajar hacia la selva alta; es la tierra de Dante Valdivieso. Ahí jugaban mucho gallo de pico. Para un pueblo tan pequeño, era una afición considerable. En Ambo, en la entrada a Huánuco, no se jugaban gallos de pico sino, gallos a navaja. Y Tingo María que era una ciudad cosmopolita, con mucha gente de fuera, comenzó también con navaja, pero después la afición de pico, se acentuó más. Actualmente en Huánuco, existen seis o siete coliseos. Siempre el más importante es “El Caballero Carmelo”. Hay un coliseo en el valle, dos coliseos en Paucarbamba, en el mismo Huánuco, hay tres coliseos. Y actualmente es una ciudad más cosmopolita. Antes todos los galleros eran del lugar, con alguna excepción. Todo lo que ha ido sucediendo y cambiando en Lima, ha repercutido también en Huánuco. Las armas y otros aspectos. Lima da las pautas. En cuanto a calidad de gallos, actualmente Huánuco, ha habido momentos que tuvo gallos muy buenos, pero de pronto, ha tenido bajadas terribles. Hubo dos o tres oportunidades que tuvo gallos muy buenos; luego, decaía y volvía a subir, porque no ha habido continuidad en cuanto a la cría. No sucede como el gallo norteño, que tiene un patrón, lo mismo que el gallo del Sur de Camana, que también tiene un patrón. En cambio los gallos ahora en Huánuco, tienen un poco de Norte, un poco de Sur y mucho gallo que ha entrado por el Oriente, de tipo colombiano, centroamericano. Prácticamente, es un mestizaje indefinido y todavía no es heterogéneo. Ves gallos chiquitos de 3:00lbs, como gallos grandes. Por orden de importancia, busco cuatro características en un buen gallo: primero, bravura; segundo, acierto y capacidad de asimilar castigo; dentro de la asimilación, hay dos cosas: uno es la fortaleza y otra la valentía; pues hay gallos que son valientes y no tienen fortaleza; como hay gallos que tienen fortaleza y no son valientes. La asimilación es la unión entre la valentía con la fortaleza. Como buen complemento, es el recurso combativo, la maña, la velocidad. Sin esas tres cualidades principales, no tienes nada. Del gallo antiguo, se debe rescatar la fortaleza y la asimilación. He visto gallos orientales con rapidez, aunque no era un común denominador. Lo más rescatable del buen gallo oriental, es su fortaleza y su valentía. El gallo oriental siempre mejora la osamenta. A cualquier ave que cruces con Asil, te dará un gallo de mejor consistencia y musculatura más sólida, hasta de un mejor esqueleto. Si hablamos de gallos de pico y espuela, debemos jugar con armas que más se aproximen a la espuela natural, porque eliminas el factor suerte, para que se tienda a imponer el mejor gallo y el gallo en mejores condiciones de pelea. Si seguimos jugando con espuelas tan ofensivas, llegará un momento que se reducirá la calidad en la población y un gallo bueno, a veces no tiene la posibilidad de rehacerse en la pelea y poder ganar. Esto, es verdaderamente lamentable. Ves gallos buenos que le dan en un punto que ni siquiera es una parte noble, pero con la contundencia que entra el arma, el gallo te lo voltean y que con otro tipo de arma, el gallo puede seguir peleando y puede rehacerse y puede ganar su pelea. Se está limitando la calidad del gallo, cuando se pone una espuela larga. Incluso, no sólo se está limitando al gallo bueno, sino, también se está limitando la preparación, porque mucha gente está sacando el gallo sin postura, sino, sólo con el afán que el gallo pegue un buen tiro para que gane incluso sin acierto. Ya no se está buscando el gallo de acierto o el más heridor, sino, aquel que pega un buen sablazo y se acabó la pelea. El gallo que debe ganar deberá ser el más heridor, y que meta más cacho y no aquel que se le escapó por ahí un buen tiro; porque se ven gallos que están pegando durante la pelea con mucho más acierto y de pronto les dan un tiro de suerte y se acabó la pelea. No es necesario para ello, dar más tiempo a la pelea. Los lugares donde han alcanzado los mayores niveles de competencia de gallos, son aquellos donde la espuela es natural o donde se juega con las armas más similares a lo natural, como Chile, México, Cuba o Venezuela, que son países similares, el gallo cubano, el mexicano y el venezolano. Con las mismas características, ellos, pelean con una espuelita de 22mm, que acá sería una cosa insignificante. A esos gallos les he tomado tiempo con reloj en mano y son tan heridores que con el reglamento nuestro, no pasan de los cuatro minutos, porque se destrozan con esa espuelita. Pero siempre se le da la oportunidad al gallo bueno que está herido, que pueda igualar y ganar la pelea. Eso hace que se vaya haciendo una selección en base al gallo que sea más heridor. Son gallos mucho más heridores que los gallos que juegan con espina. Muchos aficionados, en ese aspecto, se están engañando. Al final de cuentas, se jugará con un Gaff, del tipo de gallo americano, y de dos o tres patadas, se acabó la pelea. Y justamente son las peleas insípidas, donde no vas a ver nada. Lo bonito de la pelea de pico, es observar la recuperación de un gallo que está bien herido que va trabajando la palea poco a poco, hasta que iguala y poder ganar una pelea perdida. En México el gallo de espuela, es el que acá llamamos el gallo de pico, que no es otra cosa que el gallo cubano. El gallero cubano de medianos recursos, no ha ido a USA; se fue a Venezuela o a México o a centro América. Los grandes eventos de gallos en Venezuela, todos tienen nombres de aficionados cubanos. Me parece que el tiempo de pelea, debe ser entre quince y veinte minutos, si se vuelve a la espuela natural, que sería lo ideal, 20 minutos, pues para ello, nuestro reglamento está adaptado. Nuestro reglamento, es bueno, pero con dos vicios: uno, que no debe existir careos y dos, el bendito cambio de espuelas. Pues hay gente que tiene espuelas para soltar el gallo y espuelas para la pelea. Salvo que se rompan las espuelas de la base. Pero no hay una interpretación clara de lo que es espuela rota. Lo del gallo caído, del gallo mal echado o el gallo pisado, deberían descartarse. El gallo está mal caído porque está herido o porque está falto de postura; pues si no está herido o está bien puesto, el gallo se para. Para lo único que deberían entrar los careadores, es cuando los gallos están enganchados por un tiempo de 20 segundos; los desenganchan y los vuelven a soltar y se acabó. Tuve un anécdota muy bonita con Lalo Granda, sobre la espuela rota. Yo jugaba un gallo, llamado “El Resplandor” que tenía varias peleas en Surco y era conocido y Lalo, jugaba un gallino negro que tú le regalaste que también tenía varias peleas. En una fiesta me parece que del “Cural”, yo no quería jugar con él, pero me insistió, porque no me gustaba la coteja pues el gallo negro era un poco más bajo y el mío era un poco más alto, que le gustaba jugar arriba. A tanta insistencia, pactamos la pelea. Soltamos los gallos, pasó el pollón y efectivamente, se despuntó la espuela de mi gallo y al levantar mi gallo que estaba con la espuela despuntada, el gallo de Lalo me patea en la mano y yo con el dolor, agarré y levanté al gallo de Lalo y total, Lalo se me tir&o
acute; encima; pero me vio que la mano me chorreaba con sangre y se puso pálido y me abrazó, nos dimos la mano, nos abrazamos en el ruedo y fue un aplauso clamoroso en el coliseo. Pues lo de la espuelita rota y despuntada, se presta para todo, aunque tú no tengas intención. A veces dicen, levantó el gallo, porque quiso acomodar la pelea a su favor. Cuanto menos intervenga el careador, será mejor. Lo ideal, es que el gallo juegue con sus espuelas naturales. Habrá que tener mucho más cuidado al ave y esperar más tiempo. Es cuestión de juntarse ocho o diez personas que piensen igual. Y jugar por ejemplo gallos de un año, con punta de lápiz, aunque sea sin apuesta, 20 minutos. En cuanto a la preparación de gallos, cada uno tiene su método y todos creen que han descubierto América. No hay dos gallos iguales en preparación. El preparador, lo primero que tiene que conocer es el temperamento del gallo. Los puedes mover una vez por semana fuerte y te asimilan el trabajo. Hay gallos que puedes moverlos todos los días poquito para irles creando músculo. No hay una pauta general para preparar los gallos. Es decir no a todos por igual. Que los gallos hay que prepararlos a todos 10 minutos, de esta manera, de esta otra, eso no puede ser. Yo he tenido gallos que te los muevo una vez a la semana, los muevo 20 minutos, los dejo descansar y me asimilan muy bien el trabajo. En cambio hay otros gallos que tengo que tener paciencia que tengo que moverlos cada dos o tres días sus cinco minutitos un poco y despacito, porque si los muevo una vez fuerte, lo quiebro.

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