entrevista al sr teodoro solano valverde

entrevista al sr teodoro solano valverde

  

TEODORO SOLANO VALVERDE

Lima Cercado, 07 de Setiembre 2004

 

En el Callao, se inició con el señor Asato.  Ahí estaba Manuelito Baluarte y después participaba un gran amigo, que era un cajamarquino Alejandro Díaz, un gran aficionado, era dueño del Coliseo de Balconcillo después. Claro, de esa época. También falleció el señor y entonces quebró el coliseo El Naranjal, pero ya era de otro dueño, entonces con ellos hemos conocido el coliseo que se inició en el Callao. La calle Salón. Claro, al señor Eusebio Bravo, era renombrado, después los hermanos Rodríguez del Callao, después el señor Augusto Rodríguez Martínez. Claro, el mejor policía para mí, oiga, el señor, un caballero don Augusto Rodríguez Martínez, huaralino, tenía un amigo socio Makino, japonesito. Campeón Sudamericano ha sido, acá nomás en Pachitea tenía su hotel, se llamaba “Astur”. Hotel “Astur”, acá en Pachitea, pucha, ese era un gallerazo, pero él también fracasó, le cortaron la pierna porque era diabético, pero era un señor de gallos; en gallos le ganaba a Makino. El señor Makino es en su época, trajo pues unos ejemplares de Japón, gallos japoneses pero extraordinarios, tenía sus paisanos trujillanos Agena, el otro, no sé cómo se llamaba. Japoneses también ellos. Hoyle también. Juan Hoyle, claro. Pero el señor Makino, no les daba su raza a ellos. Bien celoso. Bien celoso, él iba y traía los mejores y entonces como no le daba a don Augusto el señor Makino, ahí también empezaron a viajar a Japón y traerlos, pero no traían iguales; entonces Makino le contestó, ustedes creen que en Japón todos son finos, también hay chuscos dijo, hay chuscos pero también hay que saber, la sangre. Los puros los traía y en una época, sabes cómo se conocen con don Augusto Rodríguez Martínez, en ese tiempo director de la PIP, le dice Makino importó como once gallinas, pollas de Japón. No era Shamo japoneses. Claro, el genérico japoneses, negras, cabezonas, tenían cabeza de culebra, cuello un poquito largo, con el pico bien grueso y qué lindos animales, entonces en esa época, seguramente la policía de aduanas, también alguno de ellos era aficionado de gallos, entonces al día siguiente cuando va, pide ya pues, más de lo que costó en exportación, en los certificados del embarque y cobraron carísimo, entonces faltaban dos y habían puesto unos chuscos al costadito dos y habían sacado dos, entonces dijo, el señor Makino, señores estos gallos yo he embarcado once, esos dos no son míos, dijo, yo tengo todo marcado, señalado, dijo; entonces ahí donde se conocieron con  Augusto, alguien dijo habla con don Augusto le dijeron, él también cría gallos finos y vayan; fueron inmediatamente, don Augusto salió, le contó a Makino, sabe que, esto me pasa, tengo unos animales que he traído de Japón…; ah dijo, vamos, llamó a su chofer y se fueron pues, y don Augusto llegó ahí y donde están los dos animales que faltan acá, inmediatamente, que aparezca esos dos animales y entrégalos al señor, le dio su tarjeta.  Ahí se conocieron, el señor Makino ahí sellaron la amistad, entonces los mejores tenía Augusto, la raza japonés y después don Augusto iba siempre a España y de ahí trajo la raza canario, los españoles canario. 1956 más o menos. Y en esa época don Augusto, cruza con esos japoneses oiga, extraordinarios, después le mandaban de Colombia, pero los japoneses resultaron mejor, botaron, mejor gallo salió con el español canario. O sea, que los dos  socios, eran imbatibles, inganables. Makino traía, oiga, yo tonto, de vergüenza no me lo traje los traje los trofeos, anillos de oro del gallo, espuelas… así pitoncitos de oro regalos, trofeos, tenía un montón, el señor Makino. Iba al Ecuador, a Chile, sacaba trofeos, me decía llévate todo, se puso mal pues, pero era mi amigo, porque yo trabajaba acá en el Banco Wiesse y acá nomás estaba su hotel, cuando quería cobrar cheques, yo le pagaba, no hacía cola, entonces me invitó, vaya a mi casa para que vea los ejemplares, tenía bonitos sus animales. Él los tenía en Surquillo, iban sus amigos, los sábados o domingos, ahí en la puerta, tenía un felpudo para limpiarse los pies, encima había echado un poco de cal, ahí había sandalias, estábamos un rato, nos poníamos sandalias, pero pisando esa cal entrabas, pero no daba a nadie, celoso; ahora tenía un hermano que tenía su granja por acá por Gallinazos, no era aficionado, oye, dame compadre, todo lo que tú quieras, escoges, llevas, pero si no eres aficionado, sino para qué vamos a perder tiempo, no le daba, una vez le dio; pero solamente, le daba a don Augusto y gozaban. Compartían, porque ya eran socios, tenían unos gallos chilenos, oiga, don Augusto chileno, español, japonés, esos únicos criaban, pero extraordinarios gallos, oiga, qué gallos para meter espuela. Venían por barco. Y ahora termino de contarte de las gallinas, entonces, don Augusto les ordenó a los vistas, que estaban y les dijo inmediatamente, que aparezcan las dos gallinas que faltan y entréguenselo al señor, les dijo, inmediatamente, y estaba un capitán, que aparezca de donde sea, a la media hora dice que don Augusto y el señor Makino estaba esperando y aparece el capitán con las dos gallinas, acá están señor, por ahí se ha confundido; pero no le pagó nada don Augusto, el señor Makino no le pagó nada a don Augusto, pero hicieron amistad. Máxima autoridad era don Augusto Rodríguez Martínez en la PIP,  dejó su tarjeta y le dijo cualquier cosa páseme la voz, señor Makino, se fue a su oficina, al día siguiente estaba ahí, señor Augusto, vaya para que usted, se escoja lo que quiera; no, tráigame a mi galpón, sí dijo, ya llevaron tres gallinas a su galpón. Asato, de acá del Callao, después se conocieron con otros galleros, pero extraordinaria concentración que iban al norte y también al sur. Yo desde ya, de mi abuelo del Norte, de Chimbote. Mi abuelo era navajero, inclusive yo tenía un recuerdo de mi abuelo, un estuche de navajas de esas mejicanas que era bien curvas, recuerdas; después últimamente prohibieron, los llevaba de encuentro, jalaba todo, ahora la navaja es un poquito derecha, antiguamente, no era así. Años cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, en esa fecha fue cuando apareció esa espuela. Mi abuelo lo tenía ahí guardadito, y cuando murió, lo vi y yo de pequeño era bien curioso, estaba con una franela amarilla y como esta de color roja y amarrada, y cuando vi esa navaja, me escondí, tenía mi tía, que era la señora… tenía un tío, el hijo mayor del abuelo, hermano de mi mamá y él era el que jugaba a los gallos, porque ya mi abuelo estaba viejito, los mejores gallos; espuelas mi tío se los llevaba y yo me los escondí, cuando me vine a Lima también me lo traje y yo lo tenía, cua
ndo cambié de casa, no sé cómo se desapareció esas espuelas, eso era recuerdo de mi abuelo. De ahí ya después, cincuenta y seis, cincuenta y ocho, cambié a piquero, cuando me vine a Lima. Sí se puede conseguir, si se puede conseguir. Oiga, fíjese, esas espuelas, la visión de esa época. Las prensadas, voy a averiguar, voy a encargar, de repente tienen…, los guardan, voy a ir donde uno de mis familiares, voy a encargar, galleros antiguos todavía viven, viejitos. Intangible. Después del Callao, aquí se empieza, en Piñonate, en un coliseo muy chiquito.  Pertenece a San Martín de Porres, ahí estaban los galleros antiguos, el señor Domingo Chumacero, Huancabambino. Un gran aficionado, cerrajero, gran amigo mío; después Germán Helera., primo hermano, después el otro señor Juan Vilela, tiene ahorita por lo menos noventa y seis años, él es el único que vive de esa época, cuando lo conocí cuando era muchacho, ellos eran señores mayores. Y viven noventa y seis por lo menos, don Domingo, estuvieron también un poquito después.  Claro, después el Gallo de Oro,  pero creo que para mí Piñonate era más antiguo, después ya el Gallo de oro. Antes y después se hicieron los coliseos acá Tahuantinsuyo de Díaz, el Agustino y después viene San Juan por Collique, después ya viene La Pascana y ahora por todo sitio. Pero en Piñonate se jugó más tiempo. Francisco Pizarro muy poco, medio año, ocho meses seguramente. Dos o tres veces nomás fui ahí, con mi amigo Chumacero, unos cajamarquinos, Piñonate ha sido siempre nos encontrábamos con gente del Callao.  Bueno, los gallos de Makino, los japoneses, con la cabeza arriba bien paradito, mañosos, que estaban empujando y empujando, o no se dejaba, pero esos gallos, cuando cualquiera de ellos se descuidaba, una mordida, seco; o sea que empujaban como toros. Mañosos, mucha maña a los japoneses, ahí poco a poco fueron mejorando, cuando cruzaron con ingleses, la raza que consiguió don Augusto, salieron. Españoles un poquito rápido, pero siempre más rápidos, pero siempre mantenían la maña. Tenía la defensa, la defensa. A la coteja, venían gallos del norte, señor Cogorno, me acuerdo que venían Asiles, gallos nacionales; me acuerdo que jugaban cuarenta minutos me parece, creo que inicialmente era una hora, y después bajaron cuarenta minutos, con gallos paraditos. Y en esa época, me acuerdo con los viejitos, que venían con su bastón, que con qué gusto miraban, observaban, que cuando terminaba, se levantaban, se iban, huy, la gente se entretenía bastante, se veía que los gallos se empujaban, también se veía bastante en el patio, esa época no había espuelas como ahora, eran espuelas naturales, algunos gallos se hacían crecer, echando cebo de res, o sino de los gallos chuscos sacaban espuelas, excelente salía, porque en los gallos chuscos, se iba la parada encargaban a las que vendían pollos, a las vendedoras, una bolsa llenaban, de ahí la mitad salía bueno y la otra mitad se votaba, todo salían los caramelos no más, hacían hervor con aceite y yo aprendí primero eso y brillando salían las espuelas, entonces ahí cortabas, y ponías y amarrabas… Los domingos mayormente. Empezaba a la una, dos de la tarde, más o  menos, ya después aumentaron jugar los días feriados, más peleas,  por eso, por ejemplo el primero de mayo, veinticinco de diciembre había la concentración. La apertura, claro, con concentración los días feriados y antiguamente, jugaban todos los domingos. En Chimbote venían de Lima, bueno, en realidad mi abuelo, él tenía, decía que eran españoles. Tenía navajeros; después cuando murió mi abuelo, ya la… con nosotros…, con mi tío estuvimos criando, pero pocos años; empecé a jugar acá en Lima. Navaja, pura navaja, navaja, Chimbote hasta Virú, Trujillo.  Después de Chimbote, provincia de Virú.  Hasta ahí, estaba San Jacinto, Nepeña, Coishco. Pero ahí era puro navajero, hasta ahorita. Todavía, La Palma, zonas así todavía con navaja. Claro, en Casma también se jugaba  navajero. Hasta ahora, pero muy poco piqueros en Casma, Casma es antes de llegar a Chimbote. Allá en el norte. Agena en el Callao, bueno, sí tenía regulares, pero Makino, don Augusto, Imbatible. Todo el mundo respetaba, a Makino, a don Augusto.  Ahí está el señor Bravo también era uno de los aficionados antiguos; me estaba olvidando el señor Eusebio Bravo, también tenía los japoneses; pero no tenía como el señor Makino. Justamente, andaba tras de Makino, pero no pudo conseguirlo, no soltaba; Agena también tenía japoneses, pero no era igual que la raza de Makino si han tenido lindos, don Augusto, porque ellos dijeron, no hay que desparramar. La raza de Makino, el importaba. Él iba y él mismo traía, traía huevos, pero el señor Makino, sabía, conocía. Claro, viajaba y traía, pero no traía finos  como traía don Augusto, por eso él decía de donde trae; ah, pero el señor Makino era uno de los hombres bien celosos y bien reservado y así no más, no, no, daba. Me contaron, dicen que ese gallo,  creo que le dieron al señor Noriega. Odría y Noriega eran compadres, te acuerdas; compadres, amigos, creo que también eran pues. Odría  tenía un gallo extraordinario, me contaba, un parentesco lejano al General Víctor Olano Castro.  Olano Castro, ese era también un pariente mío lejano,  del su hijo era aficionado también en navaja, pero eso yo no he presenciado, yo nunca he visto, yo sé que jugaban entre ellos jugaban los gallos, los militares.  Jugaba ese gallo. “El Barbero de Sevilla”, y me contaron ahí. No, Odría, no frecuentaba mucho, nunca lo he visto.  Bueno, lo que yo he conocido a un general del ejército, ahora último, el general Pizarro. Claro, a él lo he conocido, si pero ellos antiguamente, vivían. Ellos antiguamente, jugaban entre ellos, se encerraban y jugaban, pero no he tenido suerte de conocerlos, pero al señor Pizarro, al general Pizarro, si he tenido la suerte de conocerlo hace dos años más o menos, tiene varios preparados. Sí, bastantes gallos navajeros, sevillanos, canarios. Bueno, en esa época, no pasaba de veinte peleas.  Sí, no pasaba de veinte peleas. Pero no como ahora, cien, ciento veinte.  Claro. Cuarenta, en esa época era de cuarenta minutos. Raras veces el gallo ganaba rápido, cuatro minutos, cinco minutos, diez, treinta minutos; estaban peleando también y por eso no podían jugar más gallos también, ahora los gallos son más rápidos, para jugar diez minutos, algunos gallos están matándose en dos, tres minutos. Claro que antiguamente, no había esas cosas. Me contaron, quién me contó el finado Alejandro Díaz, era su gallo favorito de Eusebio Bravo, “Uranio”. Ahí estaban los dos hermanos. Kike tiene su criadero, su galpón en Shangrilá, pero en realidad no tiene buenos ejemplares, antes más bien saco en alguna fecha, tenía gallos espa&nti
lde;oles más o menos regulares, Kike Tello. Guillén, claro, Guillén, uno que trabajaba acá en… Lima, Guillén, eran primos con él. Claro, primo creo que ha sido con el de acá Guillén, Guillen de acá de Lima, han estado en la Asociación de Criadores de Gallos de Pelea. Sí, más o menos esa época, claro. Gallo de Oro, claro, pero después, últimamente, abrieron un poco, después cerraban el coliseo. Claro, con Chang, claro ahí termina, porque Chang se hizo muy creído, se creció bastante como empresario. Si pues, tenía su transporte, tenía bastante facilidad. Ahora es muy rápido, cierto, en ese entonces los gallos te emocionaban, caramba, veías como los animales luchaban; para mí lo más emocionante, eran los gallos de esa época, de los años cincuenta y cinco. Por ejemplo en el norte, he participado en todos lo coliseos del norte, en San Pedro, Trujillo, Pacasmayo, Guadalupe, Chepén. En Pacanga, Pacanguilla en esas zonas, oiga eran gallos parecían toros, gallos negros, qué tal fuerza. Cairel negro. Negro, pero también habían Gallinos negros, pero también habían negros ojos color uva. Tipos guineo, pero algunos le ponían asil, un negro oscuro que brillaba, oiga, que finura; para mí el plumaje del gallo asil es el más fino de todos los animales, porque parecen hilos, las plumas,  cuando levanta las patas del asil, todo blanco o negro, levanta las patas, parecen hilos, salen las plumas de los animales asil, oiga; solamente, tres colores recuerda usted, blanco, negro y cenizo, tres colores, que hermosos. Dicen que era de la india de una isla. De la Argentina han traído de esa zona. Argentinos importaron bastante. Esa Calcuta, dicen que era un pueblito,  desapareció en un terremoto, ese país dicen que se había borrado y reportaron que no hay esos animales, ya no hay dicen esos animales. Calcuta con Asil, parece que  casi vienen de la misma familia, el Calcuta es un poquito más altito y el Asil es un poquito más chatito, de caña patas anchas, pero también parecen secos. Tres hileras. Más fuerte, las patas más gruesas un poquito. Trelles, claro. Todos ellos mis amigos, los Baca son dos hermanos que he conocido; después Baca y Barba también amigos, siempre se reunían el doctor Armando Baca con el doctor Barba en Chepén, yo me encontraba Chepén en una reunión en un almuerzo, cuando trabajaba en el banco, siempre viajaba a la concentración de ellos, Barba era mi amigo, después Juan Isla, Ernesto Falla; Falla era de instrucción del Guadalupe. Caracho, tengo… gallos ahí, usted veía parecían coronas de… bien soleaditos, entrabados, los gallos salían a pelear, pateaban como caballos. Oiga, claro, dos hermanos eran, claro Manolo Feijoo, tenía de ellos tenía su casa por La Molina, claro don Víctor Larco, después yo he visto qué animales, los mejores ejemplares de asiles que tenía era don Humberto.  Malayos también, ellos eran los mejores ahí, sí o no. En Paijan. Paijaneros eran. Chiclin claro. Impecables, que finos. Chale, claro pues, años, los Orbegoso. Los Orbegoso, el doctor Noriega de San Pedro, dos hermanos, uno de ellos era abogado, el otro médico, muy buenos amigos, ellos también tenían unos españoles, muy buenos cruzados con asil.  Habían, los canarios amarillos, amarillos lindos animales, oiga, hasta ahorita ya no veo ese tipo de animales, oiga, españoles ajisecos y los giros. No, nada ni las plumas. Claro, ahorita, dicen que en España tiene todo. En Chile por ejemplo. Claro tremendos gallos cruzados con malayos; se acuerda que en Chile habían papujos, ojos de uva, patas verdes, esos tampoco no hay. Santiago, me iba por la… algunos tendrán todavía pues. Ahí esta los Peucos, los ojos de uva, los patas azules, en época de Chereau, Fabres, en esa época ellos han sido los mejores galleros de Chile. Claro, ahora español, Fabres tiene un  hijo, el nieto, está jugando, oiga esos gallos mordían, me acuerdo de ese tiempo, esos animales ya no hay; excelentes animales oiga. Para mí lo chilenos creo que entre el año cincuenta y ocho, por ahí. No era, como ahora, que cualquiera trae, ya importan. Claro, hasta los chilenos vienen bastantes vienen a Camaná, Mollendo, a la montaña, por ahí. Sí, también en Arequipa, Camaná, después ahora los famosos son actualmente los Fernández, Celso y Pacho, y Celso es, pues, toda la raza de Makino de Hugo Mosó, son amigos con Mosó, el hijo de Celso,  cuando todos los años viaja a Chile para fiestas patrias, ahí se queda con Hugo Mosó, son amigos; pero Hugo Mosó venía a jugar a Camaná, ahí se quedan los gallos chilenos, ahí venía con su administrador, con Bustos don Hugo. Todos, igual como en el norte, en Arequipa los únicos que son unos fanáticos de los gallos son los camanejos, después viene Mollendo, en Arequipa muy poco, Camaná es el número uno. Moquegua. En Tacna, bueno en esa época el señor Mazuelos, Nixon, Peñafiel, Pitaluga. Ellos siguen. Claro, el hijo, Mazuelos ahora ya no, esta de perfil bajo está, de la noche a la mañana, se vino abajo. Claro, todos los chilenos eran amigos de él.  Valientes, sabía cruzar y tenía buenos animales. Con estos, con Peñafiel, varios, justamente, por intermedio de Wilson. Yo llegué a conocer a Nieto, a Pitaluga, a todos ellos me conozco, con don Hugo Mosó. En Asapa. Llevando wiski, yo estaba conversando con don Hugo y Wilson llega con par de botellas de wiski, yo estaba tomando vino Undurraga y don Hugo, ya bota eso, eso fue un día diecisiete de setiembre, ya había jugado en Campo Verde, en el coliseo de Arica. Dos, tres minutos, cerquita estaba, del coliseo eran dueños los hermanos Espinoza, unos amigos míos, y les contaba yo, caramba, hasta ahorita estoy batallando, pero también he tenido varios animales he jugado bastante. Huy Oiga, un gallo giro, que hasta ahorita no perdía, ese gallo una fecha lo jugué tres veces, la misma fecha.  La misma fecha. Ha sido el sesenta y tres, más o menos. Sí, pero yo lo castigaba mucho, entonces fue que jugué una vez tempranito, un domingo que estaba en el coliseo Díaz el administrador del coliseo me llama, me llama y me voy pues, mira acá están mis gallos, yo calzaba los gallos de ellos, así es que. Era un Calcuta, nadie me cree, tuve un gallo campeón, veintisiete peleas, cuatro peleas hizo cuando estaba ciego. Ciego, ese era Calcuta con chileno. Bueno el Calcuta fuerte, y el chileno rapidez. Pico.  Sí, o sea, que el chileno es un pico caliente, pico caliente. Con el chileno, se avivan más los animales, más ligeros salen. Más bravos. Sí, son medios mongos, bien quedados, tienen que darle duro para alentarlos. Tienen que recibir un buen castigo, para que comiencen a responder, que comience a barrer. Pero el otro hermano, que le digo que gané y tres veces en un día jugamos y estábamos tomando con unos amigos, estaba amarrado mi gallo y el otro de mi amigo,  ah, a mí, ese gallo chusco cuanto quieres jugar. Cree que por trescientos soles. Si. Entonces ya mi amigo Alfonso Díaz, yo voy por este gallo chiquitito, saca su plata, cuanto hay setecientos soles; ya, setecientos soles, jugamos, soltamos, y el otro gallo, viene y el gallo se esconde y regresa viene
y seco. El segundo round, ahí; ya el otro viene, se cansa rápido. Ya estaba frío y el otro seco; lo que pasa es que a mi gallo no lo tocó; entonces lo revuelvo, y salta, y salta, y ahí jugamos con mil quinientos; con ese gallo que gané y picón, para desquitarte, hicieron caja y también un revuelco por la espalda, listo, como le estaba ganando, entonces, ya la otra, la tercera es la vencida. El otro de ellos, él era más altito que el mío, entonces yo no quería. No, No, ya basta y como estábamos picados caramba, tienes miedo; no, entonces, vamos pues, ahí jugamos con dos mil soles. Ahí demoro por lo menos tres minutos, a mi gallo le sacan el ojo, por eso gano plata, el gallo se puso loco… lo degolló al otro gallo, choreando el otro gallo, pero duro el otro gallo también, los dos se caían, pero el gallo,  todo chorreando… oiga le digo salva a tu gallo, es bueno, tenía una… tu gallo. La segunda careada, tú eres un buen aficionado, es un buen  gallo, ya no pateaba, para qué. Hermano de otro gallo fino negro, era de Diáz. También otra vez juguó en San Juan, dos veces también, un gallo pero extraordinario era, esa vez que jugué, segundo, ya mi gallo estaba herido, ganó, pero este gallo hermano del que tuvo. Del sesenta y cinco hasta el setenta y seis. El sesenta y cinco empezamos por allá. Sí, Claro, no, sesenta y cinco hasta el ochenta. Al ochenta. Sesenta y cinco más o menos. Casi sesenta y ocho, casi setenta. Entonces, en esa época venían de Cancha Grande, lástima que; ah, antes que se muera mi gallo a Dante Valdivieso le gano, a un gallo ecuatoriano que se trajo; Dante Valdivieso fue buena gente, buen amigo y dicen que don Dante Valdivieso, había ido a la concentración de Tumbes, ahí ha visto un gallo más o menos fino, ecuatoriano, polloneando, quiso comprar y no se lo quisieron vender, entonces en esos cuantos meses, había otra concentración en el Ecuador, entonces va también don Dante Valdivieso ahí, viaja, lleva gallos, y entonces vio un gallo giro, que le gustaba a él dice cuánto cuesta ese gallo fino, era bien rápido ese gallo; entonces él dice, sea como sea, me lo llevo, dice, que lo hizo emborrachar al amigo, o sea, el dueño del gallo giro, pagó buena plata, dice. Y lo trajo, lo prepararon y preguntaban, el giro, giro, que tal ese gallo me gusta decía, pero ellos estaban preparando… un gallo de ellos lo mate, un ajiseco, sobre todo no sé cómo se llama, el chino. No me acuerdo, entonces, hay una coteja; entonces le pregunta, cuando vas a sacar al giro; para el domingo, entonces Valdivieso viene con toda su mancha pues. Cuánto quieres jugar, cinco mil soles quiere jugar; no le dijo, máximo y yo puedo jugar dos mil soles, no había billete; entonces lo dos Quirogas preguntaron, Díaz pregunto a su hermano, el quinientos, el otro mil, juntaron, total los cajamarquinos apostaban; siete mil soles jugamos, a mi gallo giro, mi gallo era giro blanco; el de Valdivieso es un giro medio amarillo, pero bonito gallo, cola larga, siete mil soles hicimos caja, soltamos pues; pucha a mi gallo lo encogió, casi me polloneó, mi gallo era fuerte pues también, se encogió, entonces comienza a dar vuelta, vuelta mi gallo, comienza a jalarle las plumas, tres, cuatro…, seis. Y mira apostaron tres mil soles con Armando Díaz. Eso por fuera, toda su mancha apostaron, porque era su gallo famoso el de ellos. Claro, y todos, seguro, todos perdieron, y los Díaz… tenía varios hermanos, eran muchos, y apostaron todos pues, y Dante Valdivieso no le pagó la apuesta a Jano, como eran buenos amigos, habían cotejado varios gallos, pero todita la mancha señor Cogorno, se fueron, toditos se regresaron a Lima, no jugaron ningún gallo ahí; ese famoso gallo que trajo el señor Valdivieso, yo le mato con mi gallo giro. Ellos visitaban a los Gutiérrez, que bien, que bien. No, no me acuerdo por apellido, pero un tiempo creo estuvo Bracamonte creo que era uno. Don Braca. Pero no me acuerdo bien, bien, si los veo me acordaré, no me acordaba. De Tahuantinsuyo, era Marcial Vargas, buen Juez. Era primo del dueño, en ese tiempo  los jueces eran moderados. Claro, si el señor Marcial Vargas buen Juez, jugaba a los gallos así con su primo, cuando estaba perdiendo. No se casaba, sentenciaba, a veces pelaba conmigo, así juegue mi gallo, de acuerdo a los…, para que, algunos jueces cuando juega los de su mancha, o de sus parientes, pucha, tratan de, caramba, para hacerlos empatar por ejemplo.  Mal hecho, mal  sentenciado y todo, entonces, yo hasta ahorita no veo a ningún talla de ahora en ningún sitio, todo echado, que es un juez malo; después era otro Juez don Aníbal, también primo de los Díaz, el juez del Coliseo Tahuantinsuyo, era Marcial Vargas. Oiga, bueno pues, ahora ya salí del banco. Sí, trabajé mucho tiempo y saqué mi dinero, mi indemnización, los otros aumentos que teníamos por la Federación, Fondo de Auxilio, Caja Mutual, me compré mi terreno en Puente Piedra,  lo invadieron y caigo en Clae, toda mi plata lo lleve a Clae. Claro, dos compañeros míos se murieron con infarto, llevaron,  uno llevó como ochenta mil dólares, el otro llevó cerca de cien mil dólares. Claro, bueno y uno de los compañeros que se fueron antes que nosotros, salían con billete; yo, lo que trabajaba en un año, en un mes estoy ganando decían, pues, nos toca salir del banco, a nosotros nos toca salir el año noventa y uno, ya todos casi la mayoría salimos, con sencillo pues, entonces yo saco mi plata, llevo a Clae, y para que, voy donde el administrador era mi amigo muy buena persona, don Carlos Manrique, era buena gente para qué, muy buena persona, pero caramba. Claro, más que el gobierno, porque los banqueros ya estaban locos, pues, entonces se cayó doscientos cuarenta mil soles cierra pues, entonces yo quedo con los brazos cruzados, vendí mi casa, vendí mi carros, ya estábamos para entrar en juicio, porque cuando invadieron mi terreno en Puente Piedra, tenía que meter juicio. No, todavía, pero ya gané el juicio, ya tengo la escritura pública por intermedio de todos los intestados. Hay como cuarenta, diez mil metros cuadrados invadidos, pero ahora ya ellos, con título de propiedad, tienen que salir, si se quieren quedar, bueno, que paguen. Claro, pues, han hecho casa, entonces ya si quieren quedarse y no quieren perder su casa, han hecho casa de dos pisos algunos, no ves que está cerca de la pista de la Panamericana norte a una cuadra, donde está el mercado.  Sí, en el mismo Puente Piedra, hacía la derecha, del ovalo a dos cuadras.  Claro, entonces, por… por usurpación, todo no salió, pero usted sabe que los jueces corruptos.  Claro, más de diez años, diez años de limpia. Ya los años pasados salió mi sentencia. Claro, de todo. Ya estos días, falto de billete nomás. Claro. Oiga, o compran, ya no interesa que hayan hecho casas sino quieren los  desalojo. Sí, pero poco pues, como la situación está un poco bajo y de repente, si Dios quiere, señor Cogorno, quizás un poquito más, cuando ya recupero mi terreno, ya ahí también voy a criar, porque tengo otro sitio, ahí tengo un pedazo de dos mil metros cuadrados cercado, ahí voy a ir a criar. Yo, a veces juego en Surco, por aquí por Los Olivos
hay un coliseo, hay un parque, después por la Panamericana norte hay un nuevo coliseo “Pancho Villa”. Ahí estoy jugando, estoy sacando pocos gallos, Tito sabe, porque casi estoy sacando poco. Claro, claro. Claro, Hay que seguir luchando. El tiempo es horrible. Entonces así es la vida, la lucha es fuerte a veces los contratiempos es peor, a veces  nos toca luchar cosas fuertes  y hay algunos que ven unas cosas raras, hay que tener mucha fe no más. Tengo un poco de español cruzadito, uno lo tengo, después chileno. Después tengo un poquito de Calcuta y Asil. Todavía tengo, pero ya no como antes. Todavía tengo rebajado, ya está bastante rebajadito, siempre me ha gustado a mí los asiles, calcutas muy buenos, muy buenos.  Nonono, esos tuzos, pero eso creo que es un tipo japonés. No es común. Ya, a ver si yo también le busco, le va a gustar mi cruce,  para hacer un  intercambio. Pero ya vivo para jugar, para julio, para el cruce todavía no. A  mí me mandaron de esos gallos, yo tenía fotografías de los gallos giros, dos, de Chepén me mando, de repente lo has conocido a Juan Reyes, bien amigo mío, entonces; hay un trofeo de una reunión, una concentración de esos gallos famosos sacaron fotografía, y Reyes tiene, saca sus gallos en mancha, yo tenía libros, oiga, libros antiguos, de un sitio también de Estados Unidos, Atlanta. De ahí libros en inglés y castellano también bastante tenía, Makino también me dejó varias fotografías y varios libros, ahí se sabía las herencias y las crianzas de los animales, su orígenes, de donde son sus razas, algunos de sus razas y Makino me regaló dos libros, y antiguas, de sus orígenes, creo del año veinte tantos, se hablaba de los animales, de las razas más que nada; oiga, no sé dónde, cuando yo me vine a, los libros se me han desaparecido, oiga, voy a buscarlo, ahí habían fotografías, pero sin embargo de repente los hijos de Díaz, lo tengan antiguos. Claro. Ahí salen unos gallos, de las fotografías de la época. Por ejemplo, los malayos, para comparar los tamaños de la cabeza. Ahí justamente los japoneses salían, los sangre pura, la sangre negra, así se hablaba. Claro, Claro, oiga señor Cogorno, yo me descuidé, porque me desmoralicé bastante cuando invadieron mi terreno y también cuando caigo en Clae, ya había salido del banco, mis hijos estaban estudiando, entonces eché de menos las cosas, de repente los materiales de los colegios, los votarían, estoy buscando de ahí salían Libros, fotografía habían, libros antiguos, de ahí para buscar, ahí hablaba, de los animales de que sitio,  procedencia. Claro, voy a tratar de buscarlo. Me descuidé bastante. Claro. Para que las nuevas generaciones tengan. Ah, claro, claro, sobre todo las fotografías, oiga es cuestión de buscar, fíjese yo mayormente, ha sido mi descuido.

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