Machete

Machete

  

Machete

 

La cresta que te hizo Machetón y tu conformación de gallo, fueron las que desde un comienzo, dijeran de tus bondades.

Hablamos sin palabras y cuajamos una fe dócil que da la vida y el amor a la afición.

En el ruedo, no hay rival pequeño, porque muere y a un gladiador de tu talla, no le cabía otro honor al probarte con lo probado y de tu peso, ¡lo mejor!.

No caben regateos con una apuesta que poco paga tu vida y ¡va la pelea! Tú fríamente darás tu vida; yo apasionadamente brindaré un gallo. Es el brindis a esa bestia que también la llevamos dentro.

Se acerca la jugada… me invade el nerviosismo; empiezan mil dudas y se alejan los fundamentos. Todo es relativo y es cuando empezaste a imponer tu serenidad tan confiada.

Es noche; te acerco a esa luz tan artificial como el ambiente que nos rodea: el que te aclamará cuando estés ganando y enmudecerá con tu muerte. Mutismo hipócrita que no es un pesar, sino, tal vez una sola moneda.

Calzo las armas con destreza artesana; sin permitir alguna concesión o ventaja.

¡Nos llaman! Vamos al ruedo…  ¡Pasen!, ¡Piquen! y ¡Suelten!

Empezaste con alguna dureza, pero ahora en la mecha te has acomodado… ¡Acomodado!, ¡Que va!, estás besando la arena. Silencio, dentro de un júbilo caótico…  ¡¡Tú eres fino, Cholo!! Sorpresa…  esperanza…

Salió en torno alocado, con pies torpes y enredados, casi olvidando su casta. Cuando intuyó la sentencia, regresa sacando fuerzas serenas. Nuevamente cae; pero del suelo mordía el pecho y empujaba sus espuelas hasta la base. ¡¡Pero que pasa!! Tu enemigo empieza a sentir tu odio y tu nobleza. ¡¡Vamos Cholito…, vamos!! Es que ya no cortas el viento, pero te aferras a la vida, matando hasta con tu aliento, que es más un aliento de muerte.

Ahora sí, todo está dicho; te hicieron morder nuevamente la arena y claro… la vida se va. No muerdes la arena…  la escupes, porque así pierde un vencedor.

¡No has corrido, porque fuiste de casta!! No lloré, porque soy gallero.

 

Carlos Cogorno V.

Lima, 02 de Junio de 1982

 

PD.- Fue “el Gallo de la pasión”, desde pollito; y en la primera pelea, le tocó en suerte, un gallo campeón, matrero, del añejo aficionado Augusto Tamayo, miembro de la Policía; en El Rosedal (1979), cuando los gallos los gestábamos, casi no se compraban.

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