Entrevista al sr Antonio Fuentes y Cortez

Entrevista al sr Antonio Fuentes y Cortez

  

 

Antonio Fuentes y Cortez “Zarumilla” (96 años)

La Molina, Febrero de 1988

 

 

Antaño, habían gallos muy buenos, pero hasta ahora yo que me he paseado de todo aquí, nunca he visto un gallo que me tocó a mí, un gallo con la cola hasta abajo, media torcida; un gallo inteligente, cuando le tocaba gallo mañoso, no lo seguía y se paraba arriba y ponía la cabeza arriba; lo controlaba y ahí lo agarraba y lo mataba; tuvo como 14 peleas. Allá en la hacienda, un muchacho que tuvo un pollo, entonces le dije, oye, te compro el pollo, que en el año 1914, 15 era plata, pero “oye”, me dice “Antonio, no lo vendo porque me lo han regalado”, pero te voy a decir que el cura Cacho que hace las misas allá en la nueva Arica, allá a la gente, le han dado el hermano de este gallo y apenas alas 7, ya estaba el hermano ahí “qué desea señor”, bueno le digo sabe, que he visto un gallo que no me lo quieren vender y me dicen que el cura Cacho, tiene el hermano inmediatamente antes que lo maten, mande al vigilante que lo traiga el gallo. Al pasar por ahí por el callejón, me encontré con el señor Portaro que era administrador de la hacienda y estaba asoleando unos gallos; y le dice ¿Dr.?, vengo de allá de la hacienda de la Nueva Arica, ahí por Tumbes, por allá, me han regalado este gallo, yo no soy gallero y lo voy a soltar ahí con los patos “a ver suéltelo para pelearlo” y claro que venía con más de 8 horas de camino en un sombrero, ahí lo traía, pero por supuesto el otro lo peloteó; cómaselo Dr., si quieres, porque yo no soy gallero; entonces yo supe el asunto y el abuelo de Oscar, le dice: “oye Vidal, dile al Dr. Cacho que me mande ese gallo que le han regalado allá en las lomas de Arica los paisanos”; fue inmediatamente los paisanos y me dicen “Dr. vengo por un gallo que le han regalado allá en la Nueva Arica” y le dicen como has sabido, “porque Antonio le ha dado el dato al Sr. Artiga, entonces vengo por ese gallo”; ya, bueno, que resulta, lo trae el gallo y lo principió a preparar el gallo. Llega la semana y me dice el Sr. Portaro, “ya tengo el gallito del cura que Ud. lo despreció; “ese gallo es malo” me dice; cual de los mejores que tiene Ud. para echarle a ese “yo tengo mi gallo “Tachuela” me dijo “tú lo conoces, es un gallo muy bueno”, pues se lo echo a ese le digo; “vas a tenértelo que comer” me dijo; llegó el día Domingo y fue a la cancha el Sr. Víctor el abuelo de Oscar “y me dice”, le digo ahí va a jugar el gallito del cura, con el gallito “Tachuela”, del administrador Portaro “¿Cuanto quieren jugar?” 50 arriba; 100 soles en ese tiempo, era una fortuna; lo soltamos, que se yo, y el gallito “Tachuela mañoso, entonces se paro el gallo en el medio y levantó la cabeza y lo controlaba y la cola la puso abajo a la tierra no he visto un gallo igual. Lo controlaba, lo controlaba y pam se lo maté; a recogerlo y como al otro Domingo, lo vuelvo a sacar y le vuelven a echar otro gallo; lo mismo le hizo y así siguió, siguió, siguió; bueno, los hacendados que tenían negocios, el abuelo de él, porque la Negociación Cayaltí, compraba arroz y maíz y habilitaba para la hacienda el arroz y el maíz; “oye me dice Antonio, hay un gallo muy bueno para tu cola tuerta; cuidate porque es muy bueno” le digo, si es coteja, yo no le tengo miedo; me dijo “el señor tal, quieren jugar plata y los quieren agarrar a Ustedes” bueno, llegaron los hacendados de sus sitios que eran agricultores de maíz y tenían negocios con Cayaltí, sacaron los gallos y ya yo sabía que clase de gallos y “a ver, me dice Antonio, saca el cola tuerta”, pá se lo paré y le digo Don Víctor, le gusta a Ud. la coteja? “tú eres el que los prepara y tú eres el que tienes que decidir” ¡va con él!, le dije, lo que quieran jugar ¡va con él! “500 arriba” me dijo ¡ya!, yo tenía un preparador que me enseñó la afición y era un gran careador; principian los gallos, le pega un tiro y me lo hace volar al gallo; puuu, los hacendados, “señor Aspíllaga 10 fanegas de arroz, contra su gallo, 10 fanegas de maíz contra su gallo” adonde ¿en la era o en la hacienda?, “donde Ud. quiera ¡sí va!; se llenó de fanegas de maíz y de arroz; lo pusieron, se paró el gallo, pa, le sacó un ojo, lo paró y ahí mismo ¡pa! se lo mató. Me felicitaron. Oye me dicen, “traíamos este gallo, para ganarles a Uds. su gallo; quería saber de donde venía ese gallo”; cuanto hicieron ellos por conseguir esa raza; consiguieron, pero nunca igualado; pero era un gallo bien fino y la cabeza parecía de culebra; bien fino y la cola para abajo; había que cuidarle la cola después de muda, una cosa que yo no me explico hasta ahora; pasó el tiempo, seguía ganando el gallo; no había gallo para él, le digo Don Víctor, no hay gallo para este, entonces el Sr. Portaro, “¿te vas a Chiclayo?” sí, me voy a Chiclayo; “dile a fulano que me mande el gallo que yo le di para que juegue en Chiclayo; tú lo conoces el gallo” me dice y se lo mandaron. “Ese gallo, para lo que Ud. quiera, ¡va con él!” y llega en día Domingo, ¡pa! Se lo maté y así principió; llegó un momento que los hacendados le buscaron un gran gallo, muy mañoso, muy bueno, se llamaba “Belmonte” el gallo; ya mi gallo tenía 8 peleas y Don Víctor me dice “oye, ese gallo “Belmonte” es muy bueno y vienen a ganarle y van a apostar maíz y arroz” y le digo, Don Víctor vamos a apostar maíz y arroz; “¿está el gallo listo?”, vamos a jugar el gallo; llegó la pelea y se  lo maté al gallo “Belmonte” en la novena. Y si ese es el gallo “Belmonte”, mi gallo se llama “Joselito”. Fíjese las libras esterlinas cómo llovían ahí con los hacendados esos; “tantas fanegas de maíz, contra su gallo de Don Víctor” ¡ya le dijo!; puestas en la era de la hacienda, “donde Ud. quiera” y firmamos; se ganó como 60 fanegas de maíz. Y ganó el gallo y ganaba el gallo e hice camadas en una gallina de Chepén; un Sr. Ugaz le regaló una gallina muy buena y me botó un gallito muy bueno, mejor que el padre, al pase, ganaba y entonces el Sr. Barnuebo que era químico, él había trabajado de joven en Casa Grande y se había ido a Casa Grande de vacaciones y le dijo: “para tu centenario, te voy a traer el mejor gallo del Departamento de La Libertad, encantado, le dije señor Barnuebo, Ud. sabe lo que es, no hay gallo para ese aquí en la hacienda; se fue y consiguió de un señor…  un gallito en el buque, un gallito bien fino; llegó a la hacienda y me dijo, “ya está tu contendor”, ya le dije, si es coteja, vamos a jugar; llegó el Domingo, ¡que bonito gallo! de la hacienda Roma lo había traído, para mi gallo “Centenario”, hijo de “Joselito” ese en dos pases, en dos patadas, no había gallo, “Centenario”; llegó la jugada y jugaron S/.100 ¡en ese tiempo 100 soles! Y corrió plata; era bonito gallo; hizo una pel
ea amistosa, pero mi gallo más inteligente, ¡pam, se lo maté!. Ahí habían unos famosos Pita, en el Departamento de Lambayeque unos Pita, unos grandes aficionados; llegaron a la hacienda siempre a jugar; siempre teníamos encuentros en Pucalá, entonces en la mañana, jugaron unos gallos entre los administradores y los Pita; yo preservaba las peleas por la tarde, y me decían que tenían un gallo que le llamaban “El Toro” muy bueno en el Departamento de Lambayeque, no había gallo; te gusta, y llegó como a las 2 ½ pm. el abuelo de Oscar; se saludaron, y le dice: “Sr. Don Víctor, tengo un gallo para jugarlo la plata que Ud. guste”; a caramba, la plata que yo guste, eso depende de Ustedes; ya tenían la bolsa lista, que habían ganado a los administradores u todo. Me saludaron y dije, a ver cual es el gallo que me van a echar que me van a jugar; “este me dicen que es el famoso “Toro”, que no hay gallo en Lambayeque”; don Víctor, cuanto quiere jugar Ud., “de 50 libras arriba”; ¡caramba, de 50 libras arriba!, eran las libras de oro, “que te parece Antonio, búscale un gallo para matarle a Pita su gallo”; traje un gallo de Santa Fe, que gritaba como una pava y arrastraba las alas, pero era un gallo asesino de los mil diablos, así como el Moro, que arrastraba las alas, cla, cla, cla, pero era asesino y no dejaron un centavo en el bolsillo y entonces me dice: “oye Antonio, ya no tengo plata, te doy las abotonaduras de oro y mis gemelos, por S/.150 soles, porque es lo único que tengo y le comento al señor Víctor, los Pita ya no tienen plata y quieren apostar las abotonaduras de oro; “oye me dice, ¡recógele todo el oro menos los pichones del calzoncillo!”. Soltamos los gallos y entra mi gallo así como el Moro, le pega un revuelo y le va bandeando la cabeza y le salían así los nervios de la cabeza y el otro gallo todo se defendía, me le golpeó, me le sacó un ojo y una de esas que se acomodó el mío, pam, se lo maté; al otro día vinieron a caballo con sus 15 libras y le entregué su embotonaduras de oro. Don Víctor me dice: “oye, recíbele todo el oro que sea, pero menos los pichones del calzoncillo”. Hay gallos que tienen cacho chico y que no hacen ruido pateando, esos gallos, se llaman “dedos de ceda”, así como el Moro que ha jugado el señor; trac, trac, trac, los hacían ciegos y ahí mismo mataban, no hacían mucho ruido; me tocó una pelea muy honda contra un gallito de un hacendado; el mío estaba perdido, ciego, pero cuando sentía algo, pram el gallo revolaba, pram, el gallo revolaba, entonces me dice Pajuelo: “Antonio recoge el gallo”, porqué lo voy a recoger, yo estoy metido dentro también y les digo: ¡caballeros, no se afanen porque los muertos cargan basura; ahora van a ver! El gallito de Chota, era una bala y apenas sentía, revuelo y revuelo y una vez lo coge, ¡Pam! se lo maté; la pelea estaba perdida y se lo maté. Y de ahí nació la frase cuando un gallo está prácticamente muerto y voltear la pelea, “he visto muertos cargar basura”. Antes de eso, Don Víctor, jugaba gallos de navaja, entonces siempre él pasaba por una tranca y el cholo le abría la tranca para que se fuera el señor a un sitio donde tenía sus gallos de navaja, sus caballos y veía un gallo que peleaba con los pavos; un día paró el caballo y le dice: “oye ven para acá, de dónde has sacado ese gallo”, me lo han regalado le dice; “¿quieres vendérmelo?”, ya patrón le dice; “¿cuanto quieres?”, S/.7.10 soles, “ya, toma los diez soles y llévaselo a Antonio allá a la gallera”. Yo no sé de dónde resultó ese gallo, era un gallo Cenizo, machetón, ojos negros, bien hecho y el gallo se había hecho maestro, con los pavos, rascaba, rascaba y peleaba con los pavos y ahí se entrenaba; lo llevamos, lo preparamos; de 5 –3, S/.50 soles; yo dije, este gallo cuando le piquen se manda ¿se manda?, de un solo tiro mataba; era gallo a navaja; le pusieron “El Gobernador de la Viña” porque ese sector era de un sector de la hacienda de La Viña; de ahí pasó de 7 – 4 y lo mismo, rascaba, rascaba y se venía; lo llamaba y en esas le hacía así, y se le venía el otro y rra de las costillas lo mataba. Que resulta, que los señores Campodónico, hacendados, tenían un gran gallo llamado “El Vejuco” y le dice “señor Víctor, tengo un gallo para su “Gobernador de La Viña”, jugamos S/.500 soles de 9/10, en un pañuelo de ceda”; de donde voy a sacar un pañuelo de cada, Antonio, consíguete un pañuelo de ceda y compré por 3 soles un pañuelo de ceda grande, para las monedas de 9/10; llegaron el señor Campodónico, hacendados y Don Federico de la Torre Ugarte, otro hacendado; una pelea emocionante; parece mentira y parece que la estoy viendo. No hubo juez; tuvo varios minutos que el gallo lo llamaba, el gallo del señor Campodónico, la pata arriba y estaba así y este gallo lo buscaba, rascaba todita la cancha y lo buscaba, lo buscaba, cantaba y se paraba se le fue acercando, se le fue acercando y el otro con la pata levantada, le hizo eso, se le vino y pam y ahí al hueco del juez; al hueco del juez, van a verlo y el gallo estaba con las patas arriba; una cosa increíble. Ya no había juez, muy buen gallo que tuvo varias peleas. Llegó una fiesta, fue Don Ramón con la familia y dice “voy a jugar en el escritorio al “Gobernador de La Viña ahí Don Víctor se lo ganan, porque este gallo está acostumbrado a jugar en la cancha, en el escritorio ahí en la oficina, esos llenos de tierra y de arena y gallos pesados, agarraron, lo jugaron y se lo mataron. Ellos eran los primos de Don Víctor, que venían por fiestas y fue una humorada y se lo ganaron; hubieron trompadas y bastonazos, entre la gente, el gallo estaba pesado, porque no puede trabajar en la arena; otro gallito cualquiera, lo mató. Todo gallero a pesar que tenga cierta situación, todo gallero siempre es vivo, cuando una persona le gusta un animal y lo quiere conseguir, lo consigue de cualquier manera. Don Víctor no tenía problema para conseguir algún animal, pero hubo una historia fenomenal; se va Don Víctor a caballo a un fundo que lo habían invitado y de ese fundo había otro fundo, entonces llegó ahí y como eran amigos y aficionados y todo, comió ahí y al pasar de regreso, vio una gallinita chiquita y claro, el aficionado tiene ojo “oye le dice Aureliano, allá hay una gallinita, ¿de quien es tuya?, no le dice es de uno de los muchachos y le dice al ayudante: “oye, allá hay una gallina, anda que te vendan un poquito de maíz, te robas la gallina y los dos pollos”; bueno, él estaba comiendo, picando así como nosotros y dijo inmediatamente te vas a Cayaltí se los das a Antonio; entonces me dijo, “aquí te manda Don Víctor la gallina y dos pollos”; yo los recibí la gallina y llegó al otro día y me dice “ahí te he mandado una gallina de “Pumpón”, que la hacienda era “Pumpón” me dijo, “cuidala porque esta gallinita era de un gran aficionado” y se roba la gallina y los dos pollos. Está l
a nota escrita en lápiz, año 1923. A él le tendían su cordel, le soltaban los malos para que caigan entonces él ya venía la gente y le decían “ahí le están cuidando a Ud. dos gallos, ese fulano, sutano, de ese color”; tomaba él su yonque, todo con los grandes hacendados entre ellos, y jugaba y les decía a los muchachos “ahí hay dos gallos de este color, de este otro color, róbatelos y llévamelos a la hacienda” y lo mismo le hacían a él. Yo tenía el cordel y a mí me daba las instrucciones; cuando jugaba el gallo de navaja, había un señor Yaipén que hacía juntas de S/.5,000 soles en Monsefú y llegaba a jugar gallos de navaja contra el hacendado; el que le hacía la contra era un alto empleado que tenía la Negociación de la tienda y él tenía su cordel y jugaba contra el patrón y entonces llega este señor Yaipén y juega un gallo muy bueno, a nosotros nos ganó cinco peleas, se llamaba “El caja de fierro”, gallo a navaja muy bueno; en todo el Departamento ganaba ese gallo; no había gallo y jugaba la plata que le daba la gana el hombre este. Nos ganó un gallo y le dijo: “señor Aspíllaga, no hay gallo en el Departamento y si Ud. tiene algún gallo para jugar con mi “Caja de Fierro”, le acepto a Ud. la plata que quiera; era un mozo que tenía plata; entonces me llama y me consulta a mí y al otro día me llamó a mí y a otro señor que también era adherido a la preparación de los gallos de navaja y le dije: vea mire Ud. señor Don Víctor, aquí en este cordel que tiene Ud. de 60 gallos, no hay ningún gallo para él, porque los ha pelado le dije “El Caja de Fierro”; “mande traer el gallo que le regaló su Papá Antero”; Don Antero, el padre de él, le regalaron en Chorrillos un señor Rodríguez que era alcalde, le regaló un gallito y le regaló gallinas y las mandó a la hacienda; llegó el gallito, lo topamos, igualito topaba el gallo, exactamente topaba el gallo; mucho brío y bastante movimiento de patas y piernas, sin preparar. Me dijo: “antes que nada, mándelo a hacer camadas allá al otro fundo” entonces cuando llegó la cuestión del “Caja de Fierro”, le dije, aquí no hay gallo; tenemos más de 80 gallos, pero ese gallo es muy bueno; “mande a traer al gallito de Lima” y lo trajimos al gallo; ya tenía sus tres años el gallo, lindo, un gallo Carmelo bien hecho;  dice, vamos a moverlo, a capearlo y a trabajarlo; llegó el día del “Caja de Fierro” y jugaron plata y se agarran los dos gallos, pam, pam, pam, cayeron los dos; careo dijo el juez y puso la tabla, pero el de nosotros vivo, le asentó la cola y saca la tabla y nuestro gallo estaba con la muerte, cuando en una de esas saca la tabla y pa, muerto el “Caja de Fierro”. Al sacarle la navaja al de nosotros, se murió; fue y lo felicitó a Don Víctor “buen gallo” le dijo; “este no es de acá, esta gallo me lo mandó mi Padre de allá de Lima, de un señor Alcalde de Chorrillos” ahí mismo le mandamos a hacer su caja y lo enterramos; ganamos al “Caja de Fierro”, pero muy buen gallo. Ya terminamos con los gallos de navaja y entramos con los de a pico; “oye me dice, tienes que irte a Chiclayo llevando 20 gallos porque tenemos un compromiso con los de Chiclayo, con los del Departamento”. Fulano, zutano tiene tales gallos, “tráelos”; fueron, trajeron y me hice de 25 gallos; llegó el día de la pelea, desde las 7am hasta las 6pm, teníamos todo que comer y todo; empezamos las jugadas, pero cuando los gallos ajenos jugaban, ahí venía los cholos y me dicen dice el señor que me des el gallo; le digo, aquí lo tienes el gallo, no ves que ellos eran contrarios, creían que yo les iba a hacer algún daño; me ha mandado un señor Fray que era superintendente de la aduana del Callao y ya yo sabía todos los datos del gallo Japonés yo no conocía los gallos japoneses, yo oía así a la ligera que en Trujillo que por aquí y ese gallo lo había mandado el señor Fray y ese gallo, lo había mandado al subprefecto de Chiclayo, entonces ahí estaban todos los grandes; el subprefecto, el contador y todos los grandes de ahí y le dijo Sr. Víctor tengo un gallo para jugarle lo que Ud. quiera; “a caramba, tengo que consultar con mi preparador”; “un cajón de Champagne y un almuerzo o comida para 20 personas, ¿acepta Ud. o no?” ya le dijo, aceptado; saquen el gallo; caramba que lindo el gallo japonés, bien plantado, bien hecho; el mío no tenía mucho de japonés, casi nacional, pero era muy bueno; estacas negras, bien hecho, bien conformado, también y le digo, Don Víctor si mi gallo se abre, lo puede ganar el gallo japonés, pero como este gallo es bien mañoso y de afuera juega y revuela, pueda que le tape un ojo al japonés, entonces el japonés para la cabeza  y ahí lo ganamos. Fui a ver ahí los gallos, este es el gallo para ese, ¡vamos a jugarlo!; le dijo “aceptamos el cajón de Champagne, almuerzo o comida para 20 personas, aceptado”; estaban todos los grande, autoridades; sueltan los gallos y le dije al careador, no se lo pongas así, sino, de afuera juega; entonces, soltaron los gallos y el gallo japonés lo buscaba y el mío le zafaba, le zafaba y de afuera pa le sacó un ojo; ya el gallo japonés paró la cabeza y en una de esas, pa se lo voltee; le dije Don Víctor, consígase el gallo japonés para sacar camada, porque antes de eso, le dijo “bueno, me ganan o pierdo yo, me dan Uds. el gallo”; aceptado señor Víctor le dijo; le ganó la pelea y me llevé el gallo, el almuerzo y el cajón de Champagne. Desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde; éramos 8 nosotros que llevó de la hacienda; me regaló S/.50 soles y nos dijo “ahora, vayan a divertirse donde quieran”, me dijo. Nos divertimos esa noche donde una familia; al otro día a las 7, me dijo, “he llamado a la hacienda al conductor, para que la máquina no salga hasta las 6 ½ para que llegues a las 7 ½ a la hacienda; llévate todo” me dijo; y nosotros habíamos pasado la mala noche, habíamos bailado y arreábamos para la hacienda; ahí estaba esperando el furgón, cada uno con los gallos; a las 7 ½ llegué a la hacienda con todo el equipo y todo; pero cuando yo estaba preparando los gallos en Chiclayo, fue un mayor Frías; este mayor Frías, era muy colega del Abuelo de Oscar, entonces llega y me dice “¿Ud. es el cuidador de los gallos de Víctor?” sí le dije; “¿puedo pasar a ver los gallos? no, le dije; tengo esta autorización de no dejar entrar ni a mi padre que baje del Cielo; “a caramba, tú eres mejor que yo que soy militar; muy bien chinito, te agradezco, gracias” y viene Don Víctor con él y pasaron a ver los gallos y le dice “este sí que ha sido buen militar, no me dejó entrar a ver los gallos, ni aunque baje su Padre del Cielo”; era el Mayor Frías. Yo creo que esos Frías eran de Piura, no se de adonde. Y él tenía gallos de todas partes, no le costaba ni medio, de Piura,
de todo tenía; vino a Lima y se consiguió los gallos japoneses y ahí vine a cruzar, a cruzar, no los conocía los gallo japoneses, así de lejos; antes que conociera los gallos japoneses, habían gallos de varios tipos; había un gallo de la India, que era el ala así y las alas bien cortas y el cuerpo así y tenía el pescuezo así y cuando cantaba, encogía el pescuezo y lo alargaba ojjj, cantaba y al terminar hacía ojjj, como un ronquido; anterior a los japoneses; para mí ese era el legítimo de la India. Yo he tenido muy buenas épocas, muy buenas épocas. Cuando se formó Cayaltí, el Bisabuelo Don Antero que iba a ser Presidente, que no fue, ese y otro hermano formaron la hacienda y él jugaba gallos de navaja, él no jugaba gallos de a pico, sino, gallos de navaja; para sí darles expansión a la gente, porque no había fútbol, solamente llegaba a la muerte algún circo de esos de mala muerte. No había entretenimiento, entonces habían jugadas de navaja, llegaban los circos y eso; cada uno iba a divertirse donde don fulano o al pueblo y así era monótona la vida; ahora ya no, ahora hay fútbol, hay televisión, hay entretenimientos; ahora ha cambiado mucho la vida; cuando yo abrí los ojos en la hacienda, no había nada más que planchas de bracero y había que soplar el bracero, para que le arregle la camisa y le arregle todo; ahora la gente tiene televisión, tiene frigideres, tiene todo ahora la hacienda. En ese tiempo había que cargar el agua en latas para llenar a la botija; unas botijas que habían de pisco de esas de barro, no se si existirán, en las haciendas no faltaban, entonces metíamos un pescado ahí, para que se coma las gusarapas y de ahí sacábamos agua para tomar y si había una mosca, el pescadito pa, ahí mismo se la comía y de ahí sacábamos el agua para tomar, figúrese Ud. esas épocas. Los gallos que Don Roberto Leguía, le mandaba al abuelo de Oscar, no pintaban; gallos muy altos, muy parados y los gallos eran blancos y manzanillos, pero no eran buenos; los gallos de allá más ligeros. En esa época, ya los gallos de navaja fenecieron, ya no juego gallos de navaja, porque no hay con quien jugar. He regalado la mayor parte y los demás los he comido; entonces le dije, Don Víctor, voy a cerrar la gallera; ahora cómo me las arreglo con este señor para meterlo a los gallos de a pico, a él no le gustaban los gallos de a pico. Naturalmente nosotros obreros con los señores ingenieros, tenían todo a su favor; nosotros comprábamos gallos de los cholos a tres soles y jugaban 5 o 10 soles. Llego, lo encontré a él; señor Víctor le digo, vamos a jugar gallos de a pico; “no, me dice, estás loco gallos de a pico si cada una hora se meten a pelear están una hora y se lastiman los ojos”; vea mire señor, haga Ud. la prueba y le va a gustar mejor que los gallos de navaja; “a ver vamos a ver cómo van, cómo te explicas tú y como vamos a hacer”; vea le dije señor, ahí está el señor Arana que va a recoger los peones de la sierra y los va a traer acá; llámelo y le dice que le traiga un par de gallos; y el viejito estaba ahí; señor Arana, buenos días, “buenos días”; el señor Aspíllaga lo llama; “que quiere, para qué será”; no le digo es una cosa muy sencilla, para que le traiga Ud. un par de gallos; el señor Arana, ya se serenó; fue allá y le dice, señor Aspíllaga, qué desea Ud.; “oye Arana tú te vas a traer peones de allá”; sí, son las fiestas en Agosto y Setiembre; “ya, puedes conseguirme un par de gallos?, ¿cuanto cuesta un par de gallos?”; nada porque a mí me los regalan y se los traigo a Ud.; fue y trajo el par de gallos, gallos de estaca; entonces los preparé yo y los llevé a la cancha y me dice: “anda cómprame dos reales de lima allá en la plaza”, porque comía lima que estaba sentado en la cancha; cuando vengo, le había echado al gallito así, un gallazo, S/.20 soles estaban jugando; ya le dije señor Víctor, estos no son de navaja, ese se lo come, todos iban al gallo grande, un gallo Moro muy bueno; uy el gallito lo correteó, lo correteó, lo correteó, se metió por aquí y por allá, pam le sacó un ojo y pam se lo maté; caramba, bueno de ahí le gustó a él los gallos; en la región en esa época, se jugaba navaja, después vinieron los de a pico, en el año 1917, venían los de a pico, ya se estaban borrando los de a navaja; los de navaja jugaban en Lambayeque, Baca, con los hacendados jugaban los de navaja; después borraron los de navaja en Lambayeque y vinieron los de a pico, poco a poco, poco a poco, ahora no hay gallos de navaja, todos son de a pico, todos, desde Piura hasta Lima, toditos son de a pico; ahí me lo presentaron a Baca, fue una desilusión de él, porque Baca es muy seco, no conversa con nadie. Los gallos para regalarlos a los aficionados, tiene gallos ahí, tiene gallos preparados, pero los gallos buenos, nunca se los enseña a nadie; a de la Fuente, le regalaron gallos, pero no eran los legítimos, eran gallos cruzados; lo ensartaron a de la Fuente. Él es un hombre que tiene posición, tiene la cancha, tiene en Nueva Victoria su cancha, ahí tiene gallos, tiene un coliseo, y tiene su chalet en una avenida así como San Isidro, más allá como a unos 50 pasos, hay una clínica y se quejaban de él que sacara los gallos porque hacían bulla; él era amigo de todo el mundo; “así te han dicho eso?, ahora van a ver quien hace más bulla”; salió con una lata a la calle el loco este, pam, pam, pam, salieron todos los perros a hacer bulla; “¿quien hace más bulla? Mis gallos o los perros?; que saquen los perros y yo saco mis gallos” y nunca sacó los gallos, hasta en el colegio, porque su señora es directora en un colegio y adentro tiene los mejores gallos; él era aficionado de navaja, después vino los de a pico. El Padre de él, era aficionado a navaja; ese jugaba con toditos los de Jayanca, de Motupe, del Castillo, todita esa gente y ahí se jugaban miles, miles de Libras esterlinas; cada uno tenía su brujo, que les echaba la bendición que esto, que el otro. Te voy a contar una historia ahora que estamos hablando este asunto, yo no creo, pero hay cosas que es realidad… el abuelo de Oscar, nos manda a Oyoton a cuidar unos gallos de navaja y con Pedro Chanque el mejor cuidador del Departamento, entonces estuvimos ahí; nos dieron una casa que habían alacranes por mayor; íbamos cuidando los gallos y me dijo, “oye, aqui hay un reglamento del gallero” ¿cual es maestro? “tenías que bañarte a las 7 de la mañana” asu diablo, el agua fría era entre Sierra y Costa, iba a bañar y en la tarde otro baño, dos baños diarios; un día me sorprendió, yo no sabía el asunto; unos cuatro o cinco días para la pelea, se puso él, machacó un poco de maíz blanco en un jarro y cuando yo te diga que me soples el maíz en esta agua, me lo soplas; principió a hablar entre sí con un brujo de Chongoyape, yo me sorprendí, por supuesto pues muchacho de 18 o 20 años, me s
orprendí, está loco dije, me dijo “no te asustes, no compadre, cuidese Ud., que el gallo que van Uds. a jugar, no está echado, sino, duerme con la cabeza para adentro; ese no lo jueguen, porque pierde; pero Ud. va a ganar las peleas; van a haber ciertas cosas por ahí, pero ganan las peleas” y sí estuvo el brujo y agarré y le soplé el maíz; el día de la jugada, toditas las ganó, menos el que indicó, no lo jugó y toditas las ganó; el brujo se comunicaba él por telepatía con el brujo de Chongoyape; nosotros estabamos en Oyotón, más de 200 kilómetros; en esa época nos transportábamos a caballo; caballo de tiro; el abuelo de Oscar para ir ahí, con caballo de tiro, todos armados; me llamó cuando yo fui a jugar, pedí una pistola; “no vayas a jugar con la pistola”, me dijo “aquí la tienes, salvo que tú estés en peligro, entonces haces uso”; pero nunca, todo tranquilo, varios de ahí se hicieron amigos conmigo, ganamos las peleas y nos fuimos a la hacienda; le digo que estuve echado una semana, porque la sentadera una mata, ese trote del caballo me fregó, asu diablo, caray; “qué tiene”; no señor me ha salido en la sentadera una mata del caballo, le dije; fui a la botica, me examinó en médico, medico una pomada y me sané; otra cosa más, él tenía que hacer un contrato, Cayaltí con La Viña, porque La Viña no era de Cayaltí, era una hacienda separada y este hacendado al morir, no se la dejó al hijo, se la dejó a la Beneficencia de Guadalupe que era LAFORA y él tenía que ir allá, me dice: “vamos a salir a las 3 de la mañana a Guadalupe, vas tú y tres más” y él iba con su caballo y a eso de las 10 de la mañana, un calor de los mil diablos así que teníamos que bajar a reposar y tomar algo, cuando entramos a Guadalupe, ya estaba la banda de música ahí y nos recibió la banda de música a recibir al abuelo de Oscar, el subprefecto, el director de beneficencia, todos; sacamos los caballos, los llevaron, un gran almuerzo, cabrito, todo, una vez que firmaron al otro día nos regresamos a la hacienda y los muchachos: “oye por ahí hay una manada de cabritos”, se robaron los cabritos, oye, pásame uno a mí y nos llevamos los cabritos “¡oye mis cabritos!”, al regreso te los pago; un cabrito de esos, no valía nada. Le digo que una banda de música, las muchachas lindas, a bailar y todo y decía el subprefecto, los de la casa, “atiendan al personal que ha venido de la hacienda”, nos daban buenos platos de cabrito, buena chicha y piqueo y él ahí con la banda de música y todo, iban de la beneficencia, iban los secretarios, iban todos a firmar el arriendo de La Viña; S/.30,000 soles al año y era un haciendón que era lo mejor de Cayaltí. Cayaltí sus tierras son malas, muy salitrosas, en cambio esta hacienda, tenía bastante caña dulce y esa era la mejor molienda. En la actualidad, la afición ha crecido en más del 99% porque antes no habían los cruces que hay ahora; en ese tiempo eran casi todo Español, Chilenos y todo lo que había en el país, hasta que se introdujeron los gallos Japoneses y también se han introducido entre nosotros otras razas. Pero allá era espuela afilada; ahí no había ni que más grande ni que más chico; adentro; ahora hay mejores gallos, claro, ese gallo Moro que ha jugado Ud. la semana pasada en el Rosedal, decían “ese gallo ajiseco, lo va a matar” decían y había plata; dos mordidas nomás le dió el ajiseco, cacho y cacho, cacho y cacho, lo mató el Moro. Muy buenos gallos hay ahora; todos tienen buenos; yo siempre le he dicho a Oscar; “no, que nosotros tenemos buenos”, nunca desprecies lo que otros tienen, tú no sabes lo que va a pasar con la aguja. Marsano, muy malos gallos; Marsano, está muy pichón, lo tienen que golpear 20 años para que sea un buen profesional; 20 años y pasarán 30 para que él sea un gran aficionado; jugaba pollos, malos. Ese gallo blanco ¿tenía 4 peleas? Ni su sombra, mucho trabajo tenía el gallo; a la hora que entró el gallo, débil el gallo y el otro con pararse y darle, lo ganó; mucho trabajo. Tiene que madurar y tener cierta experiencia, aun con todo que tiene el japonés que sabe bastante de gallos. Yo tengo 80 años de gallero; me han golpeado y los he golpeado; como dice, la letra con sangre entra. Sabes cómo llevaba la edad de los gallos tu abuelo?, tenía un libro y me decía “oye, hijos de que gallos son estos”; iba al libro, estos son hijos de la “Pulpón”, de tal gallo, hijos de tal; los llevaban a la huerta y en la huerta había una huaca y un algarrobo y por ahí se subían y ahí los guardianes los cazaban con trapos para llevarlos a la gallera. Ya cuando desfilaban los pollos, a descrestar. Se subían al techo y de ahí al algarrobo y de ahí bajaban y se iban por todo el camino. El campo es una gran cosa, se desarrollan los gallos.             

 

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