ENTREVISTA AL SR AUGUSTO BOHORQUEZ

ENTREVISTA AL SR AUGUSTO BOHORQUEZ

  

 

AUGUSTO BOHORQUES GOYTIZOLO

Lima Cercado, 08 de Abril del 2,005

 

 

Como hobby tengo la relojería. Soy jubilado de petróleos del Perú, estoy jubilado desde el 31 enero 1972, fíjate cuántos años. Setenta y dos. Salí con treinta y tres años, ocho meses, catorce días.  Porque, yo me jubilé con 26 años de servicios en petróleos del Perú, tenía siete años en el ejército que me los sumaron, debía de haber salido con la 20530, pero después me notificaron, habiéndome aceptado al comienzo y luego me dijeron que no, porque sino, había salido mucho antes. Para dar la Ley 20530, por ahí hay una ley de petróleos del Perú, que dimos cuatrocientos mil intis, entre todo los empleados, para que los apristas sacaran la ley 20530, ya, cuando salió la ley, dieron setenta y tantos mil intis, para comprar un bolígrafo de oro y agradecer a los diputados apristas. Yo no puedo ver al APRA con lo que hizo. En esta casa, en esta esquinita, había un teléfono, aquí los reuní a mis hijos y les dije: estoy ganando bien, tengo mi negocio y les exijo a ustedes el compromiso que ustedes terminen su media. El que quiera seguir una carrera lo apoyaré. Tengo un hijo profesional muy bueno, que es el que me ayuda económicamente, mi hijo es el que está en Chile, él es ginecólogo,  está en Ovalle, yo he estado allá, me está pidiendo que vaya de nuevo, pero no quiero estar en Chile. Ya no, no me gusta. Sobre todo, paro ocioso, metido, mientras que él está trabajando en el hospital. Aquí no, extraño mis gallos. Me operaron de la próstata y no quise con cirugía abierta. Has conocido a mi hijo Roberto, tú lo conoces a mi hijo Tito. Los dos que iban allá, este es timbero, al otro no le gustan los gallos. Le gusta comérselos, comerse los gallos. Yo soy limeño, nací en Santa Catalina, el 11 diciembre de1920. Hay muchos que me dicen que estás como cañón, pero las cosas van por dentro. Mira, dos bypass y hago gimnasia. Soy gallero desde los trece años. Soy huérfano de padre y madre y tenía una tía hermana de mi madre, casada con un policía, mi tío era mayor de policía, entonces lo destacaron a Tacna, estuvo en Tacna, estuvo en Moquegua y ahí en Moquegua me hice gallero, a los trece años y de chico antes de ir aquí en la calle Colina había una peluquería de japoneses que tenían unos gallos hermosos,  gallinos finos, entonces ahí me hice, teníamos una casa contigua a la peluquería, con un tremendo pampón, donde criamos cuyes, conejos, de todo. He criado mis gallos, halla  mismo en Moquegua, me iba por las chacras, con una pita y un anzuelo a robar pollos. Jalábamos a los pollos que se tragaban el maíz hambrientos, y no permitían entrar niños al coliseo, así que lo dada para que lo jugaran. Con el cholo Arnoldo Guillén, hice la primera concentración nacional de gallos, en 1957, en Salón, en el coliseo de Agena. Los japoneses peluqueros, eran otros, en el año 1932, yo me hice, ahí. Ellos criaban adentro de la peluquería tenían sus gallos. Después conocí los japoneses como Oshiro, al que le llamaban “Mantequilla”, Asato, Okuma. Las peleas antes eran más bonitas que ahora.  Ahora yo me  salgo del coliseo. Cuando yo estaba era juez. Yo entraba al coliseo de la primera a la última pelea, a las dos de la mañana me estaba saliendo, a la una de la mañana estaba saliendo, de ahí. En el Gallo de Oro. He estado 12 años ahí. El primer coliseo del Callao, era de Solano, yo recién estaba criando. Me acuerdo que tenía un gallo de este tamaño, que era casi del alto del ruedo.  Y me robaron mi gallo. Lo metí al casillero y cuando fui a sacarlo, lo buscaba por todos los ángulos, nada Me robaron el gallo. Después me dijeron quien habría sido, ya no tenía importancia. Ahí jugaban los japoneses. Había un doctor Tamayo que era congresista, diputado y tenía un gallo que lo llevaba con una gallina, porque los gallos no armaban, el gallo era cobarde pero con su gallina a veces no armaban ni con la gallina. Pateaban a ese gallo, dos, tres tiros y ganaba matando, bueno. En ese tiempo había otro coliseo muy pequeño aquí en Lima, en Piñonate. Pero piñonate siempre ha sido temible, porque era zona difícil. Al gallero lo asaltaban, le quitaban la plata, le quitaban el gallo. Así es que yo llegué a jugar algo ahí, pero la fuerza de la afición estaba en el Callao. En salón.  Más o menos en el cincuenta, donde Arenas, en el cuarenta y cuatro. En el cuarenta y cuatro ya yo jugaba en el Callao donde Solano, después había una cancha de Rodríguez en Zepita, una cancha de Rodríguez y después ya se inauguró la cancha de Arenas, pero Juan Rodríguez, tenía hijos aficionados, hasta ahora los Rodríguez, hay uno que es coronel del ejército, que cría y que juega, habían dos hermanos; don Juan preparaba jabón y lo vendía ahí en la plaza. ¿Tú te acuerdas de mi compadre Manuel Espinosa?. Manuel iba conmigo también, ya falleció mi compadre, falleció de cáncer de próstata y tuvo la estupidez de mandarse mudar a ver a sus hijos que estaban en Miami y estuvo por allá varios meses sin tomar ninguna pastilla nada, cuando vino, fue de frente al hospital lo operaron, murió. El si iba mucho a Surco.  Todos los japoneses criaban, había un japonés Kanashiro que tenía una panadería, no me acuerdo la calle. En Salón yo era juez, had honorem, porque don Juan Peñalosa era el juez titular ahí, los que ganaban. Ah, pero yo fui el que impuse el peso, cuando don Eusebio Bravo era famoso con sus gallos. Cómo no iba a sacar ventaja, seis onzas, siete onzas llevaba con gallos duros, fuertes, bien puestos, ganaba la pelea. Con cacho natural nomás se jugaba y se jugaba gallos hasta de siete libras, yo vi jugar un gallo de Asato de ocho años, no le entraban los cacho de viejo, pero tampoco le ganaron, empató. Una hora de pelea; habían hasta a veces diez peleas, yo hacía las peleas, a mí me premiaron con una correa, con un diploma, había un cabo de policía, ex cabo de policía, cuando era la cancha de Solano, ahí  él que jugaban sus gallos muy buenos era el cabo Rebata.  El cabo Rebata, ya falleció también. Y así yo llegaba y arbitraba. Con Arnoldo Guillén, porque el cholo Guillén tiene sus habilidades. En ese tiempo yo ganaba bien, tenía mi cuenta corriente, y todos me decían, te has metido con Guillén, te va a comer y por el entusiasmo, vino Carlos Pitaluga de Tacna, se llevó todos los premios y Guillén no quiso dar los premios en efectivo.  Fue el que más ganó, casi todos sus gallos ganaron y el cholo juró que no se moría si no era propietario de una cancha, y con Emiliano Núñez, tuvo la suerte de comprar el Gallo de Oro. Puneño, pero radicado en Arequipa, hasta ahora, está bien en Arequipa y Guillén era juez. El juez se subordina a los asentistas. Y cuando no se subordinada al asentista lo botan. En el Palenque de Camacho, me robó el pollón, ese hombre no sabe, es malo como juez. Le mentan la madre y
todo. Yo creo que entró como socio. Iza Jamíz se hizo del coliseo El Gallo de Oro con su hijo Raymundo, te acuerdas. Con Ricardo y Roberto. Ese hombre es millonario.  Él compraba plomo y bronce nada más, tipo avezado, tipo arriesgadísimo.  Como era el padre también, jugador y llevaba en la sangre, uno de ellos se fue a Piura y se compró un Volswagen con lo que había ganado, se metían pero bien, apostadores. Este hizo temblar a toditos, en el Callao habían en el muelle, remates.  En el puerto y este se hizo el famoso remate, a mí hijo Tito le regalaba licores, eran muy amigos. Su galpón era el galpón Moñón. De todos los Jamiz, que jugaban bien, hacían peleas de navaja pues también había. Y el viejo, me quiso llevar a Camacho para juez, yo le dije que yo quería gozar de esta navaja. No fui, por discrepancias con Guillén, ya estaba en líos con Guillén. Ya estaba Jamiz. Al comienzo, habían dos club; Pico y Espuela y Espuela Chalaca. Espuela Chalaca era del Callao y el otro, con Dante Valdivieso, mi compadre. El Pico y Espuela en Chacra Ríos, ahí no he arbitrado. En Calicanto, con los Sara Lafosse. La última vez Guillén en Surco, no pagó. En el Callao sí había reglamento, sí había reglamento, pero no había pesada. Y el capo de todos era pues, don Eusebio Bravo, tenía gallos famosos, quién no va a tener famosos así.  Cuando yo comencé a imponer el peso, decía “mí gallo no juega señor, se va a imponer el peso”. No jugará usted, será el único que no quiere jugar y ahí comenzaron Bravo a perder, a perder, a perder. Había un tipo, que era paisano de mi compadre Manuel Espinoza, el chino Ajen, tenía fama como gallero, en el norte y aquí en el Callao también. Y tenía gallos buenos, una vez jugando, me di cuenta que le llevaban media libra de peso el gallo de Bravo, le malogró un gallito tuerto, que era imbatible. Vino Pitaluga, vinieron del norte, de todos sitios. Abajo, tengo hasta la fotografía; esa concentración, nos premiamos Guillén y yo. El cholo de la idea, un tigre de bronce, con su base de mármol. Nos premiamos. La ganó Pitaluga. Posteriormente Guillén en la misma concentración fue y le dijo a Bravo que habíamos perdido, que había salido un fracaso, que económicamente estaba todo mal. Este se quejó Guillén donde Bravo, entonces Bravo le regaló un corte de tela inglesa que se rifó en el coliseo. Guillén invitaba a sus amigos a su casa, tenía sus crías ahí, tenía sus gallinas, les regalaba una gallina a todos, les regalaba pollos, les regalaba y les daba trago y después sacaban el dado, y el seven y leven y los pulía todo, el cholo muy jugador, se iba al Club Arequipa, me contaba; el mismo me contaba no, porque yo nunca fui con él. Yo marchaba bien con él. Pero en el Gallo de Oro, cuando él estuvo de juez, quisieron cambiarlo, yo había dejado de ser juez, porque Los Sauces, Marco de la Fuente, tenía su primo que falleció.  Sí pues, Abelardo León de la Fuente, eran primos hermanos, entonces un día recibo una notificación como juez, me citaban a una inspección de espectáculos. Entonces quedaba en los altos del Teatro Segura y voy donde Dante que ya teníamos el coliseo de Pico y espuela, le digo, compadre mire esta notificación; tienes que ir me dice. Sí voy, pero que raro, para qué me llamarán, para qué nos llamarán seguro porque querían prohibir el coliseo de Pico y Espuela, Dante compró ese terreno al viejo Santos, se lo compró y después lo ha perdido porque el viejo no salió de ahí, hasta que se murió. Se murió el zambo Bracamonte también. Guillermo Bracamonte, una de sus hijas es casada con un sobrino mío. Con un sobrino que apellida Diez. Subo la escalera y me encuentro con Abelardo. Yo le tenía un gran respeto a Abelardo, porque él me enseñó la forma que criaba, cada pollo. Su fecha de nacimiento, toda la evolución, de incluso enfermedades, todo, todo, su primer tope; era una cosa maravillosa, una cosa admirable, lo respetaba, lo admiraba mucho por eso, y me encuentro con él, pero un paréntesis, Abelardo fue a jugar a Chimbote y tuvo esta expresión, porque le ganaron los gallos, se los malograron, todos los gallos que llevó se lo ganaron y en la parte de arriba del coliseo él dijo, me voy de esta cancha de mierda, porque a mí me han ganado mis mejores gallos, con esas espuelasas (eran de pez sierra). Una vez Rulito, Rulito era mi segundo y me tocaba a mi jugar, entonces él tomaba la campana y yo salí a armar mi gallo, cuando regresé había un sargento, muy buena persona, Hugo Medina, un sargento de policía, que tenía muy buenos gallos, estaba jugando contra de la Fuente, yo ya estaba con mi gallo armado, mirándolo, entonces Raymundo Jamiz, un pendejo, cacho, cacho, entonces el sargento nervioso se aventó al ruedo, cuando estaba su gallo dominado por los De la Fuente, carajo, total no era cacho, sueltan los gallos, y el gallo del chino, del sargento Hugo Medina, comenzó a ganar y lo ganó, entonces Abelardo. Estaba Rulo arbitrando.  Abelardo fue y dice, señor juez, si usted como juez titular no anula esta pelea, no vuelvo más a este coliseo. Desde esa vez, no volvemos más, toditos los de la Fuente, porque aunque el ingeniero muy buena persona, pero claro, no sabía perder. Nunca supo perder ese hombre, pero yo se lo dije alguna vez, tú eres una buena persona, tú eres un buen amigo. Pero, le echaban la culpa a sus hijos, que has dado el tamaño…, los hijos eran mucho más galleros que el padre. Y cuando vino el torero Galán, los gallos que traían ellos, eran íntimos y Galán les dejaba, lo agasajaban al hombre, el hombre traía gallos y se los daba y los jugaba los de la Fuente. Entonces volviendo al tema, me encuentro en el descanso, con Abelardo, “Como don Augusto, que hace usted por acá”. Yo no sé le digo, me han hecho  una notificación, así, lo mismo a mí me dijo y me da un apretón de manos, contento yo con la estimación que yo le tenía, a pesar que sabía yo que en los gallos era tan picón como el primo no. Entonces Raymundo Tamiz, estaba ahí representando a su padre, como dueño del coliseo y el inspector dice, señor juez le voy a leer una carta que ha presentado aquí el señor León de la Fuente y que comienza hablar, que yo era un juez y parte, de mi compadre Valdiviezo, desde que yo lo vi, que leía esa carta, lo miro a él y estaba como una cera, ex capitán del ejército y dice, sí él ha tenido una conducta de favorecer a Dante Valdivieso que es su compadre, así es que yo lo dejé que hablara, que terminara. Señor Abelardo León de la Fuente, yo soy un hombre que lo he admirado, creía que usted era una buena persona, un amigo. Usted me acaba de encontrar acá, en el descanso de la escalera, usted me ha dado un apretón de manos efusivo, que indica cordialidad y aprecio, al cual yo me sentí contento y usted es autor de esta carta infame, cuándo, que diga cuántas peleas y cuándo, en qué pelea yo le daba a mi compadre preferencia. El hombre así todo, angustiosamente, fíjate que lo veo tan mal, señor un cafecit
o. Ya con eso se dio cuenta el inspector, que este estaba, que la carta era falsa. Entonces, usted me ha dicho que no sabía, porque lo ha traído acá y usted es el autor de esta convocatoria. Jamiz tiraba para él, claro, no ves que ellos a la semana jugaban los Sábados y Domingos, eran los que mantenían prácticamente el coliseo con el número de gallos que jugaban. Criaban mucho y jugaban bastante, entonces tenían el apoyo del asentista; Raymundo era mi amigo, amigo de mis hijos, no dijo esta boca, como un tipo imparcial. Sí dijo, usted una vez le hizo unas tablas, ya no dijo victoria, que yo le daba las peleas ganadas, usted una vez, usted acaba de decir que yo le daba las victorias. Usted acaba de decir que yo le hacía ganar a Dante Valdivieso, sin mencionar, ni que pelea, ni qué fecha, ni nada, eso no es correcto. Y pedían pues, que me cambiaran, pero no me pudieron sacar. Claro, que era una farsa. Yo seguía arbitrando y como el arbitraje de los gallos y los jueces en los grandes, los jueces en las grandes naciones y en el Perú y en todo el mundo, se pueden equivocar de las sentencias. Una vez estaba jugando un gallo de Chumacero, Chumacero era un tipo que criaba bastantes gallos y tenía su hijo y estaba jugando el gallo y el gallo le comenzó a salirle a la capa y el otro gallo se acercaba y lo pateaba, lo pateaba, y lo pateaba y no paraba y yo no pedía pruebas, de repente el gallo ya no corría en círculo, si no se atravesaba, atravesaba, corría el gallo pam, así la sentencia, sin prueba, me equivoqué yo, debía haber mandado pruebas. Todo normal y así y entra el Chumacero y recoge su gallo ganador y el otro gallito seguía corriendo y le hace así al gallo y el gallito estiró las patas y con eso me reventó la sentencia pues. Todos habían quedado conforme con la sentencia, pero este estúpido le mete así y ya estaba sentenciado y lo vuelven a jugar al gallo. Entonces, usted no puede permitir que jueguen al gallo. Pero yo no podía incurrir en un segundo error, no podía prohibirle. Con otro gallo, no podía prohibirle que jugara el gallo. Juega el gallo y gana el gallo matando, este pues que fue sentenciado. Son errores. Había un tal Cisterna, que era visitador médico del Callao.  Ese iba con González, un tipo lleno de cicatrices, un tipo de esos, un rankeado pero de bajo fondo. Entonces el Cisterna, pasado el tiempo, un día va y dice voy a jugar este gallo señores aficionados, este gallo es el que sacó el juez, al mejor juez del Perú. Lo jugué ese gallo, había sido del Cisterna el gallo, que yo sentencié. Este gallo es el que saco al mejor juez del Perú. A raíz de eso yo dejé de arbitrar. Yo creo que fue por esa pelea. La cuestión es que, hubo unas elecciones, para juez y yo le gané ampliamente a Guillén. Antonio Tirado tenía aquí en la pista, del mar, en la costanera tenía su criadero de gallos, de gallos finos y gastaba plata, invirtió bien en gallos japoneses, en gallos chilenos y españoles. Vendía gallos y perros, entonces entró mi compadre, oiga usted ya no perdió usted, que hace ahí sentado, así lo emplazó delante del público Guillén, Guillén caradura, se rio nomás, no le refutó nada, porque loco Tirado se para nomás, le mete la mano. Mi compadre era un jodido pues, mi compadre criaba muchos gallos ahí. Marchand y Rulo también fueron jueces en el Gallo de Oro. Rulo le sucedió Marchand y Marchand se fue a Estados Unidos, después ha regresado. Bueno, yo modestamente te puedo afirmar esto, siempre me ha gustado la línea derecha. Los coroneles, los generales, los Rangers. Entonces, uno de los generales muy allegados a mi familia, tiene que hacerme un favor, todavía no me ha venido mi ordenanza con los gallos, así es que me separas el número, el siete y el ocho las peleas así. Lo siento mucho, lo siento mucho, yo he sido sargento primero del ejército y disciplina. Está bien Augusto y me palmeó. En ese tiempo pues, en la cancha, don Augusto Rodríguez Martínez, director general de la policía, muy buena persona, muy buen gallero y tenía una hija, una vez mi hijo se fue de aquí de la casa por una amenaza que le hice, me bajé con un fierro, le dije a fierrazos te voy agarrar como no enmiendes tu conducta y el respeto, con el que yo siempre he criado a mis hijos, entonces mi hijo se mandó a mudar y estuvo como una semana que no sabíamos, tuve que ir donde Rodríguez Martínez, hacia una sala de espera, una antesala, un montón de personas que iban a hablar con él, le pasé mi tarjeta, inmediatamente pasa tocayito, así me trataba, inmediatamente me puso en manos del jefe de desaparecidos, le dijo, le da usted prioridad a este caso, que está haciendo usted está investigando esto, deje usted todo y encárguese. Lo encontraron a mi hijo en el club de regatas unión, donde era boga. En la punta. Como te digo Lino Cáceres pero también de investigaciones, el viejo Lino Cáceres, Fernández Oliva, el hijo del borrado también. El rey de las aves el viejo un jodido porque, el hijo también es otro jodido. Un día baja un diputado por una sentencia, que fue normal, que todo el mundo acató, sabe jefe me va a enseñar el reglamento, porque no estoy de acuerdo con su sentencia, creo que había perdido el diputado. No me acuerdo quién era, era un tipo un poquito más bajo que yo.  Mire le dijo soy el juez titular nombrado acá por la inspección de espectáculos y yo no tengo porque enseñarle el reglamento a usted, vaya converse con el asentista, pídale el reglamento y compare usted la sentencia que le dan, se acabó, entonces le dijo es que usted no sabe con quién está tratando, yo soy un representante de la nación. Oiga usted señor augusto Rodríguez Martínez, director general de investigaciones, el señor Lino Cáceres jefe de investigaciones, el señor Reátegui, el coronel Reátegui y no me acuerdo los otros coroneles que estaban ahí, todos están sujetos a mi disposición porque tengo nombramiento municipal y por lo tanto usted va a tomar asiento, así en forma perentoria le enseñe su asiento y toditos tomaron su asiento pues, todos obedientes. Dejó de ser este diputado. Un día voy aquí en Chacra Ríos, en la Venezuela me meto a una fonda, pido un lomo saltado y cuando volteo, todo barbón era el diputado pues. Señor juez buenas noches, una anécdota formidable, ya cambio, señor juez buenas noches, como está usted señor Diputado, bueno hablando de gallos, sé que criaban, tenía gallos creo en Chaclacayo. Los gallos famosos, los gallos de Bravo pues, sus gallos de Bravo salían en la Última Hora, tremenda página ahí, imbatibles. Cuando en 1960, de la compañía me destinaron a Talara y recibí un curso sobre primeros auxilios en el ejército, era enfermero, ya diplomado, con diploma con número de hospital todo y ahí para aprender un curso. En Talara donde estaba la internacional petróleo y ahí estaba el borrado Bolívar, el maestro el viejo, entonces convoca una reunión y el señor Bohorques es el juez del Gallo de Oro, que por aquí, que por allá, y comienzan a hablar, por eso traigo a colación eso, fue un gallero en su juventud, él ya no tenía muchos gall
os. Yo ad honorem arbitraba las peleas, Bohorques me llamaba el con Lino Cáceres ayúdalo a cobrar nada más llegaba el juez titular, al pobre creo que le pagaba sesenta soles por él arbitraje. Porqué permites, tú que has hecho las diez peleas acá, en el coliseo de Agena y este viene y se lleva la plata. Y cuando llegaba don Juan Peñaloza, decía: Bojórquez, usted es el juez, siga nomás, yo por entusiasmo cooperaba. Así, me llegó. Pero aquí en Lima ya fue diferente la cosa, muy pocos iban al Callao, aquí en El Gallo de Oro comenzaron, un grupo grande, los generales,  los coroneles que iban, había el pata de fierro, el capitán no me acuerdo como apellidaba, que iba con sus soldados, y yo con Carlos Gerssi, hemos estado en el colegio, era mi amigo íntimo. Y un día yo cuidaba el orden, bien el capitán Pata de fierro y me dice, señor juez, sabe que me tengo que ir hasta el norte, donde está la fábrica esta de papel. Tenía que viajar con sus dos soldados que llevaba con él, a Paramonga, así es que me podrías permitir ingresar antes, yo le digo, respetos guardan respetos, pero hay que respetar el orden, así es que voy a poner en conocimiento a ver si lo puedo ayudar, toco la campana y les digo el capitán dije yo, no por el apelativo, desea que le permita jugar sus gallos porque tiene que viajar, ya es tarde, entonces todos dirigieron que bueno, ya aprobaron, pero Gerssi estaba armando su gallo, y entra Gerssi y me llena de improperios ahí, oye porque me quitas a mí, tú sabes que yo estaba armando. Este es un pedido, un pedido que ha hecho, y lo has podido hacer tú también Carlos. Ahora vas a ver afuera que te voy a sacar la mierda. Nada, un tipo violentísimo, era cobrador, una vez lo quisieron asaltar y sacó la pistola y corrió a un montón de fulanos, era pagador de una mina, tenía un genio de los diablos, y era un hombre así de flaquito, nadie lo quería suspender, lo suspendí un mes, que vas a suspender cojudo, pero después conversé con él, ya se bajó; tienes que acatar eso, porque te vas a pasar una vergüenza porque yo te hago salir, está bien pues. Así me hice respetar por eso es que iba a arbitrar a Chimbote, en el tiempo de Banchero. No había una habitación en un hotel, donde estaban las prostitutas francesas, italianas, de todo el mundo, metidas ahí, argentinas y chilenas sobre todo. Yo estaba ahí, con Saito, Saito era el inspector de espectáculos en Chimbote y él me invitaba a arbitrar allá, así es que yo he ido varios años a arbitrar allá; también, tenía una relojería, él y el hermano.  Y muchas veces hasta en su casa me alojó, porque no había sitio, por más que trataban. Jugaban buenas peleas no, caray, ahí los patrones de lanchas, se fueron a votar la plata.  Claro, yo fui una vez con un gallo que le decían Fierro, ganador de varias peleas, un gallo durísimo, durísimo, tenía bastante de oriental, pobre mi gallo le tocó un Carmelo desgraciado, que me lo destrozó a cachazos y antes que me lo fuera a matar, lo sentencié, pero el gallo no estaba para sentenciar, sino que yo era el propietario, así lo había hecho conocer de la afición. Entonces una protesta general, claro, sí pues, señores aficionados yo he mencionado que el gallo era de mi propiedad y ya no quiero que le hagan más hueco, porque no quiero malograrlo, este es un buen gallo, pero ahora ha encontrado un buen contendor que me lo gana, todo el mundo se rió. La Coqueta de Feijoo, no sé si le decían “Pajarito”, pero era el borrachito Feijoo, el borrachito. Claro, le daba la cerveza pues, él chupaba su cerveza y le daba el gallo también y el gallo entraba todo bamboleándose, porque le afectaba el licor que le habían dado, pero él sabía y apostaba; y el gallo le iba pasando, carajo y era bueno el gallo y ganaba, varias peleas se ganó él. Bueno, en general, había gallos muy buenos, De la Fuente tenía gallos buenos, Asato tenía gallos buenos, Asato preparaba un gallo en veinte días, para jugar una hora. Comenzaba con 20 tragos de agua y terminaba con un trago, el día que iba a jugar lo apuntalaba, okey, antes se acostumbraba mucho, el gallo que iba a jugar hoy día, se le daba su huevo, le daban un montón de vainas tempranito, pero aquí mis gallos comen de noche. Claro, yo me voy al coliseo y de repente veo una coteja y vengo corriendo en el carro a mi casa y llevó a mi gallo. Mi gallo no tiene ni un grano, nada en el buche y lo llevo y el gallo me juega perfectamente, sobre todo gallo que está bien puesto. Yo juego aquí, como está cerca a mi casa, aquí viene la avenida Argentina y después de la avenida Argentina vienen los rieles. Pero no tiene puerta de escape, pero eso así como ocurrió lo de la discoteca, el día que haya un fuerte temblor, va a morir mucha gente.  Construcciones en bajo relieve y no tienes puerta de escape. No hay inspección de espectáculos, sabes cuánto es lo que cobran por entrada, el treinta por ciento, de diez soles que cuesta la entrada son tres soles para el municipio, la inspección, pero yo nunca he visto acá que paguen eso y en el Gallo de Oro no se pagaba tampoco, le pagaban al recaudador que pasaba. Pero es en todos los coliseos, la mayor parte no tienen puerta de escape, y cuando haya va a ser como el estadio nacional, los trescientos muertos que hubo ahí, aquí no habrán trescientos, pero pueden alcanzar su cincuentena muertos. El coliseo a las ocho de la noche está a full. Pero como te digo no hay orden, el juez no tiene nombramiento, porque así es nuestra patria, desorden. Anda quéjate donde el juez, o donde te da la gana y el juez va donde el asentista y le dice sabes fulano de tal y le menta la madre a un fulano, yo me siento junto al juez, el que sube la entrada, a la salida tiene que pasar por el asiento del juez.  Como el juez está parado, está viendo, está limpiando la pata de los gallos de todas maneras, se entra ahí y se apoya en mi hombro, para poder pasar a los altos y con groserías. El otro día me ha faltado el respeto o no pues, yo no aguanto mucho ah, pero estaba el juez ahí, me quejé donde el juez, y el juez no hace nada, no le gusta el arbitraje, le menta  la madre al juez, ya el juez, en cualquier parte, en cualquier sitio, la canalla esta. Ahora hay unos aficionados malos, son jugadores de cachos, no jugadores de gallos. Ahí están por las armas, para matar los gallos, para malograrlos. Entonces, no hay afición, no hay la estima del verdadero aficionado, que debe cuidar su gallo, como ves, un gallo que tanto te ha costado la niña de tus ojos lo has puesto ahí y de repente un fulano de esos te lo atraviesa, como ese papujo que había ganado una pelea, asombrando a todos, porque todas las corridas fueron del zambo y fue un gallo que había hecho varias peleas en Surco y el mío lo mató, pero mordiendo el cuerpo, todos los galleros  buscan gallos que le llaman plumeros al que muerde el cuerpo y sólo tengo eso dos pollos nada más de ese gallo. Es un desorden tremendo; hay un desorden creado también por los aficionados. En Chimbote fui a arbitrar la primera vez y había un sargento con su botellas de cerveza arriba, cuando yo arbitraba alguien ha tomado licor, nunca, yo no permitía, tampoco permitía criaturas, porque las proh&
iacute;be el reglamento y también ordene que el reglamento tuviera pegado ahí en la cantina, para que todos leyeran el reglamento y vieran, una echada y gritan y todo y él no se ha echado. Protestan las sentencias. Fíjate que yo hace tres meses que no voy a los gallos, porque no tengo gallos que jugar; antes me quedaba hasta la última pelea, hoy día me salgo.  Son una desgracia las peleas, la calidad de los gallos ha bajado tanto, antes jugaba con el viejo Barco, un antiguo aficionado, con un gallo de ocho libras, con siete y pico, estaba de degüello acá, y el viejo se reía, una sonrisita, ya es finado, amigo también, más cachaciento, no te rías viejo, en cualquier momento te lo mato, no te rías. De repente, el otro así como papera, de repente mordía, yo sabía lo que tenía, gallo muerto, lo mataba, un ahora de pelea, cuarenta minutos, después bajó a cuarenta minutos, después bajó a treinta, después bajo a veinte, y ahora se ha quedado en diez. Poco tiempo, sobre todo con gallos mañosos, ese pollo en el ámbito pateador, ese pollo se desgasta una barbaridad y el Carmelo que tengo le tocó un gallo más grandazo, ese Carmelo que te digo que es un buen gallo, nueve minutos de los diez defendiéndose, porque el otro le llevaba así de tamaño y el chico que va conmigo me dice Augusto levántalo, de repente lo van a ganar, falta un minuto y mi gallo se está defendiendo bien, de repente lo muerde y lo mata, una mordida que le permitió al otro gallo y lo mató. Mira, el otro día me han dicho, no tengo la seguridad de que eso sea cierto pero es creíble lo que me han contado, se acerca un día Walter, “oye hermano este juez es una m… que me ha jodido el pollon”, no te preocupes hermano ven para acá, juez póngalo en el pollón. Ese es el oprobio más grande, yo por eso no voy a Surco. Ahora, el juez que no le gusta, afuera,  lo largan. Qué respaldo tiene el juez, viene el policía, porque así es nuestra patria, hecha la ley hecha la trampa. En qué coliseo has visto tú asiento municipal, ese asiento municipal debe estar señalado, que tú puedes sentarte ahí porque no ha llegado el inspector algo, pero este asiento apenas llegue alguien del municipio, señor salga usted de ahí, cuanto he hecho en el pollón, yo me he acercado donde el asentista, señor asentista cuando el pollón no sale, ese dinero de la inscripción, es un pozo con que usted no puede disponer, yo le sugiero a usted que haga lo siguiente; señores aficionados no ha salido el pollón, eso es para inaugurar a la semana siguiente. No salió el pollón el Domingo y arrojo tanto ya, el cincuenta por ciento de ese monto queda como base para el pollón, ahora la casa va a dar un pollón de dos mil, más el cincuenta por ciento del anterior y el otro cincuenta por ciento lo guarda usted para hacer una premiación a los mejores galpones, a los mejores aficionados a fin de temporada, te llenas de elogios y llenas tú coliseo. No sale el pollón, se tiran la plata.  Ahora en el Gallo de Oro a las tres de la tarde arrancaba la primera pelea, bien fuerte aunque hubieran cuatro cotejadas, pero comenzaban, seguían cotejando, seguían cotejando y seguían cotejando afuera y en el entretiempo y al terminar la pelea venían y se inscribían y seguían anotando. Acá no, primero tienen que tener el pollón, la caja del pollón. Y están ofreciendo dos mil, tienen que tener un número de peleas que les permitan y el juez cobra el cinco por ciento. Tres por ciento, el mayor porcentaje que yo gane, fue una pelea de treinta mil soles que se hizo ahí en el Gallo de Oro. Novecientos soles, novecientos soles gane. No me acuerdo, tú llegaste a conocer al mono, al que vino, al ecuatoriano que vino, era, colombiano. El mono García; una vez me encontró, señor juez le invito a almorzar, fuimos aquí a Dos de Mayo, por ahí había un restaurante bueno y me enseñó el arma que tenía. Soy buscado por la Interpol, pero yo vendo cara mi vida, porque carajo yo me agarro a balazos con cualquiera, hasta me dio miedo el delincuente ese. En el Gallo de Oro, me dice, señor juez, que tal es su gallo, mi pollo es bueno, pero es nuevo. Entro y Manolo Feijo estaba jugando plata en ese tiempo y dijo voy treinta mil soles al gallo del señor juez, no le pagó nadie y me enseñó una correa, un cinturón lleno de brillantes. No, García y metió la mano al bolsillo y sacó un fajo de dólares, así oye qué por lo menos habían ahí cuatro mil, cinco mil dólares.  Manejaba la plata que le daba la gana. Nadie, nadie le aceptó. García, quien le iba a parar pues, caramba los galleros ahí podían tener mucho dinero pero quien va a apostar con tremenda suma, hubiera estado Roberto en ese tiempo, sí, Roberto sí le pagaba, porque Roberto es arriesgado. Aunque él ahora más se dedica a los caballos, tiene caballos. No puedo precisar si es más allá de Monsefú. Él tiene angina de pecho, lo mismo que yo, pero no ha querido nunca operarse, tiene miedo. La vez pasada he ido yo con un amigo, porque yo he sido secretario del club de los jubilados, así es que necesitábamos una plancha, nos regaló la plancha y se portó bien, como está don Augusto. Te cuento una anécdota famosa: El japonés Asato tenía un gallo que se llamaba La Mina de Asato, la Mina de Asato y mi compadre Ernesto Pat Cariat, que fue jefe en petróleos, en la International Petrolium, él tenía un gallo que se llamaba el Tripilín, después hacia el Tripilín, porque los rompía a todos los gallos, le sacaba las tripas, le pusieron Tripilín, yo preparé a ese gallo y no pude ganar a la Mina de Asato pero entablaron los gallos, destrozados a cachazos. Asato como te digo en veinte días preparaba un gallo, y cuando lo llevaba a  la cancha el gallo para defecar, se encogía el animal, hacia un tremendo esfuerzo cuando votaba el excremento, él japonés agarraba el excremento y decía fiate, fíate, no decía fíjate, así parecía polvo y que bien le jugaban los gallos. Y duraba una hora, en la cancha de arena, mi compadre César Rodríguez ya fallecido también, tenía un gallito Moro, que era submarino, jugaba abajo, jugaba metido y cuando salía metía cacho, entonces mi compadre me dice compadre yo te lo voy a preparar, te lo preparo y lo llevamos y Asato lleva su pollo japonés, ya ganador bueno y le hecho, ven la coteja, no compadre muy grande, compadre ahí donde mejor va a jugar el gallo, además nadie sabe más del gallo, que él que lo prepara. Soltamos la pelea, lo aburrió al gallo, al pollo de Asato y lo sacó a la carrera cacareando, para esto mi compadre Manuel Espinoza, un japonés amigo le había regalado un pollo, pero parece que ese pollo no era muy fino, entonces Asato viene con su gallo que lo había lavado, con su pollo y Manuel, ja, ja, ja, Asato a la carrera te sacamos, cojuro mierda tú de que te ríes, a ti te echa, así mojado yo te echa. Le hechó el gallo, pero el de mi compadre no jugaba abajo, jugaba arriba y de dos patadas, a la carrera se lo sacó, al de mi compadre, Jejeje, en la misma noche, en la pelea de continuación, había perdido la pelea siguiente, Asato con el gallo que hab&i
acute;a corrido.  Ésa es una buena anécdota, para referirme por cualquier sitio, así era Asato era un buen aficionado y conocía bien. Además era karatista, no se dominaba. Fíjate, que yo he sido bueno en el salto largo sin impulso y él japonés ahí en el ruedo de marco a marco, el diámetro hasta se estrelló ahí, nos ganó a mí  y a mi compadre Manuel.  Porque no juega este gallo con este, compadre vamos a hacerla, no decía. El cholo Segura que era gallero, después de años me ha contado, Bohorques como ganamos plata contigo, al gallo corrido, al gallo que no tenía opción, tú le hacías caja, yo le hacía caja y le daban hasta veinte a cinco y ganaba, ganábamos plata, ganábamos con el viejo, un tal Avendaño, un viejo que tenía un puesto en el mercado, pucha. Caroa, era buen aficionado y sobre todo muy jugador, demasiado. Tenía buenos gallos, sobre todo con Chanfaina, que le preparaba gallos y el hermano de Chanfaina, creo que ya murieron, él jugaba gallos de cualquier manera, era jugador, pero no era criador, no era un buen criador, de repente tenía un gallo bueno como malo. Conoces a cholo Ananao, esta, acá está vendiendo relojes y todo, a mí me ha agarrado el otro día con un reloj, le compré un reloj y como buenos relojes también, me vendió un reloj finísimo y cuando se dio cuenta que reloj era muy fino, me lo quería cambiar. Góngora, que lo mataron dice en Tacna, estaba metido en la droga, aquí han venido chilenos pues también como Valenzuela, un chileno que también explosionó ahí, murió pues en Arica creo. Tenía su laboratorio ahí, una explosión y falleció, cuando yo lo conocí aquí, que vino donde mi compadre Valdivieso, llega una mujer, te voy a presentar a la señorita y le levantó el traje, en la fábrica. Eso era Valenzuela. Góngora falleció, era flaquito, de la policía, era de la PIP, era buena persona. Aficionado notorio era el chinito León. César León, el padre, los mejores gallos que yo tenía, venía y me los compraba, me pagaba bien para mandarlos a Trujillo. Era amigo. El chino tenía una retención mental, hacía treinta, cuarenta apuestas oye, que modo de retener. Hacía un juego de Bolsa. Los hermanos Feijoo, tenían un preparador del norte e invirtieron un montón de plata comprando gallos y fueron perdiendo, perdiendo, perdiendo. Viene el Gallo de Oro, eran jugadores.  El hermano mayor tenía gallos también, Miguel Feijo. Estábamos, con Manolo.  Estaba ese patrón de lancha que te digo, había un patrón de lancha que no me acuerdo como se llamaba, de bigote, perfil grande. Y había un amigo Goicochea, un colorado, que no sé sí era trujillano, o vivía ahí, el Viernes que era la inauguración de la temporada, en la fiesta en Chimbote, no había más que pocas peleas, entonces después de eso, a tomar unos tragos y se pusieron a jugar golpeado con un patrón de lancha de apellidado La Rosa.  Entonces hubo un cambio de palabras, yo estaba de espaldas, cuando el patrón de lancha se puso violento contra Goicochea, agarro una mesa y pan me la tiró y me cayó acá, y yo tengo esto como fierro, así hago mi gimnasia. Entonces este Saito, para que me tengan mayor respeto, porque eran unos desgraciados los chimbotanos, sobre todo esos borrachos y manejaban la plata que les daba la gana, corrió la voz que yo era karatista y después que me tira la mesa, le hago así, sentí un mareo, y me caigo al suelo, cuando me desperté en el sitio que me estaban atendiendo, en el hospital, vi que toditos se retiraban así, se me había secado la boca y la lengua se me pegó al paladar.  Creyeron que yo iba a vomitar y se apartaron todos. Señor juez que pasa, los llevamos a su hotel y saliendo a las ocho de la mañana tenía que estar en el coliseo con la pesada de los gallos que comenzaba. Yo he arbitrado muchos años seguidos, con los hermanos Urcino Gonzales de Orbegozo, en Trujillo; llegaba a Trujillo para la fiesta de la primavera nunca he visto un desfile, porque tenía que estar metido en los gallos, y cuando llegaba en el Yaco que es un hotel ahí, llegaba el negro Cuchala que era de Chiclín, de Constante Larco, chofer, señor Bohórques su habitación dice don Constante que está preparada ahí, como lo desairaba a don Constante. Vega, era su preparador, que era tan buena persona, tenían los mejores gallos ahí, una granja tenía, de todo tenía. Constante, el otro Víctor Humberto, era un loco que tenía un carro, que tenía un tráiler, con sus casilleros. Y un día, mira este gallo, venga juez para que vea usted lo que tengo y me enseñó sus casilleros así, de dos columnas adentro del carro. Este gallo no lo juego porque está con fiebre, pero yo se la quito rápido, con que, le doy una cápsula de Terramicina. Cómo le va a dar una capsula de Terramicina eso es demasiado, eso es para adultos. A mí no me diga usted  nada, loco era pues. Si tú conoces a Manolo Feijo cuéntale esto, entonces al día siguiente del golpe acá, estaba en el del arbitraje y de repente se acerca uno, me dice señor juez, La Rosa dice que si puede pasar, que si puede entrar al coliseo, porque creyó que lo iba a votar en público, dígale al señor La Rosa que puede pasar nomás, por eso fue un accidente, un accidente, que pase nomás, así es que pasó, jugaba un gallo La Rosa y el gallo estaba en pésimas condiciones de preparación y el otro se le contagio, la pelea era un desastre, una cochinada; agarré mi campana a los señores aficionados, los propietarios de estos gallos pónganse de acuerdo porque están dando un espectáculo malo, esto no está de acuerdo a la calidad del certamen, no quisieron ponerse de acuerdo, la pelea aburrida, no tenía argumento para sentenciarlo de acuerdo al reglamento y menos allá, aquí lo hubiera hecho en Lima, pero allá con esa camarilla de jodidos, así se entabló la pelea, yo había dicho que los gallos no estaban a la altura de la calidad del certamen, entonces se acerca el Patrón La Rosa, oiga juez, como dice que mi gallo no está a la altura, usted sabe que gallo de ese, mire usted señor La Rosa su gallo puede ser excelente, puede ser un gallo matador, pero está dando una pelea asquerosa ya, en este certamen está usted empañando la concentración.  Entonces se acerca Feijo, Manolo y me dice que pasa, que pasa juez, aquí mire señor Feijoo, dice el juez que mi gallo está dando una pelea indecente, impropia. Como señor juez, como va a decir usted eso señor juez, su gallo no está dando una pelea impropia. Claro señor Feijoo. No su gallo no, su gallo es una mierda, se quedó el hombre lívido, se volteó y se mandó mudar. Otra anécdota, otra anécdota gallera, Baca Rossi. Don Armando, un jodido.  Don Armando, allá en Chimbote, en la cancha, había una canchita chica que también me invitaron, del señor Santiago Blanco, tenía una mujer hermosísima carajo y después de las peleas, Tavera estaba sentado ahí en la mesa todo para tomar un trago después de la concentración y Baca Rossi lo mira as&
iacute;, con su vaso acá y se lo tiró a la cara. Posteriormente, ya en otras fechas, carajo Munive es un carpintero calafate en Chimbote, que después de las peleas, pide dos cajas de cerveza para tomar, con esta expresión. Amigos aficionados ha concluido el certamen y quiero brindar estas cervezas por el buen arbitraje del señor juez, esas fueron sus palabras, y Baca Rossi estaba frente a mí y me clavó los ojos y le vi el vaso y dije este cojudo me va a tirar, porque era armado. Al grano hermano que quieres conmigo, que quieres, no señor juez. Claro, después yo le dije a él Armando que cosa querías hacer conmigo,  echarme la cerveza, carajo te mataba yo ahí. Antes de eso había un sargento, comenzaba la concentración y había un sargento tomando su cerveza, sargento lo hice bajar, me obedeció y bajó. Está prohibido el trago, yo no consiento que se tome trago aquí, lo prohíbe el reglamento señor, me hace el favor usted. Muy bien señor juez. Mario Palacios, uno que anda con el rey, si pues un viejo canoso como yo, entonces estaba ahí y me dice hermano tienes que hablar algo acá, ahí es donde yo me manifesté así fue, vamos a la cantina y me  mandan un copón así de ron, no te vayas a muñequear, cuando comienza la pesada entre Baca Rossi, señor juez, quiero que me pese este gallo para sacarle la rechucha su madre a Feijoo, así para sacarle la rechucha su madre a Feijoo, ahí estaba el señor del Valle y estaba  el otro aficionado que no se me viene, conocidísimo, señor Baca Rossi en esos términos yo no le puedo pesarle a usted el gallo, el señor Feijoo es un aficionado que merece respeto, como lo merece usted, pero con esas manifestaciones yo no, entonces yo no me acuerdo como se llama este chato que tenía un montón de gallos, conocidísimo él. Al grupo que escuchó eso, en la forma que lo traté, sin grosería, sin nada, todos aplaudieron mi decisión, fue aprobada. Baca Rossi era un jodido. Tenía su avioneta, a mí me quiso llevar en avioneta por acá. Al  chinito León lo quería subir a la avioneta y del hangar el chino lo aguantaba y no quiso subir, se jactaba y después contaba a fulano, le hice dos, tres vueltas en el aire y lo baje con el calzón mojado, jodido ha sido Baca Rossi. Anécdotas galleriles hay con barbaridad, es como hablar de toros, yo escuchando toros, así también impresionaba con tantas cosas.

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