entrevista al sr Jorge Tirado Merino y al sr Arnoldo Guillen Cardenas
Jorge Tirado Merino (II) y
Arnoldo Guillén Cárdenas
Lince, 5 de mayo del 2,004
Chale tenía miedo soñaba al Apolo, no tío con ese están faltando, con este me he paseado hasta Chiclayo todo, hasta acá, no está para este lado, este aparece, parece cuanto que no veo, no sé si vive que no vemos, Dante no sé si vive. Pero vive. Tengo otro álbum. Sí, he sido juez desde antes. No solo en el Gallo de oro. He sido juez en Surco también, en Surco. Y no solamente he sido juez, he sido supervisor departamental. En la Municipalidad de Lima. Huy, hace tiempo. Sí Boorques, Rulo, Rázuri entra después. Era Hugo Marchand, después el Rulito, después Borges también lo he puesto ahí, pero cuando hubo una crisis, ya había vendido el coliseo; me constituí en la Municipalidad, entonces iba a supervisar, pero hay una crisis, no me acostumbro, entonces muchos años. Discúlpame, mi querido Carlitos. Sácame ese cuadro, los dos, los dos cuadros, eso. Todos los comentarios que me hacen, en diferentes revistas, hasta salí, en esa revista Canta Claro. El mejor juez. Inclusive hasta nuestro amigo Cañedo también está por ahí. Claro Arturo, también me dedica unos merece, una revista también. Evento internacional, el reglamento con el que se inicia el Gallos de Oro, el año cincuenta y nueve, mira. Cincuenta y nueve, lo modifique setenta y tres, después viene acá el último del noventa y cuatro. Mi propósito era hacer un reglamento nacional, general. Yo lo he sugerido, lo he pedido, no se puede. Pero como pues, este, intereses contrapuestos, así que dije. Esta es la propaganda del festival. Y acá mira lo que dice. Este magno evento estará dirigido por el juez titular del Concejo Provincial de Lima de prestigio internacional, señor Arnoldo Guillén Cárdenas, reconocido aficionado por sus vastos conocimientos técnicos en este viril y tradicional deporte gallístico, lo que garantizará el espectáculo. Yo lo sé de memoria. Lo que quisiera rescatar es lo que hice, quien tendrá una copia, nunca me interese. La quiero revisar. Lamentablemente, no le ha dado tiempo. Alguna vez, vinieron unos señores, que estaban sacando una fotografía, estaban sacando una revista, unas fotografías y que se yo. Y me dijeron señor, quiero sus impresiones sobre el Juez de gallos y sus experiencias gallísticas. Al hijo, a Morales Bermúdez, Humberto, yo ya no me acuerdo. Era socio. Era una revista que era mitad gallo de pico, mitad gallo de navaja. Claro, Vamos a gallos, Vamos a gallos, exacto, entonces me hicieron escribir, me hicieron escribir un artículo. Yo quería contrastar lo que era la afición del norte con esta afición, eso es lo que quise. Yo te ofrezco más bien una fotocopia de aquel artículo que hice, pero que no lo vinieron a recoger. Pero tú has publicado uno ahí. Este es del año 2,002. Y me dijeron. Yo estoy hablando de más años, esto es otro entonces. No es reglamento, esto el 2,002. Artículo, de esto hace por lo menos cinco o seis años. Lo debo tener y acá decía yo: Recordando un pasado glorioso. Y aquí hago un artículo sobre mi trayectoria en los gallos y hablo de lo que es el juez y cómo debe comportarse. Me das tiempo mañana te saco una copia, por ahora ya es muy tarde, te saco una. Es inédito, nadie se lo hubiera imaginado. Interesante es experiencia, es importante también porque es hacer la historia de los gallos, porque no sé si tú te has enterado no hubo nunca gallos de pelea de pico no hubo, nunca, usted me lo comento en la primera entrevista, fue en el Callao primero. Cuando vine aquí, el año cincuenta y nueve. Que hago, era gallero cien por ciento, había dejado mis gallos en Arequipa, no podía regresar y que se yo. Entonces me dijeron, me iba a Sandia, fui varias veces a ver jugar gallos de navaja, porque no había gallos de pico y ahí me dijeron en la tribuna, en el Callao hay. Qué cosa es del Callao, los japoneses y Azato, en la calle Salón me acuerdo, pucha todavía me acuerdo, no estoy tan viejo caray. Y entonces ahí comencé, pero me encontré con un coliseíto pues de provincia, peor galerías de tablas de maderas que no entraban l50 personas, 120 personas y entonces con Cubas Tadeo, cincuenta y siete, hasta el cincuenta y tantos, sí hasta el cincuenta y nueve, siete años. El cincuenta y nueve, dije esto no, al centro de Lima, a Lima mismo tremendo coliseazo pues. Así es, toditos se venían los limeños, don Osmán Rosales, era el que, un hombre millonario, que tenía una imprenta, que se jalaba gente del Callao, porque tenía plata y porque tenía en la segunda cuadra de la Avenida Venezuela, ahí tenía su negocio y su casa. Entonces, cuando abrí ahí no más iba, se acabó y como él mucha, mucha gente y no han ido al Callao. Mucha gente nueva se fue al Gallo de Oro, pues era un coliseo con comodidades, relativamente. Ahora no sé si te he comentado, tú sabes cuantos coliseos hay en Lima. Hay más de cincuenta. Ahora se dice que no hay un solo día que no se juegue, antes el martes no se jugaba. El martes, nunca se juega el martes. Hace poco me han dicho que se juega martes. Todos los días. Todos los días, tengo una, cuando fuimos a Chile, yo iba pues ilusionado que íbamos a tener dos o tres días de gallos, a las diez empezó, pusimos en una pizarra, tantas peleas, tres vueltas de acá, nadie que no fuera invitado o gallero participaban nadie, nadie. Pura relación. Quiero decirles una cosa, resulta que a las cuatro de la tarde más o menos terminó todo, se terminó las peleas, chao. A los de Arica los trataban como a peruanos. Sin embargo el Peruano, y en su comportamiento eran los que decían pago a treinta. El chileno dice, voy tanto, nada que dame medio, nada, plata, plata o tanto por tanto y termina la pelea y todos aplauden, al que ha ganado, todos. Nadie entra ahí, saca la pluma. Al día siguiente a las seis, el primo hermano de uno de los miembros de la Junta militar de entonces Matei, Arturo Matei. Me dice vamos a dar una vuelta en eso, salimos un día aire, aire, oscuro, lluvioso. Nos llevó y conocimos ahí y a mí me quisieron regalar un gallo y dije, ese no mano fui más allá y compré uno, punto. Durante todo el día discutían los chilenos para hacer cuatro peleas el próximo domingo, cuatro peleas y le digo a Arturo, ustedes pelean todo el día para hacer cuatro peleas, sabes cuantos gallos se juegan a la semana en Lima los domingos, dos mil. Estás loco me dijo, estás loco, estas borracho. No le digo; mira solo hay un día que no se juega. Coliseos tenemos a diez peleas, multiplica por doce, el número de coliseos más o menos hice un cálculo acertado. No hay problema. Pero que además le decía, los que tienen mayor número de gallos son gente modesta. Ellos tal vez sacrifican un pan de sus hijos para tener un gallo, porque donde quiera que uno vaya hay una azotea que hay un gallo de pelea. No creían ellos. Bueno en el Ecuador también son aficionados. En la selva los gallos están en la
intemperie, nadie guarda sus gallos, duermen en la calle, en galpones de carrizo y barro están allí, y juegan una hora. Hay peleas en la calle, como es la experiencia también, mira, San Martín, Lamas . Y en Panamá también hay discusión toda la semana para jugar tres o cuatro gallos, hasta mañana. Estuve en Panamá dos días de gallos, me costó la pérdida de mi vuelo y la línea aérea perdí el vuelo; por estar en una concentración en Chiriquí, ahí perdí mi vuelo. Sí, todo el tiempo discutían cuantos gallos iban a ser, iba a meter las cuatro, el primer día que fui ahí, llega el Mano de Piedra Durán, al coliseo, estaba ahí y a mí me había gustado su coraje, su valentía. Y sentí la necesidad de ir a saludarlo, y después dije, no, de repente es intratable, un par de horas después ya había cerrado la cantina, casi, casi voy. Pero no valía la pena. Había uno Chasún, un gallo Chasún, dale Chasún, pa’ muerto Chasún; ese Marco, se emocionaba duro Marco. Huelqui, Huelqui, corre, Huelqui, corre. Es parte de las anécdotas, me está haciendo recordar. Se acuerdan ustedes de otro espectáculo, que era Raymundo con él, un centro americano moreno, Claro, uno de cuba pues hermano un cubano, no colombiano, un colombiano que estuvo preso. No Ese es Oscar García, a él me refería. Oscar García, él me atendió maravillosamente, en Ecuador cuando estuve y me estimaba, me tenía gran estimación. A él me refiero que buscó que yo tomara el mejor gallo, de los tres que ellos trajeron de Chile, pero llegué tarde. Al que me estoy refiriendo es al otro, un moreno viejo, que Raymundo le tomaba tanto el pelo, se sentaba ahí atrás nuestro, atrás de mi sitio, un moreno, centroamericano, que le decían, Brack, pero era un moreno delgado con lentes, como se me ha ido. Yo ya sé a quién te refieres, entrando a la mano derecha, a la cuarta fila. Sí. sí, él, él. Todos los días iba, junto se reía, se reía. Claro, frente al coliseo de gallos, yo lo conocí cuando vivía en Chacra Ríos, cuando ya el hombre estaba en una situación económica muy buena, a don Humberto lo he conocido, cuando iba a los gallos del Callao, yo lo traía en mi carro a él, y vivía en un pasaje, no me acuerdo como se llama, pero era en la cuadra once de la avenida Brasil, cerca al Hospital del Niño, después tuvo un acierto en la lotería o en los caballos, no sé qué cosas, al flaco bigote, es importante lo que estás haciendo no se debe perder esta riqueza, no tenemos. Siempre es bueno recordar y mayor razón si se hace así con gente pues, que ha sido testigo de excepción. Hubiera sido maravilloso filmar esas concentraciones que se hacían antes, antes que aparecieran estas cosas raras. Antes uno jugaba por el gallo, uno buscaba en una concentración un gallo de calidad, que había un jurado, que se premiaba a un gallo que realmente tenía una serie de pre-requisitos, o sea elemental en torno a eso había gente no gente rica, gente conocedora, gente decente. Especialmente, en el norte. Entre tus relaciones tienes ahí un contacto, una asociación de caballos de paso. Oye qué bien, yo quiero entrar. No a mí, yo lo quiero entrar solo, para darle una lección a estos señores del Nogal -no es peyorativo ah- ignoran la verdadera trayectoria del caballo de paso. Te voy a demostrar con documentos, mi padre fue el primer campeón nacional de caballos de paso y mi padre desfila el año veintinueve frente a Leguía y te lo estoy diciendo con documentos, fíjate este caballo Cisne, su Cisne y los vas a ver acá desfilando a mi padre está desfilando delante de Leguía, campeón nacional, acá con los cuatro caballos que participó. El año veintinueve. Acá esta desfilando con Leguía, ahí está Leguía, ahí está mi padre, ahí está su caballo. Pancho Fierro, el Diamante, el Cisne, no me acuerdo cual fue el otro caballo. Mi padre vino y se sacó el premio pues, de la yunta, el burro y el caballo. El Cisne. Si, ese modelo ha logrado mi padre, con el empleo. Claro, por supuesto. Hay historia entiendo, las fuentes no son ciertas, están mezcladas. Acá, mira acá compadre, aparte de que caballos de paso, yo he sido aficionado al caballo de carrera, tengo del Derby. Claro Borgoche, ahí estoy en un Derby, otro Derby, acá estoy también, con Liyera, con el ganador, entonces. Todos mis caballos, todos mis caballos, ahí está el ganador, ah. El hipódromo. Ahí está ese gallo es el caballo. Este es él Julio Herrera, que era el que. Hablo con documentos, les voy a demostrar. Ahí está Javier Pazos también . Pelea de toros. También he tenido pelea de toros. No, dueño y apasionado. Ufff, tengo un montón de fotografías de pelea de toros. Hay toros, hay peleas, hay de todo, ufff. Pero donde mejor se ha jugado gallos, es en Chimbote. En parte sí, pero fundamentalmente por orden, paz y trabajo me protestaron miembros del club, que porque ellos no iban a invitar como lo hacía yo; tienen todo el derecho señores este año, de celebrar. Como hacemos, haber pues. Hay que funcionar con esta no, saber qué decir y tener amistad, porque no voy a ir, a presentar a una persona que no conoce, no es cierto. Yo fui así y sin dinero, sin haberlos conocido antes, primera vez que a los ecuatorianos por teléfono desde aquí de Lima, no es cosa fácil, sobre todo un hombre que se había retirado no era fácil, ni suerte. Pero no me conocían tampoco. Él no me conocía, yo lo había visto así, pero con Lucho su esposa, Anchoveta, Oscar García Oscar García, su apellido materno no lo conozco. Colombiano. Yo tengo por ahí una copia del periódico. Este Oscar, cuando fue a Medellín, tu amigo Vera. Antonio Vera fue a Ecuador y me envió un gallito cenizo dorado, esto tienes que darle a Jorge y efectivamente se lo di, la verdad que no me interesó mucho, tal vez, hoy día estaba pensando, que no supe aprovecharlo y le di a Antonio. Antonio era un hombre que menos podía hacer con ese gallo porque Antonio es un poco versión de Challe, de gallos cabezones, pescuezote, esos son yo odio a esos cabezones. Lógico y don Román tuvo conmigo un, no un altercado en Chimbote; una aspereza yo tenía un gallo pinto, muy bueno, que paseaba por todas partes y cuando fui a Tumbes, lo vi ganar a ese gallo, su preparador un gordito. Le digo cuánto pesa, bueno, ya te vas a entender conmigo. Este gallo ya no se puede, el problema es conmigo, fue en broma. Viene junio, viene mi preparador y le digo, quiero un gallo para y sabía que tenía un cenizo del monte, o sea, sorba, con chileno y tenía el gallo que lo traen de Moquegua el moro de Berríos, los dos preparados. Quince días, veinte días antes, quiero topar los dos. Toparon los dos, el chileno era pues agilísimo, pero el otro tenía algo más que rapidez y él me dice, que te parece a ti no mi amo, así se preparan a todos, no mi amo, ya le digo, voy. Llega el domingo, Chimbote, yo estaba por ahí, ni me interesaba, sacaron al gallo pinto, y pusie
ron el cenizo, terminaron así, don Augusto un poquito de picada pero puede ir, puede ir; va la pelea, va la pelea, no sé por cuanto, me dijeron hay Dios, ya dije, ya dije, entraron. Le di capote, capote, fue tal capote, que Román se fue molesto y diciendo que habían pildoreado, con esa palabra. Que habían pildoreado su gallo en la casa de Sánchez. Habían pildoreado, esa es la palabra, ahí termino el timbre. Así fue ese don Román, seguimos siendo amigos por supuesto. Con que mide estas palanas, que quince. Sí o no. Se está defendiendo quince, pero hay quien juega diez o doce. Quince está bien. No, no, pero no puede tampoco. Porque jugar diez o jugar menos, jugar diez o jugar menos es discriminar a la gente. Bueno, porque no todos tienen la capacidad de presentar gallos de esa capacidad de ganar en diez minutos a veces o menos. Si el gallo es y significa ganar o decidir, ese no es bueno. Quince minutos está bien. Un gallo bueno se ven las mordidas, ahondo. Es cierto, de acuerdo. Para mí ya no hay juego, ni defensa, ni nada de esto. Porque no le dan tiempo pues. El asunto es el siguiente, que tiene que haber para todos, todos no están en capacidad de presentar gallos de diez o quince minutos, porque dirían bueno, yo quiero hacer como un circo, en este ruedo se juega de diez para abajo y aquí de diez para arriba. Cuando se desea pues, no es cierto. Creo que es prudente mantener quince minutos, prudente, pero tiene que tener el juez una facultad que no sé si está en el reglamento. La facultad que si esos gallos en cinco minutos no han hecho nada, proponer tablas. Pero primero hay que proponer, hay que respetar a los jugadores y si no se ponen de acuerdo, entonces yo le doy, si no definen en tanto, tablas. Creo que no me has entendido hermano. A ver, a ver. El juez puede decir señores, puede pactar, se puede poner de acuerdo para suspender la pelea. No puedes, no puedes. El juez tiene que decir señores, en vista de que la pelea es aburrida No pues, ese es autoritarismo. El otro caso, estas pidiendo favor para que se arreglen, como va a ser eso, tu vas a pedir consentimiento. Yo no he dicho eso. Entonces, pónganse de acuerdo. Se presenta una pelea, que se ha pactado, quince minutos, correcto, lo veo resulta mala. El juez debe tener amplitud de criterio para decir señores se pueden poner de acuerdo para entablar, no lo hacen, lo hago yo, tantos minutos, tablas, se acabó. Debo dar opción. Es que hay una cosa, en el reglamento dice que los dueños pueden hacer tablas, pero no tiene peso la sugerencia del juez. A caray, el juez arbitra la pelea, el juez no entra a la determinación. Cuando tú vas, cuando tú tienes un proceso civil, el juez que tiene carácter decisorio, sin embargo te propone un arreglo, sin dejar su capacidad de decisión, te propone un acuerdo y si no te pones de acuerdo, él te presenta una fórmula de acuerdo. Eso es lo que estoy diciendo, es lo más justo. Siempre más de quince minutos no hay. Para que imponerle, porque pueden haber intereses subalternos, o puede haber también posibilidades que el juez tenga interés. Señores, una pelea, digamos no aburrida, una pelea donde no se den los resultados, no hay nada; señores los invito a ponerse de acuerdo. No se ponen de acuerdo les doy plazo, a los gallos y sentencio, claro. Esa es mi posición. Claro. Claro, porque así debe ser, para defender a los animales. Claro y hay otra cosa, por ejemplo yo no estoy de acuerdo con gallos de a pico, que cosa es eso de gallos de a pico. Gallos de espuela. No, pico y espuela, así se dan, pico y espuela. Pico y espuela es el seis de octubre, señor Dante. Gallos de pico y espuela. Gallos de pico, saque usted su reglamento y demuéstreme que ese gallo es de pico y espuela. Aquí está, yo soy el dueño de esto. Dice pico y espuela. Tiene que decir pico y espuela. Pero lee, que dice. Yo no he visto pues. Aprende, aprende pues, que dice. La solución es fácil. Sí, más o menos debe ser el sesenta y nueve. Y de ahí paso a Jamís y de Jamís a Dante Valdivieso, que se lo llevó, yo lo conozco. Chang, fue el que compró el coliseo, cuando cerró; Valdivieso se lo llevó para Tortugas. Claro, si últimamente en lo que es el coliseo, hay un lío terrible, hay, se ha tugurizado, ufff. Pero acá el reglamento efectivamente, dice peles de gallos a pico y espuelas. Pero yo digo, sí, pero es espuelas, pues. Mira lo que usan los americanos y es internacional. Eso está mal. En cambio nosotros tenemos pico y espuela desde que se fundó el Gallo de Oro. Qué clase de fotos quieres. Tú, escoges las fotos que quieras. Este, este te la sacamos. No hay ningún problema. Este deporte se ha masificado y en una etapa de masificación y ahora de globalización, todo puede ocurrir. Depende con que se juega, y quien juega. Pero el caso es que no es de tu incumbencia seguramente. Sabes qué familia es esta, es el papá y la mamá de los Macedo. Acá esta Lucho Macedo, acá está Lucho, y cuantos hermanos son, son trece, todos galleros, seguramente. Pero mira ve, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, total quince, menos dos padres, trece hijos, ahí están los trece. Yo lo hice el Siglo XX, jejeje. Al frente en la otra cuadra, en la otra cuadra estaba. Yo lo conocí. Bueno ustedes han conocido Siglo XX, pero cuando yo era niñito, es decir cuándo teníamos cinco, seis, íbamos a jugar a Corbacho, acá a la vuelta, ahí está el coliseo. Había el coliseo, ahí estaba el coliseo, tanto estaba el coliseo que mi hermano, mi hermano se enamoró de la boletera y se casó. Se casó, yo estaba chiquillito, pues tendría unos quince, dieciséis años. Y mi hermano era mayor que yo. Y viene todavía la señora, era hija del dueño del coliseo, Sáenz le decían. Chico, Julio Torres. Ahí, ahí, siempre ha habido al costado del mercado, un cafetín muy chiquito y una japonesita, ahí nos reuníamos todas las noches. Julio Torres tenía a su hermano, que se llamaba Oscar Torres, un joven delgado era. Cuando nos sentábamos a conversar, cada uno hablaba, contaba sus experiencias y bueno pues, ambos tenían la característica que decía que este gallo, de los gallos suyos. Era por aquí, dos vueltas, pun, tieso, que decía pun, tieso. Entonces, decían tantas veces, especialmente Oscar, pun, tieso y de tanto gallo conversamos, y pun, tieso. Que alguien empezó, cada tumbada hacía una rayita, una rayita, una rayita, al final, al final oye, no dejaba gallos. Entonces, oye tú jugarás con tu hermano, jugarán entre ustedes, porque tantos gallos has tumbado, entonces ya no hay gallos, ya no hay gallos. Con todos los gallos. Lo mismo hizo en Tacna Reátegui de San Martín, no de San Martín sino de Tarapoto. Estamos en Tacna y ahí estaba, el hijo, el gordazo. No, no, el gordazo ganadero, gordazo, alto, tremendo, que no me acuerdo su nombre. En Tacna, Reátegui estaba ahí, estaba sentado junto a mí y jugó pues un gallo, dos buenos. Entonces hermano, no me acuerdo su nombre. Hermano le dice, quiero que me regales una pollita, ya hermano espérate te voy a dar, te voy a dar de estos que matan. Al día siguiente le dice, hermano no me vayas a dar de esos gallos que mejor a todos matan, termino ya, con que jue
go. Con que juego, si me vas a dar una gallina que a todos matan, si matan a todos los gallos, con quién juego. Estas cosas no salían así no más. Estuvimos en Tumbes jugando gallos, estamos en el Hotel de Turistas, un calor y todo pues, ya nos quedamos un rato más, era gordo, chancho, juguetón, te acuerdas como era pues, era un niño, capitán de la policía. Bueno, entonces nos hemos quedado en el hotel, y el sale con Munibe, no sé si tú has conocido a Munibe, el gordo Munibe un enano como un huaco, así de este tamaño de Chimbote. Pero vestía, de su época, impecable, chalaco, constructor naval, impecable, pero un huaco. Pero un tipo especialísimo, con toda la mañosería y el vocabulario de la juventud y la niñez de hoy día, toda la jerga, sale, le decía capitán, han salido, atravesaron el parque y se encuentran con una dama muy guapa, que traía naranjas y no sé qué cosas del mercado y luego le lanza el piropo a esta señora y de verlo se asusta y deja caer su bolsa y rueda las naranjas y todo lo que traía. El gordo se agacha a recoger y empieza, empieza, empieza una berborrera, una pedorrea, que se ponía de pié y seguía. Y duró quince minutos, y no podían, no podían, así agachados. Con don Mauro, hemos pasado la infancia, no es cierto, he conocido a su padre, a su familia, él al mío; nos hemos dejado de ver muchos años. Yo era gallero de acá actuante. Claro, claro. Yo también, allá, entonces nos hemos conocido. Entonces que resulta, me encuentro un día, me dice, ha tengo gallos sí me dice, te invito a almorzar tal día. Fui, me lleva tendría más o menos unos treinta gallos. El mío doblaba. Uno, dos, tres y cuatro, el resto a la guerrilla; con el loco Isa hacían guerrillas entre semana. Yo te voy a dar un gallo, yo te voy a dar un gallo. Lo cual le di el gallo y la gallina, y se deshizo de todo. Pero para probar vamos a mi sitio a probar; invité a dos amigos de Arequipa. Tú conoces a Urday el médico. Urday y su hermano, estuvieron ellos dos, también estuvo el zambo este farmacéutico Reyes, Ricardo Reyes, bueno entonces vamos a topar allá para que te convenzas, nos comimos siete, siete gallos entre cinco personas, yo habré puesto uno cuando menos. Entonces eso más los que destinó para la reunión, se quedó con los cuatro. Los cuatro le respondieron. Pero empezó a criar, empezó a criar, empezó a criar, se fue relacionando con otras personas, y así empezó a ser aficionado a los gallos. Porque si hubiera seguido con lo que tuvo, hubiera sido pues, más era para el mercado de Caquetá que para la cancha. Y después don Mauro pues empezó a salir afuera no, especialmente al norte y se hizo gallero. Sí, lo conocían, tenía gallos, tenía derecho de estar adelante. Si no dan preferencia a los que criamos los gallos. Después del reglamento, yo quise poner un poco de orden, por supuesto que me sacaron. Me sacaron de ahí, de la primera fila. Claro, sí. No, don Mauro me debe esa, jajaja. Sí, pudo irse en bancarrota.