entrevista  al sr oscar aspillaga guislain

entrevista al sr oscar aspillaga guislain

  

Oscar Aspíllaga Guislain(B)

San Isidro, 26 de Marzo del 2004

 

 

El Coliseo “El Rosedal” lo vine a conocer recién cuando vine de Estados Unidos; cuando vine de Estados Unidos, yo estaba de vuelta acá en el año 75; estuve bastantes años fuera de la afición, fuera del círculo, pero estuve allá y tuve unas cuanta experiencias allá y como te conté una vez, hasta trabajé acomodando asientos solamente para ver las peleas y venía la redada y pum, se llevaban a todos en Florida y ahí fue donde aprendí y tienen más que nada con Cubanos. Ahí fue donde conocí el carey, el látex, lo que llamaban el Cerote; un látex que era como caramelo, secaba mucho más rápido, entonces ahí poner punto si no lo ponías justo ya perdías y tenías que volver a recalentar. Cuando yo regresé, estaba siempre Zarumilla que tenía los gallos que teníamos siempre, los gallos nacionales. Coincidía que mi hermana Begoña, la segunda, la que me sigue, vivía en Costa Rica; entonces me invitó y lo primero que hice fue averiguar, dónde estaba la gallera y conocí al dueño de la gallera quizás más importante en San José; se llamaba Panchito. Me hice de muy buenos amigos y no se si fuera por herencia o lo que sea, me dijo “señor Aspíllaga, Ud. es una persona que tiene muy buena sangre, en el sentido que ellos son tan celosos con sus animales y con sus cosas, igual como nosotros y me traje unos huevos de allá, entonces ahí empecé acá. Pero la idea es la siguiente; cuando vine aquí, empecé a ir a ciertos coliseos que eran Villa María, en el Ermitaño había una cancha y una que otra cancha más, pero básicamente Villa María y luego, había una cancha en la que jugaban Navaja y jugaban Pico. La cancha de Villa María, era de un señor que era una persona muy, como te podría explicar, no era gallero; lo de Villa María empezó como una ramada, como una ramadita, que era un pasillo muy estrecho y al final habían hecho un hueco de tierra; entonces jugábamos ahí, entonces había que llevar el periódico y sentarse en el periódico, pues era un hueco de tierra. El dueño de la cancha, se llamaba Don Marcelino Antezana que viene a ser Padre de la esposa del Chino Velásquez, lógicamente el señor Antezana casado con la señora que es la madre, luego está la otra hermana, y están todos los nietos que eran unos bebitos, yo los he conocido. Yo los he conocido mucho antes que el Chino conociese a su Señora, mucho antes yo ya iba y era un pasillo así. Una vez la municipalidad quiso hacer un problema por si sucedía un incendio, un terremoto, cómo iba a salir toda la gente, porque era un callejón, era solamente un pasaje. Entonces poco a poco, fueron comprando a punta de trabajo, trabajaron toda la familia, hombro a hombro, codo a codo, y poco a poco ha llegado a ser lo que es ahora. Ahora es un centro turístico que cuenta con todo el apoyo de la Municipalidad; tiene muchísimo mérito. Por lo general se jugaba los Domingos, 75, 76, 77, y se jugaba navaja y se jugaba pico. Era un hueco de tierra, lo que es ahora el ruedo, con una especie de andenes de tierra, entonces uno tenía que llevar su periódico, para sentarse. Uno se sentaba en la tierra y luego de comida, había como se dice una sola troncha ¿no?, había una sopa, la sopa de la casa y por lo general había que recuerdo mucho, había conejo; porque en esa época, una de las personas que tuvo mucho que ver que estaba muy ligado a ellos, era Antonio del Rosario. Antonio del Rosario, estaba muy ligado a ellos, inclusive tenía un Gran Danés enorme que no recuerdo como se llamaba y tenía gallos y jugaba gallos. Eramos Antonio del Rosario, todos los antiguos, Berrocal; Eloy fue muy posterior a esa época. Diríamos, entre los menores éramos Antonio del Rosario, yo y quien más te podría decir, el resto quienes, iba Pepe Silva de la cancha grande que era más o menos de esa generación, pero iba lógicamente ocasionalmente, jugaba un par de gallos, se tomaba unos tragos e invitaba a la gente, porque siempre uno va a una cancha y reparte los volantes, pero en esa época no habían volantes sino simplemente pasaban la voz que iba a ver una concentración por decir en la cancha y todo el mundo sabía que días eran y dónde. Pero siempre desde esa época habían censadas por lo menos entre 65 y 70 canchas, en el año 75; entre 65 y 70 canchas de Pico. Los dueñas vivían atrás en Las Virreynas; ellos tenían sus casas atrás en Las Virreynas que eran Jesús y su hermano Teodoro, muy buenas personas; inclusive muchas veces esto, yo terminaba llevándolos a mi casa con Zarumilla; aveces bajábamos nos ofrecía una copa de vino, terminábamos hablando de gallos. Una vez me regaló un pollo Moro caray que fue buenísimo. Zarumilla lo llamó el Dueñas y el Dueñas tuvo 3 peleas. Los eventos eran en la tarde día Domingo. El problema era que los navajeros pedían la cancha, entonces la capacidad económica del navajero era superior y los navajeros pedían la cancha, hasta que poco a poco el dueño Don Marcelino Antezana que repito no era gallero, siempre le tuvo cierto apego y cariño al gallo de Pico. Entonces empezó a soltar la cancha los días Domingo, entonces había esa doble opción. Por lo general, yo en esos años frecuentaba más Villa María; ahí nos encontrábamos con muchas personas, conocí muchísimas personas, entre los cuales una persona que ha fallecido hace poco con una pena enorme quien era Domingo Maldonado, una bella persona y jugaba ahí, él tenía sus gallos justo en la garita de control de Villa y el que le movía los gallos era “Condorito”. El asentista del coliseo de Villa María, no recuerdo cómo se llamaba, pero tuvo un problema de salud y le amputaron una pierna, era muy buena persona, y tuvo después un problema que perdió el oído, pero muy buena persona que nos atendía muy bien y ahí iban los Dueñas y muchos otros galleros. Murillo es de mi generación, siempre muy ceremonioso, por eso le pusieron “El Conde Drácula”, pero muy buena persona, ex alumno del Mariano Melgar; muy buena persona y él es uno de los que fundó el galpón Barranco. Los que jugaban mucho en El Rosedal, eran los Chanfainas los Enciso; Chanfaina grande, Chanfaina Chico, pero había un Chanfaina que jugaba sólo en Villa María que le decían “El Comanche” eran varios hermanos y era así y ahí prácticamente no había la sanidad que había ahora. Ahí terminaba la pelea y de frente al baño uno lo orinaba al gallo. No se cobraba, solamente era el consumo. O sea que el señor Antezana ganaba sólo por consumo, o sea que el negocio del señor Antezana, era prácticamente el servicio del restaurante; se comía una buena sopa; conejo, porque Antonio del Rosario criaba los conejos, entonces había el famoso chicharrón de conejo. El conejo de por sí es una carne insípida pero ellos lo hacían de una forma tal que era de lo más agradable. Inclusive las fechas en las que se abría el coliseo, la gente acostumbraba a ir a un restaurante a
l costado que se llamaba “El Torito”; preferían ir al ruedo, solamente por comer el chicharrón de conejo. Aún el ruedo no tenía ningún nombre. “El Rosedal” viene porque la esposa de Don Marcelino, hoy viuda, es fanática de las flores, le encantan las flores y tenía unos rosales hermosos, entonces uno llegaba y veía las rosas de la señora, yo no se si por eso le pusieron “El Rosedal”. El juez, era Jorge Benavente; Jorge Benavente era juez en Villa María, en lo que es ahora “El Rosedal” y en otras canchas, en la que está frente a la escuela de policía ahí en Chorrillos, ¿como se llama? “La pluma…  que es de Medina, ahí en la campiña y luego en otros coliseos. Aveces oficiaba de juez Benavente, otras veces oficiaba de juez otra persona, cuyos nombres en este momento no recuerdo, pero eran personas que también jugaban en las distintas canchas de más que nada del cono Sur, lo que es Villa María, porque del cono Norte no; ahora el Cono Norte recién está creciendo esta canchita ¿tu has ido no? que se llama Cielo Rojo. Mauro la formó en una urbanización que se llama San Eulogio en Comas; Mauro la tenía. Los últimos gallos que he estado jugando, los he jugado ahí, en Cielo Rojo. Ahora tú sabes que ya no tengo la oficina, después de toda mi vida que he tenido gallos, ahora ya no tengo donde tenerlos, los he repartido. Una de las personas que los tiene es un magnífico amigo, una bella persona que es el señor Aguilar que justamente el Domingo va a venir a visitarme. En el 78 sí estaba encementado, pero hacía un frío espantoso, no habían hecho el techo de estructura metálica y lo más gracioso te voy a contar, te vas a morir de risa. Un día estabamos sentados y estaba Chanfaina grande sentado y corrían los gatos por el techo y de repente estaba en pleno furor de la pelea y de repente un gato orina y le cae directo el orín en la cabeza y estaba Zarumilla al costado y nos hemos muerto de risa, ¡lo orinó el gato!; había una cantidad de gatos. Y luego lo que hacía mucho ahí era chicharrón aveces de cerdo, pero más que nada el atractivo era el conejo que era un poquito caro, pero en realidad no era caro porque prácticamente estaba al alcance del público y la sopa de la casa y para beber había gaseosa, una dos gaseosas, había cerveza y aguardiente de caña o sea “Yonque” que no te podría decir de donde provenía. El primero que manejaba y que organizaba las peleas y todo, era Antonio del Rosario y luego estaba este que le tenía los gallos a, este señor que tenía los navajeros, Darío Chicoma, era Darío Chicoma, estaban los Enciso, Murillo, Dueñas, Berríos, Zavala, todos ellos; y después había otro que era un gran aficionado que falleció joven que era Maraboto, muy buena persona, él era de pocos amigos. Yo tuve la suerte de cultivar su amistad y sabía mucho de gallos. Pero básicamente la sapiencia de los gallos, las llevaban otras personas como el señor Silva, él también frecuentaba, no ves que ellos vivían también cerca; lo conocía a Zarumilla y ellos conversaban, entonces se formó una especie de mesa y se tomaban su café, los que éramos un poco más jóvenes, nos tomábamos un par de tragos y al lado era la mesa de los mayores, entonces se escuchaba una serie de cosas, una serie de anécdotas. Don Marcelino llevó a cabo un trabajo permanente y constante. El dueño era Marcelino Antezana y el propulsor de esto, fue Antonio del Rosario y de una forma u otra, rompió el cascarón Don Marcelino y luego las hijas fueron creciendo, pues no tenían hijos hombres, solamente hijas ¿no? y entonces ya luego entró el Chino y la cosa empezó a cambiar. El negocio principal de Don Marcelino, era la Compra – Venta y reparación de electrodomésticos, inclusive el yerno casado con la hija, el Chino, el negocio principal del Chino, eran las máquinas de coser, compraba y vendía máquinas de coser y tenía un técnico que las arreglaba y las vendía y todo; tiene mucho mérito y en el fin de semana jugaba su fulbito, se tomaba su cervecita, aveces se venía medio abollado y es porque era de barrio, pero para qué, le salió bueno el yerno, porque el Chino es una persona muy trabajadora, muy dedicado al negocio, muy responsable y es uno de los que ha levantado y la señora es una bella persona y las hijas. Ese es un típico negocio familiar.

En mi caso me retiré de “El Rosedal”, fue por asunto digamos de prácticamente ya no frecuentaba tanto a Surco, sino a todas las canchas en general desde que me case, porque antes de casarme, diría yo podía ir a cotejar temprano, incluso podía darme el lujo de quedarme todo el día hasta la madrugada. Iba también a la avenida Perú y sí asistía a Surco, el problema era en que ya Zarumilla tenía cierta edad y yo toda la vida en los gallos he sido solo, entonces para mí era un tremendo trajín amanecer a las 5 de la mañana o 6 de la mañana, estar haciendo cola porque se hacía cola en la puerta de la panadería que está al costado, porque es una panadería al costado de la entrada de Surco, hacer cola, cotejar los gallos, luego el gallo tenerlo así, y aparte yo tenía otras cosas que hacer, entonces luego tenía que irme a la casa a recogerlo a Zarumilla que tenía que atender a mi familia, recogerlo a las 2 de la tarde, era un trajín espantoso; entonces para mí era muy pesado, sobretodo que jugábamos 4 gallos y en esa época se jugaba Domingo, entonces era muy pesado. Pero Viernes era quizás menos pesado, pero a Zarumilla no le gustaba jugar los Viernes; a él le gustaba jugar Domingo, porque el día Sábado tenía una serie de cosas. Yo también trabajaba los Sábados; entonces el Domingo, pero el Domingo por lo general eran concentraciones porque empezaron la fiebres de las concentraciones; entonces que es lo que ocurría, que el que llegaba a las 10 de la mañana, jugaba a la 1 de la mañana; entonces ni hablar, ya con Antonio me iba a Villa María, me iba a otros coliseos y entonces ya podía jugar los gallos; de otra forma no podía jugar los gallos y es más, había la premura de armar el gallo, quien te agarra el gallo, Zarumilla. Zarumilla se sentaba e iba <ya está listo el gallo>; entonces como se dice, yo mismo era “el hombre orquesta” y llega un momento que es pesado; sobre todo tenía 4 gallos, de repente se pierde un gallo, no se pierde el gallo, que qué pasó y las espuelas, que esto, que el otro, entonces uno termina agotado ¿no?; yo como te digo nunca tuve la suerte de tener un familiar que fuera apegado a mí que me pudiese ayudar en la afición, como decir de a dos ¿no?, hoy te toca a ti hoy a mí. Yo tenía que hacer todo; y eso en realidad me dio a mí una escuela tremenda, porque aprendí a armar, aprendí a todo; aprendí a curar, aprendí a cotejar, aprendí a todo; no es como el dueño de los gallos de navaja que van y se sientan, cruzan las piernas o por lo menos no son artesanos, no utilizan las manos, utilizan la vista. O sea dicen este gallo es bonito, arma bien, patea bien, registra bien mejor dicho, pero aveces y algunas veces pulsean al gallo. Pero mover al gallo, ellos tienen lo que se llama un preparador ¿no?; en cambio en pico no es así, en pico quien le va a confiar el gallo a nadie. Analizando el comportamiento del gallo Asil que crío solo en el jardín, a esta hora 6pm, empieza a perder la paciencia y le revienta las patas a la perra, lo mismo a la empleada que está en el planchador que es donde duerme, junto con el loro. El loro tiene su “T” y Rajá como se llama el “Raja tablas”, tiene su parador que ahora te lo voy a mostrar, que se lo he forrado con trapo. Al principio lógicamente como todo animal, estaba un poco estrañado, pero el temperamento del Asil, va por encima de todo; es un animal que se va ajustando y se va adaptando. Poco a poco empezó a conocer su espacio vital, a reconocer a todos los seres con los que estaba conviviendo, inclusive con el que habla, con los empleados de la casa, con el loro, con la perra y poco a poco se fue volviendo un ser territorial, pero territorial entre comillas, porque tiene sus horas en que es territorial y hay horas en que la perra es territorial y conoce que la perra en ese momento no le aguanta pulgas a nadie, entonces la cosa no es con él. Como que ya tienen sus horas, sus espacios y se han adecuado. El loro siempre está en su percha y se pasan la voz e inclusive hasta la gente de la casa que no tenían conocimiento de cual eran las costumbres, pero ya saben y por distintas eventualidades si pasa el gavilán o si alguien entró, si alguien salió, inclusive, sale Osquitar o Lisandro que antes que toquen el timbre, el gallo pasa la voz y tuc, tocan, como que anticipa y hay comunicación con el loro y con el perro, absolutamente, comprenden de todas maneras hay un lenguaje de sonidos y actitudes. Mientras la perra duerme durante el día, el loro es su aviso y en la noche, la perra está en vigilia. Estos espacios de tiempo, son vartiables y a la perra la sacan a pasear todas las tardes. Y llegado el anochecer, el gallo se retira al dormidero pues la perra empieza a correr y es una Bulldog. No estoy metido dentro de un análisis profundo, pero pienso que tiene que haber algún tipo de comunicación física, ya sea respiración, latidos o ubicación, que el gallo percibe que la perra inicia su mayor actividad y se retira. Es la hora de ella, o es la hora de uno. A esta hora por lo menos, la perra está echada y si el gallo no está adentro de su percha, viene el gallo de frente, eriza la golilla y le revienta las patas. Como diciendo, estoy caliente, quiero que todo el mundo se vaya, esta es mi hora, quiero subir a la percha, quiero ir a dormir. Con el loro, hasta ahora no ha corrido sangre y se respetan. A veces lo saco al loro al jardín, y el gallo se me acerca y el loro se asusta, pero no pasa nada. Es muy distinto, porque están en otro nivel y el gallo puede perder la noción o desconocerlo o quererlo pisar o alguna otra cosa y le revienta las patas y lo mata al loro quien le advierte, le grita y todo, pero también el Asil es muy noble y de todas maneras estamos pendientes, pero igual conviven juntos y sin rejas ni nada. Si el gallo quisiese, puede volar a la jaula del loro, pero no lo hace, porque respeta su territorio. El gallo duerme en una percha a 15 centímetros del piso, mientras que el loro duerme en su percha a 1.5 metros del piso y a la hora que vamos a cerrar cuando guarden el planchador, verás en la forma cómo se guarda al gallo y se le baja a su percha, pues siempre tienden a levarse para dormir. El loro lo espulga al gallo. Yo agarro al gallo y le acerco la cabeza al loro, aunque a veces el loro está molesto y le mete un picotazo en la cresta y el Asil no se inmuta, pues sabe que se trata de él. Si el loro lo pica tres veces, entonces el gallo medio que se molesta y yo le digo Pepe, no, piojito, piojito; entonces lo empieza a espulgar; le rebusca bajo el arete, bajo la barba y pico a pico, los ojos, no le hace nada. Como yo soy el amo, existe una especie de celo, es como los hijos que cuando le hago mucho cariño a uno, el otro siente celo. Los animales son así, este es un loro viejo que debe tener cerca de 40 años. Fue cazado viejo y habla imperceptible; tiene un vocabulario enorme pero tienes que estar al costado para darte cuenta; no habla en voz alta. Sólo habla en voz alta, cuando entra Osquitar y grita Má, Má, porque Osquitar cuando era chico cada vez que estaba en el patio, llamaba a su Mamá y le decía ¡Mamá! y Osquitar es un poco hiperactivo y juega con la pelota y el loro lo ve como una amenaza, entonces a veces da la voz de alarma, como expresando “ya está en el patio” y n
osotros sabemos eso y Osquitar se molesta, por el loro chismoso. La acción de espulgar del loro al gallo, sólo se da cuando lo acerco el gallo al loro. Cuando bajan las palomas al patio, el gallo emite un ruido de cautela, como cuando pasa el gavilán es lo mismo y te avisa que ya bajaron las palomas. Entonces a veces desgraciadamente hay que hacer una saca de palomas, porque manchan las paredes y con la escopeta de balines van a la bolsa y las junto y se hace en casa una sopa o un tallarín. Los tonos que emite el gallo, son diferentes para la paloma, para el loro y para el perro; son una variación tremenda de tonos. Para otras personas, es un animal que grita; pero para el que conoce de gallos y toda la vida ha vivido con gallos, distingue. He tenido la suerte de aprender de Zarumilla que me enseñó y para mí el gallo es convivir con un ser muy interesante y comunicativo. Zarumilla me comentaba que los gallos le avisaban cuando habían extraños que estaban merodeando por la casa e inclusive en la noche. Entonces él agarraba y golpeaba tres veces con el palo y les decía, “ya los escuché”; y nunca le robaron ningún gallo, ni nada. Frente a una persona que ingresa, emite un ruido o cacareo corto. Cuando ciertas personas ingresan al jardín o al patio, el gallo inmediatamente se va a sacarlos. A ti no te agrede, porque estás conmigo. No necesariamente ataca, sino que sigue. Has visto que lo he llamado y salió de adentro del patio. El gallo también se engríe y me larga las patas, es un Rajá. El gallo sale contento y se alegra. La cuestión es no molestar al animal. Que el animal sepa que uno lo respeta. Cualquier persona extraña, primero la mide y se pone en guardia y no le puede dar la espalda, porque te revienta a patadas. Los gallos sí tienen memoria y en realidad podría comparar, aunque no conozco tanto, porque no he estudiado sobre el comportamiento animal, pero básicamente así como hay dos tipos de perro que es el moloso que lo compararía con el Asil que a su vez lo comparo con el cerebro de un loro que tienen una característica de retención como el elefante que tiene una capacidad de retención en mayor grado y pienso que el Asil es un animal muy perceptivo y que retiene, que no se desgasta. Si tuviera acá un gallo navajero, es muy posible que acá habría habido más de un accidente, o habría volado, o se habría asustado o por sabe Dios que cosa es otro temperamento. Para mí el Asil, hablando de los perros en Bulldog, para mí el Asil es el Bulldog, o el Mastín que son molosos, sumamente serenos y retienen; son fríos. A un navajero por más puesto que esté el gallo, no le puedes parar un gallo al costado; el animal se aloca y se va a las patadas. En cambio a Rajá lo preparo, le pongo un gallo al costado y el animal no se mueve hasta que el gallo no haya entrado a la mecha. Es un animal que no se desgasta inútilmente y a la hora que entra, no para. Al inicio, como el gallo canta en determinadas horas de la noche, el vecino no se acostumbraba pero para el día de su cumpleaños, me decía “adoro a tu gallo; lo adoro, pensando el día que me va a significar no escucharlo. Además, no tiene un canto normal, sino, un canto raro; es un canto corto y el primer canto es a las tres de la mañana y dentro del cuarto de planchar, es como un canto lejano. Ahora, cerca de aquí, pienso yo que como a dos cuadras, hay un gallo y canta y luego canta, canta, canta, persistentemente hasta las 8 – 9 de la mañana. A las 8 ½  de la mañana, como dice mi señora, cuando ya fregó a todo el mundo, entre las 9 y 11 de la mañana, no canta. En la mañana cuando sale, aletea, agua no toma, agua toma antes de dormir y en la mañana sale acá al grass y come grass, gusanitos, chanchitos. Está en el jardín, pero cualquier ruidito que no sea conocido desde la cocina o cualquier parte de la casa, entra al patio. Suena el timbre e inmediatamente ya está parado en la puerta; quiere ver quien tocó, quien entró, quien salió; con esos ojos que tiene de águila; son observadores; ese es el Asil. Básicamente el gallo oriental, como en esa época se jugaba 45, 50 minutos, a veces la pelea una hora y se jugaba a cacho natural o postizo corto; pero el postizo era cacho de gallo, no era espina de pez. La preparación era muy larga; lo que primaba era el poder y la resistencia. Se preparaba a la mano, la mano pesada, el gallo tenía que resistir el peso de la mano y darle, y darle y luego el ocho y revuelo, revuelo, revuelo, pero más que revuelo, se abrían los dedos y se le ponía una presión hacia el pescuezo, entonces el animal resistía pues era posible que iba a encontrarse con un rival que se le iba a acuñar y el que prima, es el que lo pone al otro abajo. Las series en el ejercicio, eran de 16 en 16. Resumiendo, eran las series, el ocho, los revuelos y todo al final de una postura, era 1½ hora, por el último trabajo. Se quedaba duro el gallo y uno sacaba el otro gallo y se quedaba parado al costado. Zarumilla tenía tres gallos en traba parados, trabajaba uno, luego lo paraba, agarraba al otro y así y frotación y frotación y frotación. Dentro de la postura, habían intervalos de descanso para el gallo. Entre las dos y cinco de la tarde, Zarumilla preparaba simultáneamente tres gallos con frotación y todo. A veces se iba un tiempo breve y los gallos se quedaban ahí, no se peleaban; eran japoneses puros. Eran una especie entre Shamo y Tuzo. Era un japonés que no era un Shamo espigado, ni un Tuzo como un Asil, sino, era un gallo terciado, intermedio; a ese tipo de gallo intermedio, le llamaban gallo Japonés, con la cola hacia abajo que la arrastraba y tenía un pescuezo en que cerrando los dedos a su alrededor, no podían cerrar. Era un Japonés Asilado. Tenía pico corto, el ojo muy hundido, y las cejas eran prominentes y por lo general, eran ojos amarillos. El observar la mirada de los gallos, pienso que Lalo lo asimiló de Chile; parece que en algún momento conoció a un gran aficionado, a algún maestro y le hizo notar eso. Cuando llegué a conocerlo a él, jugaba unos gallitos que les llamaba los Pitufos en Surco. Entonces, le llamó la atención un gallo y se paraba a mirar el gallo. Tienes que observar la mirada del gallo que no debe ser nervioso, sino, sereno, con el ojo clavado en lo que quiere ver y no se mueve cuando está puesto. Observando la mirada de un gallo, se puede predecir su comportamiento en la pelea. El gallo, como decía Zarumilla, a través de su mirada, te está expresando si está puesto o no lo está, si siente algo, si se siente mal físicamente, si tiene temor, porque los gallos tienen temor a la mano, a lo que les va a ocurrir, como que tienen premoniciones; el gallo, tiene que estar sereno; si no lo está, hay posibilidades que compartidas de ganar o perder. Pero cuando el gallo está sereno, tienes un 90% de que ganas. Sabiendo que clase de gallos tienes. Si el gallo no está sereno, es una charada, como se dice; no hay seguridad. El gallo en la seguridad de su jaba, ya no sigue consumiendo energía de estrés, entonces el gallo se recompone. Pero si al gallo lo trabajas, luego lo dejas en un paseadero, el animal se confunde. Después de la movida, lo frotas y debe ir a su jaba. Uno no lo trabaja todos los días. Hay días en el que está en el paseadero y al día siguiente, postura, come algo ligero y se le traba antes que anochezca y al otro dí
a está en el paseadero, en el revolcadero y en ese momento también el gallo te está observando y sabe que tarde o temprano lo vas a hacer trabajar o no y el gallo está pendiente de ti y en ese momento agarras y cándidamente sacas otro gallo y estás agarrándolo y lo miras de reojo y el gallo que se supone estás trabajando que está en el paseadero, tiene que tener el ojo fijo en el gallo que tienes en la mano. Esto, tanto con el oriental, como con el bankivoide. En ese momento, están en pelea. Eso, te lo dan los años. Hace muchos años, no habían los productos farmacéuticos que hay ahora para curar los animales; ahora hay una serie de productos corticoides, anti inflamatorios, etc., que inclusive después de tratar el gallo si lo elimino, no se si comerlo o no. En esa época se le echaba la mano a lo que uno tenía y a lo que estaba probado que funcionaba. Productos que funcionaron toda la vida son el limón, el alcohol, el ajo en cierta forma y según para qué. Se utilizaba mucho el azúcar para hemorragias e infecciónes. Uno terminaba de jugar sus gallos y lo lavaba y lo orinaba y llegaba a la casa y lo volvías a lavar, pero con otras cosas un poco más fuertes; no se hasta que punto te llamará la atención, pero eran orines guardados de una semana que tenían un poder antiséptico tremendo y lo lavabas por dentro y por fuera; al día siguiente el animal estaba mucho mejor que simplemente echarle limón. El limón es una gran cosa y tiene una función anti inflamatoria, cicatrizante, roborizante, tiene una serie de cualidades, pero no es el non plus ultra y hay sosas en que actúan mejor otros productos. Contra la tiña se usaba mucho el azufre y se usaba mucho el aceite de infundia o de tortuga. La grasa  se pone al sol y va drenando el aceite que luego se mezcla un litro con azufre y se unta en la piel. El aceite quemado lo pelaba. Cuando aparecía la viruela, se embetunaba el gallo, pero entes se lavaba bien, se le quemaba las verrugas, con una varita de romero y una vez quemada, se echaba el betún encima y se le ponía absolutamente a oscuras y siempre se cuidaba que la viruela no le avanzase, porque si le agarraba el ojo, el gallo perdía el ojo. Al gallo que le habían tocado el ojo durante la pelea, recuerdo que se utilizaba la lágrima de plátano y también la salvia y lo que se utilizaba mucho que es difícil conseguir, el calostro y quedaba a oscuras. También por la vía nasal, se revisaba y untaba con una pluma. Todo lo que era garganta y vía nasal, se utilizaba genciana. O cuando era por fuera la aplicación, un poco de yodo, para evitar la infección. Los gallos terminaban sumamente inflamados y luego del tratamiento de orines, después se le podía aplicar aceite de tortuga, cebo de culebra. Y para que el animal pueda comer con apetito, se le daba un Mejoral.

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