entrevista al sr ricardo reyes dioses
RICARDO REYES DIOSES
La Molina, 02 de Setiembre del 2004
Considero a todos los que se dedican a la crianza, como verdaderos galleros y para ellos pues, mi reconocimiento máximo. La diferencia, que yo mis gallos los pruebo y eso es lo que no camina conmigo y Antonio. Yo mis gallos los pruebo en mi galpón ya, yo no los pruebo en la cancha. Después, los llevo a la cancha. Lo que hace hoy día la mayoría de gente, la mayoría de gente que cosa hace, siempre se ha hecho, lo que pasa es que a veces los galleros somos un poquito, un día estaba en el coliseo de Naranjal y viene un fulano con un gallo de Colombia a jugarnos plata, el gallo era nada menos que del presidente de la Región Robinson Rivadeneyra, con un gallo colombiano y nosotros con un gallito que era de las crías mías, pero no era mío, échaselo pues le digo yo y este cuantas tiene ninguna pero tiene cinco polladas, ninguna pelea en cancha pero tenía cinco polladas, son cinco polladas eventos minúsculos, así que hacen así los criadores para ayudarse así entre ellos, tiene cinco peleas, yo creo fíjate que el gallo con quien juegue lo que hay que mirarle es como pega, como mete, por ejemplo el otro día el hijo de Segundo dice jugar, Antonio me dio como diez gallinas de acá y yo se las lleve a un amigo que seguro lo conoce Segundo Días que antes andaba conmigo, Segundo tiene su manera, conservador, su hijo que creció y tiene diecisiete, dieciséis años entonces me dice tío quiero criar gallos, criar pero no como los de mi papa, a ya entonces le dije a Antonio, Antonio me dio unas gallinas, se las lleve, ellos habían comprado un gallo cubano, que tal será, hay que probarlo le dije, la única manera de saber que te puede dar un gallo es probándolo, sácale cría solamente con esas gallinas y saco tiene cuatro gallos, tres han polloneado, el chico está encantado de la vida agradecido, don Antonio, entonces, le digo, no le hagas caso a tú papá, porque si no vas a terminar como él, a la antigua, a la antigua pues que el gallo tiene que pelear, bueno tú también eres aficionado a ese tipo de gallos, o ya no, ah, mira, te voy a cantar una anécdota, no soy gallero porque a mí me haya gustado, si no que a mí me han formado, mi padre era jugador de gallos y mi papá cuando mandaba a su gente a cotejar gallos, búscate uno que te pone la cabeza, uno que te meta la cabeza de esos, porque los gallos de mi papa solamente sabían patear nada mas, de afuera de donde será, pero patear nada más, había un señor Olabarría, entonces había un señor Olabarría que trae gallos asiles, malayos, Calcuta, Shamo, un señor arrocero hacendado de Piura, pero él trabajaba en Tumbes, entonces sus gallitos, todos eran cruzados tipo Asil, Shamos, oriental y mi papá tenía gallos más de tipo malayo, mucho malayo, tira la pata pues échale al señor Olabarría va a jugar plata, te pone la cabeza, entonces el gallo que pone la cabeza si el otro gallo es acertado y ligero, la creencia antigua no como Salazar mismo dice cual es la parte más dura del gallo, dicen ellos que la cabeza, pero yo le digo, creo que no es la parte, más dura, en el sentido que es más pequeño pero es frágil y tiene su puntos vulnerables, entonces le digo, si yo le echo un gallo a esos y mi gallo tiene suerte, lo mato y hay galleros que son conservadores y dicen hay que molerlo, se dejan pegar, le contaba a don Antonio, que a mí me han formado como te decía para jugar gallos, vamos a topar decía mi Papá, compraba los gallos en el mercado Carlitos, para probar los gallos finos, no los buenos en el mercado de Tumbes encuentras gallos finos de repente te compras un gallo, vas y lo juegas, como esta criado en la chacra, se pelea como si fuera preparado, a esos le poníamos guantes y al otro espuelas y entraba, pa si no mete veinte huecos en un minuto, hijo no sirve decía mi papá, tú crees que es una exageración, yo también creía que era una exageración, papá este tiene quince, no sirve, ponlo allá para, punchimbol, este tiene veinte ese sí, hay uno que mató antes del minuto, ha bueno ese es aparte, para volverlo a probar a ver, entonces así me formaron a mí y así, yo vine aquí el setenta a jugar gallos, desconocido. Acompañaba mi padre, yo lo acompañaba, mi padre jugaba en Chiclayo, Piura, en Trujillo, en Machala, en Guayaquil. Jugador pues. Más jugador. Él tenía sus gallos y sus gallinas, pero en época de sacar cría, venía la gente, los campesinos, jefe deme pues la gallinita ya, llévate esta gallina, llévate este gallo. A la chacra, se llevaban. Y después jefe ya están los gallos, hay que jugarlos, oye esos son tuyos, vamos a jugarlos. Entonces venía y me contaba, me decía, ya vi jugar al hijo de Bayoneta por ejemplo un gallo de mucho acierto. Antes se sacaba cría del gallo jugador, entonces, ibas ya ganó una vez, ganó dos veces, gano tres que esperas, que no se lo quitas, si ya se lo voy a comprar, se lo compraba, no que este mío nada, yo te compro los mejores y los otros tu ve lo que haces, el decía que una gallina bota un gallo bueno nada mas, ese era de una camada, un gallo bueno, papa pero puede ser, uno es mejor que los demás, entonces ese escojo yo, los demás lo dejábamos. Entonces así y bueno una serie de cosas, que hoy día nosotros ahora somos muy pasionistas, queremos de una gallina sacar todos los hijos buenos. Destaca una, entonces para el jugador ese juega bien, los demás que hago con los otros, véndelos, regálalos, cómetelos. Sí, a mí me interesa éste, nada más éste. Bien probado. Así es, ya le diste el acierto, Entonces esas cosas yo las trato de transmitir a mis amigos, pero creen que soy fanfarrón, pero menos mal que les digo, yo no soy el que lo hago, no soy el inventor de la pólvora. Por eso te digo, me encuentro siempre con amigos, que hoy día todos los gallos son buenos. Calle, por ejemplo, tú sabes, yo soy muy amigo de Calle, de Cañedo; yo siempre he tenido discrepancias con ellos, porque ellos son, como les digo, mis respetos, mi homenaje a ustedes. Ustedes son criadores de gallos. Yo soy un jugador de gallos. Tengo otro concepto. Soy jugador de gallos como le digo. Entonces cuando me dicen, puede ser hijo de la reina Isabel con el príncipe de Asturias, no sé qué. Inclusive lo veo jugar y. Hasta el noventa más o menos, hasta el noventa. De todo, de todo para probar, trajimos cubanos, trajimos americanos, diferentes tipos de americanos, trajimos español, metimos inglés. Yo fui muy amigo de Sveen Ericson. Digo fui, porque en algún momento nos distanciamos. Es su carácter. Imagínate un día, tenía mis gallos ganadores en Huachipa, plata en el bolsillo como se decía, entonces un día el doctor Ericson me dice, haber vamos a ver su galpón, fuimos y le dijo a mi guardián, oiga venga vaya, al primer camión grandazo que pasa por ahí, lo voy a contratar. Y para que doctor, para llevar toda esta basura que no sirve, pero él así, lo había visto a los gallos. Entonces le
dije, quizás doctor usted tiene razón, pero yo lo invito a una pelea de gallos. Vamos al Gallo de Oro, vamos. En esa época, tenía unos gallos que los llamábamos los Jorgitos, seis cuatro, seis tres, seis dos. Llegamos y justo Contreras, que era uno de los mejores, y que era preparador de nosotros, le digo y socio, he cotejado me dice el Jorgito viejo, a jugar plata, porque eran gallos pues de primera, entonces el doctor Ericson viene a verlo y cuando los presentan. Me dijo, pero esto es otra cosa, mire usted, seguramente que usted no ha mirado ni como pelean sus gallos. Yo por supuesto como no iba a ver a mis gallos. Entonces él me dice, mire usted, mire como pelea; ya había ganado el gallo, mire entra, entra así, las patas arriba y el cuerpo atrás me dice. Que le hacen a ese gallo, esa era la característica, se hizo un montón de peleas, con sus ojos. Y él lo quería mandar al camión, me dijo pero este entonces. Pero por eso le dije, quería que viera los gallos. El importar esos gallos fíjate, por eso iba, en esa época me acuerdo que una vez mi padre me dice, vamos a Piura a jugar gallos y nosotros ya habíamos metido gallo colombiano, en Tumbes se metía mucho gallo español también. Un gallo colombiano, que son españoles, entonces mi papá había metido gallos colombianos y jugamos contra los de la Fuente y empatamos la pelea en Piura, entonces me dijo mi papá mira, este gallo, necesita un poco más de velocidad, son gallos colombianos cruzados, porque yo veía. Claro, era menos veloz, el gallo en esa época, eran velocísimos. Poca escuela pero velocísimos. Entonces mi papá me dice tenemos que conseguirnos un gallo español. Estoy hablando del año sesenta y ocho, todavía yo no venía a Lima a jugar gallos, entonces estaba en el tránsito de Tumbes Lima. Y comienzo a buscar en donde encuentro un gallo español, en eso un amigo mío que había estado en la aduana marítima y me conocía, me dice, pues hermano ahí en la aduana hay un montón de gallos botados, importados, si quieres vamos un día para que mires, tú me dices cuál, y de ahí lo sacamos. No es tan fácil, por ejemplo cuando yo importaba gallos, no aceptaba la cuarentena. Cuando tú llevas un gallo a la cuarentena, te lo cambian, entonces que me dijo el de la aduana, mira consíguete un gallito cualquiera, pero más o menos del tipo y lo cambiamos. Me fui a San Miguel, ahí había un loco qué criaba y vendía gallos españoles decía él, seguramente españoles y le compré uno. Lo miramos, no tenía placa, no tenía nada, mi compadre se lo cambió y conseguimos el español. Un pajarraquito, eso fue el año sesenta y ocho creo, en esa época yo vivía en Lince, en Petit Thuars, ahí al fondo tenía una pajarera, con jardín, con árboles. Lo solté y de repente un día lo voy a ver y estaba con piojos, yo casi no sabía de gallos, fui a la farmacia compré un Baygón y chisss le eché y como era plumón y cuando me iba a la pajarera me cantaba el gallo, lo voy a ver y estaba pues, quemado. Entonces corrí bueno a comprar medicamentos y lo cure. Desde ahí ya nosotros estábamos metiendo español. Sesenta y ocho, más o menos, entonces el gallo cuando más o menos se recuperó, lo mandé a Tumbes y mi papá me dice, pero este es un adefesio. Ya él quería un gallo más. Entonces le digo, bueno, mira este o este, me lo han regalado. Pero mírale las espuelas, yo le miraba unas espuelitas, pero que parecían aguja. Unas alas que se le cruzaba, o sea eran espuelas, alas y un adefecito de gallo; unos canillitas. El pájaro que vuela, acá le llaman chíscole, haya le dicen zoña. Sí unos delgaditos, gris. Entonces me dice, esto parece una zoña me dice y él tenía un gallo fuerte. Giro, malayo no sé con qué. Entonces deja que se recupere el pajarraquito como dices tú y lo topamos con tú gallo, qué me dijo, que más. Fuimos, lo topamos, así le dije un minuto. Y cuéntale cuantas patadas tiraba el pajarraquito y cuantas, no pegó uno el gallo de mi papá y el otro pin, pin, pin. Me dijo, eso esta bueno para lo que nosotros queríamos. Entonces, le trajimos unas gallinas colombianas y comenzamos a trabajar. Jugamos esos gallos y no había quién me gane en Tumbes, ya el sesenta y nueve. Nada más que por la velocidad y las espuelas. Y el acierto claro. Entonces el me dijo, la gente se reía de ver, allá le decían, como no sabían, los culi alzados le decían; cola alzada, pues, pero era pico y pata, nada más, eso también me da malestar, el gallo no debe picar, debe patear nada más, pierde tiempo picando, por todo eso, todo eso lo veíamos nosotros, pero como te digo, bueno después ya vine a Lima y en Lima cuando traje a mis pajarraquitos acá no servían, claro, todavía estaba el gallo fuerte, entonces Contreras me dice ahí están sus gallos, te contaba en esa época, porque teníamos camiones, me mando cincuenta gallos, yo que me hacía no tenía donde guardarlos, al inicio me hicieron bulla porque los había dejado un día nada más, así que tuve que repartirlos, los llevo donde Contreras y me dice, socio estos gallos pueden ser extraordinarios pero con quien jugamos, no hay peso, cuánto pesaban cuatro libras, tres quince, cuatro uno aquí se jugaba seis libras. Eso fue en el sesenta y ocho, sesenta y nueve, por ahí. Entonces, no sé si te acuerdas del colorado Tuestas, que era mi socio. Le digo, socio consígueme pues una gallina grande, de esas norteñas. Me trae una gallina norteña. El doble del gallo que yo tenía, entonces el colorado me dice, socio pero no le vaya a meter esos pajarracos. Yo tampoco le iba a meter el gallo que me daba él. Él me quería dar un gallo bueno, peleador, pero no quería su gallo. Me lleve su gallo, y me lleve una gallina. Guarde su gallo, y le puse mí gallo, de ahí sale Jorgito, sale un gallo de seis libras, seis cuatro más o menos. Con unas alas Carlitos, así. Eso es lo que le digo, así. Tú tienes que mirar el ala del gallo. Sí tú ves un gallo de ala grande y el otro más chico, dale todo el tamaño que quieras, tiene aire. Sí juegas con un gallo que patea te sobras; yo he visto a los colombianos, yo me quedé así no. Vi cotejar a un gallo colombiano, que son alas. Con mi padre, ya habíamos probado. Entonces comenzamos a traer gallos de diferentes puntos. Bueno, para mí lo práctico es lo que gana pues. Claro, le digo a mis amigos, resultados hablan, así le digo. Entonces yo he traído de todo tipo Carlitos, Hach, Kelso, Rey, todos, todos. A mí hay gente que me dice que el americano no sirve, yo respeto las ideas de cada uno. Yo traje un gallo americano grande, primero traía chiquito, después traje grande. Y le metí una gallina de nosotros y me salió un americanito, así chiquito, de tres y pico, y otro de cuatro y pico, entonces, cuál será bueno vamos a jugarlo. Los dos eran buenos, pero el chiquito mejor, el chiquito mejor. Un pleito de reírse, que ya mi compadre Chang ya estaba en el coliseo. Entonces un día me dice, compadre ese hay que ponerlo en el terraf
iero. Porque pegaba y salía, pegaba y salía, pero en cada pegada iba hiriendo, iba hiriendo. Hasta que en una de esas pan, pero él seguía saliendo. Y bajaba las alas. Arma larga, arma corta. Nosotros jugábamos con arma corta, como yo tenía a Rosales que era el que me amarraba los gallos. Y él había trabajado con mi padre, entonces me dice estos gallos que mete la cabeza, es mejor ponerles espuela chica. Ahora yo vi una cosa que me llamó mucho la atención. En esa época vino de Cuba un señor, trayéndole los gallos a Velasco y el cubano se fue a la cancha. Entonces estábamos en la cancha, ahí todavía el viejo Iza, no sé si has conocido a un moreno él, Bracamonte. Ha ya Bracamonte tenía unos burros así, de seis libras y lo cotejan con Pancho, con Pancho Montero. Él era el que cotejaba el gallo de Bracamonte, lo cotejan con otro por ahí y el cubano que ya nos habíamos hecho amigos, porque yo ya andaba atrás de los gallos cubanos, entonces cuando lo vi, le di el asiento y me acerqué, nos pusimos a conversar. Y me contó de los gallos que había traído para Velasco, que fueron a parar a la casa del viejo Iza, yo le compré uno también a Iza. Pero entonces el cubano me dice, oiga amigo yo quisiera armar ese gallo, pero bien difícil es señor le digo, porque yo le voy a poner, le contó de las espuelitas, así cortitas. La verdadera espuela cubana, la hacían antes de pavo. Entonces me dice, yo le amarro señor y le aseguro que gana rápido. Yo le creo le dije ah, porque mi amarrador ya en esa época, unos de mis amarradores, de mis preparadores era este Rosales y Rosales era el contraste de Contreras, Contreras jugaba así y Rosales jugaba así. Rosales cacho corto, Contreras así. Los dos tenían buenos resultados, su estilo, su manera, su tendencia, su criterio. Entonces a Bracamonte lo llamé y el viejo aceptó. Me dijo pero si pierde mi gallo, yo no pierdo. No pierde usted, encima le damos plata si pierde. Claro, a mí me interesaba. El interesado en aprender era yo, ellos sabían mucho, yo era un novato. Pero el cubano agarra y el Bracamonte, lo ve con cinta amarrando, con cinta de seda así. Ni siquiera con esparadrapo nada, sino cinta y su cerote. Pero oiga me dijo y si se rompe la espuela, déjelo amigo le digo, déjelo el hombre sabe, él sabe más que nosotros acá le dije. Sueltan los gallos y pollonea el gallo a Bracamonte. Oiga me dice, yo no sabía que tenía un gallo tan bueno, me dice el viejo Bracamonte, fíjate. Cuestión de espuela, nada más. Otras veces se lo habían jugado y ganaba, entablaba. Se imponía la preparación, creo que hasta se jugaba una hora en esa época. Yo lo iba grabando, grabando. Y me puse a conversar con el cubano y ahí lo escuchaba, porque los cubanos saben mucho de gallos. Te voy a contar una fíjate que le cuento aquí a don Antonio, le digo, usted trabaja con los gallos porque quiere. Últimamente estuve trayendo gallos de una familia que son parientes de mi hermana. Parientes políticos de mi hermana, o sea que la cuñada de mi hermana es casada con un cubano. Y estos cubanos, sus padres, han sido muy amigos de los Batista, yo no sé si tendrían el dinero los Batista, o poder los Batista, pero en gallos, tú sabes que en gallos, no hay clase social. El gallero, se une el de arriba con el chiquito. Entonces he tenido tantas decepciones de los gallos que hemos traído y llegamos a la conclusión que era preparación. Cuando recién trajimos gallos cubanos, no lo entendíamos. Habían gallos que no podían ganar, no podían ganar, empataban, empataban, se caían, se enredaban y todo, por preparación. El cubano que conociste en el Gallo de Oro, te acuerdas de Lucho, ese morenito que miraba, a ese lo llevé a la cancha. Que como era cubano y me conectaron con él, me lo llevé a mí galpón, le invité un almuerzo, todo allá, para que me cuente. Y dije, yo no sé nada de gallos, pero al lado de este, soy un maestro. Pero todos los cubanos te tiran cuento, entonces yo lo escuchaba, lo escuchaba, lo escuchaba, pero este hombre no sabe de gallos. Entonces agarro un día y le digo al pariente de mi hermana, Tony, yo quiero hablar con Bartito le decían a su papá, Federico, Felipe creo que se llamaba su papá, un cubano viejo, que había formado un club y que tenían un coliseo privado en los Callos, donde jugaban mucha plata. Entonces un día le digo, Tony consígueme un gallo y me llama; Tony se llama el pariente, acá ha venido, de repente tú lo conoces, un gordito él. Entonces me llama y me dice Ricardo, sabes cuánto me han pedido por un gallo, no le digo. Veinte mil dólares, no puedo, yo te voy a pagar dentro de media hora. No Tony le digo, dile a tú primo, a tú papá que saquen cría por ahí y me manden huevos. Dicen que jugaban cincuenta mil dólares y cien mil dólares por gallo. Ah, la familia Batista. Entonces comenzaron a mandarme huevos, otro tipo de gallo. Pero ya esto ha sido al último pues. Entonces yo al ver que teníamos problemas, lo llamo a Tony y le digo, oye conéctame pues con don Pipo y me puse a conversar, dos horas, me gasté un montón de plata, sacándole, las formas de preparación. Él me decía, hijo me dice, el gallo español lo único que necesita es alas, alas me dice y me explicaba. Entonces yo lo que quería pues que me cuente, como se preparan los gallos. Entonces, no estaba bien, no podía, como debería ser. Entonces me dice, tú lo único que tienes que hacer, es estirarle las alas. Si puedes hacerlo correr, hazlo correr, pero no lo maltrates y más o menos me explicó, entonces agarré y comencé a experimentar esto en mi galpón. Pero como no podía estar todos los días atrás del preparador para saber todas esas cosas e inventé una forma, mí método, de detectar como compruebo que el gallo está bien. De todo eso para jugar gallos, tenía que hacerlo así. Quince días antes por ejemplo. De acá a quince días hay una fiesta, entonces hoy día vamos a topar los gallos, para ver cómo están. Entonces que hago, haber vamos a ver este gallo, dale los revuelos, pero ese revuelito de aquí. El revuelito de aquí pues. Sino, acá así, acá ve, así. Sí aquí, de aquí lo sueltas. Cae bien, no está ese gallo. Vuelo largo, vuelo largo, nunca hemos usado ese de corto y carrera. Entonces mi prueba era ciento treinta revuelos; si llega a ciento treinta bien, el gallo está cañón para mí. Quince minutos. Sí, pateando. Así, entonces le digo a don Antonio pues para que vas a trabajar tanto, mándale revuelo todos los días, hasta que llegue a ciento treinta. Cuando llega a ciento treinta, sí quieres todos los días, si quieres dejando un día, si quieres dos veces a la semana, o una vez a la semana, en fin, pero la cosa es que llegue a ciento treinta revuelos. Cuando llega a ciento treinta revuelos el gallo está con un poder… Porque me explicaba el viejo, mira hijo me dice, haber, te hago una pregunta, cuál es la defensa del gallo español. Claro, pero su defensa es el ala, para que él pueda tirar tiene que manejarse en el aire, así; y él mueve las patas atrá
s y esa es su defensa. El no puede entrar acá, no es su estilo. Su estilo es patear, su defensa es patear. Pero para poder patear tiene que sostenerse en las alas. Exacto, mucha ala y eso es todo, eso es todo. Entonces el otro día un amigo, me dice yo no sé cómo se preparan los gallos, quiero darle a un muchacho. Tú no necesitas contratar un preparador de gallos experto, le dije. Antonio Bristo, llevándose a una chica, veintidós años, nunca en su vida había visto pelea de gallos, sí sabía que comían los gallos porque era del norte. Y ella era nuestra preparadora de gallos. Lo único que hacía, como era joven, los correteaba, correr, correr; con un trapo así, corre, corre, corre en el ruedo, corre, corre, y al que lo agarraba lo hacía volar y eso era todo lo que hacía. Uff, no es tan complicado. Ves ese tubo ahí, lo pones, de ahí le jalas la cola, para que mueva las alas; le jalas la cola, sí, mueve las alas y también un poquito de piernas. Eso, y los revuelos. Suficiente, no un montón, sino uno o dos minutos así. Topes, nosotros no topamos a la onda, había gente por ejemplo que me decía, quiero ir a topar a tú galpón, yo no topo le digo, porque nadie quiere pues, te acuerdas de Ricardo Salazar el loco, él trajo unos gallos de Román Echevarría y a mí no me gustaban esos gallos de miércoles. Pero no le podía decir a mi amigo, sabes qué, no me gusta tu tipo de gallo, entonces con mucha delicadeza me decía, tocayo estos gallos buenos, el giro de Román Echevarría. Yo no dudo que sean buenos, pero con quién jugamos. No me gustaba. Entonces que hago así, que hago para deshacerme de estos gallos, me puse a pensar pues, encontré un gallo mío que todavía era descendiente de los gallos de don Carlos Fabres y esto se lo voy a mochar, los gallos de don Carlos Fabres eran ligeros, pero de cinco libras, eran ligerísimos, de cinco libras, seis libras, cinco cuatro, cinco seis, pero eran ligerísimos, como son los gallos chilenos. Entonces llega Ricardo Salazar, con sus estrellas. Que hacemos, así es que, tocayo vamos a topar un día le digo, lo recogí, nos fuimos, entonces paro un minuto, de acuerdo, de acuerdo. En un minuto el gallo de Román no pateaba, cómaselo le decía el loco pues a Guardián, cómaselo, eso no sirve, si no patea no sirve. Después de los dos, después de los diez minutos, después de los diez minutos, claro, no te hablo del fuerte de hoy día, el fuerte de hoy día está bien cruzado. Te hablo del fuerte de hace quince años. Entonces, con el mismo gallo le tope tres, cómetelo le dice, si no patea no sirve, pero él ha sido navajero pues. Claro, este no tenía nada pues, lo único que sabía es, le hinchaban la cabeza, más cabezón lo ponían. Entonces todas esas cosas, uno las vas mirando, las vas observando. Y como te digo yo soy jugador de gallos, no sé por ejemplo darle de comer al gallo, en cambio mi amigo él los cría, él los alimenta, él los baña, él los peina, él los asea, él los prepara, él los arma, es un aficionado completo. Lo que pasa es que ha estado un poquito retirado de los gallos, pero don Antonio es un aficionado completo, así como Oscar Cañedo. Para mí Oscar Cañedo es un aficionado completo. Él hombre puede tener mil defectos, pero yo no juzgo al hombre como hombre, sino como gallero. Y para Oscar Cañedo, es un señor gallero. Un hombre que cría, prepara, cuida, coteja, arma y hasta suelta sus gallos, que mejor, completo pues. Es difícil, por eso les digo, a ellos mi homenaje. El otro día les estuve diciendo, ya hace unos días. Hoy día Carlitos, cuánto gana usted en una pelea de gallos, pierdes, pierdes. Ganando pierdes, así es. Ves entonces por eso les digo yo, mi homenaje a esos galleros, y esa es la gente que queda hoy día. Esa es la gente, que juega gallos hoy día. Es decir, el grupo de ustedes, digamos así, que son los verdaderos aficionados, hay por supuesto aficionados chiquitos, que también merecen todo el respeto y quizás en ellos más todavía, porque bueno, para ellos el dinero es más difícil, más escaso. Por eso considero de que ser gallero, mi padre siempre dijo, el gallero es un señor y es verdad pues, es un señor, podrá tener sus momentitos, pero es un señor en el amplio sentido de la palabra. Bien concebido, no ese gallero patán, gallero Antonio, Oscar Cañedo, el mismo Calle. Pero Calle que es menos gallero que Oscar. Oscar es un hombre que sabe bastante de gallos, sabe bastante de gallos. Calle es un hombre que sabe menos de gallos y quiere competir con su compadre, entonces le digo, no pues y él me dice no pues americano. Claro, aprende, así le digo, aprende, así le digo así, pero se molesta. Aprende le digo, hay que aprender del que sabe. Yo con el español, con el español. Es el español, con el español. No creo en la defensa del gallo. Eso es, yo juego al español. Esa es la diferencia. Así es, le cuento a don Antonio, que a veces en Tumbes llegué a sacar gallos colombianos. Tenía un gallo que le pusimos el Príncipe, lo cotejábamos con dos gallos en riestra, pelea once, pelea doce. Jefe si le mato a su gallo. Si le matan al gallo, que voy a hacer le digo. Pero amarra no más, no te preocupes, así que entraba a la pelea, ruuun, pollón. Cuatro libras, tres libras, tres quince, tres trece, tres diez, diferencia de onzas por las balanzas nada más. Acertadísimo y ligerísimo y hermosísimo, por eso se llamaba el Príncipe. Giro, que a mí no me gustaba el giro, pero siendo gallo bueno. Mi papá me requintaba, eres un salvaje, eres un desalmado, que por acá. A mí lo que me interesa, papá le decía. Él era más criador, yo no sabía nada de crianza, ahí por ejemplo yo tenía uno que me criaba gallos, otro que me criaba gallos, otro que me criaba gallos y en Tumbes tienes el bosque para criar gallos. El algarrobo, entonces teníamos unos terrenos, en un sitio que se llama el Tutumo, allá me fui yo, ahí tienes que entrar con Land Rover o con cuatro por cuatro; arenal, quebrada, cerros y todo. El Príncipe, entonces lo cotejaba así, pelea once, pelea doce, dos pollones y dos cajas, pero mi papá pues, ese es un crimen pues, yo no voy medio decía. Es otro concepto. Pero mi papá, tus gallos no sirven para mí me decía, por qué; porque ganan rápido. En esa época, el gallero, el timbero, apostaba al ajiseco, cuando daban usura con el ajiseco, apostaba al negro, cuando daban usura con el negro, apostaba al ajiseco y volvía. Y a las finales no perdía, pero siempre ganaba. Así se jugaba los gallos antes, entonces todo eso lo he aprendido. Pero no soy pues de esos, yo soy del gallo rápido. Ahí formamos la Asociación. Pero indudablemente, que los galleros hemos madurado, hemos cambiado no. Porque fracasó la Asociación. Empezó por iniciativa mía y les dije mira se me ha ocurrido formar la Asociación y vamos a hacerla, los llame a los Fonseca, a los De la Puente, bueno en esa época éramos jóvenes. Claro, claro, yo también era joven, sí, entonces yo les digo vamos a formar la Asociación. Tú también entraste a la Asociación.&nb
sp; Sí, pero yo creo que sí llegaste a entrar. Tú y Lalo Granda, sí entraron, sí, yo creo que sí. Bueno, vamos a formar la Asociación. En primer lugar agrupar a los galleros. En esa época yo importaba un gallo, cuánto me costaba, doscientos dólares, trescientos dólares, quinientos dólares, pero el flete costaba una barbaridad, traerlos y conseguirlos. Entonces cualquiera no podía comprar un gallo, entonces la idea, no era que yo quisiera solamente tener gallos buenos, sino que todos tengamos. Difundirlos y cuando llegamos al Municipio, te acuerdas Antonio, yo le decía a Orrego hagamos un campeonato mundial de gallos aquí. Eduardo Orrego, pero bueno no llegamos a cristalizar. Pero formamos la Asociación y les decía esto mira, esto se va a llamar Asociación de Criadores Aficionados, criadores y aficionados de gallos de pico del Perú, no de Lima, sino del Perú. Porque queríamos, inclusive entró Román Echevarría, entró Wilson Mazuelos de Tacna, de La Libertad y de los diferentes departamentos. La idea era en principio, que todo el mundo pudiera comprar, así como se compran los sementales por ejemplo, para la carrera de caballos, o para caballos de paso. Que estén a la mano. Entonces, les decía a los chiquitos, entre diez de ustedes pueden comprase no uno, sino dos y hasta tres gallos y bueno, he participado de eso en Tumbes, al gallero antiguamente no tenía el celo que tienen los galleros hoy día, antiguamente, mi padre por ejemplo tenía un gallo reproductor y te decía así, yo Carlitos quisiera que saques cría de mi gallo, Antonio yo quisiera que saques cría de mi gallo. Entre amigos, para ver cuál sale mejor, él tuyo, él mío o el de Antonio y de repente hasta jugaban. Pero se estaba seleccionado el gallo y eso se ha perdido, el gallero de antaño era así, el gallero que tenía un gallo bueno invitaba, llamaba. Así, no se vendían. Yo recuerdo mucho, cuando mi compadre Chang comenzó a vender gallos, el ingeniero Marco de la Fuente, me dijo, todo está hecho una mierda por acá, en la forma que tiene él de expresarse pues en el fondo no es malo. Es explosivo. Entonces este me dice, porque solamente los miserables venden gallos me dijo, pero entonces yo le dije, pero mi compadre Chang no es un miserable. Pues, esa es la excepción Richard, jajaja. Yendo pues a esto que te digo, la competencia de los galleros era más pareja, cuando nosotros jugamos gallos en el Gallo de Oro, la competencia era dispareja, por eso es que nosotros tratamos de jugar siempre con el ingeniero De la Fuente, con Dante Valdivieso, con Alberto Negrón, con Tavera, con ellos jugábamos y éramos amigos. Recuerdo que con el ingeniero De la Fuente cuando le ganábamos. Cuando él me ganaba pues, cholo me decía, así es la vida, así son los gallos, venía me saludaba. Y cuando yo le ganaba, no te me acerques me decía. Jejeje. Después que le pasaba, Richard me dice cuando me ganes un gallo, que es casi siempre ingeniero le decía. Se reía un minuto, sí, sí, sí. Yo por cochinear le decía que es casi siempre ingeniero, claro, que no era siempre pero. Cuando me ganes un gallo no te me acerques Richard, porque yo soy una mierda me dice, me sale cualquier cosa. Entonces, mi pata, yo le tengo mucho aprecio, lo mismo a ellos. Entonces formamos la Asociación con esos fines entre otros. Fracasó por esas cosas del hombre. Club gallístico de navaja. Han formado. Pero yo creo que sí, pero hay que ser un poco selectivo para hacer la Asociación ya, selectivo, porque. Porque fracasoó la Asociación. Un poquito conflictivo y por otro lado algunos también somos demasiados explosivos, no tenemos pues, esa consecuencia con las cosas, entonces mira como comenzó esto, muchos de los jóvenes creían que administrar un coliseo era una mina, el gran negocio, yo administraba el coliseo de Tumbes, casi sin ser gallero porque era de nosotros, ese coliseo lo formó mi padre, puso su plata luego hizo una asociación una sociedad era una sociedad anónima se llamaba COGTUSA Coliseo de Gallos Tumbes Sociedad Anónima, en la que el que tenía el mayor casi el sesenta y seis por ciento de acciones era mi padre, yo tenía un diez por ciento que me asigno mi padre, para que vaya a manejar el coliseo, porque, imagínate se construye el coliseo que en esa época costo creo doscientos cincuenta mil soles, estoy hablando del año sesenta y tantos, sesenta y dos, sesenta y tres, sesenta y uno por ahí y no podían alquilarlo en veinte mil soles anuales, nadie podía pagar veinte mil soles, no le daba; ese señor Olabarría que era un hombre que tenía plata, entonces cuando vi eso que mi padre se peleo con un socio hasta con dos socios hasta con tres socios, por esas cuestiones, de que aquí se están robando la plata, hay gente que es viva, aquí entra un montón de plata y no hay plata, que pasa. Entonces le dije a mi padre, mira porque no me das poder y yo manejo eso. Yo siempre he tenido un carácter más consecuente mi papá era fosforito, orgulloso y hasta malcriado a veces, en cambio yo no, mas cuando me altero, si pues, eres un huevón, Cristo te crees, dice te meten una cachetada y pones la otra mejilla, decía así, porque es así no, tienes que ser consecuente a veces con quien te dice, ser dialogante, más abierto. Bueno, me dio cólera, comencé a manejar y comenzamos a levantarlo. Entonces, lo administre creo dos años o cuatro años y vi que negocio no era, entonces le dije a mi papá mira a mí lo que me interesa que esto se levante y cuando se levanta hay alguien que va querer tomarlo, en alquiler y va a pagar lo que nosotros estamos proponiendo, primero mi padre se calentó, porque imagínate, el señor Olabarría no podía pagar treinta mil cuarenta mil soles al año y a licitación la administración del coliseo, cuando lo tomé, yo tome la presidencia del coliseo, entonces le dije esto sale a concurso de precios licitación y el que paga más se queda con la administración del coliseo, pero eso sí un socio o un socio avalado por un socio y así lo hicimos, entonces me presento también al concurso, yo era presidente del directorio y fui al concurso y le dije, yo también participo. Entonces lo remato, en noventa mil soles. Me dejaron el Coliseo a mí, que es lo que yo quería. Le cuento a mi padre y mi padre me quería matar pues. No, el decía que no rendía el Coliseo, los noventa mil soles, que de dónde iba a pagar. Más que, yo que tenía, recién iba a empezar a trabajar. Y el cojudo voy a ser yo, que voy a tener que pagar y voy a perder. No vas a perder papá le dije, no vas a perder, déjame a mí, yo lo manejo. Agarro y me busco un fulano que se haga cargo de la cocina, del bar. Entonces, mí papá tenía una tienda de venta por mayor y menor, de todo, desde licores hasta alimentos, entonces le damos, encima era pariente. Tú vas a entrar acá al Coliseo y vas a pagar tanto. O sea, él me producía a mí casi el sesenta por ciento, de lo que yo tenía que pagar mensualmente, del ingreso. Porque, el negocio es el restaurante y el bar, la taquilla es menos, nosotros lo llamamos al pariente y eso sí le dije, mira, las condiciones son estas; yo ven
go y cojo la caja registradora que es mía, abro con la llave que la manejaba, yo sabía cuánto había ingresado, sacaba la plata que era mía y lo demás es tuyo. Entonces cogía la plata y empezó a caminar bien el coliseo. Este hombre era experto preparando chicharrones de calamar y chicharrones de langostinos. Los viejos, en el coliseo debe hacerse algo salado, va a ser así le dije, ahí no más está el burdel, acá está el cementerio. Así le dije, yo quería hacer hasta un hotel ahí. Entonces, al que administraba el Coliseo le dije, abre todos los días. Mi hermano tenía esas rocolas, su negocio era alquilar rocolas. Tráeme una rocola para acá, le pusimos la rocolas ahí, con sus monedas todas. Tienes que ponerles mini falda a tus hijas, tenía unas hijas bien simpatiquitas, minifalda pues, eran ellas las que atendían. Casi todas salieron con marido de ahí. Le dije, ya ese es problema tuyo, ellas son mayores de edad, que problema. Entonces él me decía, primo, me decía aquí las chuchumecas quieren venir y que problema te haces, ellas vienen a consumir, acaso van a venir a putear, vienen a consumir. Se llenaba, bailando. Fecha de gallos, fecha de no gallos, todos los días. Más bien los días de gallos había poca concurrencia, se cuidaban un poco. Se fue arriba, nosotros no ganábamos pero, por lo menos pues recuperábamos la plata. Toma tú plata y esta es la mía. Entonces le entró la ambición a los galleros, a los socios. Entonces vino Arturito Merino, cuando le puse ciento diez, él le puso ciento quince. Le entregué el Coliseo a él. Entonces él siguió con lo mismo, pero ya viene eso que le entra la ambición, lo botaron al cocinero. Era el jale por la comida, entonces al hombre cuando vi que entraba Merino, le dije, cómprate ese terreno de enfrente, tienes plata, cómprate ese terreno de enfrente le dije, porque de aquí te botan y tú te pones al frente. Y se van a comer allá. Y así fue y Pablo, lo botaron a mi pariente, el otro se puso al frente a vender. Ya no podían hacer bailes, ni nada. El Coliseo comenzó a decaer, pero en esa época, cuando lo tomé, hacía una fiesta y no iba nadie del resto del país. Año setenta. Entonces, ahí empecé a hacer las concentraciones en Tumbes, me lo llevé a don Manolo Feijoó, con diecinueve gallos, le ganaron diecisiete creo, jejeje. Jugador. Bueno pues, es como Luis Antonio fíjate, como era pues, que te digo, una figura, todo el mundo le echaba gallos buenos y el cómo tenía plata se confiaba y no ganaba. Eso siempre sucede en la gente que se confió demasiado pues, preparadores. Hay gente que viene me dice ahora a mí, Luis Antonio tiene gallos malos, yo no creo le digo, yo creo que tiene gallos buenos. Claro le digo, considero que Luis Antonio tiene gallos buenos. Pero él no los escoge. Por ejemplo fíjate, a cada gallo, los entrenaba bien, los preparaba bien y les digo este es para él y mandaba a mi preparador, que últimamente ni lo conocían, además ya no jugaba ni con mi nombre, Nicolás me acuerdo de un muchacho, un pelado, que andaba con Guadalupe también, tú te vienes acá, dejas este gallo y te paras junto a la muca, sí tú lo ves que es un poquito más alto y nosotros le llevamos un poquito de peso, se lo echas. Lo que te cante, mi gallo pues, tenía cinco polladas ahí en el galpón. Nicolás venía, cuando le daba, quinientos vamos a jugar, entrábamos y papapa, le ganábamos al otro. Claro, tiene que ser selectivo, pero el preparador, él no, a él lo que le interesa es jugar. El preparador nunca pierde, que hace el preparador de Luis Antonio, que es lo que yo he visto, con los preparadores de nosotros, con los preparadores de mi padre, el preparador gana veinte por ciento de la caja, si juega quinientos soles, son cien soles para él. Entonces agarra y lleva cincuenta, para sus amigos, diez soles, veinte soles, diez soles. Le cobra veinte por ciento, entonces cuando él juega su gallo, de los cien soles que le toca, si pierde recoge cincuenta, él siempre gana, sí pierde él no gana nada, pero tiene que cobrarle a sus amigos, que les ha llevado, diez soles a cada uno, cincuenta soles entre todos, entonces él gana cincuenta soles. Entonces el negocio del preparador. Tú juegas un gallo, él cobra, gana o pierda, claro, o sea él en lugar de ganar. Entonces él no pierde, a él lo que le interesa es jugar, jugar. Mira, es muy difícil, pero no imposible, por eso te digo yo, que tiene que ser selectivo. Cuál fue el error de COPTUSA, que es el Coliseo donde yo tengo experiencia, porque prácticamente yo lo forme. Le dije a mí padre, vamos a darle participación a los preparadores, cual va a ser la participación, que cada dueño de galpón le compre una acción, la acción era cien soles, para tú preparador, cual era la intención, de que ese preparador se sienta dueño del coliseo de gallos y lleve los gallos de preferencia a ese coliseo, porque es su coliseo. Una buena expectativa. Entonces se formó. Oiga, los preparadores se sentían pues dueños. Entonces, habían accionistas de cien acciones, que eran mil soles, habían accionistas de diez accione, habían accionistas de una acción, habían accionistas de cinco acciones. Los accionistas empezaron diciendo y como son la mayoría se unen. En una asamblea pidieron que los, que todo el que es socio del coliseo no pague entradas al coliseo. Una propuesta. Entonces mi padre me dice a mí, pero eso no puede ser, tú tienes imagínate el sesenta por ciento, aquí vamos a suponer que son sesenta acciones, puedo llevar sesenta amigos, si te aceptan eso está bien, pero no te lo van aceptar. Entonces no puede ser aceptable eso, que es la mayoría. Es que lamentablemente las asambleas, una es la asamblea general y otra la asamblea de directorio. La asamblea general aprueba esto, pero va al directorio tira abajo pues, todo lo que ha acordado la asamblea general. Entonces, no es factible eso. Ya empezaron por ahí los problemas. Entonces eso mismo pasó acá en la asociación, los socios querían participar en el manejo del coliseo. Que no fue la idea inicial, ya por ahí tienes un desencuentro digamos así. Y no falta uno, que comienza a líder a esa mayoría y levante. Entonces fíjate, que para hacer que una asociación tenga éxito, no debe tener más de veinte o treinta socios. Por eso te digo selectiva, entre menos socios hay y de calidad y que sean amigos. Puede ser, esa es la base para que esto camine, sino fracasa. Bueno pues, tú puedes pone condición A, B, C, D, E, F, etc. Correcto y darles todo el apoyo al resto pues, por ejemplo la asociación, que les decía, si ellos no pueden, nosotros comprar un gallo y se lo cedemos para que nazcan, se difunde. No era así. Imagínate la maleta que traía mis gallos era así, me costaba quinientos dólares, la maleta, de triplay especial, con doce casilleros adentro. Un dineral, en Estados Unidos, la maleta nada más, la maleta. La misma cuarentena. No, nunca acepté la cuarentena, pagaba y sacaba los gallos. Y últimamente, he seguido trayendo huevos. Pero ahora creo, que ni huevos se puede traer. Por la senaza una y por otro lado la droga, que el control son muy estrictos. Quieren p
asar los huevos por la pantalla, si lo pasan por la pantalla los malogran. Hay que traerlos de contrabando y ahorita creo que no se pueden importar ni gallos, ni gallinas. Sé que está prohibido, el otro día estaba leyendo ahí que por esa enfermedad del pollo aviar. Otra vez va a entrar. Indudablemente, son intereses. Entonces yo creo que el fracaso de una institución es, cuando es muy grande. Más se complica, hay que hacerlo más simple posible, mientras nosotros nos reuníamos con los De la Fuente, con los Fonseca, este, que su papá era de Chaclacayo o Chosica, como se llama, un grandazo, que es agrónomo creo. Guerrero, claro, con ellos, éramos amigos todos, bonito, nos veíamos, siempre nos reuníamos; hacía una fiesta De la Fuente, íbamos a su casa, hacíamos en mi casa, en la de Luis Antonio, en todos. Por ejemplo Luis Antonio, empezó bien con la asociación, de repente salió desentonando, abandonó Gallo de oro y se vino él a Surco. Ahí nace Surco pues, ahí se va arriba Surco. Te digo, ahí se va arriba Surco, cuando ya estuvo Luis Antonio. Yo también estuve, cuando el papá, el suegro del chino Antezana tenía al coliseo. Había poca gente, pero cuando Luis Antonio se reciente con los Chang. Sí, pero con la asociación no, todavía Luis Antonio jugaba en el Gallo de Oro, si hasta tenía su camerín, su camerín. Entonces ahí comenzó un poco el fastidio, se lo jaló a Lalo Granda, y así, a los De la Fuente. Entonces, los De la Fuente presentaron su renuncia a la asociación. Entonces les digo, a mí esto, ni me empobrece, ni me enriquece. Creo que ni un año, ni dos años, después quisimos reflotarla, llegó Gonzales del Valle, llegó un abogado Lazarte, ya el abogado comenzó a pelear con del Valle; y a las finales le dije, bueno, aquí acabo, me aburrí. Yo les dije esto no es para pelearse, esto es para conversar. Esto es un club de amigos, en esto podemos discrepar, podemos hasta discutir, pero discutir temas relacionados. Con Antonio voy así como a Santa Clara. A mí me pasa lo mismo, a mí me pasa lo mismo, es más te juro ahora, hasta me estresa ya ir a los gallos, me estresa, porque antes tú ibas a los gallos y este es mi sitio, yo me siento acá y lo respetaban. Hoy día, ese es tú sitio, pero no llegaste y llegas y te dicen este es mi sitio, ya su boleto y tienes que llamar al administrador y tienes hacer lo otro, eso se presentaba en el coliseo de Tumbes, sabe lo que hice, mucha gente habían asientos de primera fila, de segunda y el resto galería, claro el resto popular, entonces la gente no pagaba el asiento de primera, ni de segunda pagaba por uno y se sentaba en primera, qué hice cuando tome la administración, contrate una mujer y la puse ahí, entonces la mujer antes que empiecen las peleas venía, su boleto, su boleto y contrate policías y todo así, lo sacaba, nadie podía sentarse, esté el dueño de ese asiento en su asiento, un día tu llegas y de repente, vienen los camanejos y se ponen cuatro cajas de cerveza ahí, vienen los Rengifo de allá y te mientan la madre, todo eso me he ido, antes imagínate nosotros hemos ido a jugar gallos a Piura a Chiclayo, me acuerdo llegamos a Chiclayo y Baca Rossi nos iba a recibir al aeropuerto, Alberto Oliva muy amigo de Baca Rossi, se resintió con Vaca Rossi, dijo, yo me voy si no me das el asiento en primera fila, Baca Rossi que es más fregado le dijo vete pues y se fue, y vino caliente, como lo acomodo ustedes traen veinte, treinta gallos, nosotros íbamos con veinte, treinta gallos y éramos cuatro, cinco además éramos los que peleamos, claro y jugábamos nosotros, dinero, gallos y todo, Oliva iba pues con un gallo a jugar, tú no puedes, hoy día por ejemplo si yo quiero ir a Surco, voy oye digo Luis Antonio, consígueme un asiento, pues, Ricardito no puedo hermano, que voy a hacer, me quedo hasta arriba, no tengo problema, por eso te digo, antes me gustaba sentarme en primera fila, porque también me gustaba timbear, a mí me gusta la timba, para timbear, ahora que ya no tengo, estoy arriba conversando. Bueno, porque en primer lugar es tradición, en la sangre claro, dura como es la lía de toros, porque en los toros pelea pues una animal contra un ser humano, racional inteligente y el animal es una bestia claro que la desproporción es abismal, pero de todas maneras, pero acá en los gallos son dos animales en pico sobre todo, de pico de igual a igual. Bueno, yo lo tomo como un deporte, es una afición, no tan popular como el fútbol, aunque bastante popular en la afición de gallos, por un lado, por otro lado una competencia, pero la competencia del dinero, sino la competencia de quien saca los mejores animales; creo que sí, veo el caso de Segundo, Segundo Díaz a su hijo yo lo he visto nacer, es su único hijo, entonces siempre para caliente con el hijo, que si que esto que la droga que por acá, entonces yo le dije, una forma de evitar la droga es esto, así es claro, por supuesto que hay que controlarlo, yo recuerdo que mi padre me metió a los gallos, porque en esa época yo era pues como dice don Antonio, bandolero andábamos, con hembras, entonces mi papa veía eso y me llama un día y me dice no te da vergüenza hijo cómo es posible que mi hijo, entonces quiero que te metas a los gallos y te olvides ya de esas cojudeses y me metío a los gallos, pero como le digo a mis amigos a las finales, termine con, ja, ja, ja, pero si te controlas, por eso te digo, creo que juega un papel dentro de la formación de uno, además si esto es bien llevado y que debe hacer la asociación, es conferencias, charlas, mantener a la gente, siempre ilustrarlas, gente que sabe, profesionales relacionados con los animales, que vayan a dar conferencias la gente está ahí. Claro, se va enriqueciendo, inclusive sacar una revista, pero no mirar el aspecto comercial. Es posible hasta con sacrificio de los mismos socios. Porque hay cosas que el fútbol por ejemplo, los que son aficionados al fútbol, los verdaderos aficionados, los socios de un club, como el caso de la “U” por ejemplo, son los sacrificados. Pagan su cuota, pagan su cuota y pagan su entrada. Entonces en cierto modo están hasta fanatizados. Sé que en Méjico por ejemplo, los galleros están organizados, en lo que llaman ellos partidos, clubes digamos; entonces cada club tiene su lote de gallos en las competencias entre partidos, o entre clubes. Ese club tiene sus socios, como si fuera el fútbol. Y creo que deberíamos ir a eso pues, tratar de ir a eso, para qué, para atraer un poco a la gente y ayudarla. Creo que eso es lo mejor que tienen los galleros. Porque los hinchas de un equipo de fútbol, hasta se quieren matar entre ellos, ellos no participan de la competencia, pero se quieren matar entre ellos. En cambio los galleros, pelean los gallos y los galleros pasado esos cinco, diez minutos. Claro, te contaba el caso del ingeniero De la Fuente que me decía Richard cuando yo te gano, perdóname hermano pero te vengo a darte el pésame, pero cuando tú me ganes, no te me acerques. Es su carácter. Recuerdo una vez jugábamos una pelea con Dante Valdiviezo, cuando él tenía su club, Picos y Espuelas se llamaba. Entonces dice la gente que Dante no timbeaba, el grupo sí timbeaba y nosotros éramos timberos; en esa época nosotros veí
amos un gallo bueno y lo comprábamos, sino lo quería vender, lo alquilábamos; te vamos a dar tanto, para jugar. Pero había un camanejo que tenía un gallo extraordinario, amigo de Contreras, entonces le digo a ese hay que comprarle ese gallo, no lo quiere vender me dice. Viene un cholón él, borrachito, entonces ya pues, yo le entrego el gallo me dice, a mí me llega mi parte nomás. Sí perdía el gallo, pero nunca perdió, el nunca perdía. Entonces nosotros siempre le dábamos a él, su plata como ganador. Vamos y lo jugamos con Dante Valdiviezo, en Pico y Espuelas, jugamos un montón de plata en esa época y le ganamos. Y antes de soltar le decimos a Contreras, no sueltes hasta poder apostar nosotros y Dante se pica y nosotros apropósito lo picábamos, para que apueste. Entonces nos hace una apuesta grande, Orrillo, Tuesta y yo. Y entramos y pan, pan, le ganamos su gallo. Entonces Orrillo va a cobrarle a Dante la apuesta, Dante le dijo, no cholo de mierda, yo no te pago a ti le dice, yo no he apostado. Entonces Orrillo viene, todo el mundo sabía que Orrillo era como el cajero de nosotros, porque era el que anotaba, tenía su lista. Pero sí aquí está en la lista, no, no, no, he apostado contigo, no jodas. Estaba con sus tragos Dante así pues, un poquito duro quizá, entonces viene y Orrillo me dice, saca de ahí el expediente de la terna, que por acá. Déjalo le digo, mira está mareado Dante, la fiesta tiene tres días, la fiesta antes de gallos eran pues, dos, tres días. Son tres días, el primer día le digo, mañana seguramente viene y paga, de repente no tiene plata, mañana viene y paga, estoy seguro que va a venir a pagar. Tú te encargas de cobrarle, ya yo me encargo. Seguimos jugando, al otro día viene Dante Valdiviezo y me abraza, tú eres un señor carajo, pero acá está tú plata me dijo, el cholo de mierda, rústico, ordinario. No le digo, no le digo, él quiso cobrarte porque él es como nuestro cajero. Pero no hay nada, vamos a tirar un trago, vamos, Manuel ven para acá, Dante quiere invitarte un trago. Con eso borras todo le dijo así, le dio un abrazo. Es cuestión de conversación, que pasa me dice. Tengo anécdotas bonitas, yo no me canso por ejemplo de contarle a la gente, que nosotros íbamos a jugar gallos, y el viejo Jamis cuando tenía el coliseo. Yo no sé si tendría o no tendría, pero nos decía a nosotros, apuesta no más hermano, si te falta plata yo tengo algo de plata, yo te presto, yo te presto. Después otra que nos hacía, pero casi nunca le pedimos, otra que nos hacía este, cholo me dice, ya los abonos, me vendía abonos en esa época, para todo el año. Los abonos están listos, tienes que ir a recogerlos porque la gente es jodida va, y vemos a algunos ahí, y quieren llevárselos. Unos cartoncitos así, nos cobraba todo el año adelantado. Nosotros éramos pues Orrillo, Tuesta, yo y Contreras, cuatro abonos que teníamos que pagarle. Hermano me dice anda recoge tus abonos y nosotros lo que no queríamos era pagarle pues al viejo. Recoge tus abonos, estábamos en marzo o abril, todavía no empezaba la temporada, íbamos y él, ya tienes que ir a recoger los abonos, lo que quería el viejo era la plata. Asegurarse. Claro, era la primera fila, entonces un día me dice oye hermano, anda recoge, yo no quiero plata, toma acá están tus tarjetas y me da las cuatro, y pasan los días, como estás hermano, te saludaba. Ya yo lo conocía, entonces le digo, no vengo a cobrarte, pero si quiero pedirte un favor, cuál es esa. El día lunes tengo un montón de cheques y letras por cobrar y me falta. Por decirte tres mil soles y estoy haciendo caja y no tengo más que quinientos. No quiero cobrarte hermano, no lo tomes así, quiero que me prestes. Así pues me daba. Teníamos la plata, nosotros le dábamos. Ya viejo cóbrate nomás. No hermano yo te lo devuelvo. No pues, una forma de cobrarte. Bueno, pero no hemos hablado de gallos todavía. Con decirte, que los diplomas que sacaba en los gallos, se los regalé a mi guardián y los trofeos se los he regalado a un amigo, que no te voy a decir quién, pero se los he regalado a un amigo y fotos, casi no tengo. Ahora el gallo emblemático que tenía, que hasta hace poco le rendían homenaje los de la Fuente en su fiesta, se llamó El Conde, y pregúntale a ellos, ellos lo mataron Al Conde. Diecinueve peleas, El Conde fue un gallo campeón en tres trece. Habrá sido pues el ochenta y dos, ochenta y tres. Claro, el español, El Conde era un gallo español, pero bien reforzadito. Era un gallo, casi inganable en ese peso, porque nunca le ganaron, diecinueve peleas. Le sacaron un ojo, mi compadre Chang ya estaba entrando al Gallo de Oro, todavía no era mi compadre, trajo un gallo de Chile, el famoso Copigüe y Rosales que era mi cotejador tenía mi gallo El Conde, segunda pelea, tercera pelea creo que iba hacer y viene pues el Hugo, a quererle echar a Rosales. Entonces a rosales le dije, no juegues con él le digo, porque esos gallos son de Humberto Chang, que va a ser mi compadre, no juegues. Un día llego y me dice socio he cotejado al Conde con el Hugo, pero por qué, esta jodiendo mucho me dice, ese flaco. Sí, me está fregando mucho, así es que ya lo eché y vamos a matárselo de una vez para que no fastidie. Bueno pues ya. Soltaron los gallos, fue ese el que le sacó el ojo al Conde. Pasa el Copigüe y le barre el ojo al Conde, le contesta el Conde matándolo pues al Copigüe, pollón. Entonces llega Humberto Chang, me dice compadre me dice, ya nos decíamos compadres. Compadre, creo que el flaco, el Hugo a cotejado un gallo con usted, ya lo matamos compadre, le digo. Le reventó el ojo, mala suerte. Sí, le dije y jugamos. Entonces El Conde en las diecinueve peleas juega con Vigil. En el de Vitarte, en tres trece, sino en cuatro tres. Fuera de su peso. Imagínate si no se corre el gallo de Vigil, faltando quine segundos, o veinte segundos, no ganaba El Conde, empataba. Ya estaba fuera de todo. Entonces, le digo a Rosales este gallo no sirve, ya no sirve, ya no juego este gallo. Esa es mi manera de ser. Casi toditos pollones, pasaba y polloneaba, pasaba y polloneaba. Pero ya estaba subido de peso, dos mudas creo. Entonces ya no sirve este gallo. Que vas a hacer con él me dice Calle, cortarle el pescuezo y que se lo coma el preparador, o el guardián. Como vas a matar ese gallo, un gallo fino. Era hijo de un gallo español. Como vas a matar a ese gallo, sí te gusta te lo regalo. Ya es mío, es tuyo. Yo no pensé que lo iban a hacer jugar ellos, acá de cuatro, cuatro, se fue a cuatro siete. Y lo sacaron a jugar, un treinta de agosto creo, justo lo juegan con los De la Fuente, en el Gallo de Oro, con un gallo de cuatro diez. Entonces cuan