ENTREVISTA REALIZADA POR EL SR CARLOS COGORNO AL SR JESUS DUEÑAS

ENTREVISTA REALIZADA POR EL SR CARLOS COGORNO AL SR JESUS DUEÑAS

 

 
 
 
Jesús Dueñas Chávez
Lurín, 09 de Abril de 1993
 
 
 
Te diría como me inicié en la afición. Comencé desde muy niño, acompañando a mi padre y hermanos mayores. La cancha del Callo del Sr. Aguena un japonés y la del Sr. Rodríguez un paisano. Primero fue la cancha de Aguena y luego de Rodríguez. Después llegó Lima, cuando se hizo “El Gallo de Oro”; “Piñonate”, sólo era un pequeño coliseo. También había “El caballero Carmelo” en Francisco Pizarro en el Rimac. Recuerdo la cancha, mucha gente que ya no está Eusebio Bravo, Agustín Romero, el Sr. Albino Cáceres, viejos aficionados con esencia gallística inminente. Hoy, no hay comparación con ellos en ese sentido, esa estimación por la afición, ese gran respeto que tenía los aficionados entre ellos. Sobre todo eso, el gran respeto del aficionado. El don que tenían para poner sus gallos en el ruedo. Había un gran respeto. Quitando la trayectoria de los gallos, Don Albino Cáceres, lo conocí en edad muy avanzada cuando casi no jugaba gallos sino, simplemente era espectador y veía jugar los gallos que había repartido, vendido o tal vez obsequiado, pero de su línea. Estaba Eusebio Bravo. Jugaban el tipo de gallo, más que nada japonés, gallo asiático, algo de Malayo, Calcuta, Shamo, Asil y algo de chileno. Unos mejores que otros, cada uno hacía sus cruces, porque había que ver los gallos de Don Eusebio Bravo o de Don Albino Cáceres, o Don Agustín Romero. Hay una persona, que casi nadie se acuerda de él, Don Augusto Rodríguez Martínez, en ese entonces Director General, de la Policía de Investigaciones; tenía gallos excepcionales él si tenía el tipo de gallo como decimos el fino y el gallo fuerte; tenía el gallo español, tenía el gallo inglés, tenía el gallo Asil, Calcuta, Japonés, y de todo eso, se hacían los cruces y salían los gallos extraordinarios. Era hombre bondadoso. Sacaban sus gallos a la cancha y nadie sabía que eran sus gallos. Los sacaba el Sr. Benavente, Pancho Montero, que eran aficionados que tenían el tiempo y la oportunidad que él no lo tenía; pero era tan abierto, que nunca figuraba. El que te habla, era gran amigo de él desde muy niño, por eso es que lo recuerdo dentro de todos. No sé si aún nos acompaña. Jugaba desde el callao, al gallo de oro. Para él no existía coliseo grande o pequeño. Era persona sin comparación. Se relacionaba con todo tipo de personas y en todas partes. Un gran amigo, un gran señor y un gran aficionado. Con él, Agustín Romero, que se sentaban en fila en el coliseo El Gallo de Oro, eran Don Augusto, Romero, Eusebio Bravo, Manuel Taró que en paz descanse, después estaba Manolo Feijo, más a la punta había un señor que le decían el brasileño, y el juez. Hacia el lado izquierdo, Leoncito, Vinatea, León del galpón Siberia, Barba, Don Lino, después estaba Barco, Don Julio Manco, Hernán Monrroy, y al otro frente estaban Dante Valdivieso y otras personas más que no recuerdo ahora. Las peleas, empezaban generalmente, a partir de las 2pm o 1pm ,que eran días ordinarios y terminaban a las doce o una de la mañana, pues el tiempo de duración de las peleas, era mayor de 60 minutos, fueron bajando a 40´. Por fecha, habían 20 o 25 peleas, que todas no llegaban al final. El gallo era muy luchador y habían también muchos empates. También tuve un gallo que ganó en 40 segundos y fue algo novedoso; un 28 de Julio. Gallo que me obsequiaron de Arequipa. Pero después, cuando vinieron las espuelas de espina, ahí empezaron las peleas rápidas y los pollones. Siempre hubo el premio para el gallo que ganara más rápido y posteriormente, salió el pollón, como el término hípico. No recuerdo que haya habido otro motivo para ponerle al primer gallo que gane más rápido. El Gallo de Oro, lo fundaron los Señores, Nuñez y Guillen; luego, lo compró el Señor Jamís, pues cuando llegué a jugar en el coliseo en 1966, ya estaba Jamís. Pienso que El Gallo de Oro, lo tuvieron sólo una temporada entre el Sr. Emiliano Nuñez y Arnoldo Guillen, porque en ese entonces tenía 17 años y no nos dejaban entrar al coliseo; teníamos que estar escondidos arriba con nuestro gallito y no podíamos apostar. Ese era el gran respeto que se tenía al aficionado, cuestión que hoy no existe. Nosotros éramos chicos que nos gustaban los gallos. Fernando Franco “El Tigre”, y otra persona que aún caminamos juntos y que lo conoces, es Ramón Olivares y el Chatito Banda. Nos sentábamos juntos en la parte alta. Somos de la misma época ahora, con cincuenta y tantos años cada uno. Ramón le veía los gallos a Agustín Romero, Bandita, también trabajaba con Romero y después se fue con el finado Alfonso Chía. Los amigos nos fuimos luego repartiendo. Aunque siempre hemos continuado viéndonos en los gallos. Actualmente en Lima, coliseos reconocidos deben haber 10 coliseos de nivel. Coliseos chicos, Charapita, Chavito, El Hueco, San Grabiel, o el mismo Lima, donde Pepe Cochino en Magdalena, donde están los Pochos. Por Maranga está el coliseo. He visto preparadores muy buenos. En Lima, un viejito preparador, ha sido, el arequipeño, Aurelio Benavente, el padre del juez; sabía mucho de gallos. Después de su época, menores, Manuel Canto un bajito que casi no recuerdan; preparó gallos a Don Augusto, a Dante Valdivieso, el chino Mario; todos ellos, han sido de pico y espuela, que era el galpón de Dante Valdivieso. No había el realce como ahora, de decir, tengo mi galpón y mi preparador. Antaño, los preparadores eran también aficionados y eso pasaba desapercibido, hasta el año 1975, en que empiezan a aparecer los preparadores como tales. Alberto Vega del Callao, le preparaba al galpón del Sr. De la Fuente, “Los Sauces”. El otro Vega, preparaba al Callao, inclusive sus propios gallos. Otros preparadores, Reyes un muchacho de Chimbote en aquella época, ahora ya mayor, lo has conocido en Villa María, con el Galpón “El Diamante” del Sr. Díaz, estuvo preparándole al Ingº Espinosa, que tenía el Galpón en Canto grande, lo he visto jugar muchas veces en Surco; ahora está acá por Chorrillos. El preparador, es transitorio; un preparador permanece a veces un buen tiempo en un galpón después hay aburrimiento o disconformidades que nunca faltan y buscan que retirarse y se va o por conveniencia propia se retiran. Preparador de gallos, debe ser un buen criador. Si no eres un buen aficionado y no te gustan los animales, no eres aficionado al gallo de pelea, nunca serás preparador. Tiene que ser un buen aficionado y podrá enseñar al novato. De la noche a la mañana, no cogerás a algún cuidador que limpie los casilleros o el galpón, a convertirlo en preparador, no lo volverás preparador en la vida, pues no es aficionado. Aprenderá a preparar, pero no tendrá la palabra para decidir cuando el gallo está en su mejor momento para pelear. Pues siempre tendrás que estarlo supervisando u otra persona tendrá que hacerlo. Pienso, durante el tiempo que llevo en gallos y tomando la profesión de juez hace cerca de 25 años, lo que llamamos el timbero, es el que le da la vida y entusiasmo al
espectáculo, pues en sí el aficionado, por lo general, no le otorgan vida durante la pelea. Sólo emotivos al máximo, son los señores de la Fuente que viven el espectáculo. Hay otros, pero no tienen ese carisma. ¡Viven la pelea!. Otros van en sentido de chacotería, pero no lo sienten de esa forma. El timbero, está en todo; conoce el gallo siempre, va por el dueño del galpón. En Surco, sale un gallo de Luis Antonio y los timberos, le dan todo a ese señor y ahí realzan el ánimo; no falta otro que conoce al dueño del otro gallo, porque el gallo no es del lugar, es de afuera o del pueblo joven pero es un extraordinario animal y es ahí donde vas a ver el cruce de apuestas y la emotividad, cuando al gallo lo ven favorito y ganador y lo ven que comienza a flaquear, es ahí como empiezan a vivir la fiesta, porque voltean las apuestas; ahí se le ve al timbero y contagia a la gente. Hay mucha gente que vive del juego de los gallos. Van todos los días que hay peleas de gallos, sea Surco, Lima ya no está, Agustino, Naranjal, San Martín, y ahora que han abierto otros coliseos, el de mi compadre Castro creo que funciona el día Lunes o Jueves, queda en la avenida Perú en la Cdra. 17, en Huánuco, San Miguelino. Visita los coliseos y verás a los apostadores que están en todos los coliseos, todos los días. No sólo es un Domingo, sino, ellos viven de eso. Les gusta, juegan y es su vida. Pienso que aparte de los gallos, tienen otro trabajo. Van hasta Villa María que es un coliseo que está lejos en el cono Sur. Ellos viven la pelea del gallo, por la apuesta, pero no porque les guste, pues no conocen de gallos. No son criadores ni aficionados. Sólo son timberos. Manuel Taró ha sido uno de los apostadores, lo he conocido desde que yo era niño; tenía su restaurante en la Av. Surco; y ese es el tipo de aficionado completo; criador, buen castador, preparador, cotejador, sabías cuando te daba tamaño, cuando te daba peso, a que hora y cómo iban a ser sus peleas. Era completo y como timbero, dificulto que haya uno que vuelva a pisar una cancha de gallos, como Manuel Taró. He conocido al turco Kilimager de Arequipa. Tenía su libreta y apostaba con todo el mundo. Apostaba desde un sol hasta respetables cien soles. Lo he visto en Arequipa, en Tacna, en Arica lo he visto dos veces. Jorge Mufarech, medio pariente mío, no es el tipo de apostador de mayor nivel; no poseía esa pujanza que tenían un Manuel Taró o un Kilimager. Esos patas, si se les terminaba el dinero, mandaban traer. Muchas veces Manuel salía en un taxi y regresaba a seguir apostando. Salía de los gallos, y se iba al casino. Era profesional. Veía en una esquina muchachos tirando los dados por pesetas y se sentaba y peseteaba también. Su vida era el juego. Ese era el timbero que vivía del juego. Ahora son corredores como los gallos de navaja no es su dinero el que apuestan. En Surco, Col, Julio Areas, que apuestan fuerte, pero son corredores. Cualquiera los confunde como apostadores, pero no lo son. Manuel Taró y el turco Kilimager, son los grandes apostadores que he visto en mi vida. Si llevábamos un gallito bueno, me decía Jesús, te gusta la coteja, sí Manuel sí me gusta entonces él decía va la pelea y apoyaba con el dinero que fuere no sólo a mí sino, a muchos galleros que conocía llevaban buenos gallos. Manuel, quieren jugar S/.150 soles y yo tengo S/.30 no te preocupes, yo pongo la caja e inclusive, él ponía toda la caja y cuando terminaba la pelea, te decía “toma tu carabina” y te entregaba la mitad de la caja; pues le había ganado a todo el ruedo. Apostaba contra todos. Pues siempre estaba al lado de los aficionados que no tenían el medio económico pero que jugaban buenos gallos. Aunque hubo mucha gente que lo perjudicó con el bendito “matrimonio”, con un gallo bien bonito, bien pintadito y Taró iba en la caja y por fuera lo cogían pues el gallo jugaba un adefesio de plata; pero por fuera, él pagaba porque estaba confiado que el gallo era bueno. De esos ha habido muchos, como el flaco Salinas que era campeón en esos usos. Ahora una, dos o tres veces lo agarraban al japonés, pero hasta ahí no más los apoyaba. Tengo recuerdo de gallos excepcionales de la época de oro que en este momento serían extraordinarios respecto ahora. El gallo peleador, con inteligencia. Un gallo que nadie le daba importancia de Chanfaina, un gallo giro hijo de un gallo que traje de Carlos Pitaluga de Tacna; lo sacamos en Barranco a la chacra, para que se suelte y el pollo se crió ahí hasta diez meses y lo llevamos a jugar donde criaban chivos carneros y ganó; nos tomamos unos cañazos y nos fuimos a Surquillo y nos echan un gallo chusco, para repetir, pues en dos patadas había matado y el chusco con pluma en las patas, sale en la primera patada y el giro tumbado al suelo. Pasó la tarde, y se lo dio a Chanfaina para que lo lleve al mercado y en el mercado, lo sacamos del costal y seguía aún tumbado. Lo metió a la talega y me dice que vuelva mañana para que te lleves una gallina para que comas. Al día siguiente, regresé a las 8am, por la gallina y el gallo parado cantando. Lo topamos con un chusco que tenía ahí para vender; fue día Lunes y el Sábado pelea en Lima y le echa a uno de los mejores gallos del Callao y mata el gallo giro y ahí comienza a jugar todos los Domingos. El gallo no tenía nombre ni tampoco no daba espectáculo. Un día pelaba arriba, otro día pelaba metiéndose entre las patas, otro día saliendo a media capa, pero siempre mataba. Ese gallo tuvo 23 peleas oficiales. Eso fue por el año 1968. Otro gallo extraordinario, el Carmelo de Rivas. Chilala lo compró a Teodoro mi hermano. El finado el chileno Berrios, le dio al pecoso Ibárcena un gallito blanco moñón de 4:00lbs. Le sacó mi hermano una camada con una gallina que era un mastodonte, malaya negra y sacó un gallito blanco de 4:09lbs, pero era un gallo para 6:00lbs y al final, pesó 5:00lbs o 4:15lbs, con el que hicieron una tremenda trayectoria los Rivas con ese gallo. Jugó en el Norte, en Ecuador, le han traído contendores dirigidos. La cancha que no era de él, era la de Trujillo. En Trujillo, las dos veces que jugó, ganó porque Dios es grande. Después en las otras canchas, era un robo, pues salía y estaba terminando su pelea. Vi una pelea aquí en Lima, contra el Sargento Medina con un gallo cenizo de la selva, fuerte, ese gallo fue el que lo dejó tuerto; lo apuñaleó y lo puso mal. El blanco, era un perro para tirar del cuerpo. No es como ahora que vemos un gallo que muerde del hombro y tira las patas por encima. El mordía el lomo, pero pegaba en las costillas. En la tercera pelea lo dejan tuerto. Tuvo una gran trayectoria; no recuerdo con cuantas peleas en diferentes lugares de Lima y también fuera de Lima. Otro gallo bueno, más antiguos que esos, un gallo de Don Eusebio Bravo, que le decían “El campeón” era un gallo de 5 minutos, como decíamos en ese entonces, que se jugaban 40´. Fueron rápidos para la época era ligerísimo a pesar que Eusebio Bravo, tenía sus gallos asiáticos de 5:08lbs a 6:00lbs. Unos cenizos preciosos y había que ver pelear uno de esos gallos y el juego que tenían. Ahora ven pelear esos gallos y la gente se aburre. Era otra época, es cierto que la época antigua ya pasó, pero esos gallos fuero
n excepciones. Si ese gallo peleara ahora, lo habría americano, ni español ni chileno que lo gane al campeón. Por eso, era campeón. Con las espuelas actuales, el gallo hubiera sido un pollonero nato. Pero los cachos eran un poco romos, cortos; se defendía mucho al gallo. Hoy hasta en los careos pienso que el gallo debe tener apoyo; eso lo pienso como juez. Por ejemplo, un gallo con un ojo tapado por una pluma, está bien que no se para la pelea, para quitarle le pluma, pero en el momento que no se encuentra en pelea, porque se enganchó, deben limpiarle la pluma. Igual si está obstruido el pico, también debe asistirse. Pero la nueva juventud o los viejos, pensaron mucho en centro América. A la Coqueta, lo vi jugar en cinco oportunidades y lo vi correr también. El día que lo corrieron, fue en casa de Lotarser en Chaclacayo, un alemán que tenía el Chez Nino en Chaclacayo. Pero lo vi ganar muchas peleas en la cancha de Lima. Lo llamaron la Coqueta, porque le pintaban las uñas de las patas y el pico y su dueño, era Guillermo Feijo y le gustaba sus traguitos y se echaba sus copas y le gustaba jugar esa gallina tabaca que era ligerísima y ganaba rápido. Tal vez por eso, que no demostró lo que tenía en el fondo, pues como padrillo, botaba malos y se corrían. Yo le saqué, y Loterser lo tuvo como dos o tres meses en su casa y justamente con un Inglés tomando unos wiskys, se desafiaron en la azotea de su casa, cuando yo le preparaba los gallos y se fue a la carrera la Coqueta. Pero fue un gallo excepcional peleando en la cancha de Lima; muy espoleador. Otros gallos espoladores, peleadores, buenos, han habido el de Tavera, un gallo cenizo que tenía el finado Alfonso Chía, que tenía gallos peleadores que traía de Tacna de Don Víctor Nieto, del Turco Martínez, en 1975 – 1974. Allá estaban un poco más adelantados, pero después ha ido todo evolucionando hasta ponerse a nivel. Quería contarte, de un gran señor, un gran aficionado, que nos sigue acompañando dentro de la afición, con mucha jerarquía, es el Señor de la Fuente. También tenía gallitos muy buenos en ese entonces, como tuvo también una época en la que casi todos los gallos se le iban a la carrera. Un cruce malo pues a veces le pegaban en el ojo, y se iban; pero esa fue una mala racha, a través de un gallo que le dieron del Norte y sacó sus camadas y malogró su línea; un año lo pasó así. El finado Jorge Bustamante llamado el pelao Bustamante de Moquegua, muy amigo de los hermanos González del Valle, Alejo y del finado Félix; el trajo un gallo de Moquegua y lo jugaban contra de la Fuente; el gallo no era extraordinario y se lo dio Tito Pinto de Moquegua. González del Valle, dice, si de la Fuente no me gana en tres minutos, yo le gano a la carrera; y así fue; va la pelea el ajiseco cola de chivato amarillo de de la Fuente, y el cenizo de Bustamante; se están dando y el gallo de de la Fuente, era superior; pero en una de esas el gallo cenizo levanta la pata y le bota el ojo y el gallo amarillo, levanta la pata y a pie parado lo toca y lo pone como trompo que parecía mariposa y se va para un lado y se queda totalmente desubicado. El gallo de de la Fuente va y el Pelao le grita a Alejo González del Valle: “voy a la corrida del cola de chivato” y el cenizo que está tocado, lo ve que se acerca y le hace la intensión de patearlo y el gallo se asusta y se fue y no regresó `pues no quiso pelear. Por eso digo, que fue una mala racha o un mal cruce que tuvo el galpón “Los Sauces”, porque no fueron pocos los animales que se le fueron. Cómo le puede suceder a un galpón tan íntegro, que entre un animal a su plantel y le malogre la línea de esa forma. Por eso, hay que tener mucho cuidado. Por ello, se dice que difícil es conservar una línea. El Sr. De la Fuente, es el único aficionado, que tiene un tipo de gallo, parejo. Desde que lo he conocido, ha ido superando, cambiando, pero en el mismo tipo de gallo. Cada época, el mismo tipo de gallo, hasta ahora. Luis Antonio, tiene un tipo de gallo definido, todos son iguales, pero hay que ver el tiempo. Luis Antonio es de ahora, pero el Sr. De la Fuente, 30 años atrás. Es un orgullo para el Perú, tener un aficionado, que no haya perdido la visión ni la madurez por la inteligencia y la habilidad de conservar un tipo de gallo de pelea, así como él, que lo ha llevado desde un inicio, hasta hoy día. El trabajo de juez, el compromiso de juez, pienso que también es como el del preparador; para ser juez, tienes que ser buen aficionado. Tienes que tener el concepto de cómo poder sentenciar, cómo poder calificar. Te hablo de las sentencias en la pelea y te hablo de calificación, cuando tengas que calificar para un premio, la categoría y la clase del animal. Un juez, debe ser aficionado para poder ser completo. Me sucedió una anécdota tremenda, que nunca voy a olvidar; fue en el coliseo de Villa María, ya como juez maduro, jugaba un gallo de Zavala, con un gallito X, que no recuerdo quien era el contendor en ese entonces. El gallo de Zavala, tenía como cinco peleas, totalmente favorito; llevaba todo, era más grande, era todo más; la pelea era un robo. Sueltan los gallos, empatan, pasa uno, pasa el otro, se vuelve a morder el amarillo, pega el tiro y el otro le contesta a pie parado y cae muerto al suelo. Eso ha sucedido, antes que se tomara como sentencia los 15 segundos, que al gallo se le probaba. Yo me voy a acercar a probar al gallo y mi socio Zavala y con la mirada me mueve la cabeza asintiendo la derrota y se inclinó a recoger su gallo; me volteo y toco la campana; en el momento que toco la campana, el gallo se para sin que nadie lo tocara; pero el gesto que Zavala me hizo, fue que el gallo había perdido la pelea; y ya no había nada que hacer. Se armó un bolondrón y pollón encima. Yo no podía retroceder, pues había sentenciado. Lo único que me faltó fue tocar el gallo y no lo toqué porque él ya me lo dio por perdido. Otro caso igual, me sucedió con lo de Villa el Salvador con el Pelao Castañeda del galpón el Rayo; un gallo giro machetón de 4:00lbs, lo sueltan, se empatan, pim, pam, se están dando ahí también dentro del pollón y de repente el gallo giro cae tirado con las patas cruzadas estiradas y se estiraba, pero no se paraba y el Pelao estaba frente a la puerta, lo único que ha hecho es pararse e inclinarse y yo le hago así y él me dice que ya con la mano. Toco la campana, él levanta el gallo y una vez que lo levanta, el gallo había estado con los cachos clavados en los esparadrapos; ya no podía hacer nada. Y se discutía que era pollón, pero no era pollón, pues el gallo estaba clavado en los esparadrapos y se levantó. Lo colosal, fue que pasó una pelea y lo volvieron a jugar contra el mismo oponente y el giro lo pollonea. En tantos años que tengo de juez, no he visto nunca que haya sucedido una cosa así. Las peleas más difíciles de juzgar, es el del gallo ciego, con el gallo corrido. Tienes que tener mucho tacto y serenidad para sentenciar. El gallo que está re huido, tampoco se va. Porque si se va, no hay problema. Pero es un gallo que quiere y no quiere pelear. Se acerca, pica, pero no patea; entonces si se queda, no es falta pero si el pica y voltea, si es falta porque el gallo tiene que patear para que borre la falta. Ese es el criterio difícil que no tienen todos los jueces.
Un gallo, borra su falta peleando. Y peleando no es picando, sino, pateando. Eso lo sabe el Sr. Guillen, con el que conversamos muchas veces. Pero con el nuevo reglamento, dice que el gallo que pica, borra la falta. Para mí, no es pelea el gallo que pica. Igual cuando hay tablas, que hace mucho tiempo que no lo veo      que hacen los jueces, tres careos, gallos sin ejecutarse, automáticamente es tablas, porque no hay pelea. O se quedan parados los dos y no se ofende ni uno ni otro. Uno está ciego y el otro no va a la pelea, vuelves a mandar el segundo careo y tampoco vuelven a pelear los gallos, tercer careo y se acabó la pelea, porque no hay pelea. Otros jueces no lo aplican y siguen hasta definir los diez careos, o los careos que tienen reglamentariamente cada coliseo. Por ejemplo, yo tengo seis careos, Surco tiene diez, en el Naranjal hay ocho, y así no se ponen de acuerdo en una regla. Yo permito aquí que al gallo se le limpie el ojo, que se le quite la pluma, pero de una forma rápida, dentro del tiempo que tú levantas al gallo, si que aún haya mandado a continuar la pelea. Pero tampoco te voy a permitir que te quedes y te voltees y vayas a levantar el gallo, con lentitud; pues ahí si cobro falta. Se limpia y se suelta el gallo, y si estás dentro del tiempo de pelea, puedes hacerlo. Hay que hacerlo de una forma violenta y rápida, sin buscar ganar tiempo. Si se prohibió, es que por limpiar, buscaban ganar tiempo. Me gusta defender al animal, pero no voy a defender al careador. Otro asunto que me olvidaba es que tenemos que ponernos de acuerdo de una vez por todas, de acuerdo en la cuestión espuelas, hay mucha desventaja. Hoy el que tiene dinero, te compra una buenas espuelas porque tiene las facilidades y el aficionado que no tiene la facilidad económica para comprar unos cuatro o cinco pares, va a jugar con una tremenda diferencia con los otros. Conversando con aficionados, podemos proponer emplear el metal quirúrgico. La gente es reacia al cambio. El acero es menos infectante. Va a costar, pero una sola vez. Lo que sí debe reglamentarse es el tamaño de espuela, para que todos vayan parejos. Tres tipos de espuelas, para tres pesos de gallos; pues ya veo como estafa eso. Te cobran y en dos patadas se rompen. Las espuelas metálicas que se colocan de manera prohibida, se reconocen al toque. El metal, lo puedes pintar como quieras, pero no le puedes quitar la agudeza de la punta. No es igual que carey, que espina, que cualquier otro material y te corta. En cambio la espuela de pescado así la afiles como aguja, nunca te hace eso y siempre resbala. Yo he hecho perder gallos así y perder la caja antes de iniciada la pelea. Ahora si quieres perder la estima y el respeto de las personas, lo voy a decir, pero no lo digo, porque tú eres mi amigo así que date media vuelta, anda vete y perdiste la caja. Y yo sabía que estaba poniendo espuelas de metal, sino esperé a que deposite la caja y baje al ruedo; pues es la forma de castigarlo. Perdiste la caja y tú ganaste; porqué, porque te lleva demasiado peso. Y arriba a la hora que está desarmando los cachos, se los he quitado. Están pintadas con esmalte de uñas, que al final se pelan. Hace muchos años cuando me inicié como juez en la cancha de Herrera en Villa María, a la espalda de la municipalidad, dos cuadras más allá. Ahí también por lo mismo, perdió el aficionado Chino Chavez, un aficionado viejísimo, por hacer una sonsera de esas. Le puso porcelana a unas láminas de acero. También le hice perder la pelea. Pero a ese sí se las quité delante de toda la gente, pues le advertí antes, que no las calce.
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