las Espuelas I

las Espuelas I

Carlos Cogorno Ventura
http://www.gallosperuanos.com/ 

Las espuelas

Anterior a la década de los 70, las armas empleadas para el combate, eran la espuela natural, ó a la espuela postiza natural. En Lima, si el gallo aún no había mudado, o era menor de un año, efectuaban las peleas entre pollos, con sus pequeños espolones naturales llamados también “pitones punta de lápiz”; mientras los animales con más de una muda combatían en peleas “gallo a gallo” con sus propias espuelas agudas. Coinciden las afirmaciones de los aficionados de Tacna y Moquegua, Eduardo Berríos y Hugo Zegarra respectivamente, cuando comentan que anterior a la década de los 50 “…jugaban pollos de pitón entre ellos; gallos de estaca, de media lanza y luego el gallo de estaca; eran tres etapas…” Agrega Enrique Tello “…en Lima, eran gallos de espuelas naturales y comenzó la calzadera con espuela de gallo; ahí se perdió un poquito el balance y entonces mucha gente cortaba a ras el pitón y con una velita, le quemaba y con un alicate le jalaban lo que quedaba; entonces, se quedaba solamente la yemita y esa yemita le echaban yodo y alquitrán de Noruega que existía hacía mucho tiempo y salía un pitoncito chiquito bien bonito, que parecía un pollo. Y de un gallo viejo, lo hacían pollo al año siguiente; eso tergiversó un poco la pelea…” Arnoldo Guillen, cofundador del coliseo “El Gallo de Oro” en Junio de 1959, comenta: “…no sólo se jugaba con espuelas naturales, sino, también de postizas, le ponían cacho de toro, asegurado con cáñamo y con cerote y jugaban el pollo a pollo punta de lápiz y tenían que ponerse de acuerdo para armar con la postiza de cuerno de toro y no se pesaba, sino era a la coteja. No había balanza en el coliseo; la balanza la trae Chiri de Arequipa y me acuerdo se anunció en el coliseo: ““Señores, para los efectos y conocimientos del público, se pesaran los gallos””. Costó mucho trabajo al principio, obligar a pesar gallos; después no, porque se instituyó que el criador, debía pactar al peso y coteja y hubo que ordenar para que todo el mundo concurra al juez que pesaba los gallos…” Jorge Aguirre aficionado ocoñejo, comenta que con frecuencia se aplicaba alguna técnica para conducir de manera adecuada, el desarrollo, curvatura, dureza y agudeza de las espuelas naturales a lo largo del crecimiento. Añade José Silva en Chiclayo antes de 1930: “…en esa época se jugaba por supuesto con espuelas naturales; las espuelas las conservaban con cebo con limón, cebo con ajo, espuelas bien conservadas, bien hechas, perfectas…”

Complementa Augusto Tohalino que en Arequipa, “…se jugaban con el cacho normal, natural, que en esa época les cuidaban el cachito y les ponían las “cacheras” que le llamaban, a unos guantes de cuero para enfundar las espuelas; y a los animales, mayormente se les criaba sueltos, pero entrabados y como ellos siempre se revolcaban, entonces aveces se malograban las espuelas y para eso se les ponía las “cacheras”, protectores de cachos de la espuela natural. Eso se ha cultivado un tiempo y siempre entre los gallos, salían unos catemos que no tenían espuelas, entonces ahí venía el problema; entonces se empezó a jugar con cachos postizos; pero el postizo de gallo natural; osea, que se les sacaban las epuelas, lo que hacen en otros países, eso lo hacían en Arequipa y era más fuerte que el mismo cacho y más ofensivo, porque era prensado; los cachos eran buscados y el gallo que se moría de la vecina y lo iban a matar porque era gallo viejo, o gallo chusco, lo primerito que se buscaba eran las espuelas porque para los galleros, más valían los cachos que el gallo en la sopa y lo prensaban, le daban la forma y con eso se amarraban a los gallos con esparadrapo para la pelea; los antiguos aficionados, eran más miedosos para jugar, pero en esa época jugaban los gallos hasta que se cansen y nunca se cansaban, porque los gallos nacionales eran tercos de esos gruesos que aveces demoraban para patear y a cada minuto pateaba una vez; eran de tipo oriental…” Según Don Augusto Trelles aficionado piurano, durante la década de los años 50, fue imponiéndose la costumbre de calzar con espuelas postizas naturales de gallo; modalidad que vino de Chile, a Tacna, recorriendo el Sur, hasta llegar a Lima, continuando hacia el Norte peruano. Ello lo confirma Fernando Franco, aunque añade y como se detallará más adelante, que dentro de la región Sur de 1958 hacia atrás, las postizas naturales, se empleaban sin ser modificadas, tal como eran extraídas de las patas de otros gallos; mientras en Lima, seguían un proceso de templado y endurecimiento; método que cada aficionado manejaba con ciertas variantes. Oscar Aspíllaga en Lima, aficionado formado desde niño, por Don Antonio Fuentes y Cortés “Zarumilla”, aficionado a su vez desde inicios del Siglo XX, nacido en la hacienda Cayaltí en Lambayeque, comenta: “…las espuelas naturales, difícilmente se rompían en pelea. Aunque si se le rompían en la jaba, era toda una tragedia; pero se les ponía cacho postizo para la pelea. El cacho postizo, era una espuela de gallo, que se le hacía una base, la misma que se amarraba a la pata. Habían algunos muchachos, que hasta utilizaban la punta del chisguete de Kolynos; cortaban y sacaban el tornillito de la tapa y eso con el aluminio, lo embonaban en la pata y ahí metían la espuela y lo calzaban. Pero más que nada, era espuela natural de gallo. Cuando se les rompía al ras y quedaba completamente catemo, era un asunto más trágico. Pero cuando se rompía el cacho y le quedaba el alma, es decir el hueso, ahí fácilmente se le ponía su espuela postiza. Es más, ya los gallos iban a la cancha desde el galpón, con la espuela postiza calzada…” Carlos Díaz Hoyle, explica: “..las espuelas eran extraídas a gallos de pelea adultos o gallos de granja, se cortan los espolones con sierra, o extraídos con alicate, o introduciendo los mismos en una papa caliente, con la cual despega la corteza de la espuela sin causar dolor al ave, quedando el hueso unido a la pata. Para luego templarlas a través de un sistema de endurecido, calentando con agua y aceite o leche grasosa, en baño maría y envueltas con gran presión mediante pita o ligas de jebe, para luego de una hora, retirarlas y enfriarlas sacando luego los amarres. Después, las rebajan dando la forma deseada y se pulen. En la base de las espuelas tratadas, puede introducirse un tarugo para dar mayor diámetro a la misma y que al momento de calzar la postiza, embone cómodamente en la espuela cortada de la pata del gallo para luego asegurarla…” y complementa Teodolfo Portocarrero que en Chosica, “…Después comenzamos a armar los gallos preparando las espuelas naturales, se conseguían mangueritas del laboratorio de química, metíamos los cachos dentro de las mangueritas quedando presionados y los hacíamos hervir y comenzamos a armar con postizas conseguidas de gallos chuscos por el año 1965…” Añade Guillen: “…Después del cacho de toro, pasa al cacho prensado postizo de gallo; que luego debido a la escasez de cachos, había que buscarlos en la parada, en los mercados, en las granjas, buscando gallos con espuelas que tuvieran condiciones, preparaba los cachos y los limpiaba, los hervía, los prensaba, los metía en aceite; en aquella época se vendían en S/.15 un par de espuelas…”

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