Las espuelas II

Las espuelas II

Carlos Cogorno Ventura
http://www.gallosperuanos.com/ 

Complementa Jorge Benavente “…cuando se abre el coliseo de “la grande”(El Gallo de Oro), vino el Sr. Monteiro del Brasil, un gran amigo del Sr. Constante Larco y del Sr. Eusebio Bravo, y enseñó a prensar los cachos y bueno, era una novedad pues eran unas agujitas. Coincide la versión de Díaz Hoyle: “…Una de esas tardes, llega un Doctor que había sido invitado por mi tío Constante allá en Chiclín, él era Angelmiro Monteiro; era brasileño y muy aficionado a los gallos y trajo la novedad de las espuelas reducidas, comprimidas en otra palabra;…” Continúa Benavente: “…Pero también se prestó para actuar con maña porque a estos cachos le metían una aguja de vitrola, los prensaban y después les sacaban filo y quedaba la puntita de la aguja de vitrola y se jugaba con eso y cada cachazo era más hiriente y mucho peor que la espina actual; la aguja de vitrola era muy contundente…” Otra forma, consiste en no anchar la base; debiendo pegar la espuela a una base metálica. Así, fue reduciéndose la diferencia en cuanto a las armas entre un pollo y un gallo adulto en el combate. Pues si bien emparejaron las armas, debía considerar que el gallo adulto, poseía mayor fuerza y experiencia; mientras que el pollo, tendía a ser más veloz. Durante más de una década, combatieron gallos en esta modalidad; con pesos que fluctuaban entre 5lbs y 6lbs mayormente. Eran gallos de tipo mestizo oriental. Con el aumento del número de aficionados, fue necesitándose mayor cantidad de espuelas de gallo postizas que generó cierta escasez e incomodidad tanto para conseguirlas, así como en el proceso de templado. Estos aspectos y la realización del campeonato internacional de gallos, dentro del “II Festival de La Alameda” organizado por ENTURPERU el año 1969, en el cual observamos por primera vez en Lima, combates entre gallos bankivoides con espuelas de carey, las que daban mayor violencia y rapidez al combate, fue detonante hacia el cambio. Añade Guillen: “…la espuela preparada, empieza a emplearse más o menos desde el año 65, hasta la Feria de la Alameda en 1969, que llegan las espuelas de carey de cerca a 7cm y revolucionan el tipo de armas; al salir las espuelas de carey, entran los sustitutos…” Las espuelas de carey tenían dos inconvenientes: el primero, que en Perú no existe materia prima para su elaboración, cual es, la caparazón de tortuga de mar, hoy en vías de extinción. Necesitando importarlas desde Centroamérica elaboradas, a través de contactos que pudiesen tener cada aficionado en forma individual. El segundo inconveniente, fue el peso de los gallos que combatían en Perú aquellos años, mayormente de 5½lbs a 6½lbs, superiores al de gallos que podían usar armas de carey (menores a 4lbs). Pues cuando se calzaba el mestizo peruano con carey, estos, además de no ofender, se doblaban y rompían con mayor frecuencia que la espuela postiza. Pero la chispa de la inquietud estaba encendida por ello, durante más de una década, fueron creándose substitutos del carey, confeccionados con materiales existentes en Perú y a la vez no debían ser metálicas pues el reglamento las prohibe. Así, probaron materiales como el cuerno de toro, cuerno de venado, los que despuntaban fácilmente y tenían forma cónica sin mayor agudeza; además, el segundo, era difícil de conseguir. Otros materiales utilizados, fueron los dientes de lobo marino y huesos de algunos mamíferos; que poseían mayor agudeza aunque se despuntaban, y rompían en cada pelea; pues eran rígidos y quebradizos pero se producían en mayor escala, incrementando las ventas por artesanos y comerciantes que los elaboraban. La espina del pez raya, fue substituto inmediato de la muela del pez sierra actual; es aguda, rígida aunque más flexible que las de hueso; su flexibilidad las hace durables, sin que se rompan o despunten fácilmente. A manera de preámbulo de las siguientes líneas, César Rengifo, militar destacado aquella época en la Primera Región Militar del Norte (destacamento de Zarumilla), comenta: “…del Ecuador, venía un buen apostador que le decían “Pan con leche” un blanco él, pero un blanco desteñido y le decían “Pan con leche” y era bien valiente para apostar, porque para apostar hay que ser valiente y apostaba; pero ahí el que le paraba, era la Patucha Saldarriaga…” y Carlos Díaz Hoyle, protagonista en esa etapa, expresa: “…una de esas concentraciones de Primavera en Trujillo, llego un poquito tarde a la gallera, pero ya había jugado un gallo ecuatoriano y me dijeron que dicho gallo, durante la pelea, había estado mal, completamente mal, pero que de un tiro, ganó la pelea, lo vació al otro; para mí fue una novedad, porque acá en el Norte habían muy buenos gallos y cuando estaban ganando la pelea, era bien difícil de que los ganen. Pero en esa ocasión yo observé la siguiente pelea; se puso a armar un Pinto, “Pan con leche” que era un gran aficionado ecuatoriano, de la Provincia del Oro; así que armó su gallo, con unas enormes espuelas de tres pulgadas y bueno, sueltan los gallos y comienza la pelea; el gallo norteño siempre defendido, porque los gallos que tenía el ecuatoriano eran media sangre españolados, agachaban mucho la cabeza y eran acertados. Pero que resulta, que estando la pelea de 100 a 20 en contra, este gallo ecuatoriano le echa mano y lo atraviesa con las espuelas; caramba, yo me quedé sorprendido, que tal fuerza de animal o son las espuelas que eran rectas como unas agujas; me acerqué en el momento que estaba desarmando al gallo, y le digo: ““oiga señor, ¿me podría decir de que animalito son estas espuelas?””; me dice: ““ah, estas la he sacado de un animalito de la selva””; ni corto ni perezoso, busqué la forma de averiguar, pero no me quiso decir; fui al museo de historia natural que hay en Trujillo y comencé a buscar dentro de los animales, cuando ya a la salida, veo que había una trompa de pez sierra y le digo a mi amigo Pepe, ¿me puede conseguir?; ““naturalmente””; a los dos días ya me tenía dos dientes grandazos de la trompa que los cambiamos por sustitutos de yeso; me fui a la casa y comencé a afilarlos, pero descubriendo lámina por lámina, de cáscara y quedaba un esmalte precioso y preparé dos espuelas grandes, preciosas. En aquella concentración, yo le vi jugar con espina, dos gallos nada más y los dos ganaron pero de esa forma. Total que me hice de ese par de espuelas y me fui a Laredo; para esto en Laredo, ni corto ni perezoso, quería estrenar las espuelas, así es que me piden que arme un gallo, cosa que la hacía con frecuencia y entra la pelea y de dos o tres jalones, gallo muerto; pero con esas armas, destrozaba a los gallos; como eran gallos grandes y fuertes, las metían como si fuera gelatina. Yo recuerdo que ese día gané 14 peleas; 8 en Laredo que se jugaba en la mañana y 6 en Trujillo en la tarde, con esas mismas armas. “Pan con leche”, trajo una novedad; yo creo que nadie se había percatado de las espuelas del ecuatoriano…. Al ver los laredinos que yo había sacado esas espuelas grandes, ellos empezaron a hacer espuelas de hueso pues pensaban que eran de ese material
y como mis espuelas eran blancas, las de hueso se despuntaban y rompían; yo me iba de alivio. Llegó un momento que me pagaban S/.20 soles por armar cada gallo y ganaban y ganaban, hasta que se dieron cuenta, porque le comenté el secreto a uno de los hijos de del señor Raggio, que estas eran las espuelas que había traído el ecuatoriano. Total, se produjo una gran difusión y empezaron a traer muelas de Tumbes, de Puerto Pizarro y otras caletas e invadieron los coliseos. Era una novedad, aquí en Lima no las conocían pues vinieron del Norte. Roberto Balbuena recuerda que como consecuencia, “…cuando empezó a entrar la espina, yo me retiré de los gallos, pues jugaban con natural, y ahí se empezaron a correr muchos gallos, porque del arma natural a la espina, la herida es distinta y cuando el gallo por accidente hinca al gallero con espina, a uno se le hincha la mano, osea es distinta la herida. Hablo de cuando hubo el cambio de la natural a la espina; nosotros nunca le sacábamos cría a un gallo que ganaba rápido, sino, le sacábamos cría a los gallos que demostraban calidad, entonces por eso, teníamos mejores animales…” La espina de raya, tiene una cualidad que las hace preferidas por los aficionados, igual que el diente de pez sierra; es la superficie porosa que poseen, que produce mayor daño cuando se introduce en el cuerpo del adversario. No sucede en la misma magnitud, con otros materiales de superficie lisa, como los metales, plásticos y sintéticos. Por esta característica, las denominan “ponzoñosas”. Aunque la condición porosa que poseen, las hace menos higiénicas, dificultando la plena limpieza; y pueden causar infecciones al adversario, que se notan días después de la pelea. Un efecto secundario negativo adicional que produce la espina al gallo después de la pelea, lo resume Eduardo Riva, la cual es observación frecuente de muchos otros aficionados: “…Yo estoy dispuesto a cambiar las armas por espuelas de plástico de cualquier tipo; puede ser libre elección de cada uno, pero que sea de plástico, porque la espina es dañina. Las puntas en el plástico, no se rompen ni se quedan dentro del organismo del animal; entonces un gallo puede perder, aveces puede entablar y ese gallo va a servir para futuros combates. En cambio las espinas las hacemos tan delgaditas, que cuando se rompe la punta, no es que se ha caído al suelo, sino, que se ha quedado dentro del cuerpo del gallo, causándole daños posteriores…”

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